A la inmortalidad de Lope de Vega
   Vive el hombre mortal la débil llama		
que arde en caduco, en frágil alimento;		
más al fácil de un soplo, al leve aliento		
ya en la pavesa su esplendor infama.		
   Vive en mármol después de inmortal rama
coronado la frente, más no exento		
de ruina aun dura contra el curso lento		
de la edad, ni su bulto, ni su fama.		
   Sólo de aquel que en la memoria vive,		
la siempre al tiempo trascendida gloria
de eternidad en lágrima se escribe.		
   No pues LOPE murió, si aquella historia		
que el mismo fue, la vida le apercibe,		
exenta del olvido su memoria.
Jusepe Antonio González de Salas
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