Pablo Gallego Boutou

"Me despierta un sonido constante, preciso y homogéneo. Zumbido de avispa. Migraña. Imágenes desvaídas. Abro los ojos. Abro el ordenador.
El techo quiere desplomarse otro día más. Pienso en el Mache-tes. Los últimos curros me costaron la salud mental, no tengo carácter para currar. No es sano tenerlo. Por lo menos ahorré lo suficiente para un portátil, uno de segunda mano que no tarda mucho en encenderse. Con el sueldo de mi madre tirábamos, pero no desde que pilló la baja. Ahora se lo llevan todo el alquiler y los pufos de mi padre. Queso, mantequilla light Président, tres huevos, dos de ellos cocidos, fiambre de pavo Campofrío, tomate Orlando, una berenjena partida, yogures desnatados en pack de seis, un limón semiforrado de penicilina verdosa.
«Contingencias comunes», eso es lo que ella me dijo. Comenzó a estar así desde que él se fue. Es curioso que el día que murió mi padre yo me pegara un fiestón que flipas y ella cayera en una depresión de caballo. Incluso después de muerto sigue teniéndola atada como a un perro.
Preparo el desayuno y abro con sigilo la puerta de su cuarto. Su respiración es lánguida, deseo que tenga sueños hermosos. Dejo la bandeja en la mesilla, recojo la de la cena. Está intacta. En su cara hay zanjas, las veo a través de la penumbra. Líneas nuevas escarbando la pena. De repente, un espasmo. Mamá, la tristeza es como el frío. Busquemos leña. Pero ella murmura algo incomprensible y se da la vuelta hacia el espejo. Cada quien intenta quitarse la correa como sabe."

Pablo Gallego Boutou
Bar Urgel

















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