Luis Ramírez de Arellano

A la muerte de Lope de Vega

   Vive inmortal milagro peregrino,
que aconteciste raro a nuestra España
en cuanto el mundo en ti se desengaña
de que abriste a las Musas el camino.

   Ya callará la envidia del destino
obediente a su bárbara guadaña,
vive, vive inmortal, pues te acompaña,
toda una eternidad para divino.

   De tu gran monumento voto sea
cuanta del Pindo devoción ardiente
fue en otro tiempo en aras y en altares.

   Porque la envidia a su despecho vea,
que asiste a LOPE en culto reverente
de tres orbes la fe, de cuatro mares.

Luis Ramírez de Arellano




Moriste, o gran Varón, sin que la suerte
(que es a todos común) te anocheciera;
que a no faltarte tú, tarde pudiera
el mayor de los males emprenderte.

   Perdiste aquella parte que más fuerte
tiene en el alma su inmortal esfera;
que mucho, pues, que entonces se atreviera
a sus reliquias frágiles la muerte.

   En ti llegó el saber a ser dolencia,
pues siendo para todos desengaños,
sólo para ti mismo fue violencia.

   Tan aprisa viviste en pocos años,
que adelantando siempre la experiencia,
fue envidia a propios, y enseñanza ha extraños.

Luis Ramírez de Arellano
En la muerte de su amigo don Juan Pérez de Montalbán














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