A Carmen
   Gozo tanto en mirarte, que me olvido		
de lo mucho que sufro con no verte,		
y vivo con tu vida de tal suerte		
que me figuro que antes no he vivido.		
   Tu amor, el rayo fulgurante ha sido
que dio aliento vital al pecho inerte:		
el ángel eres que arrancó a la muerte		
la vaga sombra de mi bien perdido.		
   No hay un solo recuerdo en mi memoria		
que no te pertenezca; un pensamiento
que tú no inspires, y te adoro tanto		
   que no envidio la dicha de la gloria		
mientras guarde la fe de un juramento		
que por ser de tus labios es tan santo.		
Rafael María Fernández Neda
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