En la fiesta de la Eucaristía
¡Gloria a ti, Señor Dios! En las alturas
himnos el ángel de alabanza entone,
y tu ternura ensalce y la pregone
la voz de las humanas criaturas.
Hoy, presagiando célicas venturas,
darse al hombre en manjar tu amor dispone,
y por que más su dicha se corone
bienes sin fin y gracias le aseguras.
¡Oh inefable misterio! Jamás pudo
tal maravilla imaginar siquiera
el misterio mortal. ¡Solo el potente,
que, de sacra piedad nunca desnudo,
por dar la vida a quien en él espera
es de clemencia portentosa fuente!
Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca
Soneto
Cuando rota en pedazos se mostraba
la unidad de la hispana monarquía,
y rota entre sus redes la armonía
Segundo Guadalete amenazaba,
de Alcántara, Santiago y Calatrava,
y de Montesa, luego, a luz nacía
la sagrada, marcial caballería,
y de nuevo la patria se salvaba.
Cuatro siglos sus lides contemplaron;
de Lasso, Calderón, Quevedo, Ercilla,
sus insignias después el pecho ornaron.
Si en armas como en letras maravilla
su historia, y nuestros tiempos alcanzaron,
¿Quién extinguirlas osará en Castilla?
Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca
Soneto
¡No mi afán me engañó! Musa que inspira
es de amor de la patria el sacro fuego,
yo a su influjo vivífico me entrego,
y nuncio de verdad vibro mi lira.
España aún España: el Orbe mira
de noble sangre el fecundante riego,
cual torna a alzarse fuerte la que ciego
presa juzgaba de funérea pira:
Annan sucumbe, cede el mejicano,
y en la ciudad al marroquí sagrada
al aire flota hispánica bandera,
al par que Europa ensalza entusiasmada
de O'Donell, Prim, Bustillo y Ros de Olano
los nombres caros a la gente ibera.
Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca
No hay comentarios:
Publicar un comentario