No hay nada más revolucionario que perseguir el deseo.
AstroMostra
(Gael Policano Rossi)
Astrología para hacer la revolución, página 2
Quiero darle otra vuelta a la astrología, empezar otra vez
la discusión y proponerte el carácter asociativo de la poesía de las estrellas
para que empecemos a renovar las ideas, ensuciarnos las manos, tirarnos a la
pelopincho. No se trata de explicar el mundo, no se trata de controlar el
mundo, es hora de meterse en el mundo. Sí, hay que poner manos a la obra: ahora
es el momento de la revolución.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 2
La astrología no es “de los hombros para arriba”, los
planetas no “están en tu cabeza”. Una astrología cerebral, abstracta y
sedentaria no te va a permitir revolucionar el registro de tus emociones y
sensaciones, no te sirve de nada saber dónde está la Luna ni cuándo empieza
Mercurio retrógrado si eso no enriquece tu mirada y tu capacidad de obrar.
Aprender es un primer paso, tomar conciencia es un segundo paso, pero con eso
no alcanza: hay que pasar al acto. Sí, hay que pasar al acto, sino las ideas se
quedan en la potencia y nada más. Es una experiencia en la que jugamos todos,
ganamos todos o perdemos todos.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 3
Mitología y cacerolazos:
los dioses griegos leídos desde la insurrección política
Acá nos vamos a poner salvajes porque los griegos eran
realmente sangrientos cuando soñaban los mitos del origen del mundo, así que
preparate para una verdadera telenovela de traiciones, ambición y mucha
violencia.
Cuando no existía nada, dicen los griegos, existía un
inmenso caos, una especie de mezcla entre el cielo y el mar en constante
expansión y movimiento donde nada podía existir. En los choques y las
fricciones del cielo contra la tierra existió la primera unión. A esto los
griegos lo determinaron como el comienzo de “algo”. El cielo, a quien
llamaremos Urano, empezó una cópula constante con la tierra, a quien llamaremos
Gea. De esta unión primordial nacían y nacían monstruos inmensos, gigantes que
destruían todo a su paso. A ellos los griegos los llamaron los Titanes y los
Cíclopes, las fuerzas vivas del mundo. Serían algo así como los maremotos, los
tornados, los terremotos, una especie de planeta Tierra en estado de erupción
volcánica constante.
Urano, para dominar ese mundo caótico, encerró dentro de Gea
la progenie que engendró y la metió nuevamente “dentro de la tierra”. Por este
acto represivo comienza a gestarse una revolución en su contra, esta vez, de la
tierra contra el cielo. Entre las creaciones monstruosas que nacieron de la
unión de Urano y Gea también nació la primera, la más primitiva de todas las
fuerzas, Saturno. ¿Y cuál es esta fuerza? El tiempo. A esta fuerza primitiva se
le atribuyó la característica de ser el señor del tiempo, dueño de la frontera
entre lo que fue y lo que es. Es interesante reconocer que “el comienzo” de
Saturno es el comienzo de la conciencia del tiempo. A partir de Saturno existe
un antes, un después, un corte en el medio del caos donde nada podía existir; y
gracias a Saturno, ahora sí podemos marcar un punto claro en el pasado y
ubicarnos, orientarnos, saber dónde estamos paradas.
Saturno, confabulado con su madre y algunos de sus
hermanos-titanes, se rebela contra Urano y lo clavan en cada uno de los puntos cardinales
para detener su inmenso poder. Su hijo Saturno lo castra con una inmensa
guadaña y lo encierran definitivamente en la “noche”, donde lo dejan durmiendo
para siempre.
Si profundizamos un poco, derrocar el inmenso poder del
cielo no es matarlo, es castrarlo definitivamente para que no emerjan más
hijos, para que no pueda crear ni procrear y seguir gobernando a través del
caos. Creo que es interesante pensar que no solo se logra derrocar “el viejo
orden” al derrocar a Urano, sino que también se obtiene algo más: los cuatro
puntos cardinales. ¿Qué es el tiempo sin el espacio? La orientación a través
del mundo (el Sur, el Norte, el Este y el Oeste) es necesaria para organizar el
caos.
Termina el gobierno de Urano y ahora tenemos tiempo y lugar.
Urano durmiendo es el origen de la noche, cuando el cielo se oscurece y todo se
vuelve tenebroso o peligroso, el cielo nocturno. Pero hay que recordar que los
astrólogos miramos la noche y cuando miramos la noche vemos su variación, sus
historias, el recorrido común que vivimos en coherencia con los planetas y las
luminarias. Y también contamos los días, claro. El orden nuevo es el día, la
luz; empezamos a contar el tiempo y hay una conciencia sobre los ciclos que
vive la Tierra.
Pero esto no termina acá, acá comienza. La última creación
del antiguo orden primitivo es parida sin padre ni madre, nace de la espuma del
mar donde tiran los genitales castrados de Urano y de esas aguas emerge la
última fuerza primigenia del mundo: Venus, la diosa del amor y la belleza. Esta
diosa no tiene interés en la pelea de sus hermanos y su padre, y el mundo que
gobierna es el universo interior de las emociones humanas, y el exterior bello
y agradable de las personas y la naturaleza. Es interesante pensar que la
“belleza”, en la mitología griega, pudo nacer cuando se detuvo el caos, y
aunque el caos puede tener algo de bello, es bajo el gobierno de Saturno que
nace la belleza y el amor. El reino del intelecto de Saturno es el que aprendió
a apreciar la belleza de Venus.
Una vez que Saturno tiene el mundo para gobernar, comienza
la Edad de Oro de los dioses, que viven en una primavera perpetua, una era de
justicia, orden y abundancia. Saturno crea la primera raza humana, la raza de
oro, dotada de alegría y virtudes de los dioses, muy pacíficos y buena onda. Pero,
así como iba todo relativamente bien, empieza a ir todo relativamente mal.
A partir de la Edad de Oro comienza la decadencia. Es como
llegar a una cumbre. Desde ahí, viene todo en picada. Entre las muchas reglas
de Saturno hay una que llama la atención: la del matrimonio. Saturno se casa
con Rea, su hermana (viste cómo son los dioses griegos), hija también de Urano.
Otros mitos la llamarán Ops, una palabra muy antigua que significa ‘abundancia,
arar la tierra, prosperidad’, y donde encontramos la raíz de palabras como obra
y trabajo. Y sin duda, ser esposa de Saturno es todo un trabajo, porque uno de
sus pasatiempos es devorar a sus propios hijos para que nunca nadie lo derrote
como él derrotó a su padre. Tranqui.
Harta de la crueldad, Rea esconde a su sexto hijo recién
nacido, Júpiter, en una cueva y cuando Saturno se lo pide para comérselo ella
le da una piedra envuelta en unos pañales, y él se la come y se queda
tranquilo. Sí, rari que haya podido engañar a semejante dios todopoderoso,
porque una piedra y un bebé son cosas bien distintas, pero son los mitos
griegos, hablamos en un nivel simbólico.
Saturno mantiene su poder, hasta que un día… ¿adivinaste?
Sí, su hijo Júpiter, heredero de la inmensa fuerza de un dios primordial,
lidera una nueva revolución, esta vez para destronar a su padre. Un objetivo
común (¿un objetivo político?) organiza a los rebeldes en una lucha por la
sucesión, toda la creación reprimida se le vuelve en contra a Saturno. Le hacen
cacerolazo, piquete, juicio político, todo junto, hasta que lo destronan
finalmente.
Quisiera hacer una pequeña pausa aquí y si me permiten hacer
una lectura política de este mito. ¿Que significaba que Saturno “se coma” a sus
hijos? El señor está sentado sobre el mundo, lo gobierna todo, es hijo del
creador del mundo, o sea que de alguna manera heredó las tareas que ocupaba su
padre, pero además, bajo su estricto rigor, es el tiempo de máxima prosperidad:
siempre es primavera, no hay titanes ni cíclopes dando vueltas y se trabaja la
tierra. Entre Saturno y Rea están haciendo un negocio bárbaro, realmente; están
gobernando con mano dura pero es un tiempo próspero, ¿o no? Bueno, no tan
próspero para los hijos que tiene con su esposa, porque se los está comiendo
después de que nacen. ¿Qué significa hacer esto para que nadie lo destrone?
Comerse a sus hijos, es decir, aniquilar su descendencia, es
una metáfora de lo que un gobierno, un Estado o “el poder” hacen cuando de
algún modo sofocan y exterminan a su competencia. El “orden natural” indicaría
que los hijos suceden a los padres, pero este padre, el Padre Tiempo, el
todopoderoso Saturno, reprime, limita, restringe la posibilidad de que exista
alguien después de él. Así como el nacimiento de Saturno nos dio el pasado y el
presente, este dios del tiempo, al comerse a sus hijos, está clausurando el
futuro, su futuro. De algún modo, el poder devora a sus hijos para que nadie lo
derroque, que nadie lo desafíe, está amarrocando el poder para sí mismo, para
tener todo bajo control. Esto es definitivamente una receta para el desastre.
Entonces comienza el complot, los engaños en las sombras, a
sus espaldas, y los hijos salen a disputar el poder. Y como todo lo que es
reprimido demanda salir en forma de catarsis, en la tierra de los dioses y los
monstruos Saturno es derrotado y despojado del poder. Adiós Saturno, que la
fuerza te acompañe allá en el Tártaro, que está en el fondo del fondo de la
tierra.
¿Pensaste que la historia terminaba ahí? Pues no, mi ciela.
Júpiter y sus hermanos, ahora en el poder, deciden distribuirse el gobierno de
una forma relativamente equitativa: Júpiter va a gobernar toda la tierra, desde
el cielo, en un lugar privilegiado de gobierno, al que llaman el monte Olimpo.
Neptuno será el gobernador del resto que queda por afuera de la tierra, es
decir, el límite: el mar. Todo el océano será su gobierno, fuente de alimento
de los griegos ya que eran un pueblo pesquero además de haber desarrollado la
agricultura. Y de esa relación con el mar emerge la vida y la muerte, porque
así como el mar les daba la pesca, también causaba naufragios. Neptuno era un
dios al que temer, traicionero, y al que mejor nunca ofender. Y por último, a
Plutón, ya que no queda nada por la tierra o por el mar para que él pueda
gobernar, le dan el mundo de lo invisible. Plutón va a ser el dios de todo lo
que está por debajo de la tierra, todo lo que esté en su interior y también del
más allá, el lugar donde moran los misterios y lo que hay después de la muerte.
Bajo el gobierno de Júpiter sigue habiendo problemas contra
los gigantes y todo el costo político que tiene que pagar después de haber
armado semejante pandemonio, pero le va bastante bien, ya que empieza la labor
de crear la raza humana, pero eso es mito para otro libro.
Ahora quiero hacerles unas preguntas para pensar. ¿Qué era
lo que Júpiter vino a reclamar cuando derrotó a su padre? ¿Fue solo la “guerra
por la sucesión”? ¿El derecho de sangre de la monarquía que se pasa de
generación en generación? Piensen bien la respuesta, dense un tiempo para que
decante un poco este mito metáfora drama político / culebrón de revueltas y
peleas por el poder. ¿Cuál era la dimensión que le faltaba a la Edad de Oro de
Saturno? Digo, si era tan bueno, ¿por qué lo derrotaron?
Si lo pensamos metafóricamente, o políticamente, tenemos dos
posibles interpretaciones. Ninguna me gusta demasiado, pero serían estas: la
primera es el principio de los opuestos, lo que los griegos llamaban la
enantiodromia, algo así como un yin yang de la antigüedad europea, un principio
muy primitivo que sostiene que en el centro de cada cosa está la sombra de su
opuesto. Esto es muy claro, porque en el centro del poder de Saturno, es su
mismísima esposa la que se complota con sus hijos para derrotarlo. Como si de algún
modo el mismo poder que sostiene a Saturno en el gobierno provocara el efecto
opuesto, y en el centro del rigor y el orden emergiera la rebeldía y la
revolución. La enantiodromia es un concepto muy profundo y esconde una mirada
del mundo que acepta la luz y la oscuridad como movimientos cíclicos. A cada
vida le corresponde la muerte, como a cada noche le corresponde un día y por
más que festejes la alegría, en algún momento vendrá la tristeza.
La otra interpretación, mucho más política, es la que hizo de
este mito el pensador francés Michel Foucault. Su idea es que el gobernante es
como si fuera un pastor que tiene un rebaño a su cargo. Cuidar el rebaño es
trabajo, sean los humanos o el mundo que los dioses crearon, y no se gobierna
un territorio sino una multiplicidad: las muchas ovejas, la diversidad de
opiniones y problemas que tenga el rebaño están a cargo de ese pastor. En este
caso, Saturno era un pastor terrible que literalmente se había comido las
ovejas para dominar el territorio. Frente a ese desastre gubernamental, las
ovejas se rebelan ante el pastor. No por nada cuando Júpiter y sus hermanos
ganan se reparten el territorio, dejando el viejo orden atrás. Es decir, en vez
de haber un inmenso gobernante que lo domina todo, el poder está descentralizado.
Si bien es conflictiva la relación entre los tres hermanos (porque lo que está
descentralizado es más inestable), aún así logran que cada uno tenga sus
“rebaños” bien cuidados y mantienen la casa en orden.
En lo personal concuerdo bastante con estas ideas, pero
¿cómo podemos pensar este mito desde lo astrológico? Creo que lo que faltaba
bajo el gobierno de Saturno, que llevó a la rebelión de Júpiter y sus hermanos,
era la libertad.
La libertad es una fuerza irrefrenable, hasta podríamos
pensar que es la primera característica humana, algo más fuerte que la
inteligencia o los instintos, casi de otro orden, del orden del espíritu. Y en
ese principio de libertad se esconde también la abundancia. Saturno podía
gobernar en paz porque no había prácticamente nadie: se los había comido a
todos. La fuerza expansiva y liberadora de Júpiter redescubre el mundo heredado
como inmenso y abundante, alcanza para todos y todas, para él y sus hermanos. Y
Júpiter no se come a nadie, eso es un plus... Bueno, más o menos, porque sí se
va a comer a Metis, una ninfa del océano embarazada de una hija suya. Digamos
que Júpiter también tuvo problemas de sucesión, una profecía juraba que él iba
a tener una descendencia que lo iba a derrocar, como a su padre y a su abuelo.
Pero acá es donde Júpiter hace la diferencia: no sucumbe ante el terror, sigue
el consejo de gente más sabia, y de su cerebro (sí, del cerebro) nace su hija
Palas Atenea, la diosa de la estrategia y el conocimiento, y con ella, se corta
el círculo vicioso de golpes de Estado. Es bastante claro: con estrategia y con
conocimiento es que evitamos que se repitan los errores del pasado.
La antigua tradición astrológica llamó a Júpiter y a Saturno
los cronocratores. Crono significa ‘tiempo’ o ‘época’ y cratores viene de
kratos, que significa ‘gobierno’ o ‘poder’ en el amplio sentido de la palabra.
Según la posición en el cielo de Saturno y Júpiter, los astrólogos entendían o
pensaban cuál era “el espíritu de ese tiempo”. Dado que estos dos planetas eran
“los gobernantes del tiempo”, que de algún modo mandan sobre el tiempo,
representaban los desafíos o el espíritu de una época. De algún modo forjaban
“la realidad”. Y en la tradición romana y árabe, durante muchos siglos, cada
vez que en el cielo Júpiter y Saturno se veían alineados y unidos en conjunción
(algo que sucede una vez cada 20 años), los astrólogos decían que empezaba una
nueva época, que se abría un nuevo capítulo o que el poder cambiaba de manos,
haciendo todo tipo de lecturas y predicciones según el momento, sobre
soberanos, reyes, políticos, países y religiones.
Quisiera que nos quedemos un poco con esta idea, porque la
astrología no solo heredó los nombres latinos de los planetas, también heredó
algo de estos principios a la hora de pensar las energías astrológicas: Urano
derrotado por Saturno y este derrotado por Júpiter son una forma de pensar el
caos, el orden y la libertad. Los conflictos entre un caos que no para de
expandirse y de multiplicarse, el orden como el principio de la razón y la
inteligencia que viene a organizar el caos, pero también a reprimir y
restringir; y la libertad, que oprimida bajo el rigor del orden se abre paso y
pone en marcha la revolución.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 6
La astrología, desde sus orígenes, tiene un principio muy
sencillo: “todo” lo que ocurre (un nacimiento, abrir un negocio, entrar a un
trabajo nuevo) está marcado por cómo estaban los astros en ese momento. Es como
un sello, una firma, el ADN simbólico y astral de ese evento, un aura mística
que supone que las características astrológicas del cielo hablan de cómo
llegamos ahí, cómo estamos y cómo podría desenvolverse eso, en correspondencia
y en sincronía con las posiciones planetarias. Esto llevó a que por mucho
tiempo (mucho, mucho tiempo, ¡siglos!) la principal función de la astrología fuese
la predicción. Es decir, la anticipación. Igual que los meteorólogos, pero un
poco más catastróficos y apocalípticos. Ese fue el paradigma dominante durante
muchísimo tiempo. La función del astrólogo no era una tarea menor, en muchas
civilizaciones era similar a lo que entendemos hoy por un profeta: si podíamos
medir las posiciones visibles de los planetas astrológicos y saber que en un
mes o en un año o en 20 años tal o cual planeta iba a caer en tal o cual otra
posición astrológica, el astrólogo se podía anticipar y forjar un juicio, una
opinión, un comentario o una advertencia. Por eso, en su origen, la palabra
griega horóscopo en realidad significa lo que hoy conocemos como carta natal.
Horós es ‘día’ y copos es ‘punto de vista’, ‘observación’ o ‘comentario’; es
decir, un comentario sobre el día de tal o cual asunto, desde el punto de vista
astrológico. Cuando comenzamos el trabajo de conocimiento de nuestra carta
natal las principales coordenadas que organizan todo son el día, el mes y el
año de nacimiento (o del evento que queramos analizar), el lugar y la hora
exacta en que ocurrió. Al tener estas coordenadas, la astrología levanta un
mapa, una cartografía sobre ese momento en el espacio y en el tiempo. Así
buscamos la posición en la que estaban los planetas. Como el punto de vista que
tenemos es el planeta Tierra, la astrología considera que los planetas “se
mueven” en relación a este punto de referencia. Y también el Sol. En toda esta
relación de cuerpos celestes, desde nuestro punto de referencia, “vemos” que el
Sol se mueve. Es lo que se llama modelo geocéntrico. Desde ya que sabemos que
la Tierra también está en rotación y traslación, y que EL SOL NO ENTRA en
ningún signo, porque el Sol es el centro de nuestro sistema, que es el sistema
heliocéntrico, algo que la ciencia descubrió y postuló recién hace 500 años, de
la mano de Copérnico. Pero no estamos haciendo astronomía. Entonces, decíamos,
la astrología observa el espacio desde la Tierra y lee los signos del Zodíaco
en relación a la ubicación de la Tierra. Podríamos pensarlo como un reloj. Pero
los planetas tienen distintas velocidades, algunos son más rápidos que otros, y
están avanzando y retrocediendo por el Zodíaco, así que sería un reloj, pero de
10 manecillas. ¿Y cuáles son las horas de este reloj? Las horas son los signos
del Zodíaco. En la Antigüedad, entendiendo la relación con las cuatro
estaciones y todo el ciclo de un año cósmico (para el hemisferio sur de otoño a
otoño, exactamente), los primeros astrólogos construyeron un sistema de medición
perfecto en un círculo de 360 grados. Inspirados en las posiciones de
constelaciones reales que hay en el cielo, pero haciendo una síntesis y
convirtiéndolas en símbolos, fabricaron el Zodíaco de los 12 signos. A cada
signo le otorgaron 30 grados del círculo perfecto. Esa es la rueda del Zodíaco.
Ellos entendieron esto como un camino completo, como un ciclo vital,
representado por la relación de la luz del Sol y todo el periplo de la Tierra,
los tiempos de frío, los tiempos de calor, como un ciclo que narraba la
existencia humana. Es un recorrido coherente que empieza en la iniciativa de
Aries y da toda la vuelta hasta llegar a las mansas aguas finales de Piscis.
Cuando miramos nuestra carta natal, nuestro horóscopo de nacimiento, las
coordenadas de fecha, hora y lugar emplazan, según su posición, a cada planeta
en algún grado del Zodíaco. Esto no significa que los planetas se muevan en un
plano de dos dimensiones, proyectamos su posición en este círculo y la medimos
con los grados. ¿Y qué hacemos ahora con la astrología? Ahora estamos haciendo
otra cosa, pero en principio no estamos haciendo profecías. Y muchísimo cuidado
cuando escuches a algunas personas arrogarse el conocimiento astrológico para
adelantarse en el tiempo, y jurarte que saben a ciencia exacta que tal o cual
cosa va a pasarte, y que aquello te pasó porque Mercurio retrógrado y qué sé
yo. Es hora de depurar la astrología de la lógica causa-efecto. Los planetas no
te hacen nada. Estamos en sincronía con la naturaleza y el universo entero,
nada es la causa de nada, estamos sintonizados, enchufados todos y todas al
mismo módem. Por eso yo voto por una astrología de la poesía, un oráculo opaco,
ambiguo, abierto que vos puedas inventar y significar, palabras bellas para
asociar libremente. La estética del apocalipsis solo sirve para que te pongas
nerviosa, y ya sabemos lo que hace la gente cuando se pone ansiosa: se manda
cagadas. O gasta plata en cosas que no necesita. En cualquier caso, demos de
baja a estos falsos profetas. El mundo necesita más poetas.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 13
Una revolución solar es la carta que se calcula para el
momento en que el Sol vuelve al mismo grado, minuto y segundo que está en
nuestra carta natal, es decir, al momento de nuestro nacimiento. ¿Para qué
sirve? ¡Para un montón de cosas! Vení junto al fuego que te explico cómo
empezar este hermoso camino de insubordinación y rebeldía. Vamos a usar la
palabra revolución entendiéndola como sinónimo de retorno; es decir, una vuelta
completa de 360 grados. Podemos calcular revoluciones para todos los planetas
astrológicos: podemos hacer una revolución lunar (que sucede mensualmente y
refiere a cuál es el estado de tu Luna) o una revolución de Júpiter (sucede una
vez cada 12 años) o el famoso retorno de Saturno (que sucede una vez cada 29
años). El retorno de estos planetas al mismo punto en el que estaban en
determinado momento (nuestro nacimiento, por ejemplo) nos permite armar una
“carta hipotética” donde vamos a combinar nuestra carta natal y la carta de la
fecha exacta de ese retorno. Al superponerlas, nos vamos a encontrar con un
gráfico que traza relaciones matemáticas entre dos fechas. Esta carta muestra
la frontera donde termina un ciclo y empieza otro.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 16
Creo que la mejor forma de conocer tu revolución solar es
experimentar. No me gusta la idea del astrólogo como un gurú que te baja línea
de cómo tenés que procesar tus tránsitos. Al revés, el trabajo del
autoconocimiento es enriquecer la experiencia que vos tenés con vos misma. Para
traerlo a un espacio realista, una revolución solar siempre “reorganiza”
nuestra carta natal, la enriquece con algún aspecto que no teníamos y nos
propone un recorrido de nuestra fuerza vital. No te olvides, cumpleañera: es el
retorno del Sol, tu energía solar está recuperada y empieza un nuevo ciclo.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 22
La astrología es parte matemática, parte poesía y parte
misterio.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 34
La astrología no es una fe que nos oprime, es un lente para
pensar el mundo y sus procesos.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 60
Nuestros retornos de Júpiter hacen pequeñas evaluaciones y
la premisa más importante es la honestidad. ¿Llevo una relación sincera con
aquello que hago y con aquellas cosas que digo y que repito? ¿Creo en lo que
creo?
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 75
La experiencia de creer transforma. Apasionarse es de algún
modo el único recordatorio de que existe una verdad. Piscis (acuático) y
Sagitario (fogoso) son dos formas de creencia muy específicas: por un lado,
está el “yo creo” en mí mismo de Sagitario, entre individualista y motivado por
su voluntad de seguir adelante, por el temperamento del ahora y porque la
atención tiene que ser aprovechada al máximo; y por otro lado está el “yo creo”
de Piscis, más soñador, ligado a los hábitos y los ritos personales, cuidar de
los necesitados, un llamado más vinculado con la vocación. Ese tipo de
aprendizaje, o más de refinamiento personal, como quien destila los líquidos de
un elixir, toma tiempo. Júpiter no hace florecer el jardín de la noche a la
mañana. Pero se siente bien distinto cuando la tierra está seca o cuando está
bien hidratada y con buenos nutrientes. Lo que buscamos durante nuestro retorno
de Júpiter es que esa maceta esté saludable, que tenga la cantidad suficiente
de compost. Nuestros retornos de Júpiter hacen pequeñas evaluaciones y la
premisa más importante es la honestidad. ¿Llevo una relación sincera con
aquello que hago y con aquellas cosas que digo y que repito? ¿Creo en lo que
creo?
Esta evaluación ocurre por primera vez a los 12 años.
Descubrimos el mundo con un cuerpo nuevo, en pubertad: primeras ilusiones,
primeras decepciones, la expresividad oral y escrita alcanzan una madurez. A
los 24 años evaluamos la fluidez con la que me relaciono con mis objetivos, mi
tolerancia a la frustración y mi tenacidad. A los 36 es el tercer retorno, que
nos lleva a evaluar nuestros espacios personales. Es una puesta en claro entre
vos y tu relación con Júpiter, qué me gusta, qué me hace infeliz, dónde me
apoyo para expresarme en el mundo. Se considera que los siguientes retornos de
Júpiter son cada vez más sutiles, o con menor importancia que los primeros
tres: estoy en desacuerdo con esa creencia y espero que pronto exista más
bibliografía sobre el cuarto, el quinto y el sexto retorno de Júpiter en la
carta de una persona.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 74
Existe el prejuicio evidente con Júpiter y sus signos de
domicilio que “ama viajar”, lo van a leer en todas partes, todo el mundo repite
como loro que Júpiter es “viajes, viajar, viaje largo, viaje corto”. Bueno no.
Permiso, todos los aforismos de la Antigüedad dicen que Júpiter en Tauro “odia
viajar”, así que no. Marcel Proust, el escritor francés, Júpiter en Cáncer en
conjunción con el Sol, nada de viajes. Vivió muchísimos años encerrado,
escribiendo En busca del tiempo perdido, siete tomos narcóticos donde “viaja” a
todas las memorias de su infancia y su juventud. Immanuel Kant revolucionó la
filosofía y la estética, tenía Júpiter en Acuario y nunca salió de su pueblito.
Nunca se movió el tipo. No. Júpiter es un indicador de viajes, pero no podemos
tener prejuicios con las expresiones de los planetas. Y nuestra realidad es muy
distinta, las fronteras no son las mismas que en la Antigüedad y las realidades
de Oriente y Occidente tampoco. No es lo mismo hacer un viaje con tu
imaginación que tener el lujo de viajar por vacaciones. Muchísimas personas
hacen de la experiencia de viajar algo posible y no necesariamente lo viven
como un lujo, hasta puede ser un proceso de formación intelectual o de tu vida
laboral; incluso experiencias de viajes en la infancia que luego se replican en
viajes durante la adultez, tienen que ver con Júpiter, con Sagitario y su
ligereza y capacidad de moverse, pero es un preconcepto que tenemos que
relativizar en las cartas natales. No es una experiencia universal ser turista
en lugares, y muchos otros emplazamientos planetarios en Sagitario o Piscis
señalan que viajar es importante por diferentes razones. Por ejemplo, la
migración, por ejemplo, los refugiados políticos, por ejemplo, las fronteras de
un mundo cada vez más complejo. Si bien es posible que te encante viajar siendo
muy jupiteriano, no es la realidad que experimenta todo el mundo.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 76
En sus energías opuestas Júpiter puede más bien desmantelar
intrincadas tramas mentales con la fuerza de la espontaneidad y la síntesis.
Por eso si bien no está especialmente cómodo, Júpiter en Géminis o en Virgo son
años que sirven para desenredar la cabeza y despiojar la enredadera.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 76
Cada retorno de Júpiter está cargado de la propia subjetividad
de una manera tan personal que no está bueno generalizar. Pero podemos pensar
que Júpiter es la nostalgia y el recuerdo de un paraíso personal, y, por lo
tanto, la añoranza de construirlo, ganármelo y compartirlo con los demás.
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 78
SATURNO
Existen varias interpretaciones “esotéricas” sobre Saturno,
bastante místicas y un poco exageradas sobre lo que simboliza. En la Antigüedad
se lo llamaba “el señor de la puerta”. Su posición tan lejana de la Tierra
trazaba una especie de límite, de borde. De alguna manera, los astrónomos y los
astrólogos suponían que solo iban a poder encontrarse con los planetas que
seguían a Saturno cuando terminaran de experimentar y evolucionar, cuando
estuvieran listos para acceder a eso que estaba “después de Saturno”. “El señor
de la puerta” era un guardián severo: “usted puede conocer hasta aquí, este es
el límite, de acá no se pasa”. No estaban tan equivocados después de todo. En
los siglos XVIII, XIX y XX, gracias al desarrollo de la óptica, la astronomía
descubrió a Urano, Neptuno y Plutón, planetas que están aún más lejos que
Saturno.
La distancia que Saturno guarda con la Tierra fue objeto de
múltiples aforismos y metáforas, como por ejemplo la frialdad, la muerte, la
figura “paterna” (con muchísimas comillas; hoy sería más parecido al concepto
de un jefe o un policía que al de un padre), entre otras ideas que hablan de la
oscuridad o el rigor. En la Edad Media, magos y alquimistas forjaban pequeños
amuletos donde tallaban el glifo de Saturno y los colocaban en alacenas y
entradas de las casas para “detener todo mal” y matar ratas o bichos que
pudieran comerse la comida o transmitir enfermedades. Como dijimos, era “el
señor de la puerta” que no deja pasar intrusos de ningún tipo. Entonces el
“guardián” es de algún modo un “protector”. Ahí me gusta más. Primera
recomendación: empecemos a relativizar esa idea absoluta de que Saturno
representa todo lo malo y nada más.
SATURNO
Huesos • rodillas • tobillos • resistencia • concentración •
defensa • impenetrabilidad • incomprensión • cálculo • soledad • excentricidad
• extravagancia • sarcasmo • ironía • rebelión •reforma • renuncia • progreso •
privación • sometimiento • paciencia • trabajos arduos • erudición • política •
técnica • ciencia • escritura • artesanado • ingeniería • inventor •
construcción • piedra • madera • vidrio • estallido • tensión • escudos •
muelles • diques • escaleras • enfermedades crónicas • enfermedades óseas
AstroMostra
Astrología para hacer la revolución, página 83
En la actualidad, entendemos el tipo de universo asociativo
de Saturno como una especie de frialdad y de quiebre de la frialdad también.
Todo lo rígido tiende a quebrarse. Lo blando no se quiebra, se estira en todo
caso. Saturno pareciera demostrarnos que es propio de la rigidez poder
quebrarse. ¿Y cuáles son los signos que Saturno rige? Ya lo sabías: Capricornio
y Acuario. ¿Y por qué? En Capricornio, de alguna manera, estaría la estructura;
y en Acuario, la liberación de esa estructura.
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Astrología para hacer la revolución, página 86
El retorno de Saturno es una especie de prueba de carácter
que enfoca, de forma extrema muchas veces, una relación muy honda con la
pérdida y con los impulsos que, de alguna manera, estructuran el ego.
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Astrología para hacer la revolución, página 101
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Astrología para hacer la revolución, página 102
Es momento de enfrentar lo real. No reniegues de ese
conflicto. ¿Cuáles son tus creencias? ¿Vas a defenderlas o vas a escaparte? El
retorno de Saturno tiene que ver con una capitalización de todo lo que te
califica y te hace sentir un poco más fuerte y un poco más equipado para
diferentes situaciones. Ordenar tu caja de herramientas para poder llevar
adelante las cosas con ingenio y resolver. El desafío es recortar al individuo
dentro de la comunidad. ¿Te vas a animar a aparecer? ¿Fuiste muy obediente o
fuiste muy rebelde? La respuesta de esto también señala lo que me debo, lo que
no hice para mí misma por hacer otras cosas. ¿Qué necesito ahora? ¿Tomar la
palabra, hacerte cargo, hacer un aporte, cumplir, disciplinarte y terminar lo
que empezaste? ¿O decir no, rebelarte, abrirte, dejarte caer, soltar y desarmar,
mudarte, cambiarlo todo, dejarlo todo atrás, traspasar el dolor, no renegar más
con una frustración que no necesitás? Se trata de dejar de sobrecompensar y
seguirle la corriente a todos, a todas las actividades sociales y a todos los
mandatos sociales y poder ser, de alguna manera, un uno entre los demás.
Eso que te desconecta, eso que te desentona, eso que te
desarma, que te quita aliados debería ser cuestionado. Así como también, más
que cumplir mis deseos y salirme con la mía, más que cumplir mis caprichos,
cuestiono por qué deseo lo que deseo. ¿El punto es cumplir lo que yo quiero y
que pase lo que yo deseo? Pues no, mi ciela. Todo lo contrario, se trata de
cuestionar por qué quiero lo que quiero y con cuáles estrategias lo voy a
abordar, cuál es el nuevo enfoque sobre estos viejos demonios que me atacan,
cuál es la nueva luz con la que lo voy a mirar, de qué manera voy a traspasar
este miedo, cómo me voy a ocupar de estas responsabilidades y qué significa
para mí haberlas esquivado y de qué manera lo estuve haciendo.
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Astrología para hacer la revolución, página 102
El retorno de Saturno tiene muchísimo que ver con un hondo
cuestionamiento sobre tu ascendente. Yo no puedo predecir qué es lo que te va a
pasar, no me interesa hacerlo y no creo que pueda, pero seguro te puedo decir
que se están derrumbando un montón de cosas que ya no tienen más utilidad en tu
vida y entre ellas grupos de amigos, gente que ya no te representa o que no te
suma. Seguramente estos grupos están cambiando, están madurando, hay alguien
que se fue a vivir al extranjero, hay alguien que tuvo hijos, está cambiando mi
vieja identificación romantizada de mí misma y con lo que ese grupo me permitía
hacer.
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Astrología para hacer la revolución, página 103
Cuando una generación cumple su retorno de Saturno es la
caída de un pensar, de una ética, de un modo de hacer las cosas en la historia.
Y con esos escombros se construye un futuro, con nuevas bases. Es hora de
implementar e impartir esa autoridad creativa-constructiva y construir ese
paraíso del que queremos que los demás se enamoren. Para hacer la revolución
hay que desearla. Manos a la obra.
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Astrología para hacer la revolución, página 105
¿Cuáles son los componentes astrológicos que hacen una
molotov? ¿Cómo se agencia el cambio en nuestras vidas? ¿Qué revolución hacemos
cuando usamos la técnica de revolución solar? Yo siempre digo que la astrología
no sirve para nada, pero si tuviera que servir para algo sería para crear
nuevos problemas. En todo caso, una técnica de revolución solar es un comité
revolucionario, que discute cómo avanzar teniendo en cuenta un montón de
factores. Y también de intereses. No es lo mismo querer viajar con la libertad
de Júpiter que tener que viajar por los compromisos de Saturno. Y es una
revolución porque también se rebela ante un orden, saca algo de equilibrio,
promete un futuro, derriba las barreras entre el ahora y el mañana. La técnica
de revolución solar juega con el futuro de una forma oracular, para nada
evidente, es pura asociación libre y especulación.
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Astrología para hacer la revolución, página 106
La técnica de revolución solar es el complemento perfecto
para el autoconocimiento de la carta natal. Exploramos nuestros propios puntos
de vista, analizamos nuestro obrar y hacemos cosas en un proceso dinámico
durante un año.
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Astrología para hacer la revolución, página 107
La astrología es infinita.
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Astrología para hacer la revolución, página 108
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