Vicente García de la Huerta

A un disgusto de Filis

ArribaAbajo   Como si amor por sí, Filis, no fuera
bastante a ejercitar mi sufrimiento,
la malicia con ímpetu violento
en hacerme infeliz también se esmera.

   Vierte la envidia su ponzoña fiera,
atosigando el alma con su aliento,
y la astucia a favor del valimiento
me calumnia, mi bien y me impropera.

   Todos los males, Filis, mi constancia
podrá vencer; podré con mi paciencia
rendir del hado el proceder injusto.

   Contrastará al rencor mi tolerancia
pero, ¿quién tendrá, Filis, resistencia
al verte, ay Dios, con el menor disgusto?

Vicente García de la Huerta



El verdadero amor

ArribaAbajo   Antes al cielo faltarán estrellas,
al mar peligros, pájaros al viento,
al sol su resplandor y movimiento,
y al fuego abrasador vivas centellas.

   Antes al campo producciones bellas,
al monte horror, al llano esparcimiento,
torpes envidias al merecimiento,
y al no admitido amor tristes querellas;

   antes sus flores a la primavera,
ardores inclementes al estío,
al otoño abundancia lisonjera

   y al aterido invierno hielo y frío,
que ceda un punto de su fe primera
cuanto menos que falte, el amor mío.

Vicente García de la Huerta



En la ausencia...

ArribaAbajo   Si es muerte, si es infierno, Lisi mía,
el punto que me roba a tu presencia,
del vulgo la mordaz impertinencia
o de mi hado infeliz la tiranía,

   ¡cuánta habrá sido, Lisi, mi agonía,
mi confusión, mi pena, mi dolencia,
considerada bien la eterna ausencia
de las eternas horas de este día!

   ¡Ay, dulce prenda mía, si el no verte
un breve tiempo tiene tanta parte
de sentimiento, que me da la muerte!

   ¡cuánta será mi pena al contemplarte
capaz, por mi desdicha, de perderte,
incapaz por mi mal, de recobrarte!

Vicente García de la Huerta



Esperanza fundada más en la compasión que en la inclinación

ArribaAbajo   En el tropel de males que padezco,
de la común envidia combatido,
nuevos tormentos a mi suerte pido
y más gustoso cada vez me ofrezco.

   Al odio, a las venganzas agradezco
los duros trances a que me han traído;
pues los medios, mi bien, ellos han sido
de lograr galardón que no merezco.

   Muerda la envidia pues, el odio invente
calumnias nuevas, no me asusta nada,
ni haber mal puede que mi gloria impida.

   Pues todo es fuerza que tu amor aumente,
pues quien así me quiere enamorada
me ha de amar mucho más compadecida.

Vicente García de la Huerta
















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