Inácio Lourenço Pereira

"Tenía por entonces apenas nueve años. Yo iba a la escuela primaria de mi región natal, un pequeño pueblo en lo alto de una colina aislada, justo enfrente de la montaña de Fátima, a diez u once kilómetros de allí. Era sobre el mediodía cuando, de repente, nos alertaron unos gritos y clamores de los hombres y de las mujeres que pasaban por la vía pública, delante de la escuela. […] Afuera, en la plaza, la gente reunida lloraba y gritaba, señalando al sol, sin siquiera oír las preguntas que les dirigía nuestra maestra, muy angustiada. […] Yo miraba fijo al astro; me aparecía pálido y privado de su claridad esplendorosa; se asemejaba a un globo de nieve girando sobre sí mismo. Luego, de repente, pareció bajar en zigzag, amenazando caer en la tierra. Angustiado, muy azorado, corrí para meterme entre la gente. Todos lloraban, esperando de un momento al otro el fin del mundo. […] Durante los largos minutos del fenómeno solar, los objetos situados cerca de nosotros reflejaban todos los colores del arcoíris… Nuestras caras se veían rojas, luego azules, amarillas, etc. Esos fenómenos extraños aumentaban nuestro terror. Al cabo de diez minutos, el sol volvió a su lugar del mismo modo que había bajado, otra vez pálido y sin resplandor."

Inácio Lourenço Pereira
Tomada del libro Dios-la-ciencia-las-pruebas-el-albor-de-una-revolucion de Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies, página 413

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