Soneto
   Ya la antorcha del día se apagaba,		
y la negra Latona se escondía,		
una, míseros ayes ofrecía,		
otra gloriosos triunfos anunciaba.		
   El Cristiano valor ya flaqueaba,
y el orgullo enemigo se engreía,		
unas tropas Plutón, cruel regía,		
otras, Javier, piadoso acaudillaba.		
   Mira Francisco, que la luz fallece,		
manda parar al Sol cuando se ausenta,
triunfa el Cristiano, y el infiel padece.		
   A todos paró el Sol, y en lo que intenta,		
al que en la sombra está, la noche crece,		
y a quien logra la luz, el día aumenta.
Francisco Mingot
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