Severin Fiala

"La primera vez que escuchamos este fenómeno de las personas con tendencias suicidas, muchas de ellas mujeres, que decidían cometer crímenes de sangre que implicaban la pena capital para, así, evitar matarse a sí mismas y, por tanto, eludir la condena eterna por motivos religiosos, fue en un pódcast en el que participaba la historiadora Kathy Stuart. Nos pusimos enseguida en contacto con ella, que fue muy generosa compartiendo su investigación y enviándonos muchos documentos de interrogatorios reales que había recopilado. Nos conmovió conocer de primera mano las vidas auténticas de mujeres que, si no hubieran cometido estos crímenes, nunca hubiéramos conocido. Mujeres comunes, campesinas, granjeras, con sus aflicciones y sus sueños."

Severin Fiala



"No queríamos hacer una película (El baño del diablo (The Devil’s Bath)) sobre el pasado, porque un film no tiene que ser una lección de historia. Queríamos hablar del presente, no solo de Austria, sino de lo que está pasando en todas partes. Los temas que aborda la película, el de la salud mental y el hecho de que la depresión es, aún, un tabú en muchos lugares, es muy actual. La protagonista, Agnes, es una perfeccionista, una mujer que piensa que nada de lo que hace es suficiente, que nunca va a estar a la altura de lo que la sociedad y los demás esperan de ella, y eso la hace caer en una depresión profunda. Es cierto que ya no vivimos en una sociedad religiosa como la que se muestra en el film, pero en este mundo capitalista no somos mucho más libres: estamos forzados a comportarnos de acuerdo con las normas de una sociedad de la que no podemos escapar.

La película, además, quiere visibilizar, como ha hecho el feminismo en las últimas décadas, esa parte de la historia de las mujeres que se ha mantenido oculta durante siglos, pero desde una perspectiva distinta. Aquí no estamos hablando de la tragedia de unas mujeres acusadas falsamente de brujería y, por ello, asesinadas, sino de un personaje femenino mucho más complejo. Agnes es una víctima, pero, también, la autora de un crimen terrible, lo que la convierte en un personaje mucho más difícil de digerir."

Severin Fiala



"Siempre intentamos filmar en localizaciones reales en vez de en estudios porque es un valor añadido. Es un error usar una casa cliché en este tipo de películas y una localización real aporta un personaje más a la película. Nos enamoramos del ático (que no estaba en el guión) y enseguida empezamos a pensar “¿quién podría jugar ahí?”. "

Severin Fiala




"Solemos decir que somos un monstruo de dos cabezas, pero con un único cerebro compartido."

Severin Fiala























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