“Acepté los cerebros, por supuesto. De dónde venían y cómo llegaban a mí no era asunto mío.”
Julius Hallervorden
“Aquel que parecía enfermo o era un paciente problemático desde el punto de vista de las enfermeras o los asistentes era incluido en una lista y transportado al centro de exterminio. Lo peor de este negocio era que producía una cierta brutalización del personal de enfermería. Simplemente, se limitaban a seleccionar a aquellos que no les gustaban.”
Julius Hallervorden
“Entre esos cerebros había un material maravilloso, hermosos defectos mentales, malformaciones y enfermedades infantiles tempranas.”
Julius Hallervorden
“Les di el fijador, frascos y cajas, e instrucciones para extraer y fijar los cerebros.”
Julius Hallervorden
“Llegaron a traerlos como si fuera un camión de reparto de la empresa de muebles. La sociedad de ambulancias públicas trajo los cerebros en tandas de 150 a 250 a la vez.”
Julius Hallervorden
“Mirad, muchachos. Si vais a matar a toda esa gente, sacad al menos los sesos para que se pueda utilizar el material”. Me preguntaron: “¿A cuántos podéis examinar?” y les dije… cuantos más, mejor.”
Julius Hallervorden
“Oí que iban a hacer eso, así que me acerqué a ellos y les dije: ‘Miren, muchachos. Si van a matar a toda esa gente, al menos sáquenles los sesos para que puedan utilizar el material’.”
Julius Hallervorden
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