Soneto
   Muere la noche tétrica y sombría		
cuando el rayo del sol ardiente asoma;		
la fiera a quien jamás el hombre doma		
siendo la reina de la selva umbría.		
   La casta flor que al despuntar el día
perfuma el blando ambiente con su aroma		
y el duro roble que en lejana loma		
los fuertes elementos desafía.		
   El pajarillo que con dulce trino		
a su pareja enamorado llama...
¡Todo sucumbe ante el fatal destino		
   que el universo como ley proclama!		
Pero algo hay inmortal ¡ángel divino!		
y es el amor con que mi pecho te ama.
Andrés Rodajo
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