Sólo ha pasado el tiempo
Odié a ese niño flaco
temblando en el gimnasio
helado del colegio.
Pero amé su mirada
de triste inteligencia
y su flequillo negro
que auguraba el futuro.
Y odie aquellos hoteles
baratos con lavabo
lejos siempre del centro
de Oviedo, Ponferrada,
La Coruña o Santiago
de Compostela en año
jubilar, por supuesto.
Ahora miro hacia atrás:
lo peor no ha pasado,
sólo ha pasado el tiempo.
José Fernández de la Sota
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