Fabio

Sonetos

- I -

   Alegre, rico, venturoso lecho,
cuán desigual que va vuestro partido,
habiendo yo tu gloria merecido
por amor, por razón y por derecho;

   que yo traigo continuo dentro el pecho
la que esta noche sobre ti a dormido;
tú estás desecho porque la has tenido,
yo porque no la tengo estoy desecho.

   Concertémonos pues, dame tu gloria,
o yo te prestaré mi sentimiento
para que el bien te goce, como es justo;

   mas no quieras, que sólo la memoria
de no haber conocido tal contento
te bastará a dar muerte a tanto gusto.

- II -

   Vi un cierto gentilhombre el otro día
en la calle, mondándose los dientes,
y quizás con malicia pare en mientes,
porque pensaba yo que no comía.

   Dime a pensar que por cumplir lo hacía,
pues consigo no puede, con las gentes,
y dije a otro estudiante: «Si lo sientes,
dime, ¿aquello es verdad o hipocresía?

   «Que si es verdad, no dura mucho el juego;
que muy presto hallará lo que ha perdido,
pues poco hay que perder en dos bocados.

   No los monda por eso, dijo él luego,
ni para que entendamos que ha comido,
más porque están, de no comer tomados.»

- III -

   En fin, el fin del fin es ya llegado
en donde he visto el fin que amor ordena,
y a todo han dado el fin sino a mi pena,
que a fin sin fin me tiene condenado;

   principio tuvo el fin no comenzado,
que de fin que poseo me enajena;
buscando voy el fin que me condena
a fin dudoso y lleno de cuidado.

   Sin comenzar el triste fin poseo,
y no hallo remedio al fin precito;
tal es el fin que amor me significa.

   mas como no preceda a lo infinito
el fin que tal dolor me multiplica,
espero de dar fin a mis deseos.

- IV -

   Torne Duero hacia atrás con su corriente,
dejen los peces el amado río,
hiélese en la mitad del seco estío,
y en el diciembre esté cual fuego ardiente.

   Póngasenos el sol en el oriente,
la noche alumbre como el rayo frío,
su casta hermana tome el señorío,
y alumbre el día con menguada frente.

   Quiébrese el eje do se funda el mundo,
y de él el orden tan sin orden quede,
que nada acuda a nada que le toca.

   Gocen gloria las almas del profundo;
que esto y el mismo tiempo faltar puede,
pues faltan las palabras de tu boca.

- V -

   Valladolid, tan peligrosa y fiera
como la que en mi alma estáis haciendo,
amores y temores, pretendiendo
vivir entrambos para que yo muera.

   Si he de acabar, procúrame siquiera,
ya que al fin yo no alcance que pretendo,
que la que nunca me miró viviendo,
mirarme en brazos de la muerte quiera.

   Yo con aquesto viviré contento,
y tú, dichoso valle, que habrás dado
a tantos vida, dame sepultura.

   Y verá cuanto cubre el firmamento
que sólo en el lugar piedad ha hallado
quien no lo halló en el tiempo ni en ventura.

Fabio Seudónimo del doctor Garay
















No hay comentarios: