Óscar Navarro Gosálbez

"Cada vez que escribimos lo que hacemos es cortar un brevísimo fragmento de una realidad que es un continuo difícil de delimitar."

Óscar Navarro Gosálbez




COMO TOCO LA TIERRA

conozco sobre el viento.
Comprendo
viento adolescente contra los tabiques.
Viento que llega del este
suicida y vacío.
Viento en rebeldía y
viento acomplejado.
Viento, en cualquier caso, sin cintura.
Viento que todo lo vuelve
invisible. Viento
mientras trato
de dormir y solo escucho piedras.

Como toco la tierra
tomo partido
enemigo del viento.

Entre tanto yo
la miro y sé que no muy tarde
ella se marchará fundida
en el fluir infatigable
del viento. Y sé que dejará
entre nosotros solamente
hedor de viento.

Óscar Navarro Gosálbez



DÍAS QUE SE LLAMAN
quizá
o tienen voz de despedida,
aunque su figura
diseñe una espera,
dibujan líneas

que hieden,
hiriendo con dulzura,
y embadurnan los adverbios
con su tintineante
noforma.

Hay días que fueran
mejor un día pasado
cualquiera,
un día a elegir
entre el sumario
de los que huelen
a sábanas limpias.

Óscar Navarro Gosálbez



SEA LO QUE SEA, A VECES
carece de sentido
una bala perdida, un insulto,
un beso a destiempo
carece de sentido.

Solo de tarde en tarde
cada vez con menos frecuencia
se produce la gracia
del flotamiento:

gracia de la levedad,
caminar como deslizarse,
caminar como contrariando
la servidumbre
de la gravitación.

Carece de sentido
pero merece la pena
salir del camino
para afrontar el día
y todas sus navajas.

Óscar Navarro Gosálbez



TAURO, O LA CONSOLIDACIÓN

 Entiendo que todo ha cambiado.
Recuerdo la mugre de las superficies blancas;
recuerdo la mugre de las baldosas que fueron brillantes
y el bulto que era tu cuerpo
el bulto que era tu cuerpo dormido. 

Entiendo que nadie sospecha el cambio
solo un segundo antes
en el instante antes nadie comprende.
Pero eso ya es física y no se discute.
Como no se discute que un cuerpo de masa mayor a la de otro lo
atraiga hacia sí
eso es ley física de la gravedad. 

Mi cerebro es gris, es rosa.
En el dédalo gris rosa que es mi cerebro
no es diferente al de los otros, no es diferente del tuyo tampoco
se esconde la imagen de un cuerpo, ulises;
tu torso desnudo sin sombra de culpa,
desnudo y cubierto con gotas saladas después.

Entiendo que ahora ya no es atractivo.
A nadie le gusta el color lividez de un cuerpo sin sangre. 

Primero serán tus amigos.
No saben siquiera que están empezando a echarte de menos.
No entienden de la luz indecisa, de la camilla oxidada, de las
sábanas negras. 

Después montarán linchamientos y aullidos y mesaduras.
Después bloquearán las salidas con petacas de salmuera. 

Entiendo que todo es distinto cuando algo ha cambiado
y pienso no importa una mierda el pecado
la gula
las drogas
la miserable
avaricia
tienen la eximente de la juventud,
ulises, no arropes la culpa. 

La tripulación cercada por las sirenas después
asalta el mueble-bar asalta la bodega asalta la farmacia asalta la
discoteca y la biblioteca del barrio,
es comprensible
vienen los coperos y les dan de beber. Y ellos lo aceptan porque te
extrañan,
a ti, al de los muchos ardides. 

Yo te deseo. Te deseaba cuando eras la juventud
y los músculos y el culo firme y la recta de vello negro desde el
ombligo y el deporte,
cuando eras el de la fuerte lanza,
cuando era completamente la noche. 

Ahora tu cuerpo, tus bultos,
tus cordilleras de nieve, encima del cofre,
no me inspiran deseo, solo cascadas. Porque tu piel
es blanca de muerte
y a nadie el color lividez de un cuerpo yugulado. 

Pero

¿qué echo de menos de ti?
Yo ya sé dónde
tengo a mi alcance tu cuerpo.
¿Qué echo de menos de ti? 

Tú nada porque eres nada, estás en la nada.
Tú no descansas, no sufres                no eres.
Los coperos no quieren saberlo, los coperos solo quieren negociar
con los licores por no mirar a la nada y no ver nada,
temen a las copas sin nada, que no son negocio. 

A ti no te dio la información el tiempo;
tú no sabías de los cristales, no conocías la transparencia de los
vasos vacíos,
ulises,
solo te desvelaba el trayecto.

A mí, en cambio, la mitad de la luz
se me la llevó el tiempo,
y me dejó en prenda el saber de la bella
—de la tónica,
de la transparente—,
el saber de la nada. 

Ulises, aquí polifemo extrañándote.
Para mí, ulises,
es sábado aún y sigue la noche.

 Óscar Navarro Gosálbez









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