Exorcismo para ese día de difuntos
Ámame ahora, en este mismo instante
de secreta aflicción, abate mi orgullosa
virilidad erguida y borra
con la salud de la pasión la anticipada
melancolía de ese otoño que abomino.
Ámame ahora, abrasa mis temores
alternando delicadeza y furia, y vayamos
luego al bar, al supermercado, maravilla del ojo,
deleite de elegir para la fiesta
de ser dos en la noche despoblada.
Ámame ahora y pídele a la vida
mientras te quede fe suficiente para ello,
que cuando llegue el día de difuntos,
cuando la convivencia nos diseque
como el más refinado de los taxidermistas,
puedas poner tus pies sobre los míos
no como los clavos helados de una interminable
atroz crucifixión,
sino como las rosas ofrendadas
en memoria de la pasión ya muerta.
José Luis Parra
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