Jozo Zovko

"Con las apariciones se presentaban cruces, sufrimientos y dificultades. Pronto me sentí dispuesto a lo que viniera. Recuerdo que me llevaron a prisión como se lleva un malhechor. Cuando encontré en mí la certeza que buscaba, en relación con las apariciones, me sentí dispuesto – aun conociendo mi debilidad –  a atestiguar mi fe, aún a costa de mi propia vida. Cualquier cosa que hubiese hecho, en vez de quedarme allí, habría sido para mí como el beso de Judas. Pensé que por este don a nuestro tiempo, a la parroquia, a mi pueblo, a la Iglesia entera y al mundo, debía soportar estos sacrificios. Nada alteró mi serenidad, nada pudo provocarme, a pesar de que ellos tienen métodos que saben utilizar muy bien. En realidad Dios estaba conmigo, ni interrogatorios, ni torturas, me hicieron desfallecer. Después me sentí feliz, más satisfecho y seguro de mí mismo. En fin, fue para mí una experiencia de misericordia desde el primer momento."

Jozo Zovko



"El domingo después de misa pedí a los parroquianos que vinieran por la tarde: la iglesia se llenó y les dije: “Nuestra fe no puede ser una simple curiosidad. Tenemos a Jesús aquí. No dudamos que Cristo está presente en la Eucaristía, pero yo dudo mucho que la Virgen esté en la montaña. Si verdaderamente se aparece, no hay que tener miedo, lo demostrará con signos. Vamos a rezar para que el Señor nos haga ver”, y comenzamos a orar. Pero cuando llegó el momento de la aparición les dije: “Vayan a casa, no vayan a la montaña”. Salí tras ellos y nadie me obedeció. Todos estaban en la montaña. Me quedé muy triste y regresé a la iglesia. Abrí la Biblia y comencé a orar, por una señal: “Señor, Tú me has acompañado, me has manifestado siempre tu presencia, pero ante esta prueba tan dura, necesito una señal muy clara, como la que le diste a Israel cuando Moisés golpeó con el cayado y brotó agua”. En ese momento, me responde una voz interior que me dice: “Sal fuera y protege a los niños”. Yo lo siento claramente. Dejo la Biblia sobre el banco, salgo de nuevo y me topo con los seis niños, que vienen corriendo y llorando, muy asustados, porque les perseguían los militares para detenerlos. Me pidieron que los escondiese, y les dije: “Vayan a la sacristía y oren”. Enseguida llegaron los militares, y uno de ellos preguntó: “¿Has visto a los niños?”. Yo respondí: “Sí, los he visto”, y salieron corriendo al Podbrdo, sin preguntar nada más. Un día después la parroquia estaba de nuevo llena. La gente estaba asustada y los comunistas, inquietos. Entonces uno de los niños vino corriendo: “Padre, tengo un mensaje para la parroquia”. Lo agarré y lo puse de pie en el altar. Venía corriendo descalzo y sus huellas se quedaron marcadas sobre él. Él dijo: “La Gospa les pide que oren unidos, y Ella les protegerá”.

Esa semana los llevaron a Mostar, los interrogaron y los amenazaron. Les dijeron que si seguían diciendo que veían a la Virgen, irían a la cárcel, que sus familias se quedarían sin trabajo, pero respondieron que no podían mentir, porque la habían visto. Yo nunca más les volví a preguntar."

Jozo Zovko



"El mensaje de Medjugorje se puede resumir en la parábola del hijo pródigo. Es la vuelta a casa. El peregrino, acompañado de la Madre y de la Iglesia, vuelve a la fe. No hay país lejano del que no vengan obispos, cardenales, sacerdotes, religiosos o fieles, y el mensaje que reciben es que Dios ama al hombre, no le deja perderse, y desea encontrar apóstoles modernos que expliquen al hombre que ha sido redimido.

Este gran mensaje es la paz entre Dios y el hombre, y sin conversión no tendrá lugar la paz. La paz no es una idea, una cosa que vuela o que está en el aire. La paz va unida a Dios, y por tanto, encontrarse con Dios y volver a Dios es encontrar la paz. Esto es Medjugorje, una ocasión para reparar la vida poniendo todo lo que Cristo ha revelado. Es aquello que ha sido siempre misión para la Iglesia: anunciar y testimoniar el Evangelio, y hoy Medjugorje es una misión moderna que transmite el Evangelio. No se trata de ideas, sino de vida cristiana en la parroquia, de más compromiso en el día a día."

Jozo Zovko




"Hace veinticinco años era un pueblo campesino con una vida tradicional: se reza, se va a la iglesia, los niños van a la escuela hasta que hacen carrera y salen del pueblo.
Hoy, veinticinco años después, es un fenómeno mundial, un gran movimiento al que viene gente de todo el mundo. Como los aeropuertos de Londres o Chicago, Medjugorje es un aeropuerto mundial de la conversión. Cuando estás en Medjugorje, te parece que todo el mundo está dentro, que todo el mundo es cristiano, católico, porque aquí vienen de todas partes para orar y reencontrase con Dios. Es una gran escuela de vida cristiana, o una clínica cristiana donde se están curando las heridas y enfermedades del hombre moderno, que viene y cambia de vida. La Virgen le cambia la vida, y el hombre regresa a casa llevando luz y salud."

Jozo Zovko



"Los jóvenes videntes llegan al templo a eso de las seis de la tarde, rezan con el pueblo el santo rosario y luego pasan al cuarto lateral. Allí son esperados por sacerdotes, religiosas y algunos enfermos. Sobre la mesa colocan objetos para ser bendecidos por la Virgen (rosarios, cartas, crucecitas, medallas, etc.) De pronto perciben una luz, caen de rodillas y entran en seguida en diálogo con la Madre celestial. Las personas que los acompañan en este momento no ven ni oyen nada, solo captan que el semblante de los muchachos cambia, ven mover sus labios como si realmente hablaran con una persona, sus ojos permanecen atentos y muy abiertos, dirigidos a un mismo punto, sus rostros irradian una gran paz y un brillo celestial. A veces sonrien, reflejan tristeza o lloran; luego, al terminar la aparición, la Virgen se reintegra a la luz y desaparece."

Jozo Zovko



“Me alejé de Medjugorje cuando él me pidió que lo hiciera, yo respeto a mi obispo, y nunca diría nada en contra de él; He optado por no juzgarlo.”

Jozo Zovko





“No he sido desobediente, cuando el obispo me prohibió ir a Medjugorje o hacer otras cosas, respeté su decisión y dejé de ir a Medjugorje o de hacer lo que indicaba, porque nunca actuaría en su contra. Pero, sinceramente, hay una cosa a la que no puedo renunciar, y es dejar de hablar de la Virgen. Si tengo que elegir entre la cárcel o anunciar, ser perseguido o anunciar , estar en silencio o dar testimonio, he decidido darlo. ¿El obispo y yo? muchas personas se sorprenderían de saber que nunca hemos hablado personalmente, nunca ha tenido ningún interés en conocer mi experiencia u opinión sobre Medjugorje.”

Jozo Zovko




“Sal y protege a los niños, yo te diré después que hacer.”

Jozo Zovko



“Tenemos que ser prudentes. Si se trata de Dios, Él estará a la altura y se mostrará claramente, pero si no es de Dios, tiene que ser detenido a tiempo..”

Jozo Zovko














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