A don Agustín y Salazar y Torres
Más le debe a su celo, que a su ciencia,
de Salazar el Numen Soberano,
pues no le exceptuó ella de humano,
y tú le das de eterno preeminencia.
Vive, aun después de muerto, en tu elocuencia,
sin que pueda ofenderle el tiempo vano;
porque las flores, que compuso ufano,
alma nueva les das en la existencia.
Vuela, o Joseph, con alas de tal pluma
al Trono de las Métricas Deidades,
por sendas de zafir, montes de espuma.
Que pues has de ilustrarme estas edades,
por más que el ceño contra ti presuma,
ha de vivir tu Ingenio eternidades.
Nicolás García de Londoño
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