A la muerte de Lope de Vega
   De las plumas, o tú la más valiente,		
que canoro vistió cisne sagrado,		
émulo no de alguno, sí imitado		
del claro Orión al lúgubre occidente.		
   Cuya facundia a todas eminente,
excedió tanto escrito del Tostado,		
dejó normas divinas al tablado,		
y coronada de laurel su frente.		
   A la región asciende de zafiro;		
pues quedan tus conceptos, tus memorias
siempre admiradas de uno y otro coro.		
   Y en diáfana piel de terno giro		
describe, parcial ya de inmensas glorias		
del celeste cristal los ejes de oro.
Cristóbal de Salazar Mardones
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