Soneto
Pregúntanme quién soy; no oso publicallo;
del poco que meresco, nasce este temor;
podría ser también, de ser nueuo pintor,
vos responderéys, pintura, lo que callo;
que yo detrás me escondo, a ver si hallo,
demás de la correa, quien haga el reprehensor,
o le detenga allí la embidia en lo peor,
para del fauor y bien gratificallo.
Pero, sacra Musa, tú que al sacro canto
al alto amor y fuego tanto me inflamaste,
aclara las tinieblas de la enferma vista,
o toma las armas, para herir de espanto
los ojos que contemplarte no dexaste
y a los pies que no entraron en tu lista.
Pedro Hurtado de la Vera
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