A la muerte de Lope de Vega
No ha muerto Lope, pues aun hoy respira
la fama con aliento dilatado,
y el olvido, que a tantos ha borrado,
apenas de los ojos le retira.
Antes parece ya, según se mira
de nuevos esplendores adornado,
que la llama vital, que soplo el hado,
se esforzó con la llama de la pira.
Y si en lo activo de ese incendio ha sido
el término preciso, en lo luciente
vincularán los tiempos lo mudable.
¡O grande admiración! pues ha podido
de una llama, que ardió caducamente,
resultar una luz indeclinable.
Lope Hurtado de Mendoza
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