"¡Qué sencilla, placentera y dulce puede ser la vida! Un poco de viento, un poco de lluvia, mucho sol y mucho amor...y los pájaros de anteojos, los bulbuls, papamoscas, gorriones, halcones, cardenales, palomas torcaces, cuervos, urracas de pecho blanco, lémures, el susurro de hojas de los árboles... y la música arrulladora del mar, muy cerca en este pequeño Edén, bien lejos el sonido de las caracolas. Y sobre todo, gracias a Alá, con la temporada de lluvias, barro, mosquitos y el calor mantuvo a los colonos confinados en su isla. Casi nadie abandonó Dzaoudzi, el temido. Ese viernes, como cada mañana, Bacar regresaba de su amado baobab cuando... se quedó quieto, con mirada despreocupada. Mudo, observó rastros infinitamente extraños y sospechosos que marcan la arena mojada, al lado de las olas que venían a morir en la playa. Contó ocho huellas de plantas de pies extranjeros que enmarcaban formas igualmente similares, pero sin dedos ni tacones."
Nassur Attoumani
Le calvaire des baobabs
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