Emilio Picón

"La búsqueda de comunicación es una necesidad vital del ser humano. De cualquier animal. Pero nosotros somos racionales. Y escribimos. Cuando uno escribe busca comunicación y, en mi opinión, la primordial es la que uno mantiene consigo mismo. Converso con el hombre que siempre va conmigo, dejó escrito Antonio Machado, quien habla solo espera hablar a Dios un día. Espera trascender, me atrevo a añadir yo. Quien escribe aspira a trascender. Trascender es derribar límites, barrotes que pertenecen, en gran medida, a una jaula mental, estrictamente racional. En todo lo que no somos capaces de comprender hay una oportunidad especialmente interesante de crear. Lo incomprensible se nos presenta como una ventana cerrada que nos niega el paisaje exterior, pero se puede percibir como una invitación a crear ese paisaje. Una invitación a creer en la existencia del paisaje que no podemos ver. ¿Qué hay más allá de esa ventana cerrada? ¿Seremos capaces de imaginarlo, de soñarlo, de sentirlo? Cuando creamos, cuando ficcionamos, creemos realmente que todo es posible. Que todo está a nuestro alcance. Podemos crearlo todo. Efectivamente, somos dioses y podemos charlar con nosotros mismos tranquilamente. Los personajes se ponen a escribir para derribar los límites, los barrotes de la trama en la que se encuentran atrapados. Imaginan otra trama. La sueñan, la sienten, la crean. La intuyen. Sobre todo, la aman. La comunicación que derriba las barreras de la razón es sólo el principio de algo trascendental que nos supera y contiene. Que a su vez contenemos."

Emilio Picón



"La lectura debe ser tan libre como la escritura."

Emilio Picón



"La noción de animal, según la RAE, recoge un ser orgánico que vive, siente y se mueve por propio impulso. Instintivo. Natural. Salvaje. La noción de humano, también según la RAE, se refiere a un ser animado racional. La razón marca la diferencia fundamental. La razón como eje del estadio de progreso que configura la sociedad humana: la civilización. El prefijo hum- aplica sobre la condición animal la acción civilizadora. El prefijo hum- genera la ficción. Más bien, la autoficción. El ser humano desea concebirse, contemplarse desde una óptica civilizada. Pero no se trata de una visión realista sino autocomplaciente. La civilización es, por tanto, la autoficción de la humanidad. Cimentada teóricamente en el imperio de la razón, se erige sobre los principios prácticos del horror y la mentira. Ahora bien, el ser humano se vanagloria de su carácter civilizado y, desde esa contradicción, contempla el mundo animal erradamente, como si su estado salvaje, el estado salvaje del mundo animal, instintivo en su esencia, constituyera el verdadero horror. En la animalidad hay belleza y verdad: la belleza y la verdad de lo natural. El ser humano, con su contradictoria acción civilizadora, ignora, incluso abandona aspectos esenciales de su naturaleza. Se desnaturaliza. Desnaturaliza, incluso, el mal. El mal del ser humano se aleja de instintos naturales propios de su condición animal para alojarse en la depravación, en el terreno de la corrupción más íntima y esencial. El mal del ser humano es la marca de la decadencia moral y ética y representa una fatal desconexión. Este es un elemento fundamental en nuestra autoficción. Una autoficción construida por el ser humano al llevar a la práctica, errada y contradictoriamente, su idea civilizada de la vida en sociedad. Demasiada razón. Demasiada razón para tan poco instinto, para tan poco espíritu. El humanimal necesita alternativas. Necesita, constantemente, nuevas ficciones."

Emilio Picón



"La termodinámica, en su primer principio, manifiesta su desacuerdo con el poeta Javier Egea. Si la energía del universo se mantiene constante, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, las historias del universo literario tampoco nacen de la nada ni desaparecen del todo, sólo se transforman en virtud de la creatividad humana. Todo está contado y todo está por contar. Lo que quiere decir que el cuento está en constante transformación. La metaliteratura, según la RAE, es la literatura cuyo objeto es la propia literatura. Curioso y sencillo juego de palabras. Me gustaría añadir otro: la vida cuyo objeto es la propia vida. En el paralelismo entre vida y literatura está la clave de humanimal. Es, otra vez, el juego de espejos que refleja realidad y ficción, en este caso, vida y literatura. Son sólo palabras. El hecho es que deseamos vivir y nos preguntamos cómo del mismo modo en que nos ponemos a escribir y nos cuestionamos cómo. La metaliteratura es el recurso total, la herramienta perfecta para abordar el dilema humano fundamental: vivir. Celine lo dejó escrito. Nuestro viaje es enteramente imaginario. De ahí su fuerza. Uno de los personajes de humanimal crea la realidad al escribirla. La crea gracias a la intensidad, la profundidad de sus emociones. La fuerza de las emociones que le impulsan a escribir."

Emilio Picón



"Nada es tan importante como cubrir esta necesidad. La necesidad de amar. El amor es la única opción de continuidad factible. Todo lo que no se hace o no se dice por amor está condenado al fracaso, condenado a viajar a ninguna parte. De sobra sé que puede sonar contradictorio. Porque lo importante es el proceso, no el resultado. El viaje, no el destino. Estos no son lugares comunes, ni siquiera son fraseos de pretensión literaria. Esto es sencillamente lo que hay. En la huida el destino no importa. Importa alejarse del vacío, ese agujero oscuro que habitualmente se nutre de la ausencia más absoluta e hiriente. La ausencia de amor. El vacío del momento presente resulta tan insatisfactorio que lo más utópico y, por tanto, apropiado consiste en dejar de huir para vivir aquí y ahora y, además, hacerlo por amor, por mantener con vida lo que la vida exige. De sobra sé que a la mayoría sonará ridículo. De sobra sé que corren tiempos de absoluto cinismo, de profundo desprecio hacia cualquier atisbo de espiritualidad. Esta es la fatal desconexión, la decadencia moral y ética, la corrupción más íntima y esencial. El fracaso. El viaje a ninguna parte. Demasiada civilización para tan poco amor."

Emilio Picón


"Siempre lo he creído, incluso antes de ser mínimamente consciente. Rimbaud lo dejó escrito. ¿Qué vida? La verdadera vida está ausente. No pertenecemos al mundo. Siempre he creído que la verdadera vida es la vida interior. Allí está nuestro potencial, nuestra verdadera y honda capacidad de sentirnos parte de la vida. No importa lo que signifique estar vivo. Importa ser parte. Sentirse parte. Nos sentimos vivos en honduras y profundidades. En la superficie todo es efímero, nada perdura. Hay un limbo. Tiene que haber un equilibrio para que la vida encuentre su libertad. Un equilibrio totalmente distinto al ilustrado, razonado, intelectualizado. No será un equilibrio religioso. Será, sencillamente, trascendental. Fiodor Dostoievski lo dejó escrito justo al final de una de sus obras maestras. Por lo demás, no podía aquella noche pensar larga y fijamente en nada, concentrar en nada el pensamiento; nada tampoco habría podido resolver entonces conscientemente; no hacía más que sentir. En vez de la dialéctica, surgía la vida, y en su conciencia debía de elaborarse algo totalmente distinto."

Emilio Picón


















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