"En este instante, los hombres solo pueden colaborar juntos, con sus manos unidas. Solo así se podrá atravesar este oscuro valle."
Jidi Majia
PALABRAS DE FUEGO
Lanzo frases a las llamas
Porque sólo las llamas
Pueden dar libertad a mis frases
Y sólo así puedo ofrecer
Todo lo que soy al fuego
(tanto en carne y espíritu, por supuesto)
En el camino de mis antepasados
Repito un antiguo ritual
La llama ilumina a los seres vivos
Del mismo modo que nos permite vislumbrar
Nuestra afinidad perdida
Mientras lanzo mis palabras a las llamas
Advierto a mis compañeros Nuosu que miran
reteniendo el aliento hacia la oscuridad eterna
Donde los doce hijos de la tribu de nieve [1]
Desfilan sus máscaras y trajes
Su discurso es uno con el silencio
Proverbios y dichos se han deslizado a la tierra
Nunca levantan un eco en el mundo real
Me impacta que la realidad esté muerta
Para estas sombras, pero vive el tiempo todavía
En su alterno reino sagrado,
¿Dónde más sino en esa noche
Puedo ser yo mismo
A saber, el poeta Jidi Majia
El vidente que pocas personas conocen
Porque sólo en este momento
¿Pueden estas llamas, estas palabras en los labios
Llegar a la raíz de la lengua natal de nuestra tribu?
[ 1] Un mito Nuosu dice que la humanidad se originó a partir de los doce hijos de la T ribu de Nieve
Jidi Majia
Marcas en un Megalito
–para una escultura de bronce de W.J.H
Perdóname, este no es momento
Para visitar a tu otro tú
Quien hace algún tiempo se aventuró
En el reino donde la muerte lo reclama todo.
Mucho tiempo antes que ahora encontraste
La resurrección pasando por límite de aros de fuego;
En verdad tu nombre, con todo lo que implica,
Tus andanzas dignas o desconcertantes,
Tu sabiduría y tu fornida forma,
Permanecerán en la memoria de la progenie de los Nuosu.
Aquella era de fuego y sangre te escogió
Y en tanto Nuosu hiciste todo cuanto pudiste
Para tallar tu nombre en un megalito
Como un diestro artesano, tu martillo sonaba
Junto al camino donde la gente caminaba taciturna
A través del cenagal de oscuridad y luz;
A través de un lego, diste santuario a la conciencia,
Escuchaste las campanas de bronce desde lo alto, tañidas cuando las plegarias
De los sabios de Byashylazi, y aprendiste la palabra raíces
En la cual se habían marchitado las leyes de natura.
Nosotros vemos las lejanas montañas como un féretro para nuestras almas
Sin embargo yo sé que nunca rogaste por un rito de pasaje,
Ni ser escoltado hacia ese lugar de descanso eterno
Porque me dijiste cuando aún vivías
Nosotros dos ya no vivimos para nosotros mismos;
Para nosotros, la muerte es sólo un cambio de dirección.
Jidi Majia
Mudd
Mudd, ¿es acaso el nombre de alguien?
¿O se trata sólo de una palabra
Sin significado alguno?
O quizás quiere decir una entidad genuina,
Una de entre las siete billones que pueblan la tierra.
No sé si alguna vez caminaste
Por una calle en un tiempo anterior
Y tuviste que atravesar tiempos de lluvia
O si aún estas aquí abatida y despojada,
Capaz sólo de recoger los restos de los rastros
De algo que parecía perdido para siempre,
O quizás todo esto es sólo una suposición,
Mudd, destinada al toque de los desconocidos
Mientras que el tren que acelera deja la estación
Los ojos de quien se queda nadan en lágrimas
Sin escuchar el golpe del silbato de vapor
Colocada por un instante en un otro lugar.
Por supuesto, puede que esto sea nada más que fantasía
Mudd, quizás nunca exististe
Ni como persona, ni palabra,
Sin estar ahí verdaderamente en el lenguaje,
Sólo una memoria que imaginamos.
Su proporción de verosimilitud es compleja de determinar
Pues existe una brecha temporal, y a través de esta
Sólo vagas, lejanas voces pueden ser escuchadas.
No sé si ni siquiera si es que de verdad alguna vez
Comenzaste tu prolongada y desesperanzada búsqueda.
Si el destino no te hubiese dado otra oportunidad
Cualquier puerta que hubieses abierto
Te habría llevado al eterno vacío, y las sombras
Ahí entonces, se habrían borrado ante las profundidades del tiempo
Sin ceder nunca nada de aquello que necesitaste.
Mudd…¿era algo real o una ilusión?
Pienso que no es necesario buscar evidencia
Pues había un par de turbulentos ojos
En los que viste el brillo del amanecer sobre un desierto;
Destellaban las translúcidas ondas bañadas de rocío y tu rostro
Se rodeaba de emanaciones de otro ser vivo;
En el vaivén de esa falda estaba una flor de ensueño escondida.
Te recordaras a ti mismo, recostado sobre la cálida arena del desierto
Abrevando de la más dulce primavera conocida por el hombre
Y para ti ahora, todo esto basta.
Si Mudd existió importa poco.
Jidi Majia
Si debo morir…
Si debo morir, mándenme de vuelta
A mi lugar de nacimiento, entre furiosas montañas
Déjenme entregarme a las llamas
Tal y como lo hicieron mis ancestros.
Sobre las llamas, el cielo abierto
Nunca fue un reino del vacío,
La armadura aguarda ahí al valiente, una preciosa espada traslúcida,
Una silla de montar tejida por aves, la sal de la lengua madre, semillas devueltas a la tierra,
Panteras y -aún más- piedras celestiales.
Hay susurros que deben ser atendidos
Hechos por el viento soplando a través del trigo,
El ala del sol, pasando sobre la escalera del tiempo,
Las colmenas de las laderas rezumando la divina dulzura,
Un río de cereales, cúmulos de estrellas escondidos en pequeños tarros,
Sobre esas llamas
Mi alma comenzará su viaje.
En cuanto a mi, sólo en aquel lugar
La muerte puede ser un nuevo comienzo… las brasas arden de nuevo
Sobre el camino donde el crepúsculo eterno se extiende
Mi sombra no se detendrá por un instante
Dirigiéndose por el mismo camino que recorrieron mis ancestros
Siguiendo por la ruta de la blancura,
Y antes de que el resplandor me cubra, mi nombre,
Cobijado en su propio oro, brillará.
Jidi Majia
Sol
Al observar el sol, deseo
Con ayuda de sus rayos
Descubrir y despertar a mis ancestros
Al observar el sol, hablo recio
De forma que puedan escuchar
Me dirijo a sus almas
En mi propio lenguaje místico
Al observar el sol, a pesar de las heridas
Y no ser comprendido por otros
Creo todavía
Que la mayoría de la gente pertenece al lado bueno
Al observar el sol, qué maravilloso es,
La marea invisible de las estaciones lame
Mi piel de bronce
Observar al sol siempre me hace extrañar
A aquellos de antes de mi tiempo
Que alguna vez pudieron sentir esta calidez
Y ya no están en este mundo
Jidi Majia
Tierra Prometida
应许之地
Verás, he aquí la tierra prometida.
No es, por supuesto, el regalo que el Señor prometió a los judíos;
ahí no fluyen ríos de leche blanca.
Podría ser una tierra futura, no necesariamente otra utopía,
sino un mundo de vidrio y productos moldeados
diseñado por la era moderna
entre flautas y esferas tradicionales.
Allí, no ha cambiado la distancia entre las estrellas y nuestras cabezas,
pero las estrellas parecen ora cercanas, ora lejanas.
Oh tiempo, has cambiado y acabado
con el séptimo camino rumbo a la eternidad.
En aquel entonces, la única águila aún volaba en las alturas.
Su existir significaba que el sentido de la vida
venía de pruebas dudosas.
La tierra mirada desde la cúspide, oh Planeta.
La escalera inclinada soporta el peso de la cúpula en su determinación.
Es el tablero de ajedrez donde juegan las capacidades de la mente;
las autopistas entrecruzadas brillan con un gris lustroso.
No son los caminos de regreso a casa; los senderos de antaño
han desaparecido en la base del cráneo del vagabundo, nunca más habrá
un niño tocando flauta dulce en las colinas, moviendo las manos.
Su rebaño de ovejas desapareció en el ayer.
El reflejo del cañón se derrama hacia el cielo fracturado.
Han cortado los ríos en salchichas de números.
La uniformidad del mundo.
Los gritos erráticos y lúgubres de las trombas de julio, con su llanto incesante
y caprichoso rugen ante los rostros jadeantes en ambas orillas del río.
¿Tenemos acaso que esperar un siglo o un milenio para disculparnos ante
aquellas especies?
He aquí el museo de la central eléctrica construida en unas cataratas;
se ha elogiado por sus variados diseños.
Las piedras de los ríos al descubierto
devuelven silenciosos suspiros hacia el cielo.
Oh Sol, tú que llevas la máscara del cacique
que escucha los gritos del zorro blanco. El ser humano es la medida de toda
la creación.
Un número considerable de monos no tienen el derecho de voto.
Las verdades autoproclamadas solo pueden ser probadas por las generaciones
futuras.
Esto no significa un regreso al pasado, es la vida individual
recordando un espíritu que pereció.
Es el silencio que brinda el yo a la tradición,
y no pertenece a ningún idioma.
No hay sino un solo tipo de deficiencia en cualquier idioma:
describir de manera idéntica las penas de distinta índole.
Los edificios de hormigón tridimensionales en racimos son como bienes
clonados.
son los residuos flotantes del planeta moderno no es deja vu sino más bien
la misma cara.
He aquí el futuro lugar que imaginamos:
han dejado este lugar miles de veces, pero
volverán, porque los espíritus ancestrales todavía están allí.
No se puede decir con certeza si se trata de una responsabilidad o un deber.
Ya no necesitan confiar en su memoria para abrir la vieja puerta de madera;
no es más que una sombra que pervive en los sueños.
Esta es una ciudad inteligente.
Las siguientes generaciones desconocerán por completo,
el nombre impostor. Si el narrador
quiere decírselo, no le resultará necesariamente fácil.
Las manzanas de la ciudad estandarizadas aquí han sido planificadas
cientificamente,
incluso la alimentación básica de todos los días es prácticamente la misma.
Sin ser el castillo de Kafka, para los humanos es la misma cosa.
Los materiales de construcción son como piezas de cristal translúcido,
ya no huelen el aliento de la tierra al respirar, ni el de las cuatro estaciones.
Sus vidas están completamente dominadas por el Internet.
y no hacen falta hechos reales; en cualquier obstáculo que superen,
pueden ver las cámaras de tráfico parpadear en la cúpula.
No más paseos a lomo de caballo por el cañón.
El famoso caballo, Dali Azong, no sobrevive más que en el diccionario;
no escuchará los vítores en la pista de carreras.
En aquel entonces, todavía existían esos caballos de montaña;
además de ser mascotas para los niños en el zoológico,
eran una especie digna de protección.
Quién sabe cuántas alabanzas y honores recibieron:
innumerables guerreros han pasado a la historia por la dedicación de sus
caballos.
El que exista el fabricante de sillas tricolor es algo que ha perdido su valor,
aunque existan sus productos en los museos de la ciudad
y los turistas los miren con admiración; esta no es
la era de los caballos, el halo de los jinetes se ha desvanecido,
y buscar la profecía de la herradura ya no tiene sentido.
Los saludos que envían las aspas de los molinos de viento en las montañas
lejanas
le dicen a una humanidad recién despierta que esta era ha cambiado por
completo.
En aquel entonces, la navegación era más rápida que la actual, pero los
nuevos
medios de transporte pueden llevar a cada uno a cualquier lugar de su antojo.
Es una victoria para la ciencia, una victoria para la tecnología,
pero de ninguna manera una victoria cabal para la humanidad, ya que
hemos perdido a la última persona capaz de entonar una canción de cuna
completa.
Oh tierra prometida por el cristal que ha fundido el tiempo.
No es el temporal de verano; en el lado opuesto, indeterminable,
las lágrimas y la lluvia formaron un eje central inseparable,
convirtiendo agrestes montañas en posiciones de amantes dormidos,
y una poderosa canción popular en voz cada vez más atiplada nos conmueve;
quienes se han alejado de la tradición para sobrevivir en el presente
han olvidado todo el significado que encierran las raíces de las palabras.
No hay lugar en la habitación para el horno; el fuego tenue
solo aparece en los recuerdos de los ancianos, que lentamente se erosionan.
De vez en cuando afloran los recuerdos, llenando las arrugas oscuras
de lágrimas fangosas.
Ay, llamas. Iluminaron ustedes el núcleo de distribución
de la sabiduría correspondiente a un milenio, transmitida de padres a hijos,
que enseña cómo acoger la vida y afrontar la muerte,
haciendo flotar las palabras vivas de la lengua materna en el vacío eterno.
Solo la luz del fuego puede hacer que quienes estén reunidos
alrededor del círculo vean claramente en la oscuridad.
Sin embargo, en esta región de viviendas digitalizadas,
lo que se puede brindar no son necesidades personalizadas.
los pueblos abstractos dominarán el mundo enteramente.
En conglomerados de acero y hormigón
está la futura patria modelada por nuevos materiales.
Si todavía hay un narrador que viva, su mirar
se enfrentará al sol que rueda por aquí,
rindiendo homenaje a todos los seres vivos como lo hacían sus antepasados.
Ahora su voz es la única presencia,
y el esqueleto de su timbre sostiene el horizonte luminoso.
Con su invocación, conmoverá los ríos
porque la solemnidad de las montañas trasciende cada momento.
Todas las formas de vida, incluso la de los insectos diminutos, cerrarán filas,
apresurándose para ser parte de una ceremonia a favor de la vida.
El invocador de hoy en día no es un bimo.
Es más bien su llamada la que encontró camino
a partir de este castillo de malla tejida,
aunque este no conduzca
a nuestro mundo tradicional en peligro de extinción,
pero nos dejó ver los cielos de la arquitectura Chuandou desaparecidos hace
mucho,
y la mítica cuchara de madera del gigante.
Es un templo sostenido por electricidad y ascensores,
y desde cada ventana se puede ver la misma escena.
Se volvió hacia el horizonte siena tostado la mirada del anciano,
que se absorbe en profunda contemplación, pues quiere oír
el trino primaveral del cuco.
Para desenredar las arrugas refugiadas en el tiempo, solo los códigos secretos
del birimbao pueden decirte las vicisitudes del destino y la impermanencia
de la vida.
En la pantalla de su computadora, un niño ve a cazadores furtivos
desmembrar
en el Polo Norte un delfín, y las huellas dactilares de los espíritus asesinos
pintan de rojo la hoja en blanco puesta en el escritorio.
Para apoyar a los que siguen habitando la patria de la humanidad,
hijos o padres ya trabajan incansablemente por todo el país.
Solo pueden regresar a esta supuesta patria ancestral
al final del año, ay, a Dios gracias.
Aparte del dinero que han juntado,
solo pueden traer de vuelta el dialecto de otro lugar.
Después de las bromas, el saludo de la lengua materna se atasca en la
garganta.
No hay trenes que ellos no quieran tomar, pues
los rieles de dinero permiten sobrevivir y viajar a cualquier parte.
Esta es una manzana urbana tridimensional y las normas estandarizadas
pasaron ya a ser un molde universal; imponentes cables eléctricos
conectan montañas transparentes.
Se puede escuchar el zumbido de las máquinas a lo lejos,
la multitud del empleo colectivo está del otro lado del muro-cortina de
cristal,
y sus sombras son ordenadas como unidades fijas.
Oh gente virtuosa de este planeta,
incluso si trabaian en diferentes idiomas y se visten de manera distinta,
¿pueden sus corazones entrar al mismo tiempo
en un túnel completamente iluminado por la justicia y la verdad?
¿Quién creerá que pueden rendir un juicio acertado
entre dos arcos crudos de la realidad?;
¿por qué no dejar que las partes se hundan en el ombligo del todo?
y decir a más personas cómo encontrar puntos en común salvando
diferencias?
Estas cosas endebles son un guijarro, un botón, un trozo de papel,
cuando alguien constantemente te susurra al oído, continua y
bondadosamente,
el poncho de la suerte caerá del cielo,
y el cuenco de madera perdido en la infancia mágicamente aparecerá.
Las antiguas casas con techos de teja ya no existen,
eran las hijas de las montañas; el humo blanco de chimenea
elevándose en espiral llenó la tierra y el cielo con escaleras rampantes.
Fue la sombra del pedernal del sol la que despertó
a los miembros del clan magnéticos, dormidos en la pelvis y el vientre de las
montañas.
El águila sigue buscando en el vacío silencioso señales de movimiento,
y la hormiga hurga en el suelo, haciendo un ruido sensible.
En el reino de la patata de la lógica en tiempos de hambruna,
la estructura de los átomos del trigo sarraceno amargo salvó a los hijos de un
pueblo.
El origen del maíz despide un olor a tostado en los poemas y las leyendas;
la vida mitad labrador, mitad pastor, fundamento inalterable de los
proverbios,
cuando el recitar la sabiduría llama a la puerta del misterio,
son las llamas las que con alegatos le habla al pueblo
de los peñascos irracionales escondidos en el lenguaje.
Los pimientos rojos en número incalculable, oh patria nuosu
usan pantallas deslumbrantes para llenar cada una de las fachadas
de continuas pinturas rojas en la cúspide del otoño.
Ah, montañas, valles y bosques hechos de palabras en diferentes dialectos,
es más difícil encontrar allí a un extraño que a un pariente.
El que toca el yueqin, esa harpa de luna,
y lleva pantalones tobilleros
entonando canciones de amor en el sendero de montaña vistiendo capa de
fieltro.
El gallo de plumas brillantes al que llama en la cresta la hembra del faisán.
El vellón blanco como la nieve que se amontona en la plaza del pueblo
durante las fiestas de la esquila.
Ah, el gallo de color dorado que todo niño ha criado en su infancia.
El concurso de belleza del Festival de la Antorcha, los criterios de belleza
tradicionales,
el corazón y la apariencia externa se vuelven una sola cosa en el flujo de luz
y sombra.
Ah, las negras ovejas de cría que durante miles de años
han migrado al seguir las epopeyas.
Masticamos las máximas tragadas en nuestras gargantas y estómagos.
En esta tierra la realidad y las sombras han engullido lo absurdo y en el
espejo,
se han convertido en vidas plurales, vidas de carnaval.
En cada noche en que la luz del fuego brilla sobre los ancianos y los niños,
la timidez de la jovencita; la risa furtiva, con la mano en la boca
y los ojos llenos de escenas oníricas; ¡ah, las alas de las aves entre el
birimbao
y el yueqin están a punto de echar a volar!
Recibiendo la nueva vida, por primera vez las sombras de las llamas
dejan asombro por la luz en las pupilas del infante.
Oh, acoger la muerte para acabar atacando el festín de lo absurdo.
Proceder a la matanza de su ganado deja de ser para ellos un juego,
el adiós que realiza la muerte de la vida,
y ninguna otra ceremonia puede superarla,
sus gemidos hacen caer a otros animales con las piedras mortales.
El lenguaje de guijarros y martillos que no pueden ser testigos
de la resurrección de los muertos,
solo aquí, y en ningún otro lugar,
puede percibir el valor de la comunidad para un individuo.
Castigo o redención, no lo sé, pero el aliento de la humanidad moderna sube
y baja
en pasillos acristalados como columna de mercurio,
los senos no se hinchan porque rebosen de leche sino de horrible silicona,
y la reproducción de la vida queda encomendada a probetas blancas.
Que los seres queridos regresen y pateen la cuna del cuerpo celestial como
infantes,
eligiendo la lengua materna no solo para desahogar su mente; entre ellos
está el meollo de las montañas, el cráneo adonde se dirige nuestra mente.
Oh, tal vez no sea esta la edad que imaginamos,
y cada vez menos niños sepan recitar la genealogía de los héroes:
aquellos que pueden dirigir el canto de las procesiones fúnebres se han
convertido
en bestias raras.
Los pasteles de trigo sarraceno más grandes del mundo alimentan a los
débiles
que están hambrientos
y dan un respiro a los necesitados.
Dejen que las lenguas antiguas en las leyes más nuevas
se conviertan en los textos del mundo.
Las pendientes orgánicas de las palabras te bendicen,
¡disipan la suciedad con piedras fundidas al rojo vivo!
Que los que pasen por debajo del cuero de toro tengan una agradable
sorpresa.
Las antorchas de pino silbantes en llamas, la reencarnación de mi padre.
Las montañas a ambos lados de las costillas, las escarpadas laderas de la
tierra
inclinada hacia la izquierda, la montaña de Hetilaba, estanque de fuego: la
silla negra
es un banquete reservado por los adornos de plata. Los descendientes nuosus,
si no lo han olvidado, dan a los espíritus ancestrales una jarra de vino salabo
durante
el Kushi, ¡y las manos de quien hace sacrificios abrirán las entrañas de la sal
y de los licores!
¡Frente al sol eterno, llama y rocía fragmentos de oro y plata!
Las monedas de los dos mundos
entre la línea divisoria entre vida y muerte, las sombras del negro y del
blanco
copulando se desgañitan en una estela de sentimientos.
Solo el ave de la rama divina se queda con la copa de plata.
No es progreso absoluto y tampoco es
un atraso en el sentido moderno de la palabra.
Oh, has dado suficiente agua
pero te has llevado la poca sal que había.
Sin las borlas rojas del ágata del alma,
¿para qué sirven las fuentes más activas?
Hay innumerables escalones de cemento bañados en la luz del sol,
pero aquí no se oye el balido de las cabras negras.
Oh, ¿qué ojos en la distancia están cubiertos del polvo
que levantan los rebaños de cabras cuando estas saltan desde lo alto?
Las cabras negras son sacrificio indispensable en el culto a los antepasados.
Era una época inteligente: las almas de las personas
estaban destinadas a vacilar entre ir adelante o atrás
en los interminables cañones de la vida y la muerte,
y volverían al campo abierto a buscar la alfombra nupcial de todos los seres
vivientes.
subiendo desde lo más bajo del acantilado hasta los lugares más altos,
cayendo, practicando la lucha libre, montando a caballo, compitiendo
en esos viejos torneos.
Quizá sea solo volviendo a los órganos del cuerpo dorado
que los hijos de la humanidad podrán enarbolar las banderas de la
masculinidad
y de la creatividad.
He aquí la tierra prometida, escondida en otra latitud del universo;
No es una existencia real, corresponde a lo desconocido,
un territorio abstracto y sin nombre del río temporal.
Montañas, gente descalza, armaduras, trigo sarraceno,
Molino de piedra, cuencos de cuero dorado, yueqines, mabu,
cuchillo del tesoro, copas de garra de águila, pilares de piedra que sostienen
la vasija.
Nudos del héroe, cera de miel, mantra para el envío del alma, fieltro blanco,
viento de montaña, genealogía, proverbios, epopeyas,
amuletos, ley consuetudinaria, liberar almas del purgatorio,
llamas, pistolas, nombres vinculados de padre e hijo, licor, primas,
parientes consanguíneos, matrimonio, águilas sagradas,
sabios, sillas de montar, vestimenta,
tradiciones, Festival de la Antorcha, guerreros, campos de cremación,
migrar libremente, dignidad, muertos,
Quienes tiene el valor de encarar la muerte
y veneran el color negro, y son sinceros, apasionados,
animistas, que hacen juramentos, intiman con la carne y la sangre,
identidad, reconocimiento, solemnidad, perspectiva, valentía.
Ellos saben por qué la gente sigue viviendo:
para desprenderse de la cauda que la nada añade al cometa,
no es una superstición científica, pues la adivinación de los pueblos, son las
deidades quienes la controlan,
y por lo general, las únicas que pueden confirmar las profecías de las
deidades son las personas.
He aquí la tierra prometida, y la raza humana necesita algo de tiempo
para poder entrar en su estación de alta velocidad, transparente como el día.
Esos habitantes son los futuros descendientes de esta raza;
no tienen otra opción porque solo pueden adquirir
el poder del asombro, el salvajismo y la ira de su propio despertar.
Oh tierra prometida, en ese tiempo
su poeta aún podría estar vivo; yo creo firmemente,
aunque siempre esté de pie en una posición fija y aunque cante
la antorcha en su mano iluminará el mundo.
Si decimos que ya hemos visto ese futuro,
como hermanos gemelos en la estación del tiempo,
uno de cara al cielo, el otro de cara a la oscuridad,
y entonces el mundo se vuelve muy pequeño,
el agua helada del Artico corre por tu frente, el claro de luna
en el Sahara queda embarazada en una maleta.
Y ese día es precisamente cuando hay que acoger y despedir
a los espíritus ancestrales.
No solo los vivos están sentados allí en círculo; cuando el licor
en el fondo del cuenco de madera llega a los labios, un rayo
que trae al mismo tiempo dolor y placer
corona el bien en la naturaleza humana. Deja entonces que el mal comience
a morir
al momento de nacer, deja que la bondad sea en adelante la única virtud
y las cosas lamentables, deja unas cosas lamentables para el futuro,
y no uses la azada
para hacerles daño porque las diversas especies variopintas
han existido durante millones de años más allá de los campos.
El pesar y las situaciones por las que han pasado no son nuevos,
es solo que en este siglo han sobrepasado por mucho los del pasado,
y desafortunadamente, lo primero que olvidan los animales
son las desgracias que a sus congéneres les han sucedido.
Deja que una vez más regresen a la matriz de la humanidad,
que las estrellas y el eterno sol paterno demuestren
lo que Russell predijo a la gente del futuro.
Y que distintas lenguas maternas renazcan en la aritmética, por sus diferentes
formas
de pensar en lugar de doblegarse ante el pragmatismo de la racionalidad
instrumental.
Solo cuando la raza humana sea devuelta a la naturaleza iluminada por el
fuego de las antorchas
y cuando cada rostro esté cubierto de bronce oxidado
hollarán los pasos del baile Duoluohe los ritmos secretos de la tierra,
y el trapo rojo en la cabeza del toro proclamará que el poder de la naturaleza
y el deseo primitivo del hombre volvieron a unirse en la temblorosa colmena.
¡Vuelvan al tálamo de la tierra! Incluyan en el peso la fertilidad de la gente:
también es la celebración de la humanidad, y por supuesto, también es la
celebración del pueblo.
Oh tierra prometida, espero que en ese tiempo
las personas sigan siendo parte de este mundo.
Jidi Majia
Traducción de Françoise Roy
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