Niño Dios
Niño Dios que lloráis ahora,
no hay placer que en vos no mora.
Vuestro llanto es mi consuelo,
vuestra pena es mi alegría,
y es calor al alma mía
veros temblar en el suelo,
porque, Niño y Rey del Cielo,
aunque sollozáis ahora,
no hay placer que en vos no mora.
Veros pobre a causa mía
me es a mí gozo y riqueza,
pues que con vuestra pobreza
me dais gloria y gran valía,
que aunque estáis sin alegría
temblando y llorando ahora,
no hay placer que en vos no mora.
Juan López de Úbeda
Soneto
De aquel vellón que nunca se mojaba,
estando el campo en pura agua bañado,
el ser vos engendrada sin pecado,
Virgen madre de Dios representaba.
Y cuando el agua todo lo bañaba,
enjuto el campo, es un significado
del bien, que no cabiendo en lo criado,
un sí en vuestras entrañas lo encerraba.
Fue la zarza también señal que fuiste
tan perfecta, que no os igualan santos
ni espíritus angélicos tampoco:
Pues ser virgen y madre mereciste,
Alaben os sin fin, por bienes tantos
los ángeles y Dios, que el hombre es poco.
Juan López de Úbeda
Soneto
Dulcísimo Jesús, mi amor festina,
festina que por verte peno y muero;
muero por ti, y ansí, mi amor, lo quiero;
quiérolo porque amor a esto me inclina.
Inclíname a decir: Mi amor, camina,
camina más que le gamo muy ligero,
ligero y sin tardarte, porque espero,
espero que esperando amor se afina.
Enfermo estoy de amor y muy sediento,
sediento como el siervo fatigado;
fatigado de amor tengo mi pecho;
mi pecho sólo en verte está contento;
contento no hay sin ti, Jesús amado,
amado con amor fuerte y estrecho.
Juan López de Úbeda
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