El canto materno
Postrado el padre en miserable lecho
está por espantosa y cruel dolencia;
cercano halla el final de su existencia
y sollozos exhala de su pecho.
Piensa que, bajo el hoy paterno techo,
mañana su familia , en la indigencia,
por siempre llorará su eterna ausencia.
de duelo horrible el corazón deshecho.
Allí, mientras se queja el infelice,
la dulce esposa canta, y él le dice:
¿Cómo cantas, mujer, mientras me aflijo?
Muestra el niño que tiene entre los brazos,
y dice: -con el alma hecha pedazos-:
Canto... porque no llore nuestro hijo.
Jacinto Verdaguer
Ladrar a la luna
¡No desmayes jamás ante una guerra
de torpe envidia y miserables celos!
¿Qué le importa a la luna, allá en los cielos,
que le ladren los perros a la tierra?
Si alguien aspira a derribarte, yerra
y puede ahorrase inútiles desvelos;
no tan pronto de abate por los suelos
el Escorial que tu talento encierra.
¿Qué no cede el ataque ni un momento?
¿Qué a todo trance buscan tu fracaso?
¿Qué te cansa el luchar? ¡No lo disputo.
¡Mas oye, amigo, este refrán de paso:
¡Se apedrean las plantas que dan fruto!
¿Quién del árbol estéril hace caso?
Jacinto Verdaguer
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