Esta mañana, en Dios y enhorabuena
salí de casa y víneme al mercado;
vi un ojo negro al parecer rasgado,
blanca la frente y rubia la melena,
llegué y le dije: «Gloria de mi pena,
muerto me tiene vivo tu cuidado,
vuélveme el alma, pues me la has robado
con ese encanto de áspid o de sirena.»
Pasó, pasé, miró, miré, vio, víla;
dio muestras de querer, hice otro tanto;
guiñó, guiñe, tosió, tosí, seguíla.
Fuese a su casa, y sin quitarme el manto,
alzó, llegué, toqué, besé, cubríla,
dejé el dinero y fuime como un santo.
Fray Damián de Cornejo
Yo no puedo vivir si no me capo,
porque si tengo bolas y no emboco,
y aunque te diga cabe, no te toco,
todo en gordo será vayna de trapo.
Si de ser inocente así me escapo,
a lo menos de amante doy en loco;
pues nevando camisas, poco a poco,
si las mojo muchísimo no en-papo.
Quién te viera no grave y espetada
cuando el amor se goza sin sospecha,
a mi manera atenta y no a mi modo:
yo quedara contento y tú pagada
pues supiera cual es mi pix derecha
y me quisieras bien con vayna y todo.
Fray Damián de Cornejo
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