A los cuarenta y cinco años
¡Dos tercios de la vida ya han pasado!...
Y ¿qué fue en tanto para mí la vida?...
Toda ilusión miré desvanecida,
y el corazón quedóme desgarrado.
Amor y gloria en mi soñar dorado
ambicioné con ansia desmedida;
falaz fue amor, la gloria apetecida
la sed no hartó del pecho acongojado.
Horas de insomnio y fatigoso anhelo
me trae la noche tarda y perezosa;
y horas de lucha y de dolor el día...
¿Qué espero ya, infeliz? Oscuro velo
roba la luz a mi alma generosa
e incierta vaga la existencia mía...
Amador de los Ríos
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