A Lope de Vega Carpio
Cuando las ninfas del Castalio coro,
Lope, oyeron tu plecto sonoroso
en el Tajo, a quien hizo más famoso
tu dulce musa que su arena de oro,
Betis propuso a Apolo su decoro,
su grandeza, sus partos, su dichoso
nombre, su ser, su trato poderoso,
su verde selva y desigual tesoro.
Lope me falta, dijo el viejo; y luego
sus ninfas todas al patrón divino
piden lo mismo que aceptó su ruego.
Ya has llegado a su curso cristalino,
Peregrino en viaje y con sosiego,
sólo en estilo quedas peregrino.
Juan de Vera y Zúñiga
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