Soy investigadora francobritánica y doctora en genética.
Durante veinticinco años estudié cómo el entorno modifica los genes,
principalmente el ARN, en enfermedades infantiles. Fui directora de
investigación en el INSERM (Instituto Nacional de la Salud y la Investigación
Médica) tras un posdoctorado en la Harvard Medical School. He sido invitada en
todo el mundo gracias a mis trabajos. En 2015, puse todo mi empeño en
investigar soluciones de salud sencillas, poco costosas, duraderas y éticas. Me
fui a África, a Mauricio, donde fundé mi instituto de investigación:
SimplissimA. La prensa me felicitó por ello. Y después, llegó el COVID. Esta
crisis supuso para mí la obligación de hacerme cargo de mis responsabilidades.
Y de indignarme cuando fuera necesario. De golpe, la prensa pasó a calificarme
de extrema derecha. No lo soy. De hecho, jamás he formado parte de ningún
partido político ni tampoco he expresado mi apoyo a ninguno de ellos. Me han
llamado integrista y sectaria. Tampoco lo soy. Simplemente soy católica y madre
de cinco hijos.
Estas acusaciones comparten un mismo objetivo:
desacreditarme y, por tanto, silenciarme. Porque no me creí la historia del
pangolín o del murciélago como responsables del COVID. Porque hace tres años me
atreví a dejar mi bata y mis viales para proclamar lo que hoy todo el mundo
sabe: el ser humano es el responsable de la aparición de este virus. También
porque osé decir que las pruebas PCR tienen sus riesgos y que es una locura
tratar a la población sana como si estuviera enferma.… Estas son las razones
por las que me acusaron de ser «conspiranoica». Lo soy, si eso significa
observar los hechos, las cifras. Lo soy, si eso significa denunciar las
mentiras. No estamos hablando del tiempo o de moda, sino de la salud de
millones de personas. Por ello, en este libro aprenderás lo que es el ARN y,
más concretamente, el ARNm, el de las vacunas contra el COVID.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 6
1. UNA VACUNA DE ARN MENSAJERO QUE CUMPLE SUS PROMESAS... PERO NO TODAS
Decir que el mundo fue presa del pánico cuando apareció el
COVID sería un eufemismo. Recordemos que las cadenas de televisión del mundo
entero solo hablaban de eso, que las radios funcionaban en bucle, que los
titulares de las portadas de los periódicos de todo el planeta siempre hacían
referencia al mismo tema. Es sencillo, el 13 de junio de 2020, Le Journal du
dimanche (JDD) escribía: «Se han publicado más de un millón de artículos sobre
la epidemia desde el 1 de marzo». Millones de horas de antena dedicadas por
completo al COVID y esto solo durante los tres primeros meses de la crisis
sanitaria. Todo el mundo estaba aterrorizado. ¿Cuál era nuestra esperanza?
Salir del peligro, evidentemente. La vacuna desempeñó ese papel. Fue anunciada
por los gobiernos como LA solución para acabar con todo. Y es cierto que
devolvió la esperanza.
Fueron muchas personas mayores, que eran las principales
víctimas, las que se vacunaron tras meses de pánico y aislamiento. También
aquellas personas más vulnerables vieron en esta vacuna una promesa, y no
cualquier promesa: la de la supervivencia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) formuló, desde el
principio de la crisis, una serie de peticiones a través de una hoja de ruta
redactada el 11 de febrero de 2020 y dirigida a los diferentes Estados. En
ella, se les pide a los científicos:
• En primer lugar, acelerar la investigación, es decir,
encontrar una vacuna a la velocidad de la luz, a una velocidad jamás alcanzada.
• En segundo lugar, analizar, una vez que la vacuna fuera
creada, los riesgos de enfermedades posvacunales.
• En tercer lugar, crear pruebas para evaluar la eficacia de
esas vacunas.
Y, en este sentido, hay que reconocer que los países,
trabajando codo con codo con los laboratorios, supieron responder. Desde que se
planteó el objetivo hasta que se produjo la primera inyección en el mundo, en
Estados Unidos concretamente, transcurrieron diez meses. La rapidez con la que
la industria farmacéutica buscó, encontró, desarrolló y lanzó la vacuna contra
el COVID en todo el mundo fue asombrosa.
Moderna se puso rápidamente manos a la obra. «Cuando la
secuenciación del genoma del virus fue publicada por científicos chinos el 11
de enero de 2020, el equipo de Moderna, ubicado en Cambridge, en Massachusetts,
tuvo lista en cuarenta y ocho horas una concepción para la vacuna», indica el
laboratorio. Estas declaraciones fueron publicadas por la revista Forbes el 8
de mayo de 2020. Pero la proeza no acaba aquí. Sabemos que el laboratorio envió
una muestra de su primera vacuna cuarenta y dos días después de haber dado con
su fórmula. En definitiva, estamos hablando de un equipo que habría encontrado
la ecuación en dos días y la habría desarrollado hasta llegar a un producto
acabado en cuarenta y dos días.
En una sincronía casi perfecta, Uğur Şahin, el cofundador de
BioNTech, habría necesitado únicamente «algunas horas» del 25 de enero de 2020
para encontrar la fórmula de su vacuna. Esta información nos llegó a través de
un podcast del Wall Street Journal y fue posteriormente confirmada por el
portavoz de BioNTech en las columnas del periódico Business Insider. De nuevo,
una rapidez y una eficacia nunca vistas.
Esta es la razón por la que defiendo que esta vacuna ARNm ha
sacado a hombres y mujeres de su angustia moral, pero, aunque la vacuna cumplió
con esta promesa, no lo hizo con todas.
Nos dijeron:
«La esperanza está ahí, en esta vacuna».
(Emmanuel Macron, presidente francés,
31 de diciembre de 2020).
«Desde hace unos días, la esperanza tiene un rostro: el de
los primeros vacunados».
(Angela Merkel, canciller alemana,
31 de diciembre de 2020).
«No se trata de libertad, o de elección personal, sino de
protegernos y de proteger a los que nos rodean».
(Joe Biden, presidente de Estados Unidos,
9 de septiembre de 2021).
«La propagación de la pandemia solamente puede evitarse con
la vacunación».
(Vladímir Putin, presidente ruso,
30 de junio de 2021).
«Invitar a no vacunarse es, básicamente, invitar a morir. No
nos vacunamos, enfermamos, morimos. O matamos: no nos vacunamos, enfermamos,
contagiamos, alguien muere».
(Mario Draghi, primer ministro italiano,
22 de julio de 2021).
Todos los presidentes, los jefes de gobierno y los ministros
de Sanidad del mundo entero nos repitieron en voz alta que la vacuna era el
Mesías. ¿De veras lo es?
¿La vacuna detuvo la epidemia? No.
¿La vacuna impide que nos contagiemos del COVID? No.
¿La vacuna impide que nos volvamos a contagiar del COVID?
No.
¿La vacuna impide que contagiemos a otras personas? No.
¿La vacuna impide que muramos del COVID? No.
No, esta vacuna no detuvo la epidemia. A 10 de enero de
2023, se contaban 296.936 nuevos casos de COVID cada día en el mundo.
No, tampoco ha impedido que nos contagiemos del COVID una,
dos o más veces. Un estudio publicado a finales de 2021 en Science muestra que,
entre los 780.000 jubilados de la Health Administration estudiados en Estados
Unidos entre febrero y octubre de 2021, la protección de la vacuna disminuyó,
de media, de un 86,9 % a un 43 % durante ese periodo.10 Por tanto, el director
general de la OMS tenía razón en declarar, el 23 de noviembre de 2021, que: «A
pesar de estar vacunados, existe el riesgo de contraer la enfermedad».11
De hecho, son los propios jefes de Estado quienes mejor
pueden dar cuenta de ello: Andrzej Duda en Polonia, vacunado y positivo por
segunda vez en enero de 2022; Andrés Manuel López Obrador en México, vacunado y
positivo en enero de 2022, el rey Carlos de Inglaterra, vacunado y positivo en
febrero de 2022; el príncipe Alberto II de Mónaco, vacunado y positivo en abril
de 2022; Justin Trudeau en Canadá, vacunado y positivo en junio de 2022; el
presidente Lula en Brasil, vacunado y positivo en junio de 2022; Joe Biden en
Estados Unidos, vacunado y positivo en julio de 2022; Una lista que he
abreviado para continuar con el resto de las promesas no cumplidas de esta
vacuna.
No, la vacuna tampoco impide que contagiemos a otras
personas. Según el estudio publicado, en junio de 2022 por el New England
Journal of Medicine, que tiene como objetivo comparar a personas no vacunadas,
personas vacunadas sin dosis de refuerzo y personas vacunadas con dosis de
refuerzo: «No hemos encontrado grandes diferencias entre la duración media de
la excreción viral entre los participantes».12 Dicho de otra forma, vacunado o
sin vacunar, con dosis de refuerzo o sin ellas, cuando somos portadores del
virus, posiblemente seamos contagiosos...
Aún hay más. Según un estudio de Harvard, publicado en el
European Journal of Epidemiology, el aumento de los casos del COVID no se
corresponde con la tasa de vacunación. Es lo que demuestra un análisis llevado
a cabo en 68 países.13 En Israel, Portugal e Islandia, entre el 60 % y el 75 %
de la población está vacunada. Y, sin embargo, sorprende que sea en estos
países donde hay un mayor número de casos de COVID por millón de habitantes.
Debemos precisar que este estudio es del 30 de septiembre de 2021, es decir,
antes de la llegada de las nuevas variantes, que no han hecho sino reforzar
esta tendencia.
De hecho, un estudio reciente, llevado a cabo en Sudáfrica y
publicado en el New England Journal of Medicine en septiembre de 2022, nos
muestra que, frente a Ómicron, no son eficaces ni dos ni tres dosis de la
vacuna, ya que no impiden la hospitalización,14 es decir, las formas más graves
del virus.
Por otro lado, están las promesas que habríamos esperado,
pero que nunca se anunciaron. Como la de no morir o la de no ocasionarnos
efectos secundarios capaces de transformar toda una vida… El famoso principio
de la medicina de no perjudicar. Un principio que consideramos compartido por
todos.
Pudimos comprender que no se seguía ese principio cuando
tuvimos acceso a unos documentos de Pfizer que no debíamos haber leído antes de
que transcurrieran setenta y cinco años (y cuatro meses). Averiguamos que,
durante tres meses de ensayos clínicos, Pfizer registró alrededor de catorce
muertes al día, exactamente 1.223 fallecimientos, así como 158.893 casos de
efectos secundarios no deseados entre el 1 de diciembre de 2020 y el 28 de
febrero de 2021.15
Y, efectivamente, sean cuales sean los datos que consideremos:
de farmacovigilancia de las diferentes autoridades, de la ANSM (Agencia
Nacional para la Seguridad de Medicamentos) en Francia, de VAERS (Sistema para
Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas) en Estados Unidos, de
EudraVigilance en la Unión Europea, de la Yellow Card en Reino Unido, de la
DAEN en Australia o VigiBase/VigiAccess de la OMS, observamos en todos los
casos un número extremadamente alarmante de efectos no deseados y de muertes.
Analizando los treinta últimos años en la base de datos del
VAERS, contamos un 4.800 % más de fallecimientos tras la vacuna contra el
COVID, de 163 muertes por año, a 7.988 por año. Si analizamos VigiAccess,
comprobamos que bastó con un año de vacuna contra el COVID para alcanzar diez
veces más efectos secundarios que todos los efectos adversos acaecidos contra
la gripe en cincuenta años. Actualmente, se han documentado «más de once
millones de informes de efectos adversos y más de setenta mil
fallecimientos».16
De nuevo, tomando como referencia la base de VAERS de
Estados Unidos a fecha 9 de septiembre de 2022, si únicamente consideramos los
casos graves, contamos más de 30.000 muertes, 177.000 hospitalizaciones,
135.200 urgencias, 10.000 shocks anafilácticos, además de casi 58.000
discapacidades permanentes, 58.000 miocarditis, 34.000 ocasiones en las que la
vida de alguna persona corrió peligro, 44.700 reacciones alérgicas severas,
16.000 crisis cardíacas, cerca de 15.000 herpes zóster, 9.000 problemas
plaquetarios relacionados con la trombocitopenia y 5.000 abortos espontáneos
con los que se ha establecido un vínculo directo con las vacunas COVID.17
Sin que nadie hable de esto, la base de datos de VigiAccess
indica que las principales víctimas de estas vacunas son, en su mayoría,
mujeres. Dos tercios de las mujeres frente a un tercio de los hombres. Casi una
de cada dos víctimas es europea. Y los jóvenes de entre dieciocho y cuarenta y
cuatro años, que no eran personas de riesgo con el COVID, representan un 40 %
de las víctimas.18
Actualmente, miles de publicaciones científicas respaldan
estas enfermedades y fallecimientos tras la vacunación.
De la misma manera, estos artículos alertan sobre el
debilitamiento de la respuesta inmunitaria en las personas vacunadas y sobre el
peligro que suponen las nuevas inyecciones para ellos, tal y como informó The
Lancet en junio de 2022. Esto es lo que escribía un investigador en Virology
Journal: «Recientemente, The Lancet ha publicado un estudio sobre la eficacia
de las vacunas contra el COVID19 y el descenso de la inmunidad con el paso del
tiempo. El estudio mostró que la función inmunitaria en personas vacunadas ocho
meses después de la administración de las dos dosis de la vacuna COVID19 era
inferior a la de las personas no vacunadas».19 Y continúa: «Según las recomendaciones
de la Agencia Europea del Medicamento, las inyecciones de refuerzo para el
COVID19 frecuentes podrían tener un efecto negativo sobre la respuesta
inmunitaria». Y añade: «Por motivos de seguridad, deben interrumpirse las
vacunas de refuerzo posteriores. En conclusión, la vacunación contra el COVID19
es un importante factor de riesgo de infecciones en los pacientes gravemente
enfermos». De esto, extraemos que hay un problema con la respuesta inmunitaria
de las personas vacunadas y un riesgo cuando se repiten las dosis, pero también
que la vacunación puede ser peligrosa para los más vulnerables.
El 12 de julio de 2022, en el British Medical Journal (BMJ),
un grupo de científicos se dirige a los respectivos jefes de Moderna y de
Pfizer con el objetivo de que se hagan públicos los ensayos clínicos y no
únicamente los protocolos. Están preocupados principalmente por el hecho de
que, según sus informaciones, las vacunas de Pfizer y de Moderna presentan un
aumento del riesgo absoluto de efectos secundarios graves de una de cada
ochocientas personas vacunadas.20
El 31 de agosto de 2022, la revista Vaccine publica un
estudio que evalúa los efectos secundarios graves provocados por las vacunas en
adultos.21 Para ello, no parten de sus propias apreciaciones, sino que se
remiten a la lista de efectos secundarios de la Brighton Collaboration, que
está afiliada a la OMS. Por primera vez, aparece claramente que las personas
vacunadas, en los dos estudios combinados, presentaban un 16 % más de
posibilidades de padecer algún tipo de efecto secundario grave en comparación
con el grupo placebo. Según el estudio de Moderna, 15 de los 10.000
participantes vacunados sufrieron algún efecto secundario grave. Según el
estudio de Pfizer/BioNTech, el riesgo es de 10 por cada 10.000. Estos dos
estudios muestran, por tanto, un aumento de un 16 % en el riesgo de sufrir
efectos secundarios graves tras la vacunación. Todo esto para concluir que «la
relación entre el beneficio y los riesgos en los datos estudiados
aleatoriamente en el momento en que se autorizó la vacuna de manera urgente era
negativa, es decir, el riesgo de experimentar efectos secundarios graves era
más elevado que el beneficio demostrado». Al final de este libro podrás
encontrar el enlace al estudio y a todos los citados a lo largo de estas
páginas.
Este estudio haría el suficiente ruido para que, en
Alemania, el 9 de septiembre de 2022, el principal periódico berlinés, el
Berliner Zeitung, se interesara por él y entrevistara al epidemiólogo y
profesor emérito de la Universidad de Münster, Ulrich Keil. «Se ha constatado
un aumento absoluto del riesgo debido a la vacunación ARNm-COVID-19»,22
explicó.
El 12 de septiembre de 2022 se publica otro estudio que
revela que la vacuna puede ser más peligrosa que el propio virus, hasta noventa
y ocho veces más peligrosa. Este estudio fue llevado a cabo por científicos de
Harvard y de Johns-Hopkins, en la revista Social Science Research Network
(SSRN), y se basa en los datos del Centro para el Control de las Enfermedades y
Prevención de Estados Unidos (CDC), y de los propios laboratorios, recogidos
entre los adultos jóvenes de entre dieciocho y veintinueve años. Señala que la
obligatoriedad de las vacunas de refuerzo puede provocar los siguientes daños:
«Por cada hospitalización COVID19 evitada en adultos jóvenes no infectados
anteriormente, prevemos entre dieciocho y noventa y ocho casos de efectos
secundarios graves».23 Entre ellos, destaca, principalmente, la miocarditis.
Juzgan estos daños como algo que no «se ve compensado con un beneficio
importante para la salud pública» y consideran «estos daños y restricciones de
libertad [...] desproporcionados y éticamente injustificables».
Analicemos ahora el conjunto de estos efectos secundarios,
gracias a la «lista prioritaria de efectos secundarios no deseados de interés
particular». Esta lista proviene de la oficial Brighton Collaboration, socia de
la OMS:24
• Desórdenes hematológicos, principalmente hemorragias
internas y externas, trombocitopenia, problemas de coagulación, trombosis,
tromboembolismo, AVC;
• Desórdenes inmunológicos como anafilaxis agravadas por la
vacuna, síntomas inflamatorios multisistémicos en los niños;
• Desórdenes pulmonares como el síndrome de dificultad
respiratoria aguda;
• Desórdenes cardiovasculares agudos como miocarditis,
pericarditis, arritmia, insuficiencia cardíaca, infarto;
• Problemas renales y hepatitis aguda;
• Desórdenes neurológicos como la encefalomielitis aguda
diseminada, el síndrome de Guillain-Barré y Miller Fisher, la meningitis
aséptica, la meningoencefalitis, las convulsiones generalizadas, la parálisis
del nervio facial, la anosmia, la ageusia;
• Desórdenes dermatológicos como los eritemas multiformes,
la alopecia (caída del cabello), los sabañones, la vasculitis cutánea;
Esta lista es susceptible de ser actualizada «a medida que
aparezcan nuevas pruebas».
Podría abordar en detalle cada una de estas enfermedades,
pero, por ahorrar tiempo y sustos, solo voy a insistir en unas pocas.
En primer lugar, los trastornos menstruales son un capítulo
importante en la vida de las mujeres vacunadas. Afectan, respectivamente, a
entre un 10 % y un 65 % de las mujeres vacunadas con o sin dosis de refuerzo,
según el Ministerio de Sanidad de Israel y una publicación italiana en Open
Medicine (febrero de 2022).25
Encontramos también un vínculo entre los problemas
cardíacos, como la miocarditis y la pericarditis, y el número de dosis de
vacunas ARNm recibido por hombres jóvenes de entre doce y treinta y nueve años.
Este vínculo se ha establecido claramente entre diferentes cohortes, tanto en
Estados Unidos (enero de 2022) como en los países nórdicos (abril de 2022) y en
Israel (abril de 2022). Los resultados de Estados Unidos y de los países
nórdicos fueron publicados en la revista JAMA y los de Israel en Nature.26 Este
riesgo aumenta no solo en función del número de dosis, sino también en función
de la edad. A modo de ejemplo, dos dosis de Pfizer multiplican por 133 el
riesgo de miocarditis en los niños de entre doce y quince años.
Otro efecto secundario grave: los trastornos neurológicos.
Desde las neuropatías a la demencia, pasando por neurodegeneraciones, estos
trastornos son los que más se han reportado tras la vacunación en las bases de
datos oficiales. VigiAccess, la base de datos de la OMS, enumera un total de
1,7 millones de trastornos neurológicos.27 Puede tratarse de problemas
cerebrales vasculares como los AVC o de trombosis venosas cerebrales, problemas
cognitivos y de memoria como el alzhéimer, neuropatías periféricas como la
parestesia, la parálisis de Bell y la epilepsia, así como convulsiones y
neuropatías inmunológicas como el síndrome de Guillain-Barré y la mielitis
transversa.
Un estudio prospectivo sobre las enfermedades
desmielinizantes inflamatorias, que son enfermedades de una gravedad extrema,
afirma que el 8,5 % de los pacientes desarrollaron los primeros síntomas
durante los meses posteriores a su vacunación contra el COVID.28 Después,
apareció otro estudio en mayo de 2021, publicado en Acta Neurologica
Scandinavica, que reúne los efectos neurológicos. Más tarde, hubo otro estudio
publicado en junio de 2021 en Cureus. Y, posteriormente, otro publicado el 4 de
septiembre de 2021 en el Journal of Neurology. También otro en octubre de 2021,
en la revista European Journal of Neurology. Y uno más publicado el 11 de
noviembre de 2022, que nos muestra que el 57 % de los pacientes del estudio
desarrollaron trastornos neurológicos justo después de la vacunación.29 Pero
aún hay más.
Visité entonces la página web de uno de los proveedores de
vacunas ARNm para ver si daba acceso a alguna lista de efectos secundarios. En
la web de Pfizer, llegué a la página que debía reflejarlos.30 Al hacer clic,
nos conduce a otra web en la que hay que inscribirse. Lo hice, con la esperanza
de llegar a un enlace que aún hoy estoy esperando. Pensé que mi ordenador
tendría algún problema, por lo que pedí a varias personas que intentaran hacer
la misma búsqueda en la página de Pfizer. Obtuvieron el mismo resultado. La
lista no es accesible.
Pero detengámonos un momento en Pfizer: navegando por su
página web, di con otras informaciones interesantes. En cada una de sus
páginas, aparece un mensaje que dice: «Las vacunas no ofrecen una protección
total para las personas que las reciben y no están indicadas para el
tratamiento de la infección o para reducir las complicaciones». Resumen: ¡con
las vacunas no estamos totalmente protegidos! Pero ¿tampoco sirven para tratar
la infección? ¿No reducen las complicaciones? Nos planteamos entonces una sola
pregunta: ¿para qué sirve esta vacuna?
Continúo con mi lectura de la página web de Pfizer. «¿Por
qué debería vacunarme?»,31 pregunta el laboratorio. Y estas son sus respuestas:
1. «Para ayudar a protegerte y contribuir, con tu granito de
arena, a la sociedad». Pero, según el mensaje, creía haber entendido que la
vacuna no protege.
2. «Porque la mayoría de los efectos secundarios son,
normalmente, leves o moderados y de corta duración». Tranquilizador eso de
«normalmente», ¿verdad?
Y esto es todo con respecto a los datos de seguridad de la
vacuna por parte de los laboratorios. Hay que asumir que los países que han
vacunado a su población lo hicieron sin consultar esta lista. Algo que no me
resultaría nada extraño. ¿Por qué? Porque cada Estado recoge sus datos de
seguridad desde el principio del programa de vacunación. Esto es, al menos, lo
que se espera de ellos, si bien es cierto que nada lo demuestra. A menudo, es
imposible dar con esa información, no solo para la población en general, sino
también para los investigadores.
Solo unos pocos Estados han logrado controlarlos. Escocia
publicó durante un tiempo esta información, pero decidió dejar de hacerlo
oficialmente para no facilitar datos a los antivacunas.
También se hizo en Estados Unidos, aunque de cierta forma.
El pasado 12 de septiembre, la doctora Rochelle Walensky, directora del CDC, la
agencia del gobierno americano encargada de la prevención, del estudio y del
control de las enfermedades, reconoció públicamente en una carta que su agencia
defendió erróneamente haber supervisado la seguridad de las vacunas desde 2021,
cuando no comenzó a hacerlo hasta marzo de 2022.
Añadamos a esto que Dinamarca, desde el 13 de septiembre de
2022, ya no recomienda la vacunación para los menores de cincuenta años. Que
Suecia, desde el 1 de noviembre de 2022, ya no recomienda la vacunación para
los menores de dieciocho años, al igual que el Reino Unido desde principios de
septiembre de 2022 para los menores de entre doce y quince años.
¿Estarán faltos de vacunas? No, los encargos demuestran lo
contrario. ¿Están al tanto de que el riesgo es más elevado que el beneficio
para los niños? Parece que sí, …
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 7
La ciencia, como cualquier otra disciplina, puede explicarse
de manera sencilla.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 31
Si te doy toda esta información sobre el ARN es para que la
próxima vez que oigas decir en un medio de comunicación que sabemos
perfectamente qué es el ARN mensajero (el que se ha empleado para las vacunas),
seas consciente de que nos están mintiendo. Las múltiples formas de ARN, sus
inmensas capacidades, sus modificaciones, sus diversas funciones, el hecho de
que estén en todos lados...… Todos estos elementos nos impiden decir que lo
conocemos. Sabemos cosas al respecto, por supuesto, pero no las conocemos a la
perfección. No teníamos derecho a decir que sabíamos cómo afectaría a largo
plazo una vacuna ARNm a nuestro cuerpo ni, incluso, a medio o a corto plazo.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 37
El ARN es el maestro de la epigenética Si bien el ADN es el
encargado de construirnos tal como somos, actualmente sabemos que no es el
único al mando. Hemos comprendido que la herencia no está ligada únicamente a
él, sino también al ARN, y que este último puede cambiarlo todo. Los gemelos
son un ejemplo de ello. Aunque comparten el mismo ADN, cuando uno de ellos
desarrolla una enfermedad, no necesariamente le ocurre lo mismo al otro. ¿Por
qué? La respuesta está en la interacción de los genes con el entorno. Esta
interacción es conocida por los científicos como «epigenética». El entorno hace
referencia a todo lo que nos rodea. Todo lo que vivimos se traduce en una
información epigenética. Ya desde el útero, las experiencias de nuestra madre,
lo que come o los medicamentos que pueda tomar cambian nuestra epigenética. La
manera en la que da a luz también. Que crezcamos junto a un animal de compañía,
que suframos enfermedades, que seamos sedentarios o que hagamos deporte...…
Todo, absolutamente todo, modifica nuestra epigenética e influye, por tanto, en
nuestra salud y en el riesgo de que padezcamos alguna enfermedad. El ARN es el
viejo sabio, el Maestro Yoda de la epigenética. Practicar yoga y meditación
ejerce una influencia directa en la salud, modificando algunos ARN concretos en
las células de la sangre y del cerebro. Aquí la prueba: cuando nace una niña,
esta tiene un cromosoma X de su madre y un cromosoma X de su padre. Un ARN
largo, llamado Xist, va a cubrir uno de los dos cromosomas, sin que sepamos con
antelación cuál, y lo inactiva. Sí, has leído bien, este ARN es capaz de
inactivar todo un cromosoma y volverlo invisible. Y esto es la epigenética: un
poder para reaccionar y adaptarnos a todo lo que nos rodea. Maravilloso, ¿no?
Estudiar el ARN puede también resultar apasionante desde un punto de vista
físico y emocional. Todos sabemos que un acontecimiento traumático puede dejar
heridas psicológicas. Sin embargo, hace poco descubrimos que esta promesa de
memoria no solo tiene que ver con nuestra psique, sino también con nuestra
fisiología, con nuestro cuerpo. De nuevo, el ARN entra en juego. Veamos un
ejemplo. Noviembre de 1944, Ámsterdam. En respuesta contra los Aliados, la
administración alemana organiza un embargo del transporte de alimentos a los
Países Bajos. Las raciones de comida disminuyen alcanzando menos de un cuarto
de lo que comemos y bebemos normalmente. Numerosos investigadores se
interesarán posteriormente por este episodio de hambruna. En 1995, un primer
equipo observó diferencias de peso en los bebés nacidos durante aquel periodo.
Algunos de ellos son rollizos y otros son más escuálidos y enfermizos en
función de si la carencia se produjo de manera precoz o tardía durante el
embarazo. En los años 2000, otro grupo de investigadores detectó que todos los
adultos nacidos de madres que pasaron por este episodio de hambruna tuvieron una
salud débil durante su edad adulta. Si las carencias se dieron durante el
primer trimestre del embarazo, los adultos padecían obesidad y enfermedades
cardiovasculares. Si las carencias se dieron en el segundo trimestre, sufrían
enfermedades respiratorias. Y, finalmente, si la escasez se dio en el tercer
trimestre, los adultos tenían problemas de tolerancia a la glucosa. ¿Por qué
hay tantas diferencias? A causa de las modificaciones epigenéticas. Un mismo
acontecimiento que no tiene lugar en un mismo momento no da los mismos
resultados. Su impacto en el desarrollo es completamente diferente. Estos
estudios marcan un verdadero cambio de paradigma, ya que demuestran que, en el
ser humano, además de una herencia psicológica, existe una herencia
fisiológica. Un recuerdo de la falta de alimentos, en este caso, que pasa de la
madre al hijo y que tendrá repercusiones en él por el resto de su vida, incluso
a pesar de que este pueda comer todo lo que desee. Todo esto lo ignorábamos
antes de 1995. Gracias a esta observación, hemos aprendido que la herencia
fisiológica pasa de padres a hijos y que la descendencia directa se ve
afectada. Es lo que llamamos «herencia intergeneracional». Tras estas
investigaciones, se han llevado a cabo muchos otros estudios y en ellos se ha
descubierto que heredamos de nuestros padres, pero también de nuestros abuelos
o de ascendientes más lejanos. Puede haber, incluso, saltos generacionales. A
esto se le denomina «herencia transgeneracional». Esta memoria fisiológica, que
se basa por completo en la epigenética, no tiene que ver con nuestras
vivencias. No queremos recordar, pero recordamos. Veamos el ejemplo de los
supervivientes del Holocausto. Los hijos que conocen la historia de sus padres
están marcados en su epigenética por el trauma que estos vivieron, pero lo
increíble es que aquellos que ignoran lo que sus padres padecieron también
están marcados. Y ocurre lo mismo con todas las generaciones que están por
venir. Podemos imaginar que su epigenética les dictará que sean desconfiados, prudentes,
miedosos, que estén en alerta ante la sociedad u obsesionados con la muerte,
para, de manera inconsciente, estar siempre dispuestos para lo peor. Hablemos
ahora de otra forma de herencia que nos concierne a todos. Desde 2004 (y
solamente desde 2004), sabemos que la madre no es la única responsable de la
herencia epigenética, sino que el padre también lo es. De hecho, lo que come,
así como todo su entorno, tendrá un impacto en la salud de su descendencia,
principalmente en lo que concierne a la salud mental, las enfermedades
cardiovasculares, el cáncer, los desórdenes del páncreas, la obesidad e,
incluso, las alteraciones del esperma. Unos estudios realizados en 2019
demuestran que el ARN del esperma del padre programa el estado de salud de su descendencia.
Ratones macho fueron infectados con un parásito, el de la toxoplasmosis. Se
observó entonces un cambio en el comportamiento sexual de los machos pequeños:
su vigor sexual se vio reducido. En cuanto a su esperma, los pequeños ARN se
vieron modificados. Pero los investigadores fueron aún más lejos y recuperaron
esos ARN diferentes, los inyectaron en embriones de ratones y observaron de
nuevo un problema en el comportamiento de los machos. Esto quiere decir que
encontrarse con un parásito modifica el ARN del esperma y que este ARN es capaz
de cambiar el comportamiento de las siguientes generaciones. ¡Ya te dije que el
ARN es muy poderoso! Por desgracia, estudiar la transmisión en varias
generaciones lleva mucho más tiempo (las personas viven demasiado tiempo para
unos investigadores que van envejeciendo), pero en los gusanos, cuya existencia
es breve, se ha demostrado que esta transmisión puede afectar hasta a catorce
generaciones.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 42
Para hablar del ARN, podemos emplear las palabras «jefe», «maestro»
o, incluso, «rey del mundo», ya que es fascinante. Podríamos pensar que tiene
autoridad sobre todo nuestro cuerpo, que él es quien decide. Sin embargo,
siendo rigurosos, el ARN es más bien el motor de la vida. Un motor muy preciso,
estable y, a la vez, hiperreactivo, pero que necesita ser estimulado para
actuar y que no actúa motu proprio. Esto no invalida su lado más maravilloso,
pero nos permite insistir en la importancia del entorno y de la diversidad de
sus estímulos, que, como hemos visto, son el elemento desencadenante. Si
equiparamos la vida a la música, el ARN es el director de orquesta, el
adaptador (quien escribe las orquestaciones), el músico y el espectador que
reacciona ante cada nueva información. Esta maravillosa facultad del ARN nos
permite ser conscientes de que todas las decisiones que tomamos en nuestra
vida, ya sea con respecto a nuestra alimentación o a los tratamientos que
tomamos, todas, son tenidas en cuenta por nuestro ARN y tienen, pues, efectos
en nuestra salud.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 50
He querido ilustrar esta otra sorprendente faceta del ARN
con tres ejemplos. En primer lugar, lo que ingerimos se traduce en
combinaciones muy concretas y reproducibles de algunos ARN. La precisión es tan
extraordinaria que, con solo una pequeña muestra de sangre, podemos saber lo
que has ingerido. ¿Eres una persona mayor que ha comido nueces para protegerse
de las enfermedades cardiovasculares? Es posible saberlo por la presencia de
dos microARN específicos en tu torrente sanguíneo. ¿No fumas? Cuentas con la
combinación ganadora de seis microARN que los fumadores no tienen. ¿Has
consumido demasiado paracetamol? Tu microARN hepático miR-122, que, en
condiciones normales, permanece en tu hígado, se encuentra multiplicado por 470
en tu circulación. Los ejemplos de la capacidad de reacción de nuestro propio
ARN al entorno y, sobre todo, de su adaptabilidad y de su capacidad para dar
una respuesta única, son numerosos15. En segundo lugar, el ARN de lo que
comemos puede influir en nuestra salud genética. En efecto, hay estudios que
demuestran que cuando comíamos y bebíamos plantas (frutas, legumbres, tisanas),
algunos de sus microARN podían sobrevivir a la etapa de la digestión, pasar a
la sangre y regular nuestros propios ARN en el hígado, pulmones, bazo, páncreas
y en nuestras células inmunitarias. En este punto, los investigadores no se
ponen de acuerdo. Algunos ven en esto una contaminación de las plantas en
nuestro organismo. Sin embargo, un riguroso estudio con más de cuatrocientas
muestras indica que esta supuesta contaminación se encuentra en el 90 % de los
fluidos del ser humano, de las vacas y de los ratones y, en una de cada dos
ocasiones, se encuentra en los tejidos humanos. Esto demuestra que no se trata
de una contaminación puntual, sino más bien de una situación reproducible.
Entre los estudios que se han llevado a cabo sobre los microARN de plantas, hay
uno que nos interesa especialmente: el de la madreselva. Sus propiedades
antivirales son conocidas desde hace siglos en la medicina china. Beber tisana
de madreselva nos hace ingerir un microARN, el MIR2911, que es capaz de
reconocer el ARN de diferentes gripes, principalmente la gripe H1N1, y de
impedir que nos contagiemos. Esta tisana y su microARN parecen proteger también
contra el SARS-CoV-2. En cualquier caso, los investigadores han identificado
tantos lugares en los que el microARN de madreselva es capaz de acoplarse al
ARN del SARS-CoV-2 que esto lo hace, teóricamente, susceptible de anular todas
las proteínas del virus, incluida la proteína Spike, que es la producida por el
ARNm de las vacunas. Al menos, en teoría. ¿Y en la práctica? Ya sea gracias a
la administración del MIR2911 o por la tisana de madreselva, la multiplicación
del virus se ha frenado y la curación de los pacientes de COVID19 se ha acelerado.
Por tanto, el ARN es tan maravilloso que nos permite seguir con exactitud el
efecto de nuestra alimentación sobre nuestra salud. En tercer lugar, «somos lo
que comemos», nos explicaba Ludwig Feuerbach, filósofo del siglo XIX. Pero ¿te
han explicado alguna vez que «nuestros descendientes también serán lo que
nosotros hemos comido»? Normalmente, las mujeres vigilan, casi de manera
intuitiva, todo lo que entra en su cuerpo cuando están embarazadas. No
obstante, ¿son conscientes de que habría que cuidar todo lo que comen más allá
de los nueve meses de embarazo? ¿Y qué hombre tiene en cuenta, al menos en los
dos meses y medio anteriores a intentar reproducirse, que lo que come va a
influir en la salud de sus espermatozoides y en la de su descendencia? ¡Ninguno!
Porque contamos con esta información desde hace poco tiempo y, además, apenas
se difunde. Por tanto, avisar a hombres y mujeres y responsabilizarlos de su
alimentación, así como de todo lo que meten en su cuerpo, es un asunto de salud
pública. Es algo lo suficientemente importante como para que la comunidad
científica internacional, de la que formo parte, se dedique al estudio de los
orígenes del desarrollo de la salud y de las enfermedades. La edad de
reproducción en los varones, las exposiciones a disruptores endocrinos (como
los pesticidas y los metales pesados), los factores relacionados con el estilo
de vida (como el tabaco, el alcohol o el ejercicio) y la obesidad, con
enfermedades directamente relacionadas como la diabetes, también son factores de
riesgo para un esperma de mala calidad. Cabe destacar aquí que un gran número
de las poblaciones estudiadas por el descenso en la calidad de su esperma
también experimentan un aumento reciente de la obesidad de sus habitantes. El
esperma humano es extremadamente sensible a los cambios en la alimentación. Los
espermatozoides variarán en función de la dieta. El repertorio de los pequeños
ARN en el esperma humano, así como la movilidad de los espermatozoides, muestra
una respuesta rápida y extremadamente específica a estos cambios en la
alimentación.18 Este impacto es lo suficientemente fuerte para influir tanto en
el ARN del núcleo (nuestra caja fuerte) como en el de las mitocondrias
(nuestras centrales energéticas). Como sucede en cualquier estudio que tiene
como objeto el ser humano, es interesante relacionarlo con lo que sabemos de
los animales. Así, en las moscas, la capacidad de reacción es asombrosa. Son
necesarios únicamente dos días de intervención alimentaria en los machos antes
del apareamiento para transmitir una señal a través del esperma que hará que la
siguiente generación sea obesa. Explorar estas vías no solo es fundamental para
comprender el declive generalizado de la función del esperma humano, sino
también para ofrecernos una explicación a los rápidos cambios metabólicos
intergeneracionales.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 51
Actualmente, nos presentan el ARN mensajero como el Santo
Grial contra cualquier enfermedad, como algo que controlamos perfectamente
porque lo conocemos desde los años sesenta. Sin embargo, hay que señalar que,
tras ser descubierto, se abandonó por completo. No ha conseguido ningún Premio
Nobel. A título comparativo, la interferencia de ARN, que se descubrió mucho
más tarde, recibió el Premio Nobel en 2006. Esta, ante todo, ha permitido en un
tiempo récord la llegada al mercado de los primeros medicamentos ARN de los que
te hablé en el tercer capítulo. Entonces, ¿por qué vamos tan retrasados con el
ARNm? Porque el ARN mensajero es una molécula clave, pero con muchas
incógnitas. La vida de nuestras células está marcada por grandes etapas que
pueden considerarse como pequeños «Big Bang». En realidad, se producen
infinidad de cambios muy continuados y, en cada una de estas transiciones, la
célula pone en marcha un gran programa. Para ello, elimina unos ARN y conserva
otros. Principalmente, reescribe, por medio de la transcripción, el 60 %, es
decir, más de la mitad del ADN, en ARN. Basta con el 1,2 % de este ADN para
fabricar su lote de ARNm. Y esta ínfima parte del genoma se corresponde con
30.000 ARN mensajeros. Ahí es donde las cosas se complican. Recién creados, los
ARNm entran en una fase llamada de «maduración». Esta fase es como si diéramos
un trozo de tela a un diseñador. Con ella, es capaz de hacer unos shorts, una
camisa, un pantalón, un pañuelo, una chaqueta, un abrigo, un trapo, etc., en
función de sus necesidades. En el papel del diseñador, tenemos la célula, y en
lugar de ropa, los diferentes ARNm. Como la célula no sabe coser, pasa por
fases de maduración que se denominan «iniciación», «empalme» y
«poliadenilación». La célula emplea estas fases de manera alternativa. Una
alternancia que permite a nuestros 30.000 ARNm (los pedazos de tela)
multiplicarse y convertirse en 180.000 ARNm diferentes entre sí (las prendas de
ropa). Pero aquí no acaba todo, ya que, además, tenemos la posibilidad de crear
diseños diferentes para esas prendas con, por ejemplo, algunos añadidos (como
bordados u otros elementos). Por tanto, este amplio catálogo de 180.000 ARNm
sufrirá modificaciones en lo que respecta a las letras que los componen. Son
las modificaciones epigenéticas, cuyo impacto en nuestra salud ya conoces. Una
vez madurados, los ARNm pueden finalmente salir del núcleo con tres destinos
posibles: el almacenamiento, la degradación o la traducción en proteínas. Todo
depende de las necesidades del momento. Unos últimos retoques hacen estable el
ARNm y le indican la dirección de su destino final. Una vez más, todo esto es
de una complejidad increíble, teniendo en cuenta la enorme cantidad de
moléculas que hay que distribuir de manera coordinada y constante, siempre en
función de las necesidades.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 59
Con el ARN mensajero, todo, absolutamente todo, puede
ocurrir. Como unos fuegos artificiales no controlados e imprevisibles.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 62
¿Desde hace cuánto tiempo se emplea el ARN mensajero para prevenir o
curar una enfermedad?
Desde que se descubriera el ARNm en los años sesenta, hubo
que esperar treinta años para que los investigadores contemplaran la
posibilidad de inyectar el ARNm en el ser humano. Después, otros diez años para
que se llevaran a cabo los primeros ensayos clínicos con este ARNm. Estos
ensayos durarían veinte años más, sin que ninguno llegara a conseguir la
autorización para su comercialización.
El investigador Robert Malone, en 1989, será el primero en
inyectar ARNm en huevos de sapo para lograr producir la proteína buscada.
Un año después, un equipo logra reproducir el experimento,
pero, en esta ocasión, inyectando ARNm directamente en un músculo de ratón. La
simplicidad de esta técnica alimenta la esperanza de poder, algún día, curar
enfermedades y hace germinar la idea de reemplazar la vacunación tradicional
por vacunas ARNm.
Dos años más tarde, los investigadores demuestran la
eficacia del ARN mensajero para el tratamiento de ratas diabéticas, incapaces
de producir una proteína a causa de una mutación genética. El ARNm de esta
proteína se inyecta en el interior de su cerebro. Este estudio demuestra que es
posible corregir la mutación, pero únicamente durante cinco días.
Menos de una década después, se llevan a cabo los primeros
ensayos en el ser humano, con el objetivo de dar con una vacuna ARNm que sea
capaz de prevenir o de curar.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 62
En el año 2000, se
quiso curar el cáncer de próstata con una vacuna ARNm
Estamos ante el primer ensayo de vacuna de ARN mensajero. De
la sangre de los pacientes se extraen células que podrían considerarse como las
directoras de orquesta del sistema inmunitario: las células dendríticas. Se
modifican genéticamente introduciendo en ellas el ARNm y, posteriormente, se
reinyectan en los pacientes.
Para ello, se seleccionaron hombres afectados de cáncer de
próstata con metástasis y sin ningún tipo de tratamiento disponible para ellos.
Trece pacientes reciben la inyección. Seis de ellos son excluidos por
metástasis que surgieron o que avanzaron en su progresión. Cuatro pacientes son
apartados del estudio al desarrollar síntomas graves relacionados con la
vacunación.
Como resultado, tenemos únicamente tres casos de éxito. Este
primer intento de vacuna ARNm no pasó las pruebas necesarias para curar el
cáncer de próstata.
En 2014, se vuelve a intentar una cura del cáncer de
próstata, pero, en esta ocasión, con un nuevo ARNm, el CV9104. El veredicto
anunciado por el laboratorio CureVac, promotor del estudio, fue el siguiente:
«El CV9104 no ha alcanzado el criterio principal de mejora de la supervivencia
global». El cofundador, Ingmar Hoerr, añadió: «Esta vacuna terapéutica no logra
inducir ningún beneficio para la supervivencia en monoterapia de los pacientes
afectados de cáncer de próstata».
Para ser claros: tras quince años de investigaciones para
curar el cáncer de próstata, la utilización del ARNm es un fracaso.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 63
En conclusión, en 2021, momento en el que se lanzan las campañas
de vacunación contra el COVID, tenemos a nuestras espaldas más de veinte años
de investigaciones sobre el ARNm y 70 ensayos clínicos sobre las vacunas ARNm
contabilizados en la página oficial de ClinicalTrial.gov (página de los
National Institute of Health de Estados Unidos). De esos 70 ensayos, 17
estudiaron diferentes enfermedades, sin que ninguno pasara la fase 2. Después,
llegó el COVID y, de golpe, tenemos 53 ensayos que intentan erradicarlo. Y ahí,
en Pfizer y Moderna, se pasa de la fase 1 a la fase 2 y, posteriormente, a la 3
en un abrir y cerrar de ojos. ¿Por qué? Porque los Estados suavizaron la
normativa para que los laboratorios pudieran llevar a cabo sus ensayos de
manera acelerada. El famoso fast-track. Nos han repetido una y otra vez que las
vacunas ARNm eran conocidas y utilizadas desde hace tiempo, pero esto es
mentira. El 10 de marzo de 2022, Albert Bourla, director general de Pfizer,
concede una entrevista al Washington Post, en la que declara: «La tecnología
ARNm jamás ha dado resultados hasta ahora: ni una vacuna ni ningún otro
medicamento». Y, hablando de los científicos de su grupo, añade: «Me sorprendió
cuando me sugirieron que era la manera de continuar». Finalmente, concluye:
«Seguí mi instinto, que me decía que ellos sabían lo que decían». ¿Instinto de
hombre de negocios? No me cabe la menor duda...
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 71
Pero ¿cuál es el principio de estas vacunas ARNm contra el
COVID?
Hasta ahora, vacunarse consistía en inyectar un virus
atenuado o una porción de proteína de un virus inactivo. Es decir, el virus o
la porción de virus eran inofensivos. Nuestro sistema inmunitario reconocía
estos cuerpos extraños y fabricaba inmediatamente anticuerpos contra ellos. Así
nos inmunizábamos frente a las enfermedades. A partir de septiembre de 2021, el
CDC (Centro para el Control de las Enfermedades y Prevención de Estados Unidos)
cambia la definición de la palabra «vacuna».22 Ya no se habla de inmunidad,
sino de protección, sin conocer realmente la dimensión de ello. Es la primera
diferencia con la vacunación tradicional.
En el caso de una vacuna ARNm, nos inyectan un platillo
volante en el que se introduce ARNm. Todo es sintético. Esta tecnología de
platillo volante es, de hecho, la misma que se empleó con las vacunas ARNm
contra la gripe aviar y contra la rabia, aquellas que no funcionaron. Este
platillo volante escapa, por tanto, a la vigilancia del sistema inmunitario,
que es quien se encarga de crear anticuerpos. Así, al contrario de lo que
ocurre con nuestra vacunación tradicional, nuestro sistema inmunitario no
reacciona fabricando anticuerpos de inmediato, ya que no detecta el virus. En
todo caso, no lo hace en este estadio. Estamos hablando de los famosos quince
días en los que se nos decía que no estábamos protegidos. «Nuestro cuerpo necesita
tiempo para protegerse», escribía el CDC. «Las personas se consideran
completamente vacunadas dos semanas después de su primera inyección». Este
plazo es, pues, la segunda diferencia fundamental.
Entonces, el platillo volante se fusiona con nuestras células,
ya que el ARNm penetra en ellas. Ahí, las células se transforman rápidamente en
fábricas para producir lo que el ARNm de la vacuna nos fuerza a producir. Con
esta inyección, llega una nueva orden. Nuestras células son reprogramadas
porque la información de este ARNm sintético está concebida para imponerse,
para ejecutarse con una gran productividad. CureVac, laboratorio alemán,
hablará de una «memoria USB» que da las órdenes a nuestras células. «Se puede,
simplemente, conectar la memoria USB en el cuerpo y este leerá la información,
y fabricará todas las proteínas que queramos»,23 explica el cofundador de
CureVac a propósito del ARNm. Esta imposición que tiene lugar dentro de
nuestras células y, por tanto, de nuestros órganos, es la tercera diferencia
fundamental con respecto a la vacunación tradicional.
En el caso de la vacuna contra el COVID19, la orden consiste
en fabricar una proteína de SARS-CoV-2: la llamada proteína Spike. Pero esta
proteína del virus no ha sido desactivada. Por tanto, no es inofensiva. Ahí
tenemos la cuarta diferencia. Es, de nuevo, algo inédito en la historia de las
vacunas. Al contrario de lo que sucede con las vacunas tradicionales, no se
intenta que nuestro cuerpo produzca una Spike que sea menos tóxica o incapaz de
ligarse a nuestras células. Se busca que nuestro organismo produzca anticuerpos
contra la proteína ignorando todas las consecuencias que esta proteína de
virus, que está activa, pueda tener en nuestro organismo.
Quinta diferencia, y nada desdeñable: nuestro cuerpo se
sitúa en una posición especialmente incómoda. De hecho, ¿qué impide a nuestros
sistemas de defensa inmunitaria atacar a nuestras propias células, que producen
esta Spike extranjera? Nada. Son nuestras células las que producen la proteína
del virus y son nuestras propias defensas las que van a atacar a las células
que la generan. Para ser claros, no está descartado que este tipo de vacunación
implique una autodestrucción parcial de nuestro cuerpo abriendo la puerta a
posibles enfermedades autoinmunes. Es un temor que parece estar justificado
tras observar que algunos pacientes tienen problemas de corazón después de ser
vacunados. Analizando la pared muscular del corazón (el miocardio) de
individuos vacunados, los científicos hallaron la proteína Spike, así como
células inmunitarias inflamatorias.24 La presencia de estas células junto a
Spike es señal, desgraciadamente, de una respuesta autoinmune.
Pero, además, tenemos otro problema: haber elegido Spike no
fue una buena idea. Como sabes, los virus mutan continuamente. En julio de
2020, ya se habían contabilizado más de quince mil variantes del SARS-CoV-2.25
Variantes que comprometen tanto la especificidad de los test PCR como la de los
anticuerpos. Dicho de otra forma: la vacuna nos hace producir anticuerpos
caducados frente a las nuevas variantes. Es lo que ocurrió con Alfa, Beta,
Gamma, Delta, Ómicron and family... Y no soy yo quien lo dice, sino el jefe de
Moderna. El 11 de agosto de 2022, en CNN Business, declaró: «Mientras que el
COVID19 siga mutando, Moderna tendrá que seguir actualizando sus vacunas».26 Y,
para que todo el mundo lo entienda, añadió: «Muchos de nosotros compramos un
nuevo iPhone cada mes de septiembre, con el que obtenemos nuevas aplicaciones y
aplicaciones actualizadas».
Otro problema es que Spike tiene una particularidad
preocupante: ¡puede desencadenar las mismas reacciones que el SARS-CoV-2! Spike
tiene, por tanto, la capacidad de, llegado el caso, volverse contra nosotros.
Esto es lo que mi compañero Gregory Poland, que dirige el grupo de
investigación sobre vacunas de la Mayo Clinic en Rochester, Estados Unidos,
explicó en la revista Nature en agosto de 2022: «Supongo que Spike y el virus
tendrán una lista bastante larga de fisiopatologías».27 Pero ¿qué sabemos de
esa lista?
También sabemos que, antes de desaparecer, Spike tiene
tiempo de circular y adherirse a ciertos órganos como el cerebro. Algo
totalmente inédito. Y preocupante. A finales de 2020, un estudio publicado por
la revista Nature Neurosciences mostró que, si se inyecta Spike en las venas o
en la nariz de un ratón, Spike circula, atraviesa la barrera protectora de su
cerebro y ahí se acumula adhiriéndose a la superficie de los pequeños vasos
sanguíneos.28
En otro estudio, esta vez llevado a cabo en seres humanos,
se observó que Spike provoca una inflamación típica de enfermedades
cardiovasculares en los vasos sanguíneos y causa, además, la formación de
coágulos.29
Por otro lado, gracias a otro estudio también en seres
humanos, sabemos que Spike es capaz de reactivar secuencias de virus en
nuestros glóbulos blancos.30 Y sabemos que este tipo de despertares puede
desencadenar cáncer, esclerosis en placas, enfermedades neurológicas (como la
esquizofrenia) o poliartritis reumatoide y diabetes tipo 1.
Pero Spike no solo circula y llega a algunos órganos.
También es experta en la formación de depósitos, sobre todo cuando se degrada,
por ejemplo, cuando hay una inflamación. La alerta se lanzó en 2021 con una
publicación que demuestra que, si se mezcla Spike con plasma de individuos
sanos, se forman pequeños coágulos. Más tarde, un equipo de químicos suecos
precisó que Spike puede llegar a formar depósitos de tipo amiloide. Estos son
los depósitos responsables de ciertas demencias, principalmente, el
alzhéimer.31
Ante todos estos problemas, los investigadores quisieron
comprobar hasta qué punto Spike era tóxica. La inyectaron, entonces, en un pez
cebra. El resultado fue que el hígado, los riñones, los ovarios y el cerebro
del pez se dañaron hasta el punto de matar al pobre animal. En el estudio del
que estamos hablando, publicado en 2022 en la revista Science of the Total
Environment, los científicos hablan de «homología genética conservada entre el
pez cebra y el ser humano»,32 lo que significa que lo que le ocurrió a Nemo
podría también ocurrirnos a nosotros.
El vínculo entre Spike y los posibles efectos secundarios de
las vacunas, ya sea el cáncer, accidentes cardiovasculares o enfermedades
neurológicas, son un motivo actual de preocupación para muchos científicos.
Como diría mi compañero Per Hammarströn, experto en química de proteínas en la
Universidad de Linköping, en Suecia, de nuevo en la revista Nature en agosto de
2022: «Hablar de los problemas de seguridad con respecto a las vacunas puede
ser incómodo. [...] No queremos ser demasiado alarmistas, pero se trata de un
problema médico [...] que debemos remediar».33
No obstante, dejemos a un lado a Spike para preguntarnos si,
además de habernos equivocado con la proteína, no nos habremos equivocado
también con la estrategia seguida contra el COVID.
Para comenzar a luchar y, preferiblemente, ganar frente al
SARS-CoV-2, los investigadores eligieron la cepa de Wuhan. Sin embargo, sabemos
que, en julio de 2020, apareció otra cepa. Y esta afectaría al 74 % de la
población mundial, según un estudio italiano publicado en la revista Frontiers
in Microbiology.34 En definitiva, nos lanzamos a una guerra contra el enemigo
equivocado. En la escuela, a esto lo habríamos calificado de digresión.
Esta estrategia cobra aún menos sentido con la idea errónea
de vacunar contra un coronavirus. Tal y como algunos científicos señalaron
desde los inicios, el 4 de diciembre de 2020, en el International Journal of
Clinical Practice: «Basándonos en la literatura publicada, debería haber sido
evidente para cualquier médico cualificado en 2019 que existe un riesgo
importante para los individuos vacunados de sufrir una enfermedad grave una vez
vacunados, mientras que solamente habrían sufrido una enfermedad benigna que se
resolvería de manera espontánea si no se hubieran vacunado». Los riesgos
hallados en los ensayos de vacunación contra el COVID señalaban que los
anticuerpos facilitan la enfermedad en lugar de neutralizarla. Basándonos en
este riesgo, los investigadores insistían en la necesidad de informar de manera
específica a los futuros vacunados: «El consentimiento debe también destacar de
manera clara el riesgo específico de empeoramiento de la enfermedad COVID19».
Los veterinarios recuerdan algunos de estos ensayos infructuosos, así como la
muerte de los animales que vacunaron. Y, sin embargo, cuando el COVID apareció,
se decidió reintentar la estrategia, pero esta vez en toda la humanidad.…
En la misma línea, nos dijeron que el ARNm que nos
inyectaban no se movería de nuestro brazo y desaparecería rápidamente de
nuestro organismo. Seguro que lo has escuchado alguna vez, lo proclamaron a los
cuatro vientos con el fin de vendernos la vacuna. Pero ¿es esto cierto? No.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 72
¿Cuánto vive el ARN
mensajero en nuestro cuerpo?
La respuesta es la siguiente: tampoco lo sabemos.
Un poco de historia... En 1997, tienen lugar los primeros
estudios en torno al ARNm, que actualmente intentamos comprender mejor. Se
utilizan células a las que se les ha extraído el ARNm que producen de manera
natural y de las cuales se mide el tiempo de vida o, más concretamente, de
«semivida». ¿Por qué «semivida»? Porque no se puede determinar su tiempo de
vida y, por tanto, hablamos de «semivida». El resultado es el siguiente: su
semivida es de tres horas. Esto no significa que el tiempo de vida total del
ARNm sea de seis horas, sino que son necesarias tres horas para que la mitad
del ARNm desaparezca.
Dos años después, se siguió estudiando el ARNm, pero, en
esta ocasión, se sintetizó de manera artificial y, posteriormente, se añadió a
las células humanas. Tenemos una nueva duración: entre diez y quince horas.
¿Por qué hay tanta diferencia entre ambos estudios? Según el investigador, es
precisamente porque se trata de un ARNm artificial. Y es evidente que los
científicos se basan en estos resultados para defender, desde hace dos años,
que el ARN mensajero se degrada rápidamente, en uno o dos días.
La historia no acaba aquí. En 2012, se intentó cambiar el
código genético del ARN. Entremos un poco en los detalles: el ARN está
compuesto por cuatro letras: A, U, G, C. No obstante, entre las múltiples
regulaciones del ARN, a veces se emplea la letra psi (Ψ) en lugar de la U. Es
como si añadiéramos un poco de picante en un plato para realzar el gusto. En
este caso, los investigadores inyectaron un ARNm en el que cambiaron algunas U
por Ψ. Y, entonces, el ARNm permaneció en el cuerpo del ratón durante cuatro días
en lugar de durante seis horas, que era lo que permanecía sin hacer este
cambio.
En 2020, llega el COVID y se lleva a cabo un nuevo estudio.
En esta ocasión, se reemplazaron de manera sistemática todas las U por Ψ. Esto
significa que se creó un código genético totalmente inédito. Un código que no
se ha visto en ninguna parte. Ni en ningún ser humano ni en ningún animal ni
vegetal de todo el mundo. ¿Cuál es el tiempo de vida de este nuevo ARN
mensajero? No lo sabemos.
No obstante, sabemos que estará menos degradado. Y que, con
Ψ, la productividad del ARNm va a aumentar en detrimento de su calidad. Y es
que, para una vacuna de ARNm, fabricar más proteínas, pero de menor calidad,
significa fabricar anticuerpos menos específicos, algo que plantea problemas.
Al igual que lo que se averiguó en marzo de 2022, cuando supimos que el tiempo
de vida del ARNm supera ampliamente los cuatro días.
Un detalle impactante: este hecho se descubrió por azar. Los
investigadores en cuestión, que trabajaban en la inmunidad poscovid y
posvacunación, de pronto se dieron cuenta de que el ARNm aún estaba presente en
el cuerpo dos meses después de la inyección de la vacuna contra el COVID...45
Tranquilizador, ¿verdad?
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 80
En definitiva, ya sea en ratas, en ratones o en el ser
humano, el ARNm llega a los principales órganos del cuerpo. Sin embargo, esto
se descubrió en febrero de 2021, en plena campaña de vacunación. Pfizer lo
reflejó en unas tablas de un documento confidencial publicado por el gobierno
japonés. Además, aparece también en un informe enviado por la Agencia Europea
de Medicamentos (EMA). Documentar el recorrido de un producto tras haber sido
inoculado es algo que nunca se había hecho.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 85
¿Los ARNm salen de
nuestro cuerpo?
Algunos de los ARNm naturales, aquellos que nuestro cuerpo
produce, salen a través de las lágrimas, el sudor, la saliva (en el caso de
besos en la boca), la orina y la leche materna, entre otros. ¿Por qué no todos?
Es algo que desconocemos, pero, de todas formas, no es peligroso.
Sin embargo, en lo que respecta a los ARNm artificiales,
aquellos que se inyectan con la vacuna, pueden llegar a encontrarse en lugares
en los que no deberían estar. El Instituto Nacional de Salud americano (NIH),
agencia de investigación mundialmente conocida y reconocida, que, por supuesto,
recibió todos los estudios sobre el tema, decidió transmitir solo dos de ellos,
sin duda, porque estos revelan aquello que debemos temer. ¿Qué nos dicen estos
estudios? Que el ARNm pasa a la leche materna. «36 de las 40 muestras de leche
materna de un estudio y 5 de las 309 de otro reflejaban niveles de ARNm
detectables», según uno de los dos estudios. Estos resultados van en el mismo
sentido que otras publicaciones, como las de JAMA Pediatrics del 26 de
septiembre de 2022 y Frontiers in Immunology el 11 de enero de 2023.56
Solo nos queda esperar que esto no tenga consecuencias
graves. Mientras esperamos, es imposible dejar a un lado la cuestión. De hecho,
se han observado hechos preocupantes en madres lactantes y sus bebés,
información que proviene de Pfizer. Pero, a modo informativo, el laboratorio no
era partidario de difundir dicha información y se guardó muy bien de compartir
cerca de cuatrocientas cincuenta mil páginas dedicadas a su producto que
habrían podido ser muy útiles antes de proceder a inocular miles de millones de
vacunas en todo el mundo. De todas formas, no debemos preocuparnos, el
laboratorio tenía previsto dárnoslas en «unos setenta y cinco años y cuatro
meses», dijo la agencia de prensa Reuters en enero de 2022.
Pero no contaron con un juez americano, que consideró que
setenta y cinco años y cuatro meses era quizás demasiado tiempo y ordenó a la
FDA que las publicara inmediatamente. Nunca estaremos lo bastante agradecidos a
ese juez, ya que lo que describen las tablas recogidas en esos documentos es sobrecogedor.
Algunas de las madres lactantes sufrieron una parálisis parcial, dejaron de
producir leche o vieron que esta cambiaba de color. Pfizer no precisa qué color
toma la leche, pero, en otro estudio publicado en septiembre de 2021, el
laboratorio habla de un color «azul-verdoso». En este mismo informe, se
reflejan algunos cambios de comportamiento en los niños: «Los más frecuentes
eran la irritabilidad, la falta de sueño o una somnolencia significativamente
más elevada en los niños de madres que recibieron la vacuna de Pfizer».
Cada vez salen a la luz más datos sobre los peligros de las
vacunas ARNm en las mujeres embarazadas, principalmente gracias a la
actualización, en agosto de 2022, de un texto inglés. Según esta circular
oficial, la vacunación de las mujeres embarazadas no está recomendada, así como
tampoco lo está la de aquellas que estén lactando. Y es algo totalmente lógico
tratándose de un medicamento genético, que se desplaza y que podemos encontrar
en cualquier órgano en el que busquemos.
De hecho, desde el principio del proceso de investigación,
los laboratorios pusieron mucho cuidado en excluir de los ensayos a hombres y
mujeres que pudieran tener descendencia. Del mismo modo, según el documento de
protocolo de Pfizer, debían excluirse de cualquier ensayo las mujeres
embarazadas o lactantes. El undécimo criterio de exclusión, en la página 42,
dice claramente: «Mujeres embarazadas o lactantes».61 Es más, si se quedaban
embarazadas durante el estudio, ya no podían recibir inyecciones, según los
«Criterios por los que dejan de formar parte del estudio los candidatos para la
vacuna BNT162b2», página 65, en el párrafo «Prueba de embarazo».
¿Cómo es posible, entonces, que, en marzo de 2021, en un
documento titulado «Resumen clínico», Pfizer nos diga que 50 mujeres
embarazadas formaban parte de su ensayo clínico número C4591001? Cito
textualmente: «En el momento de la fecha final de los datos (13 de marzo de
2021), un total de 50 participantes que habían recibido BNT162b2 indicaron que
estaban embarazadas. Un misterio. Y más aún cuando no podemos consultar ningún
seguimiento, ni de las madres ni de sus bebés. ¿Cómo es posible que no tengamos
información sobre 50 participantes? Al menos 46 habían recibido la vacuna.
¿Hubo abortos? ¿Hubo problemas cardíacos, malformaciones o algún otro
trastorno? ¿Problemas con la lactancia? ¿Son estos bebés más o menos
vulnerables a las infecciones? No hay ninguna información disponible.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 85
¿Nos ha modificado
genéticamente la vacuna ARNm?
La respuesta que hemos oído miles de veces es que no, ya que
la vacunación no cambia el genoma. El NIH, Instituto Nacional de la Salud
americano, y más concretamente su sección especializada en el genoma, escribe
en su página web: «Las vacunas ARNm son seguras y no pueden alterar nuestro ADN
y no es posible contraer el COVID19 a partir de la vacuna». Lo bueno de esta
frase es que, con un enunciado de dos mensajes acoplados que no tienen nada que
ver el uno con el otro, nuestra curiosidad se despierta.
Decir que no pueden alterar nuestro ADN es falso, sí que
pueden.
Expliquémoslo de manera sencilla. Si cogemos un tomate y le
inyectamos un ARNm de un primate envuelto en un platillo NPL, el producto
inyectado se va a esparcir, los platillos volantes se van a fusionar con
algunas de las células del tomate y van, por tanto, a fabricar la proteína del
primate. En este punto, cabe preguntarse la siguiente cuestión: ¿este tomate ha
sido genéticamente modificado? Sí. Y si reemplazamos el tomate por un humano y
el ARNm de primate por el de Spike, ¿la respuesta va a cambiar? No.
Desde el momento en el que nuestro patrimonio genético
aumenta con una información genética, sin saber cuándo acabará esta
modificación y sin conocer su impacto genético, ¿cómo podemos afirmar que las
vacunas de ARNm no nos modifican genéticamente? ¿Y cómo interpretar entonces
las declaraciones de Moderna, que patentó el término «software de la vida» para
describir esta revolucionaria tecnología de ARNm? El patrimonio genético del
individuo se modifica por la codificación de los científicos. Tal Zaks,
director médico de este laboratorio, precisó durante una conferencia TEDx en
Boston, Estados Unidos, en 2017: «Estoy aquí hoy para deciros que, de hecho, lo
que hacemos es piratear el software de la vida». Y añade: «En cada célula,
tenemos eso que llamamos ARN mensajero o ARNm en su forma abreviada, que
transmite información importante del ADN de nuestros genes a la proteína, que
es realmente de lo que todos nosotros estamos hechos. Se trata de información
importante que determina lo que la célula hará. Así, vemos esto como un sistema
operativo [...]. Por tanto, si realmente podemos llevar a cabo este cambio
[...], si podemos introducir una línea de código, o cambiar una línea de
código, esto tendrá profundas repercusiones, desde la gripe hasta el cáncer».
Profundicemos ahora en los detalles, dado que esta cuestión
de modificación es fundamental para la humanidad. Comencemos por preguntarnos
de qué hablamos. El genoma es el conjunto del material genético de un
organismo. Esta palabra es el resultado de la fusión de la palabra «gen» con la
palabra «cromosoma». Se trata, pues, del libro de la vida de cada organismo, el
nuestro, o el de los animales, los vegetales y los microbios.
¿Para qué sirve? Nada más y nada menos que para dirigir las
funciones indispensables para la vida. Sin él, no hay vida posible. Él se
encarga de programar el desarrollo, la conservación y la reproducción del
organismo. El desarrollo hace referencia al fenómeno de pasar de ser cigoto a
embrión, de feto a bebé, de niño a adolescente y, finalmente, a adulto. La
conservación es el hecho de vivir. Y la reproducción, el de tener hijos.
Asegurar todas estas funciones es un trabajo de grupo que
pone en marcha toda nuestra información genética y, por tanto, todo nuestro
patrimonio: el de nuestros ARN y nuestros genomas, el del núcleo y el de las
mitocondrias. No obstante, también tiene que ver con otros organismos,
personas, animales, plantas, microbios, etc., ya que nuestros genomas
interactúan con ellos. En el caso de los virus, su interacción puede ser
efímera o duradera. Fragmentos de genoma del virus pueden invadirnos y penetrar
en el núcleo de nuestra caja fuerte.
Los virus están formados de ADN o de ARN. Y que estén
formados de ARN no quiere decir que no vayan a invadir nuestro genoma. Como el
ARN no puede penetrar directamente en el ADN, pasa por una etapa de
transformación. Esta responde al despiadado nombre de «transcripción inversa».
Es una transcripción, pero al revés, que va a reescribir el ARN en ADN y,
entonces, este ADN de virus podrá penetrar en el núcleo e integrarse en nuestro
genoma.
Sabemos que esto ocurre gracias al descubrimiento,
sorprendente para la época, de Rudolf Jaenisch y de su equipo en 1974. Estos
investigadores seleccionaron embriones de ratones en un estadio muy precoz y
les inyectaron ADN del virus Moloney (conocido por causar cáncer de sangre).
Descubrieron que secuencias de ADN de este virus se habían integrado no
solamente en el genoma de los ratones, sino también en el de su descendencia.
Actualmente, se calcula que alrededor del 8 % de nuestro genoma está compuesto
de estas secuencias de virus, lo que significa que hay secuencias virales con
la capacidad de invadir nuestro genoma y que hemos heredado tras el contacto de
nuestros antepasados con el virus.
Años más tarde, este investigador y su equipo se interesaron
por el famoso SARS-CoV-2. Y, atención, es entonces cuando demuestran que
secuencias de ARN del SARS-CoV-2 pueden integrarse en el genoma de células
humanas en cultivo, es decir, in vitro. Dado que estos resultados se ponen en
duda durante su prepublicación, el equipo emplea tres técnicas diferentes para
demostrarlo. Técnicas que publica en la revista de la Academia Nacional de
Ciencias americana.
¿Y qué ocurre in vivo? Pues bien, desde el verano de 2020
sabemos, gracias a un equipo americano, que un fragmento de coronavirus
aterrizó en nuestro genoma. Un fragmento que se parece tanto al SARS-CoV-2 que
comparte con él un 95 % de identidad. He aquí otro argumento que permite
comprender que un fragmento de ARN de SARS-CoV-2 puede integrarse realmente en
nuestro genoma. Y, además, no en cualquier lugar, ya que este estudio demuestra
que este fragmento se sitúa en el gen NTGN1, relacionado con la esquizofrenia.
Entonces, ¿cómo ocurre esto si estamos hablando de ARN y
nuestro genoma está compuesto por ADN?… Pongamos el ejemplo del virus del sida.
Este virus entra en el cuerpo con una especie de «cuchillo» (que llamamos
«transcriptasa inversa») que le permite hacerse un hueco en el genoma. En lo
que respecta al SARS-CoV-2, el virus llega sin cuchillo, pero utiliza nuestro
propio cuchillo (porque nosotros también tenemos) y, gracias a él, puede
integrarse en el genoma de nuestras células. Jaenisch explica que,
probablemente, el SARS-CoV-2 posee además otros medios para integrarse, pero
que aún no los conocemos.
Esta publicación causó una gran controversia, ya que,
evidentemente, la cuestión subyacente es: ¿puede igualmente el ARN de las
vacunas integrarse en nuestro genoma y, por tanto, modificar el de nuestra
descendencia? La respuesta es que sí.
Lo que sabemos por un estudio sueco publicado en la revista
Current Issues in Molecular Biology en febrero de 2022, y por tanto, muy
reciente, es que, si ponemos en contacto un poco de vacuna de ARNm con células
humanas en cultivo, los pequeños cuchillos se despiertan. Y, además de
despertarse, reconocen el ARNm de la vacuna y son capaces de reescribir el ADN...
Pero esto no es todo. Contra todo pronóstico, un estudio de
septiembre de 2022 revela que se ha encontrado la proteína Spike junto a su
ARNm en el núcleo, es decir, en nuestras cajas fuertes, y no sabemos nada de
las consecuencias que esto puede ocasionar. Todo esto a pesar de que el NIH
afirmara lo siguiente: «El ARN mensajero jamás entra en el núcleo de la célula,
que es donde se conserva nuestro ADN (material genético)».
Por otro lado, la modificación genética puede situarse a
nivel epigenético. Por ejemplo, algunos virus son capaces de acelerar la edad
epigenética en la sangre, con la posibilidad de aumentar las enfermedades
cardiovasculares. Esto quiere decir que, incluso si no invaden el genoma, estos
virus, entre los que se encuentra el SARS-CoV-2, son capaces de modificar el
ADN a nivel epigenético.
De momento, esto es todo lo que sabemos. No obstante, todos
los conocimientos desde 1974 demuestran que afirmar que «las vacunas de ARNm no
pueden alterar nuestro ADN» es completamente falso. Yo iría más allá. Teniendo
en cuenta la inédita estabilidad de este ARNm vacunal, que es capaz de perdurar
en nuestras células, ¿cómo no pensar en la posibilidad de que este ARNm pueda,
tarde o temprano, dar con uno de esos pequeños cuchillos? Y quien dice «dar»
dice «reescribir el ADN», es decir, existe la posibilidad de entrar en el
núcleo e integrarse en él. El hecho de que el ARNm permanece durante bastante
más tiempo del normal en nuestras células aumenta, además, los riesgos de que
esto ocurra.
Y esto no es todo, aún hay más sorpresas. Tenemos grabaciones
que muestran células fusionándose entre ellas, acercando sus núcleos y
volviéndose gigantes. Estas grabaciones nos explican que es Spike quien lleva a
cabo estas fusiones. De nuevo, se trata de esta proteína, la que producimos
como si fuéramos fábricas por culpa de las vacunas ARNm. Cito el estudio: «Es
razonable suponer, hasta que se demuestre lo contrario, que Spike puede
fusionarse con algunas células de los individuos vacunados». El problema es
que, fusionando células, se altera la epigenética del ADN y se aumenta el
riesgo de cáncer, por tanto, de modificación genética. Una vez más.
Cabía esperar que, al estudiar un medicamento de naturaleza
genética, como es el ARNm, los laboratorios hubieran analizado, en primer
lugar, la toxicidad de este medicamento en lo que respecta al genoma, así como
su capacidad para generar un cáncer (ya que el genoma afectado, a menudo,
provoca cáncer). Esto no se produjo. Pero es que tampoco se hizo con
posterioridad. Tras estos estudios, que abren la puerta a una posible toxicidad
para el genoma (lo que conocemos como genotoxicidad), la reacción de los
laboratorios, así como de la comunidad científica, ha sido, sorprendentemente,
nula. ¿A qué se debe esta ausencia de reacción? A que, como dirían mis hijos,
«es desagradable», es un tema que genera malestar.
Sin embargo, debíamos confiar, ya que, al igual que todos
los organismos científicos importantes, el CDC nos aseguró que las vacunas
COVID «no cambian ni interactúan con nuestro ADN de ninguna manera». Pero
ocurre que, en Estados Unidos, la libertad de información es algo obligatorio,
y tendríamos todo el derecho a dirigirnos a estos organismos y preguntarles
acerca de los fundamentos en los que se basan para defender sus afirmaciones.
Cuando se le interrogó a propósito de los datos que le permiten certificar esta
ausencia total de cambio genético tras la vacuna COVID, el CDC respondió: «La
búsqueda entre nuestros dosieres no nos ha facilitado ningún documento relativo
a vuestra consulta». O lo que es lo mismo: «Circulen, aquí no hay nada que
ver».
Pensar que se ha inyectado esta vacuna a millones de
hombres, mujeres, jóvenes y, ahora también, niños, sin haber tomado la más
mínima precaución para proteger la molécula más íntima de todas: nuestro ADN,
nuestro genoma, nuestro patrimonio genético, me sumerge en una vertiginosa
perplejidad.
Acuérdate, a finales de 2021, de esos documentos de 450.000
páginas que Pfizer pensaba darnos tras «setenta y cinco años y cuatro meses».
Resulta que en esos mismos documentos podemos leer, en la página 30
concretamente, una «lista de efectos secundarios de interés particular».
La cifra impresiona. Pfizer recopila nada más y nada menos
que 1921 enfermedades como «efectos secundarios de interés particular».
Por citar únicamente la primera línea y la primera
enfermedad: «Síndrome de deleción 1p36», que consiste en una anomalía
cromosómica. En resumidas cuentas, la pérdida de una parte del cromosoma 1. Y
quien habla de pérdida de una parte del cromosoma 1 habla de «dismorfia facial distintiva,
hipotonía, retraso en el desarrollo, deficiencia intelectual, crisis
epilépticas, malformaciones cardíacas, ausencia o retraso en la adquisición del
lenguaje y retraso en el crecimiento prenatal». Esto es lo que podemos leer en
Orphanet, la biblia de las enfermedades genéticas. Una enfermedad
discapacitante que implica malformaciones (cara y corazón), además de
deficiencia intelectual y debilidad muscular. Y, recordemos, esto solo es la
primera línea de una interminable y aterradora lista.…
¿Cómo puede una vacuna de ARNm tener el más mínimo vínculo
con la deleción de una parte de un cromosoma? Al interesarme detenidamente por
las enfermedades que Pfizer recoge como posibles efectos secundarios, tuve la
desagradable sorpresa de encontrar no una, sino 90 enfermedades genéticas,
recogidas como tales por Orphanet.
Esperamos, por tanto, tener una explicación para estas 1921
enfermedades y, en concreto, para esas 90 enfermedades genéticas que figuran
como efectos adversos de la vacuna.…
Mientras tanto, tampoco estaría de más una explicación de la
Cruz Roja americana. Y es que, fíjate tú, esta institución que, entre otras, es
la encargada de las transfusiones de sangre en Estados Unidos, anunció el 29 de
abril de 2021 en un tweet que solo utilizaba la sangre de personas no
vacunadas... Curioso, ¿verdad?
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 88
Pensar que se ha inyectado esta vacuna a millones de
hombres, mujeres, jóvenes y, ahora también, niños, sin haber tomado la más
mínima precaución para proteger la molécula más íntima de todas: nuestro ADN,
nuestro genoma, nuestro patrimonio genético, me sumerge en una vertiginosa
perplejidad.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 94
Acuérdate, a finales de 2021, de esos documentos de 450.000
páginas que Pfizer pensaba darnos tras «setenta y cinco años y cuatro meses».
Resulta que en esos mismos documentos podemos leer, en la página 30
concretamente, una «lista de efectos secundarios de interés particular». La
cifra impresiona. Pfizer recopila nada más y nada menos que 1921 enfermedades
como «efectos secundarios de interés particular». Por citar únicamente la
primera línea y la primera enfermedad: «Síndrome de deleción 1p36», que
consiste en una anomalía cromosómica. En resumidas cuentas, la pérdida de una
parte del cromosoma 1. Y quien habla de pérdida de una parte del cromosoma 1
habla de «dismorfia facial distintiva, hipotonía, retraso en el desarrollo,
deficiencia intelectual, crisis epilépticas, malformaciones cardíacas, ausencia
o retraso en la adquisición del lenguaje y retraso en el crecimiento prenatal».
Esto es lo que podemos leer en Orphanet, la biblia de las enfermedades
genéticas. Una enfermedad discapacitante que implica malformaciones (cara y
corazón), además de deficiencia intelectual y debilidad muscular. Y,
recordemos, esto solo es la primera línea de una interminable y aterradora
lista.… ¿Cómo puede una vacuna de ARNm tener el más mínimo vínculo con la
deleción de una parte de un cromosoma? Al interesarme detenidamente por las
enfermedades que Pfizer recoge como posibles efectos secundarios, tuve la
desagradable sorpresa de encontrar no una, sino 90 enfermedades genéticas,
recogidas como tales por Orphanet. Esperamos, por tanto, tener una explicación
para estas 1921 enfermedades y, en concreto, para esas 90 enfermedades
genéticas que figuran como efectos adversos de la vacuna.… Mientras tanto,
tampoco estaría de más una explicación de la Cruz Roja americana. Y es que,
fíjate tú, esta institución que, entre otras, es la encargada de las
transfusiones de sangre en Estados Unidos, anunció el 29 de abril de 2021 en un
tweet que solo utilizaba la sangre de personas no vacunadas... Curioso,
¿verdad?
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 94
¿Podemos confiar en los laboratorios? La respuesta es sí,
rotundamente sí. No obstante, no voy a negar que solo podemos llegar a tener
esta confianza si le echamos imaginación. Mucha imaginación para olvidar que:
• Las grandes farmacéuticas han recibido cientos de
condenas;
• Las grandes farmacéuticas comercializan vacunas contra el
COVID cuyos ensayos no han terminado;
• Las grandes farmacéuticas venden a nivel mundial vacunas
COVID a un precio desorbitado.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 112
Innumerables condenas
para todos los laboratorios
El término «talidomida» bien pudiera parecer el nombre de
una diosa griega, pero hace referencia a un medicamento. También se le conoce
con el nombre de «Softenon» y por haber provocado el primer escándalo sanitario
en los años cincuenta. Vendido como el remedio milagroso contra la lepra y la
gripe, ese producto provocó, entre otros trastornos, malformaciones congénitas
graves en los recién nacidos, sordera, parálisis faciales y anomalías
cardíacas. El laboratorio Grünenthal no declaró la existencia de ningún efecto
secundario en sus documentos. Por tanto, como es lógico, no había ningún
prospecto en las cajas del medicamento. Doble drama: cuando comienza su comercialización,
los doctores decidieron, sin estar al tanto de lo que la molécula provocaba,
prescribirlo alegremente a las mujeres embarazadas. ¿Por qué? Porque el
medicamento en cuestión aliviaba las náuseas.
Hubo que esperar a que nacieran los primeros bebés cuyas
madres habían tomado Softenon para sospechar de sus beneficios y a los años
sesenta para que se estableciera el vínculo entre las malformaciones (además de
otros problemas) de los bebés y dicho medicamento. El producto se prohibió
inmediatamente, pero esta prohibición llegó un poco tarde, ya que 20.000 niños
sufrieron las consecuencias. La mitad de ellos murió antes de cumplir un año y
los otros 10.000 son ahora adultos y aún conviven con las secuelas.
Pero no pasa nada, el laboratorio Grünenthal pidió perdón,
en 2012 exactamente. Dejemos a un lado el hecho de que haya presentado sus
disculpas sesenta años después de haber cometido el delito. No tengamos tampoco
en cuenta que lo haya hecho únicamente después de haber sido pillado.…
¿Por qué he decidido hablarte de este escándalo? Porque
sirvió de base a las legislaciones europeas para reforzar los controles de los
productos farmacéuticos. Porque ha permitido que nunca más se produzca un
escándalo similar. Al menos en nuestros sueños. Y es que, en realidad,
necesitaría unas mil páginas más para citar todos los asuntos que han
enturbiado a los laboratorios, los mismos que supuestamente deben cuidarnos.
Por tanto, solo voy a citar unos pocos.
Desde finales de los años noventa, los opioides han provocado
más de 564.000 muertes en Estados Unidos.1 El OxyContin, por ejemplo, es un
analgésico a base de opioides que tiene la particularidad de ser altamente
adictivo. Más tarde, se descubrió que el laboratorio Purdue Pharma conocía su
carácter adictivo y, a pesar de ello, puso en marcha una agresiva campaña para
promocionarlo.2 Su principal estrategia fue la de desplegar un gran número de
comerciales que visitaban a cientos, qué digo, miles de médicos por todo el
mundo con el objetivo de vender el OxyContin.
Pero no pasa nada, al igual que el laboratorio Grünenthal,
el laboratorio Purdue Pharma se disculpó después. Evidentemente, estoy siendo
sarcástica. En 2021, un juez americano condenó al grupo a pagar 4.500 millones
de dólares a las víctimas y a las instituciones afectadas, es decir, aquellas
que las habían prescrito, a cambio de la inmunidad para sus propietarios.
Ejemplos que demuestran la ética inquebrantable de los
laboratorios hay a patadas. Aquí te dejo dos o tres más, para terminar. El
Vioxx, un antiinflamatorio, provocó 160.000 accidentes cerebrales y crisis
cardíacas además de, al menos, 60.000 muertes solo en Estados Unidos. El
Mediator, un medicamento contra la fatiga y el hambre, provocó alrededor de
2.000 muertes. El Distilbene, prescrito para prevenir los abortos, originó
cáncer en los genitales de aquellas mujeres que lo consumieron, además del
riesgo de padecerlo a las generaciones futuras. El riesgo de padecer cáncer de
mama se duplicó para aquellas niñas que estuvieron expuestas a él en el útero
materno. En lo que respecta a los niños nacidos de la tercera generación, estos
vieron aumentado el riesgo de padecer una enfermedad motora cerebral, además de
experimentar una elevada tasa de prematuridad. Y ya paro.
O no. Porque sería una pena no hablar del escándalo de
Levothyrox, uno de los últimos escándalos que han supuesto una condena para un
laboratorio. Este medicamento, prescrito contra el hipotiroidismo (desajuste de
la glándula tiroidea), funcionaba aparentemente bien antes de que el laboratorio
cambiara la fórmula y olvidara (¡vaya!) informar a sus usuarios. ¿Y cuál es el
problema? Que la nueva fórmula provoca cansancio, dolores de cabeza, insomnio,
vértigos, depresión, dolores articulares, musculares y alopecia, es decir, la
pérdida de vello corporal y de cabello. En definitiva, el laboratorio (Merck)
fue condenado a indemnizar con 3,3 millones de euros a los 31.000 usuarios
franceses que tomaron el medicamento, pero no a retirarlo del mercado...
Actualmente, solo en Francia, cerca de dos millones y medio de pacientes
utilizan a diario la nueva fórmula de Levothyrox, según Merck.
Ahora sí, ya paro, aunque no sin antes abordar el caso de
Pfizer, ese laboratorio cuyo nombre nos es, a la fuerza, tan familiar como el
de nuestros hijos, ya que se trata de la empresa farmacéutica que produce una
de las vacunas más utilizadas del mundo. Hablamos de la vacuna contra el COVID,
por supuesto.
Es preciso decir que Pfizer ha sido condenado en varias
ocasiones por la justicia de diferentes países. Una de ellas fue en 2009,
cuando tuvo que hacer frente a una multa de 2.300 millones de dólares, ¡un
récord! Esta empresa farmacéutica fue pillada llevando a cabo «prácticas
comerciales fraudulentas» y «sobornos» a médicos según el Ministerio de
Justicia americano. Fue en relación, principalmente, a la venta del
antiinflamatorio Bextra, retirado del mercado en 2005 por sus efectos
secundarios. Cuatro años después, el laboratorio fue condenado por la manera en
que vendió este medicamento. Esperemos que su vacuna COVID sea más fiable que
su ética.
En 2012, Pfizer recibió una multa de 60 millones de dólares
por un asunto de corrupción. El laboratorio habría «tomado algunos atajos para
desarrollar sus negocios en varios países de Eurasia, pagando varios millones
de dólares en sobornos a responsables gubernamentales de Bulgaria, Croacia,
Kazajistán y Rusia», según, de nuevo, el Ministerio de Justicia americano.
Del mismo modo, es preciso añadir que la empresa fue acusada
de haber probado antibióticos en niños nigerianos sin el acuerdo de sus padres6
y, anteriormente, haber sobrefacturado medicamentos; su director fue acusado de
hacer declaraciones engañosas sobre sus medicamentos. Y me guardo lo mejor para
el final: también es perfectamente lícito decir que el laboratorio fue
condenado por comercializar válvulas cardíacas defectuosas. Una vez más,
esperamos que su vacuna contra el COVID sea más fiable que su ética.…
Pero si este no es el caso, no pasa nada. Durante las
negociaciones con Pfizer por la compra de su vacuna COVID, la Comisión Europea
se aseguró de que el laboratorio, tras todos estos escándalos, tenía una ética
de hierro. De hecho, el 26 de abril de 2021, la Comisión se tomó la molestia de
responder a la pregunta de una eurodiputada. Esta última se preguntaba si el
pasivo judicial de Pfizer había sido tenido en cuenta en el momento de firmar
el contrato para las vacunas COVID. En esta carta, se podían leer muchas
palabras bonitas con respecto a la investigación de la Unión Europea sobre la
entrega de las vacunas junto a «información fiable acerca de su inocuidad, su
eficacia y su calidad farmacéutica», pero ni una alusión a las condenas del
laboratorio.
Terminaré con el discurso sobre la honestidad de los
laboratorios añadiendo que Pfizer no es el único que ha sido condenado. Todos
los grandes laboratorios, con muy pocas excepciones, han sido sancionados por
la justicia de algún país, entre ellos Pfizer y Johnson & Johnson, es
decir, los principales laboratorios que nos han suministrado las vacunas contra
el COVID.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 113
Una vacuna
comercializada a pesar de no haber terminado la fase de prueba...
Seguro que sabes que, en general, es necesario que pasen
unos diez años antes de que una vacuna salga al mercado. ¿Por qué? Porque en
condiciones normales, tras la fase de investigación, hay que realizar pruebas
con animales y, posteriormente, con el ser humano. Esta etapa es la de los
ensayos clínicos, que llamamos de «fases». Hay tres fases. En cada una de ellas
se afina la investigación y se añade a participantes con el objetivo de
garantizar la seguridad de los futuros usuarios de la vacuna.
La fase 1 evalúa la toxicidad del producto. Implica a pocos
pacientes; normalmente, unas cuantas decenas. La vacuna candidata se inyecta
para verificar que no plantea ningún problema con la cantidad. En otras palabras,
que no mata a nadie. Durante esta fase, se observa también en qué se transforma
el producto dentro del organismo. Esto se llama cinética. Finalmente, esta fase
de ensayo permite definir la dosis que se inyectará más adelante, aquella que
el cuerpo puede tolerar. En condiciones normales, esta fase dura entre uno y
dos años.
La fase 2 evalúa la eficacia de la vacuna candidata. Se
lleva a cabo en una muestra de pacientes más amplia, normalmente entre 100 y
400 personas. En general, es en esta fase donde los laboratorios comienzan sus
ensayos comparativos. Dividen los grupos de pacientes en dos. A un grupo se le
inyecta la vacuna y al otro un placebo (una sustancia sin ningún principio
activo), evidentemente sin que nadie sepa exactamente cuál ha recibido, con el
objetivo de comparar el estado de salud entre vacunados y no vacunados. Esta
fase es la que determina la eficacia de la vacuna. Y es también en esta fase
cuando se ajusta de manera más precisa la dosis que será administrada en caso
de que, finalmente, sea comercializada. Además, se empiezan a recoger posibles
efectos secundarios. Normalmente, esta fase dura entre tres y cinco años.
La fase 3 aumenta aún más la muestra de pacientes. Se lleva
a cabo con varios miles de personas, de diferentes poblaciones y con diferentes
dosis. Dura, al igual que la fase 2, entre tres y cinco años, normalmente.
Pero, en lo que respecta al COVID, los laboratorios realizaron pruebas con más
pacientes. Moderna testeó a 30.000, AstraZeneca a 40.000, Pfizer a 44.000 y Johnson
& Johnson a 90.000, en dos ensayos. Esta fase es crucial, ya que permite
evaluar la relación entre los beneficios y el riesgo de la vacuna justo antes
de salir al mercado; o justo después, en el caso del COVID. Porque, en esta
ocasión, las cosas se hicieron, como quien dice, al revés. Sí, has leído bien.
La vacuna salió al mercado y se inyectó a diestro y siniestro sin haber
terminado la fase 3.
El ministro de Sanidad francés, Olivier Véran, declaró
durante una rueda de prensa en Altos del Sena el 2 de julio de 2021: «Entre
todas las fake news que se oyen, tenemos aquella que dice que la vacuna aún
estaría en fase experimental. Esto es totalmente falso. La fase 3 concluyó hace
meses y está validada. Se han administrado tres mil millones de vacunas en todo
el planeta Tierra, todo se desarrolla de la mejor manera, pueden irse, no hay
nada por lo que preocuparse». ¡Mentira cochina! De hecho, ningún político de
ningún país se pronunció al respecto excepto él. Oficialmente, y por todo el
mundo, los dirigentes dijeron al unísono: «¡Estamos vacunando al máximo!»,
aunque sin explicar que la fase 3 no estaba aún terminada. Increíble, pero
cierto.
Yo, por mi parte, he preguntado en multitud de platós de
televisión, emisoras de radio, en comparecencia en el Senado francés y en la
Cámara de Diputados de Luxemburgo: «Esto... ¿no esperamos a que acabe la fase
3?».
Una preocupación que aumentó considerablemente al descubrir
que no solo no se había llevado a cabo ningún estudio de seguridad
farmacológico, sino que tampoco ninguno estaba en curso. ¿De qué estoy hablando
exactamente? Pues de una serie de exámenes reglamentarios europeos e
internacionales que son obligatorios y que se aseguran de que los efectos del
medicamento candidato no son nocivos para las funciones vitales.
Aún peor que esto es que tampoco se completó el más mínimo
estudio sobre carcinogenicidad. ¿Qué es eso? Casi nada, solo la propensión del
medicamento candidato a provocar cáncer.
Seguimos: tampoco hubo estudio de genotoxicidad a pesar de
estar frente a un producto genético.
Finalmente, tampoco tenemos el más mínimo estudio de
interacción con otros medicamentos. Y es que nadie toma medicamentos, ¿verdad?
Por tanto, el tema no se ha estudiado. No más allá de la farmacodinamica
secundaria, es decir, el impacto que el medicamento candidato puede tener en
lugares no deseados: los daños colaterales.
Algunos dirán que era necesario actuar de manera urgente,
que no teníamos tiempo de tomar todas estas precauciones. Yo digo que lo
urgente era no hacer nada antes de que concluyeran la fase 3 y los estudios que
he mencionado. En definitiva, antes de que estuviéramos seguros de que la
vacuna no es más nociva que la inercia.
Según los datos de la página ClinicalTrials.gov del National
Institute of Health de Estados Unidos, la fecha en la que concluyó el ensayo
clínico de la fase 3 para la vacuna de Moderna, que se corresponde con la fecha
final de captación de datos, fue el 29 de diciembre de 2022. Habría que esperar
al 15 de febrero de 2023 para Pfizer/BioNTech, al 24 de febrero de 2023 para
AstraZeneca y al 31 de marzo de 2023 para Janssen.
Solamente los laboratorios de Moderna y de Pfizer recibieron
la autorización para llevar a cabo sus estudios en menores de dieciocho años.
Sus ensayos clínicos están dirigidos a menores de entre seis meses y once años.
El final de la fase 3 en niños está previsto para el 12 de noviembre de 2023 en
lo que respecta a Moderna y el 24 de mayo de 2024 para Pfizer. Mientras tanto,
no pasa nada, únicamente el 70 % de la población mundial está vacunado.…
Hablemos ahora de un informe de la Asamblea Nacional y del
Senado en Francia, publicado el 9 de junio de 2022.12 «Frente a la urgencia
sanitaria y en busca de la eficacia, la Agencia Europea de Medicamentos ha
puesto en marcha, por primera vez en lo que respecta a las vacunas contra el
COVID19, un sistema de análisis continuo para las solicitudes de autorización
de comercialización llamado rolling review. Los datos obtenidos por los
laboratorios [...] son compartidos en tiempo real con las agencias sanitarias,
con el fin de reducir el tiempo necesario para su evaluación que, normalmente,
dura más o menos un año». Esto significa que las autorizaciones son concedidas
basándose únicamente en la información de los laboratorios. Y, algo así, cuando
se trata de vacunar a toda la especie humana, plantea ciertas dudas...
En ese mismo informe puede leerse también: «Basándonos en
los datos facilitados por los laboratorios, las diferentes vacunas contra el
COVID19 han podido beneficiarse de autorizaciones de comercialización
condicionadas [...]. Este aspecto condicional ha dado origen a numerosas
críticas, ya que algunos ciudadanos han sentido que “formaban parte de un
experimento”. Sin embargo, la concesión de una autorización condicionada debe
responder a numerosas reglas [...]. Se deben cumplir varias condiciones: tener
un informe positivo de la relación entre los riesgos y los beneficios en lo que
respecta a los datos disponibles, además de una probabilidad elevada en cuanto
a la capacidad del laboratorio para facilitar los datos completos tras la
autorización, así como dar respuesta a una necesidad médica no cubierta».
«¿Un informe positivo de la relación entre los riesgos y los
beneficios en lo que respecta a los datos disponibles»? Como sabemos, es el
laboratorio quien facilita los datos, y eso significa que es juez y parte, ¿no?
«¿Una probabilidad elevada en cuanto a la capacidad del
laboratorio para facilitar los datos completos tras la autorización»?
¿Facilitados dentro de cuánto tiempo? ¿Dentro de setenta y cinco años?
«¿Dar respuesta a una necesidad médica no cubierta»? Si
respondemos que sí a este punto, estamos menospreciando los miles de estudios
en todo el mundo, publicados en las revistas científicas más importantes, que
destacan la utilización de la vitamina D, de la ivermectina, la azitromicina o
la hidroxicloroquina, entre otras. Pero prefiero dejar esta cuestión a la
deontología de cada médico y a su juramento hipocrático. Su responsabilidad es
la de investigar por sí mismos y no la de obtener respuestas ya dadas cuando
hay polémica. Por tanto, deben consultar directamente las fuentes, ya que se
trata de la vida de sus pacientes. La historia nos ha enseñado que, siendo
investigador o médico, cabe la posibilidad de que, cualquier día, una corte
penal internacional nos pida rendir cuentas.
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 117
Un precio desorbitado
para una vacuna
OXFAM es una confederación internacional que agrupa a veinte
organizaciones de todo el mundo. Organizaciones que luchan principalmente
contra la pobreza y el hambre. OXFAM es la única ONG que ha sido nominada al
Premio Nobel de la Paz. Fue en 1992. Analicemos lo que ha dicho, o más bien, ha
escrito este organismo durante los últimos meses:
«Pfizer, BioNTech y Moderna, las grandes empresas que han
creado las tres vacunas más utilizadas en la lucha contra el COVID19,
obtuvieron unos beneficios récord de 1.000 dólares por segundo en 2021.
»Los beneficios anuales de estas empresas se estiman en
34.000 millones de dólares brutos, lo que representa más de 1.000 dólares por
segundo, 65.000 dólares por minuto o 93,5 millones de dólares al día. De hecho,
los descomunales beneficios de los grupos farmacéuticos han permitido la
aparición de nueve nuevos multimillonarios.
»En un comunicado de febrero de 2022, Pfizer anunció que la
empresa tenía previsto una cifra de negocios de 54.000 millones gracias a la
venta de las vacunas y de los tratamientos contra el coronavirus en 2022.
»Estas cifras se basan en los últimos informes de las
empresas, que se publicaron durante la cumbre anual STAT, que reunió a los
directores generales de la industria farmacéutica durante los días 16, 17 y 18
de noviembre de 2021».
En resumen: los laboratorios obtuvieron unos beneficios
increíbles, pero, después de todo, por qué no iba a ser así. Ganar dinero no es
en sí algo condenable. Excepto si, leyendo lo que sigue a continuación, nos enteramos
de que (cito textualmente): «Pfizer, BioNTech y Moderna recibieron una
financiación pública de más de 8.000 millones de dólares en el marco de la
lucha contra el COVID19. Aun así, estas sociedades prefieren anteponer sus
intereses económicos al bien común. A pesar de las ayudas recibidas, los
laboratorios siguen obteniendo un margen colosal por la venta de vacunas
facturadas a, al menos, cinco veces su coste de producción. Además, estas tres
sociedades rechazan categóricamente compartir el conocimiento y las tecnologías
con los países en vías de desarrollo que, al contrario de lo que se considera,
disponen de productores competentes para la producción de la vacuna». Para
Albert Bourla, director de Pfizer, el llamamiento a compartir la fórmula de las
vacunas es un «peligroso sinsentido».
¿Peligroso? ¿Para quién es peligroso el hecho de compartir
las herramientas de producción sino para los accionistas de Pfizer? Pero esto
no es todo. Leyendo las columnas del Financial Times durante el verano de 2021,
el 1 de agosto más concretamente, nos enteramos de que PfizerBioNTech y Moderna
aumentan el precio de su vacuna, al menos en Europa. Así, el precio de la dosis
de PfizerBioNTech pasa de 15,50 € a 19,50 €, mientras que la de Moderna cuesta
21,50 € en lugar de 19,50 €. Esta renegociación representa un aumento de un 25
% para la primera y de un 13 % para la segunda. El 24 de octubre de 2022,
Pfizer vuelve a aumentar el precio y, esta vez, la dosis pasó a costar 130 dólares.
¿Tenemos idea del precio de producción de una dosis de la
vacuna de Pfizer? Es de 0,61 €, según el Imperial College de Londres y su
estudio publicado en diciembre de 2020 en la revista Vaccine. Para calcular
este coste se tienen en cuenta las materias primas y los medios de producción,
pero no los costes de acabado del producto, es decir, los viales que contienen
la vacuna y el empaquetado, principalmente. En definitiva, todo lo que rodea al
producto. La revista Alternatives économiques pidió al Imperial College de
Londres que le facilitara esta información. «Puede estimarse que la parte de
llenado y acabado de una vacuna de ARN mensajero supone un coste de 27 céntimos
por cada frasco de diez dosis», respondió el profesor Nilay Shah, director del
departamento de Ingeniería Química, quien se encarga de estas cuestiones. Por
tanto, una vacuna PfizerBioNTech costaría 0,88 dólares y una vacuna de Moderna,
2,29 dólares.
No obstante, el precio de una vacuna no acaba ahí, según
explicó el investigador autor del estudio en el Imperial College, Zoltan Kis,
en las columnas del periódico Le Monde el 9 de junio de 2021: «El precio final
de la vacuna incluye otros elementos como los costes de investigación y
desarrollo, los ensayos clínicos, la distribución, la propiedad intelectual y
los gastos jurídicos, etc. También hay que añadir un margen de beneficio al
precio de venta: algunas de estas compañías han invertido miles de millones de
dólares en el desarrollo de la tecnología de plataformas de vacunas de ARNm a
lo largo de la última década».
Estas explicaciones parecen razonables. Es cierto que una
vacuna no es solamente un contenido y un continente. A favor de los
laboratorios, diremos que existen aún más gastos que hay que añadir al precio
de producción de la vacuna, como el depósito de la patente. La patente es lo
que protege el descubrimiento, por tanto, es imposible pasar por alto este
coste, a menos que quieran compartir su conocimiento, algo que no es su estilo.
El depósito de las patentes cuesta una pequeña fortuna. A modo de ejemplo, las
patentes de las vacunas ARNm de Moderna y PfizerBioNTech costaron 75 millones
de dólares a cada uno de los laboratorios. Pero ocurre que:
1. Estas patentes fueron depositadas mucho antes del COVID,
en 2005 concretamente.
2. Para desarrollar su vacuna contra el COVID, estos dos
laboratorios recibieron más de 8.000 millones de dólares de dinero público.
Casi tenemos la impresión de que estamos pagando dos veces, ¿verdad?
Pequeña digresión para Francia: en el país galo, las vacunas
costaron más de 4.600 millones de euros a la seguridad social en 2021, según el
Cadam. En estas cifras se incluye no solo el precio pagado a las farmacéuticas,
sino también la campaña de vacunación, entre otros. Sin embargo, esta suma está
justificada, al menos según la opinión del ministro delegado encargado de las
cuentas públicas de entonces, Olivier Dussopt, que precisa: «No habrá ningún
tipo de miramiento en lo que concierne al coste de la vacunación. Esta es la
mejor inversión posible para los franceses y para las empresas». Y,
efectivamente, ya nadie tiene el COVID en Francia, ¿verdad? Y lo mismo ocurre
en el mundo entero. Llegados a este punto, es preciso poner sobre la mesa los
328.214 nuevos casos en veinticuatro horas del 7 de enero de 2023, y eso solo
en lo que respecta a Francia. He aquí la prueba de que esta vacuna es «la mejor
inversión posible», ¿no?
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 122
Conclusión
Haz memoria del número de jefes de Estado que proclamaron
que la vacuna contra el COVID nunca, pero nunca nunca, sería obligatoria. Y,
sin embargo, lo es. De manera sutil pero real. Nadie ha tenido una pistola en
la sien que lo obligara a ir a vacunarse, pero no poder tener vida social o no
poder ir a trabajar, o incluso ser despedido definitivamente de su puesto de
trabajo es una obligación camuflada.
Con respecto a los niños, los gobiernos actuaron de otra
manera. Es raro que se impida a un menor ir a la escuela, a sus actividades
extraescolares, al médico o al dentista. Esto estaría mal visto por los padres
y podrían rebelarse.
Y los jefes de Estado son muy conscientes del hecho de que
la población se dejó vacunar sin estar del todo convencida de que la vacuna era
LA solución contra el COVID. Recordemos que hubo miles de manifestaciones en
todo el mundo contra la vacunación. Se tensaron mucho las cuerdas y no llegaron
a romperse, pero, en varias ocasiones, estuvimos cerca. La vacunación de los
niños es, y los presidentes lo saben, el tema que realmente puede enfadar.
¿Cómo explicar si no los múltiples estudios llevados a cabo en todo el mundo
(en Israel, en Estados Unidos, en Quebec, en Suiza, en Italia, en Arabia Saudí,
en Rumanía, en Grecia, en Jordania) que preguntaban a los padres si estarían de
acuerdo en inyectar estas vacunas a sus pequeños? Estos estudios solo buscaban
tantear el terreno para saber hasta dónde pueden llegar los dirigentes con sus
imposiciones.
El 15 de diciembre de 2021 apareció un estudio en JAMA, la
revista científica americana, en el que se preguntaba a los padres si estarían
de acuerdo con la vacunación de sus pequeños. La respuesta fue muy elocuente:
«Solamente el 27 % de los americanos padres de niños de entre cinco y once años
afirmó que desearía vacunar a sus hijos contra el COVID19, mientras que el 30 %
declaró que no vacunaría a sus hijos. Un tercio de los progenitores declaró que
“esperaría a ver” antes de decidir cómo proceder».1 Esto puede explicar el
hecho de que ningún gobierno ejerza ningún tipo de presión, a pesar de que la
vacuna pediátrica ya se haya administrado en algunos países y esté a punto de
comercializarse en otros.
El 30 de julio de 2022, se publicó otro estudio en la
revista Vaccines. En este estudio, se preguntó a los progenitores en Arabia
Saudí acerca de su opinión sobre la vacunación de los niños. Más concretamente,
se les planteó si pensaban (atención a la pregunta) que «la vacunación es más
peligrosa para los niños que para los adultos».
El 16 de diciembre de 2021, siete de cada diez padres
franceses afirmaban que no estaban de acuerdo con la vacunación de sus hijos, según
un estudio de la consultora Elabe.
Finalmente, el 24 de enero de 2022, se publicó un estudio
chino en la revista Vaccines, que resulta ser muy interesante ya que se trata
de un metaanálisis, es decir, de un estudio que reúne varios estudios, 29 en este
caso. Y esto es lo que aparece en él: «La tasa estimada de aceptación de la
vacuna era de un 61,40 %». Eso significa que cerca de un 40 % de los padres,
sin importar su nacionalidad, estaba en contra de la vacuna, algo que
difícilmente puede pasarse por alto.
Por ello, los jefes de Estado comprendieron perfectamente
que sería difícil, y esta palabra no es más que un eufemismo, «empujarnos» a
vacunar a nuestros hijos con vacunas ARNm. En primer lugar, porque sabemos que
no mueren de COVID (excepto en casos rarísimos), pero sobre todo porque
disponen de su propia inmunidad, y también porque no tenemos ningún estudio,
ninguno, que demuestre los beneficios de esta vacunación para la salud de los
niños.
¿Les afecta realmente el virus? En absoluto. Sin embargo,
según el CDC, tras haber recibido una o dos dosis de Moderna o de Pfizer, en
torno a un 10 % de los más pequeños ven perjudicada su salud. Del mismo modo,
entre uno y dos bebés de cada cien han sufrido algún tipo de efecto secundario
que requería de «asistencia médica», según el ensayo clínico llevado a cabo por
Moderna en 1.761 bebés y presentado por la FDA. También sabemos que los niños
mayores corren igualmente un riesgo. Solo en un primer informe que reúne los
datos de entre el 14 de diciembre de 2020 y el 16 de julio de 2021, el CDC
informa de 14 muertes de jóvenes de entre 12 y 17 años.
Y, a pesar de todo, los Estados fuerzan la autorización. El
15 de junio de 2022, la FDA aprobó la autorización para proceder a inyectar a
niños de entre 6 meses y 5 años. Esta autorización fue transmitida
inmediatamente por la directora del CDC, Rochelle Walensky, la misma que
reconoció que su agencia había simulado vigilar la seguridad de las vacunas
durante un año. En un comunicado de prensa, se felicitaba de que la vacunación
de los más pequeños estuviera a la orden del día: «Sabemos que millones de
padres [...] quieren vacunar a sus hijos y, con la decisión de hoy, ya pueden
hacerlo». Mientras tanto, Kathrin Janssen, directora de investigación y
desarrollo de vacunas en Pfizer, confesaba el 11 de noviembre de 2022 en la
revista Nature, justo después de abandonar su puesto: «Comenzamos a pilotar el
avión cuando aún lo estábamos construyendo».
Ahora que ya sabes todo sobre el ARN, ¿dejarás que vacunen a
tus hijos?
Y, en cuanto a ti, ¿continuarás con tu adhesión a las
vacunas?
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 131
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 6
31 de diciembre de 2020).
31 de diciembre de 2020).
9 de septiembre de 2021).
30 de junio de 2021).
22 de julio de 2021).
Alexandra Henrion Caude
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 7
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 31
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 37
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 42
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 50
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 51
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 59
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 62
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 62
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 63
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 71
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 72
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 80
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 85
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 85
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 88
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 94
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 94
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 112
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 113
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 117
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 122
Los Aprendices De Brujo: Todo Lo Que Se Nos Oculta Sobre El ARN Mensajero, página 131
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