A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán
   De aquel raro prototipo, de aquella		
originaria luz, quedó un traslado,		
diestro pincel, que sazonó el cuidado		
de una constelación y de una estrella.		
   Géminis fuese, o fuese estación bella,
o querida erección del Sol dorado,		
y dos Lopes de un Lope, o de un sagrado		
vínculo, efectos dos, que un amor sella.		
   Fénix en fin de un Fénix procediste		
(o Montalbán) y en su favila ardiente
el Genio acrisolaste, o excediste.		
   Fuiste, y te quedaste eternamente,		
dorando en la luz joven que viviste,		
que aprenda el docto, y que la envidia afrente.
Juan Antonio de Ibarra
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