Françoise Frenkel

"Aquella noche comprendí por qué había podido soportar la agobiante atmósfera de los últimos años en Berlín… Yo amaba mi librería como una mujer ama, con verdadero amor."

Françoise Frenkel
Una librería en Berlín



"Cuando pienso en los últimos años tan atormentados de mi estancia en Berlín, de nuevo veo ante mí una cadena de hechos alucinantes: los primeros desfiles silenciosos de los futuros camisas pardas; el proceso que siguió al incendio de Reichstag, típica muestra del proceder nacionalsocialista; la rápida transformación de los niños alemanes en larvas excitadas de las Juventudes Hitlerianas; el aspecto masculino de las chicas rubias de ojos azules que desfilaban con zancadas tan bruscas que hacían vibrar los escaparates y temblar los libros que había en los expositores como un sombrío presentimiento; la visita de una madre alemana que lloraba por su hijo, quien acababa de ser felicitado delante de toda la clases y puesto como ejemplo por haberla denunciado por sus opiniones antinazis; o esa otra madre, esta judía, que, con el corazón lleno de dolor, me contó que se había encontrado en la calle con su hijo, de padre cristiano, y como iba acompañado de camaradas hitlerianos hizo como que no la conocía […]

    Recuerdo la aparición de un jefe con cara de robot, cara en la que el odio y el orgullo estaban tan profundamente marcados que en ella había muerto todo sentimiento de amor, de amistad, de bondad, de piedad…

    Y alrededor de ese jefe, con voz histérica, una muchedumbre hechizada capaz de toda violencia y de todo asesinato.

    Visión del nacimiento de ese monstruoso y siempre creciente termitero humano que se extendía rápidamente por todo el país con un siniestro chirrido metálico, termitero de un incalculable potencial de fuerzas colectivas."

Frymeta Idesa Raichenstein-Frenkel conocida como Françoise Frenkel 



"Es deber de los supervivientes rendir testimonio para que los muertos no sean olvidados ni los oscuros sacrificios sean desconocidos."

Françoise Frenkel
Una librería en Berlín




"Lloraba… Suavemente, mis lágrimas, durante tanto tiempo contenidas, empezaron a brotar… Fue como un manantial cálido que iba inundando mi rostro. Saboreé ese líquido amargo y aquellas lágrimas me aligeraron de un peso aplastante.
    Muy discretamente, el soldado suizo se puso en marcha delante de mí portando mi miserable petate, querido compañero de mis sucesivas fugas que contenía todo cuanto había podido traer de Francia, todo, excepto un corazón desolado y exhausto…"

Françoise Frenkel
Una librería en Berlín



"Mirando a aquellas tres ancianas, me preguntaba cómo se habrían figurado que sería pasar entre las alambradas. ¿Habían pensado en las dificultades de la empresa que iban a acometer? ¿Acaso sencillamente las ignoraban o es que se creían que, ya que el mar Rojo había separado sus aguas para dejar pasar a los hijos de Israel, las alambradas se separarían también para hacer sitio a unas pobres viejas en busca de la libertad? ¿Creían todavía en los milagros, tan numerosos en la historia de sus antepasados? ¿Habían olvidado que, desde aquellos lejanos tiempos, su Dios, el Eterno, El Dios del rayo y de la venganza, parecía haber abandonado por completo a su elegido pueblo?"

Françoise Frenkel
Una librería en Berlín










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