Pedro García

A la muerte de Lope de Vega

   Sol de España fue LOPE, al occidente
sus rayos llegan casi de improviso,
que como el cielo para sí le quiso,
dilaciones al plazo no consiente.

   Y así, pues el morir no es accidente,
o pasajero, ¿cómo sin aviso
a la inviolable ley de lo preciso
admiraciones das de contingente?

   Aunque dirás, que este divino Apolo,
que el mundo aclama, y que hoy España llora,
tan único será de polo a polo.

   Que si el morir que tanto le mejora,
se sigue al accidente, en LOPE sólo
accidente el morir pareció ahora.

Pedro García

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