Soneto
   Paloma Virgen, que la verde oliva		
alegre lleva con ligero vuelo;		
zarza, que ardiendo, de Moisés el celo		
aumenta, y prodigiosa lo cautiva:		
   Arca del Nuevo Testamento viva,
antes labrada que lo fuese el Cielo;		
Judith valiente, que bañado el suelo		
dejó con sangre de la Bestia altiva.		
   ¡Oh! cándida Cordera palestina,		
que ofrece a Gedeón el Vellocino;
Esther graciosa, que por ella inclina		
   el Padre al Verbo de su Solio trino:		
A tan alteza, Fénix peregrina,		
Inmaculada Concepción convino.
Tomás de la Vega
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