José Luis Trullo

"Decididamente, los aforistas españoles no creen en Dios, aunque alguno en algún momento parezca a punto de hacerlo. No les interese como tema literario o filosófico, pese a ser un asunto que literaria y filosóficamente siempre ha dado mucho juego."

José Luis Trullo (cuyo heterónimo es Félix Trull)



En defensa de los libros de aforismos (y de los aforismos en libro)

Nada más habitual, en los tiempos que corren, que leer aforismos. Podemos verlos, cómo no, en redes sociales, en los periódicos, en todo tipo de soportes impresos y virtuales. Vivimos, literalmente, rodeados de aforismos. Sin embargo, las ventas de libros de aforismos son escasas, cuando no raquíticas. "Yo no compro libros de aforismos", se jactaba una asistente a la reciente Semana del Aforismo de Sevilla. Tampoco lo hacen muchos aforistas, aunque por motivos muy distintos: dan por supuesto que sus colegas se los van a regalar. (Este último sería, en cualquier caso, un pecado venial).

Ahora bien, ¿pierde algo el aforismo, en cuanto manifestación literaria, con este fenómeno en el cual confluyen una máxima presencia pública con una mínima penetración editorial? ¿Está el género más breve condenado a sobrevivir en un rincón, sin relevancia, sin densidad, flotando en el ambiente, confundido entre eslóganes publicitarios y consignas políticas, cívicas y sociales? Voy a intentar defender en este breve texto la necesidad que tiene el aforismo, y el lector de aforismos, del formato libro para poder alcanzar la profundidad que requiere y que merece.

Soy del parecer que el aforismo, y la literatura breve en general, es en el libro (y contra las prácticas que se están generalizando en el siglo XXI: lecturas públicas, recitaciones micro en mano, aberrantes jams, etc.) donde se siente como en su casa. Más aún: el libro es la patria de la literatura. En el libro, los aforismos que lo componen se arraciman como cachorros de una camada en busca del nutricio pezón; alrededor del libro, los textos aislados, desamparados incluso, componen una sinfonía concertada de melódicas particellas. Estamos hablando, por supuesto, de un libro bien "armado", es decir: compuesto. No es, no debe ser un libro -de poemas, de aforismos, de microrrelatos o incluso de artículos- una simple yuxtaposición de piezas sin orden ni concierto. Un libro es un organismo nuevo que trasciende las partes que lo forman; sólo así alcanza su completa dignidad, y ofrece al lector una experiencia de transposición espaciotemporal a esa "patria" donde vive el aforista (el poeta, el micronarrador), gracias a la cual el acto lector deviene un acontecimiento preñado de sentido existencial, cuando no una liturgia de índole quasi religiosa.

Pero hay un elemento adicional, que en realidad ocupa un espacio central en el tema que nos ocupa. Un aforismo, tomado aisladamente, se encuentra indefenso ante la expectativa interpretativa del lector, quien, desconocedor en muchas ocasiones -cuando no en casi todas- de la cosmovisión del autor, de sus pautas y sus prioridades, echará manos de sus propios prejuicios para descifrar el alcance del texto que se le está brindando. Ello pone en manos del lector un poder desmesurado, frente al cual el autor tiene pocas defensas.

En el contexto del libro, por el contrario, los aforismos se acompañan unos a otros, forman una constelación rica y plural en la que el lector debe sumergirse y, sin duda, de la cual puede extraer mucho partido. Yo mismo he encontrado gran placer como lector en libros compuestos por ciertos aforismos los cuales, leídos por ejemplo en redes sociales, se me habían antojado poco estimables. Y es que en el libro el lector es invitado a participar en una danza amistosa con una música compartida, algo que ni por asomo puede producirse en contextos como el de las redes sociales, pródigos en todo tipo de basura textual y de ruido visual. Además, en el formato libro puede el aforista desplegar propuestas de articulación literaria que ni que decir tiene resultan inviables en otros soportes menos amigables: pienso en Tempo di silencios, de Fernando Menéndez, o en Camas, de Aitor Francos, sólo por citar dos libros de publicación reciente.

Habrá quien aducirá que mi defensa del libro de aforismos obedece a un interés espurio, cual es que yo mismo los edito. Más bien creo lo contrario: edito libros de aforismos porque encuentro un gran placer en brindarle al género más breve una opción más, junto a otras, de conquistar al lector desde un espacio propio, autónomo, completo en sí mismo. Y es que, insisto, tengo la seguridad -no sólo teórica, sino experiencial, como asiduo lector- de que donde más a gusto se siente un aforismo es bajo el techo que le brinda un libro, a la lumbre del fuego de una lectura cómplice junto a otros aforismos.

José Luis Trullo



"Habrá quien aducirá que mi defensa del libro de aforismos obedece a un interés espurio, cual es que yo mismo los edito. Más bien creo lo contrario: edito libros de aforismos porque encuentro un gran placer en brindarle al género más breve una opción más, junto a otras, de conquistar al lector desde un espacio propio, autónomo, completo en sí mismo. Y es que, insisto, tengo la seguridad -no sólo teórica, sino experiencial, como asiduo lector- de que donde más a gusto se siente un aforismo es bajo el techo que le brinda un libro, a la lumbre del fuego de una lectura cómplice junto a otros aforismos."

José Luis Trullo




"La desmesura es una expansión en busca de unos límites que siempre retroceden. La contención, una espiral quieta. Entre una y otra no hay conciliación posible. Son antagonistas natas."

José Luis Trullo




"La mesura es la medida cuando se contenta consigo misma."

José Luis Trullo



"La obediencia a la medida es clásica; la rebelión, moderna. Por eso la felicidad es un concepto antiguo y el desasosiego, tan actual."

José Luis Trullo




"Lo que no se contiene, se despilfarra."

José Luis Trullo




"Para poder dilatarse al final de la noche, hay que aprender a contenerse al principio del día."

José Luis Trullo



"Que un género como el aforismo se exprese con pocas palabras no significa que sea pobre. Quizás todo lo contrario."

José Luis Trullo



"Sabio: amo de sí. Contenido vacío. Necio: esclavo. Incontinente."

José Luis Trullo




"Si me contengo, me poseo; de lo contrario, me echo a perder."

José Luis Trullo























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