Lluvia
A veces con violencia, otras mansa,
el gua ve alisando
a la rugosa piedra.
Se hace redondo el jade entre los dedos
de una mano paciente.
Endereza su tronco el arbolito
aunque duela la guía.
Así los años
sobre la pìel nos rulan
con una decisión de modelaje,
queriendo suavizar
los gestos primigenios
y mullir un lugar en nuestras almas
en donde dar albergue
a ese conocimiento que nos llega.
Quiera Dios que no falte
el agua en nuestras piedras,
dedos que se deslicen
cuando seamos jade,
ni vara que señale el cielo
cuando tuerza el destino nuestra rama.
Ojalá el candelario
tenga la lluvia suficiente.
Juan Calderón
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