Lola Nieto

"Bashō dijo que para escribir sobre un bambú había que aprender de él y aprender quería decir ser un bambú. Bambuarse es, para mí, el compromiso más radical y fiero, no solo poético, sino social, político y vital. Será poético si, además, esa experiencia se escribe. Puede parecer naíf, pero en los últimos años las violencias han crecido. Habitar el espacio público es sinónimo de agresión, a veces, verbal y otras muchas, demasiadas, de ataques físicos. Occidente se decanta hacia una extrema derecha burda, ignorante y dañina, que no solo perjudica a los humanos sino especialmente a los animales no humanos y al planeta en su conjunto. Por eso, hablar de compasión me parece apuntar a un término que hoy implicaría una revolución, un cambio de paradigma, un mundo que desconocemos. Y si acaso merecemos salvarnos, sería lo único que lo permitiría."

Lola Nieto



"Com-mun-icar. Com: cerca de, junto a; munus: lo que realiza su función; icare: convertir algo, tender a. Convertir en común, hacer que algo realice su función de comunidad. Quizás este origen etimológico es falso o no del todo preciso. Me da igual. Es el sentido que me complace. Y para que ello suceda hay que procurar hacer con las palabras lo que las palabras impiden. Frente al significado recto, estable, que dice esencias e identidades, en un acto de comunicación, una palabra debería mostrar, no las diferencias, sino en las diferencias lo compartido. Y para ello, el significado, por ser conceptual, una idea, debe ser desechado. Se trataría de decir sin código. Hablar sin que todo lo aprendido hablase en las palabras. ¿Es posible algo así? Sin duda, un mensaje tal no se entendería desde el plano lingüístico: las palabras abrirían otra percepción. ¿Cuál? Quien consiguiera escribir desde ese espacio comunicaría lo animal. Quizás. No he leído nada así. Admiro, no obstante, la escritura de algunos humanos que procuran cercar el reducto que convierte las palabras en un devenir bestia. Esa inclinación —inútil, imposible, honesta— me atrae."

Lola Nieto



"En Japón, al norte de la isla de Honshū, cerca de Aomori, en la falda del monte Osore-san, viven las itako. Apenas son, hoy en día, veinte mujeres ciegas que hablan con los muertos. Su origen parece tan antiguo como el surgimiento de la civilización en el archipiélago nipón. Cada año, durante cuatro días, aparecen. Reciben en el templo Entsuji a quienes quieren comunicarse con una persona fallecida. Una itako se viste de seda blanca. Se sienta. Pregunta edad, vínculo, el nombre no importa. Mueve una caja que oculta el cráneo de un perro. Aprieta un collar de huesos de zorro o ciervo, dientes de oso, garras de águila o caracolas. Canta sutras y ruega a su kami (¿espíritu?, ¿dios?, ¿dáimon?, ningún concepto occidental podrá dar cuenta de su sentido) que halle al muerto y permita el encuentro. Lo que me interesa es que, durante todo este tiempo, la itako se balancea. Las manos tiemblan. No deja de cantar. Y, de pronto, cambia su voz. Los visitantes no entienden los sonidos, pero saben que esa transformación es la marca: la itako habla con otro reino. En voz foránea, pronuncia las melodías del mundo muerto. Más tarde, transcurrido el trance, el canal se cierra. El kami guía de vuelta al difunto y la itako enmudece, deja de moverse.
Las itako, en tanto que chamanas, hacen de su cuerpo un receptáculo para las voces y las convierten en tierra íntima: su propia piel. Las itako anulan el límite entre la voz y el cuerpo. No hay diferencia entre el ritmo de la carne que tiembla y la vibración de la voz que canta. Ambos cauces se transforman, por movimiento, en otra cosa: la chamana pierde su voz para que, en esa desaparición, brote una voz muerta; cede su cuerpo para que, durante un breve tiempo, otro ser resucite. Es ella y no es ella. Ni es ella ni no es ella. Ese entrevero es lo que busco.
Por supuesto, es absurdo pensar que la poesía hoy sea un ritual chamánico. Nos acercamos a ella como objeto de consumo, deglutiendo incluso a su autor/a antes que su obra. Pese a esto, considero que cuando un poema se dice se abre un acontecimiento. El poema facilita que el cuerpo y la voz se arrojen desde lo más radicalmente frágil y vulnerable. Quien presencia esa orfandad encarnada en una piel tan cerca tiembla y se precipita también. Ese contacto es la ternura.
Un poema escrito, en el papel, puede emocionar. Puede sobrecoger y, también, horrorizar, disgustar. Pero no puede abrir un acontecimiento. La performance es un desplazamiento de la emoción al acontecimiento. En la emoción el yo se reafirma; en el acontecimiento, desaparece. Un poema puede ser dicho de muchos modos. Las posibilidades de pronunciación suponen un acto de comunicación en el que las palabras, sin prestar atención a su sentido, se hacen vehículo de contacto y quienes están suceden a la vez."

Lola Nieto



FÓRMULA PARA VIAJAR A LA VOZ-LEMOTO
 
El mundo esta llegando a un final. La presencia es la pútrida puesta en escena de la vida. No hay ningún sustantivo de ser. No existe ningún sustantivo de no ser. La voz nunca es una sola. La singularidad sigue excesivamente. Asiste la voz volcánica y en miniatura. La joya más miserable es una concha que da forma a los mundos con voces. El mundo es la joya más miserable. Lo que debemos hacer es encontrar formas de investigar la voz en el corazón de la repulsión arcaica para extraer un sonido de pensamiento deslumbrante e iletrado. Lexis se convierte en una pútrida puesta en escena de la vida. La voz de la bestia desmonta en relajadas canciones de sonido. Las voces crearon el tejido de la vida. Mantenga lo salvaje. En la cala de la voz-calor, la voz en condición de péndulo mantiene una constante

Riego de algoritmos y mutaciones de la voz-bestia. Varias colecciones de ellos destilan la lejanía de la voz en una agudeza púrpura de alguna evidencia elemental. No es apropiado. En la densa jungla es difícil prever nada. La voz es cartografía en la cala de nuestro tiempo. Las voces se atenúan, están del otro lado. Una voz transversal se convierte en la furia más severa. Esta ambición forma una rama del Woods de apertura irracional. Nada prevalece. Un sistema defectuoso promocionado. En el interior, las voces transversales revolotean alrededor de las voces de las bestias desdentadas que están a punto de alejarse. El proceso del ritmo refleja un pez y escamas. Ni las voces pueden morir ni vivir sólo para sanar.

Lola Nieto




FÓRMULA PARA EL VIAJE A LA VOZ-LEJANÍA
 
El mundo se está acabando. La presencia es la putrefacta escenificación de la vida. No hay sustantivo de ser. No hay sustantivo de no ser. La voz nunca es una. La singularidad sucede excesiva. La voz acude volcánica y miniatura. La joya más mísera es una cáscara de maleabilización de los mundos a través de las voces. El mundo es la joya más mísera. Se trata de encontrar medios de investigación de la voz en el seno de las repulsiones arcaicas para trazar un pensamiento sonoro, fulgurante y ágrafo. La lexía es la putrefacta escenificación de la vida. La voz-bestia descabalga en cánticos de manta de sonoridad. Las voces crearon el tejido de la vida. Sosten lo salvaje. En la ensenada de la voz-calor, sostiene la voz péndulo-condición una irrigación

constante de algoritmos y mutaciones de las voces-bestia. Varias acumulaciones de ellas destilan la voz-lejanía en una purpuración de la agudescencia y la prueba de algo elemental. No proceder. En la selva densa es difícil ver a lo lejos. La voz es la cartografía en la ensenada de nuestro tiempo. Las voces tienen un significado por debajo, en el otro lado. Una voz-atravesamiento constituye la furia más estricta. Esta ambición contornea una rama en la arborescencia de la abertura-irracional. Nada prevalece. Un sistema de fallo promovido. Dentro de la voz-atravesamiento revolotean desdentadas las voces-bestia a punto de proceder en lejanía. La ritmificación se parece a un pez y sus escamas. Las voces no pueden morir ni vivir para sólo sanar.

Lola Nieto



"Hay que procurar hacer con las palabras lo que las palabras impiden."

Lola Nieto



"Siempre imaginé su pelvis como una gran casa de raíces subterráneas."

Lola Nieto










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