Le pregunté al padre Bede: '¿Cómo puedes cantar un mantra
hindú en un ashram católico?'. Él me contestó: 'Precisamente porque es
católico. Católico significa universal. Si excluye algo que es un camino hacia
Dios, no es católico, sino una secta'.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 12
Desde 2005 a 2010, fui director del Perrott-Warrick Project
para investigar capacidades humanas y animales inexploradas, fundado por el
Trinity College, Cambridge. Los resultados de esta investigación me han
convencido de que nuestras mentes se extienden mucho más allá de nuestros
cerebros, como hacen las mentes de otros animales. Por ejemplo, parece haber
influencias telepáticas directas de unos animales a otros, y de unos humanos a
otros, de humanos a animales y de animales a humanos. Las conexiones
telepáticas ocurren generalmente entre personas y animales que se hallan
vinculados emocionalmente. Tales fenómenos psíquicos son normales, no
paranormales; son naturales, no sobrenaturales; forman parte del modo de
funcionar las mentes y los vínculos sociales. A veces se denominan
'paranormales' porque no encajan en una comprensión estrecha de la realidad.
Pero los fenómenos en sí mismos pueden estudiarse científicamente y tienen
efectos medibles. Consisten en interacciones entre organismos vivos y entre
organismos vivos y su entorno. Ahora bien, en sí mismos no constituyen
fenómenos espirituales. Hay una distinción entre el ámbito psíquico y el ámbito
espiritual. Los fenómenos como la telepatía revelan que las mentes no se hallan
confinadas en los cerebros; estamos abiertos también a conexiones con una
consciencia mucho más grande, una realidad espiritual más-que-humana, la
llamemos como la llamemos. Las prácticas espirituales nos ayudan a explorar
esta cuestión por nosotros mismos.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 12
Hay una distinción entre el ámbito psíquico y el ámbito
espiritual. Los fenómenos como la telepatía revelan que las mentes no se hallan
confinadas en los cerebros; estamos abiertos también a conexiones con una
consciencia mucho más grande, una realidad espiritual más-que-humana, la
llamemos como la llamemos. Las prácticas espirituales nos ayudan a explorar
esta cuestión por nosotros mismos.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 13
La existencia de la consciencia humana se ha vuelto cada vez
más problemática para los materialistas, quienes parten del supuesto de que
todas las cosas están hechas de materia inconsciente, incluso los cerebros
humanos. Si es así, ¿cómo emerge la consciencia en los cerebros cuando está
ausente del resto de la naturaleza? A esto se le denomina, en la filosofía de
la mente, el 'problema difícil'.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 17
La anticuada oposición entre ciencia y religión es una falsa
dicotomía. Los estudios científicos que tienen una actitud abierta aumentan
nuestra comprensión de las prácticas espirituales y religiosas.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 11
Sea cual sea su sistema de creencias, las personas que
practican meditación a menudo reciben beneficios que enriquecen su vida.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 23
La meditación no tiene que ver con intenciones ni con
peticiones: tiene que ver con dejar ir los pensamientos.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 24
Para quienes llevan una vida ajetreada, centrada en la
acción, la meditación puede parecer una pérdida de tiempo. Es lo contrario de
nuestra tendencia occidental habitual a seguir el eslogan '¡No te limites a
sentarte ahí! ¡Haz algo!'. Se trata más bien de '¡No te limites a hacer algo!
¡Siéntate!'.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 25
Uno de los efectos de la meditación es un aumento del
autoconocimiento, una mayor conciencia del funcionamiento de nuestra mente.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 25
Aunque las técnicas de meditación se desarrollaron en el
seno de las tradiciones religiosas hindú, budista, jainista, cristiana, judía,
islámica, sikh y otras, la meditación puede practicarse también con un espíritu
secular, sin ningún marco religioso, y en el mundo occidental moderno se
utiliza generalmente en esta forma no religiosa, ya sea a través de distintas
formas derivadas de la meditación hindú, como la Meditación Trascendental, o de
la meditación budista, como en la meditación mindfulness. Estas técnicas se
enseñan ahora abundantemente en las escuelas, en las empresas, a miembros de
las fuerzas armadas estadounidenses y otros lugares, también a prisioneros, y a
políticos. Docenas de miembros del Parlamento británico han aprendido técnicas
de mindfulness, y se reúnen semanalmente para meditar juntos. Debido a sus
beneficios terapéuticos, la meditación mindfulness se recomienda ya en el
sistema sanitario británico para quienes sufren depresión leve o moderada, ya
que se ha hallado que es más efectiva y barata que los largos seminarios de
fármacos antidepresivos.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 26
La primera evidencia real de prácticas meditativas se
remonta a alrededor del 1500 a.C., con la imagen de una figura sentada en la
posición del loto en un sello encontrado en la India. Parece razonable aceptar,
como hacen muchos indios, que los protoyoguis meditaban en los Himalayas y en
otras partes, desde varios miles de años antes de los textos que se refieren a
la meditación, como las Upanishads, que se escribieron alrededor del 800 a.C.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 28
Igual que millones de personas, noto que la meditación tiene
un efecto calmante, me ayuda a pensar con mayor claridad y me hace más
consciente del funcionamiento de mi mente. De vez en cuando, de manera
impredecible, tengo momentos de una gran paz y un gran gozo.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 32
La meditación ayuda a que nuestra mente se acerque a la
realidad última, que es consciente, amorosa y gozosa. Nuestras mentes derivan
de Dios, y participan de la naturaleza de Dios. A través de la meditación
podemos llegar a ser conscientes de nuestra conexión directa con esta fuente
última de nuestra consciencia, cuando no estamos distraídos por pensamientos,
fantasías, miedos y deseos. Y este contacto con la consciencia última es
inherentemente gozoso.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 45
La ambigüedad del budismo secular Hay una ambigüedad
inherente en el movimiento moderno de meditación. En un extremo se halla el uso
de la meditación como una técnica que se puede aprender para reducir la presión
arterial, disminuir el estrés, ayudar a sanar, prevenir la depresión, y
proporcionar una mayor comprensión psicológica. La meditación puede ayudar a la
gente que tiene una vida agobiante. Hay numerosas pruebas científicas de todo
esto. Mindfulness parece totalmente compatible con la filosofía del
materialismo científico, que sitúa la mente dentro de la cabeza. Desde este
punto de vista, la meditación es como ir a un gimnasio mental para realizar un
ejercicio regular. Por otra parte, la tradición hindú y la tradición budista
parten de una concepción de la realidad totalmente distinta. Ven el mundo lleno
de sufrimiento, dolor y conflicto. El único modo de llegar a ser libre es
mediante la liberación espiritual. Los practicantes pueden huir del mundo del
sufrimiento mediante una especie de despegue vertical, dejando tras ellos los
ciclos de nacimiento y muerte. En la liberación o iluminación, la consciencia
del vidente se hace una con la consciencia que subyace al universo. Pero en la
tradición budista Mahayana, como en el Tíbet, quienes alcanzan este estado de
liberación, o budeidad, son animados a convertirse en bodhisattvas, volviendo
voluntariamente después de la muerte a otra vida humana, mediante el
renacimiento, para ayudar a liberarse a los seres sintientes. Los hindúes
piensan en esta consciencia como la consciencia de Dios o Brahman. Esta
realidad última es sat-chit-ananda. Sat significa 'ser', chit ' consciencia o
conocimiento', y ananda 'gozo'. Esta consciencia última incluye al conocedor
–el fundamento consciente del ser– y a lo conocido, y el gozo de conocer y ser.
En la medida en que los practicantes experimentan sus mentes absortas en el ser
de Dios, son dichosos, pues Dios es dichoso. La descripción budista de la realidad
consciente última es el nirvana, la iluminación o la liberación de la
existencia encarnada, la absorción en el gozo y la libertad. La meditación no
es un fin en sí misma, sino parte de un sendero que puede conducir a la
liberación. Las tradiciones hindú y budista, como otras religiones, dan por
supuesto la existencia de ámbitos de la consciencia mucho más allá de lo
humano. Ven la consciencia humana como derivada de una fuente consciente última
y conectada con ella. En contraste con esto, para los materialistas todo está
en el cerebro. No existe algo así como un vasto ámbito de consciencia más allá
del nivel humano. Esto es una ilusión, un sistema de creencias irracional. La
mayoría de los practicantes seculares de meditación puede que no caigan en la cuenta
de este conflicto. Su atención está puesta fundamentalmente en sus propias
vidas. Pero el movimiento del Budismo Secular explicita esta ambigüedad. Los
budistas seculares son practicantes que utilizan técnicas budistas, pero
rechazan el budismo como religión. Se distancian de los mitos acerca del
nacimiento del Buda y de las creencias en multitud de bodhisattvas, dakinis y
otros seres espirituales. Rechazan la idea de que el nirvana esté en algún
sentido 'ahí fuera' y exista independientemente de las mentes humanas.
Interpretan la vida del Buda como la de un filósofo que enseña un modo de vida,
más que como un líder religioso.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 45
La mayoría de los meditadores, es probable, simplemente
hacen lo que hacen y no están motivados para involucrarse en este debate. Pero
esta no es solo una cuestión teórica, afecta a la motivación de las personas.
¿La meditación tiene solo que ver con mejorar la salud y la condición física,
aumentar la capacidad de una persona para conseguir lo que quiere en el mundo?
¿Mi meditación no tiene que ver más que conmigo? ¿O tiene que ver con unirse a
un ámbito de la consciencia más elevado, más-que-humano? Las mismas cuestiones
se plantean respecto a los beneficios físicos y mentales de la meditación. ¿Se
deben solo a la fisiología de la respuesta de relajación y a los cambios en la
actividad cerebral y la anatomía cerebral? ¿O, además, algunos de esos
beneficios fluyen a partir de la conexión con un fundamento de la conciencia
que se encuentra más allá de los seres humanos individuales? Las personas
religiosas reconocen esta conexión con una consciencia mayor, así como su
potencial transformador. Los humanistas ateos y seculares no lo hacen. Pero si
siguen meditando, su comprensión puede cambiar, como yo mismo descubrí. Los místicos
de todas las tradiciones religiosas han tenido experiencias directas de estar
conectado con, o absorto en, una consciencia más-que-humana. Los ateos afirman
que estas experiencias son ilusiones producidas dentro de los cerebros;
presuponen que no pueden remitir a algo que esté más allá del nivel humano.
Pero… ¿por qué no confiar en estas experiencias directas, en lugar de
rechazarlas? Después de todo, el único modo de tener conocimiento acerca de la
consciencia es a través de la propia consciencia. Y sabemos que una consciencia
puede unirse a otras consciencias, como en nuestras relaciones. A través de la
meditación y las experiencias místicas, nuestras mentes conscientes conectan
con mentes más-que-humanas, y en última instancia con la fuente de toda consciencia.
Igual que podemos entrar en una especie de resonancia mutua a través del amor y
compartiendo actividades, del mismo modo podemos entrar en resonancia con
mentes más-que-humanas, cuando no estamos preocupados con nuestros propios
deseos, fantasías y miedos.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 49
Si meditas de manera regular, comenzarás un viaje que puede
llevarte mucho más allá de tus creencias y limitaciones, y hacerte una persona
más feliz y más sana.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 51
En cuanto dejamos de dar casi todo por supuesto, empezamos a
darnos cuenta de que podemos estar agradecidos por casi todo.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 53
Desde el año 2000 más o menos, la gratitud se ha estudiado
científicamente gracias al crecimiento de la psicología positiva. Los
psicólogos han desarrollado cuestionarios y escalas con los que pueden valorar
la gratitud o ingratitud de las personas. Pueden también evaluar su bienestar y
su felicidad. Un estudio tras otro ha ido mostrando que las personas que
habitualmente son agradecidas son más felices que las que habitualmente son
ingratas; se deprimen menos y están más satisfechas con sus vidas, se aceptan
más a sí mismas y tienen un mayor sentido de propósito en la vida. 85 Son
también más generosas.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 59
La práctica de la gratitud nos conecta con el gracioso flujo
del dar y agradecer en el ámbito humano y también con el fluir de la vida en la
naturaleza no humana: con las plantas y los animales, con los ecosistemas, con
la Tierra, el sistema solar, nuestra galaxia y el cosmos entero. Y si estamos
abiertos a ella, la gratitud puede conectarnos directamente con la fuente
consciente de todo ser, de toda consciencia, toda forma y toda energía, a la
que los judíos, los cristianos y los musulmanes llaman Dios, y los hindúes
llaman sat-chit-ananda: Ser-Consciencia-Gozo.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 65
Las ciencias duras no confían en las impresiones subjetivas
por sí solas; quieren ver lo que sucede en el cerebro. En un estudio de
seguimiento, los investigadores de Stanford escanearon los cerebros de los
participantes antes y después de los paseos. Quienes caminaron por entornos
naturales redujeron la tendencia a la melancolía y, como era de esperar, la
región del cerebro más asociada con la melancolía, la corteza prefrontal
subgenual, estaba menos activa en quienes habían caminado en un entorno
natural, lleno de árboles, que en los que habían andado por carreteras con mucho
tráfico.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 72
Cómo la naturaleza
fue separada de Dios
¿Cómo se produjo esta escisión?
Una de sus raíces se halla en la relación entre el pueblo
judío y la Tierra Santa en la que vivían. Las religiones prejudías de Palestina
eran politeístas, tanto con diosas como con dioses, y reconocían muchos lugares
sagrados, incluyendo árboles, arboledas, menhires, montañas, manantiales y
ríos. En las primeras etapas de su vida en Tierra Santa, el pueblo judío siguió
celebrando su culto en los antiguos lugares sagrados. Las cosas empezaron a
cambiar con la construcción del templo del rey Salomón en Jerusalén, que fue
seguido por diversos intentos de suprimir todos los demás santuarios, dando al
templo el monopolio. El Dios único tenía un solo centro. La adoración en las
cumbres, en las arboledas sagradas y en otros antiguos lugares santos se veía
con sospecha, si no con hostilidad violenta. Las religiones precristianas de
Europa, como las religiones prejudías de Palestina, eran politeístas, y había
muchos lugares sagrados. Pero, a diferencia de los profetas y los reyes judíos
que intentaron centrar toda adoración ritual en un lugar sagrado, los
cristianos no impusieron un monopolio. Durante la conversión del Oriente
Próximo y Europa desde el culto a los antiguos dioses y diosas, muchos de los
lugares sagrados tradicionales y de los festivales de temporada continuaron
bajo una forma cristianizada. En la Iglesia celta de Irlanda y Gran Bretaña,
algunos santos locales lograron una notable armonía entre el pasado druida y la
nueva religión, como san Cuthbert (c. 634-687), que fue abad del monasterio de
la isla sagrada de Lindisfarne, pero prefirió vivir como eremita. Según Beda el
venerable (672-735), autor de The Life and Miracles of St. Cuthbert, Cuthbert
predijo muchos acontecimientos futuros, y describió 'qué iba a suceder en otras
partes'. También pasaba algunas noches en el mar. Según un monje que se escapó
por la noche para observarlo secretamente: Cuando salió del monasterio, bajó al
mar, que fluye por debajo, y entrando en él, hasta que el agua le llegó al
cuello y los brazos, pasó toda la noche alabando a Dios. Cuando se acercaba el
amanecer, salió del agua y postrándose comenzó a orar de nuevo. Mientras hacía
esto, otras dos figuras surgieron del mar, y, tendiéndose ante él en la arena,
respiraron en sus pies, y los secaron con sus cabellos, tras lo cual, habiendo
recibido su bendición, volvieron a su elemento nativo. El propio Cuthbert
volvió a casa a tiempo de unirse a los himnos habituales que cantaba con el
resto de los hermanos.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 78
No puedo demostrar que el sol sea consciente; pero un
escéptico no puede probar que sea inconsciente. Desde un punto de vista no
dogmático, la consciencia del sol es una cuestión abierta.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 92
Mi arboleda sagrada favorita en Europa es el santuario de la
Sainte-Baume, en el sur de Francia. En un lado de una colina grande hay una
gruta profunda, en la que se cree que María Magdalena pasó los últimos 30 años
de su vida. Junto a la cueva hay un pequeño monasterio y dentro de la cueva hay
una fuente, la capilla de la santa y un altar. Alrededor de la gruta hay un
antiguo bosque de hoja caduca, con hayas, robles y otras especies que crean un
microclima húmedo, fresco y musgoso, muy distinto de la vegetación seca y baja
de la Provenza que la rodea. Esta arboleda sagrada debe ser muy anterior a su
papel como santuario cristiano, pero el hecho de que fuese cristianizada
aseguró su conservación, y todavía es un lugar importante de peregrinaje.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 107
La forma mínima de una arboleda sagrada es un árbol sagrado.
En la India, muchos pueblos y templos contienen árboles sagrados, a menudo un
pipal tree (Ficus religiosa), también conocido como árbol bodhi, el árbol
debajo del cual se iluminó el Buddha, o un baniano (Ficus benghalensis), otra
especie de higuera, que es el árbol nacional de la India. En Japón, los cerezos
constituyen el centro de los hanami o el acto de contemplar las flores cuando
están floreciendo en primavera. En Tierra Santa, los árboles sagrados incluyen
robles y terebintos. La primera aparición registrada de Dios a Abraham tuvo
lugar en un roble o un terebinto oracular en Shechem, donde Abraham construyó
un altar (Génesis 12: 6-9), y es bajo esos árboles donde Dios se le apareció y
le prometió que Sara, su mujer, de edad avanzada, le daría un hijo (Génesis 18:
1-10). Las fes abrahámicas están enraizadas en las arboledas sagradas. En Gran
Bretaña, los robles eran uno de los árboles sagrados de la religión druida
precristiana, y muchos robles antiguos son tratados todavía de manera
reverencial. Los árboles más longevos en Gran Bretaña son los tejos, también
sagrados en tiempos de los druidas, y los más venerables de esos árboles se
encuentran en los cementerios. En el pueblo de Compton Dundon, en Somerset, el
gran tejo tiene unos 1.700 años. La iglesia misma se remonta unos 750 años, de
modo que el tejo tendría ya casi 1.000 años cuando se construyó la iglesia
junto a él. Los primeros templos griegos eran de madera, y las columnas eran
troncos de árboles. Más tarde, cuando los pilares se hacían de piedra, en las
columnas corintias los capiteles, en la parte superior, estaban grabados con
representaciones de hojas. Las columnas romanas, bizantinas y góticas
terminaban a menudo en hojas talladas, recordándonos los orígenes de las
columnas como troncos de árboles. Y en muchas catedrales góticas, no solo las
columnas y las bóvedas evocan arboledas sagradas, sino que ocultos entre las
tallas hay misteriosos Hombres Verdes, con rostros hechos de follaje, o con
hojas que salen de sus bocas, como espíritus de la vegetación. La metáfora
funcionaba en ambas direcciones: las arboledas sagradas como catedrales y las
catedrales como arboledas sagradas.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 108
La vida diaria contiene muchos elementos rituales más o
menos inconscientes, como el estrechar la mano. La convención decreta que tiene
que hacerse con la mano derecha más que con la izquierda. Grabados en piedra de
la Grecia antigua muestran que esta costumbre se remonta al menos al siglo V
a.C. El estrechar las manos puede haber comenzado como un gesto de paz,
demostrando que la mano derecha no tenía armas. En el mundo moderno es parte de
un breve ritual, como saludo de encuentro y de despedida, de acuerdo alcanzado
o de felicitación.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 135
Los rituales forman parte de nuestra vida. No podemos vivir
sin ellos. Pero podemos decidir en qué rituales participamos y con qué espíritu
lo hacemos. Pueden ser aburridos y un mero hábito. O pueden ser vivificadores,
inspiradores y espiritualmente enriquecedores.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 136
Las leyes eternas tenían sentido en el contexto de una
cosmovisión no evolucionista y una teología no evolucionista. Pero nuestra
cosmología es hoy en día radicalmente evolucionista, y muchos científicos
rechazan la idea de una mente inmaterial, que todo lo impregna y que sostiene
las leyes de la naturaleza. No obstante, las leyes eternas siguen siendo el
presupuesto científico por defecto, porque la mayoría de los científicos cree
que no hay alternativa. Pero desde comienzos del siglo XX, algunos filósofos y
científicos han sugerido que las leyes de la naturaleza podrían evolucionar,
del mismo modo que evolucionan las leyes humanas. Ahora bien, utilizando una
metáfora menos antropomórfica, las llamadas leyes de la naturaleza podrían ser
más bien como hábitos. Puede que la memoria sea inherente a la naturaleza. Las
estrellas, los átomos, las moléculas, los cristales y los organismos vivos
puede que se comporten como lo hacen porque sus predecesores se comportaron de
ese modo antes. Es posible que cada especie biológica tenga una memoria
colectiva de la que cada individuo extrae contenidos y a la que contribuye. Los
instintos podrían ser como hábitos de las especies. Una joven araña puede que
sepa tejer su telaraña de orbe sin que se le enseñe porque ha heredado la
memoria de cómo construir telarañas de las innumerables arañas anteriores. Mi
propia hipótesis es que la memoria-hábito de la naturaleza funciona mediante un
proceso que llamo resonancia mórfica, que implica la influencia de lo semejante
sobre lo semejante a través del espacio y el tiempo. Patrones de actividad o de
vibración similares captan lo ocurrido en patrones similares anteriores. Cuanto
más a menudo haya ocurrido un patrón de actividad, más probable es que ocurra
de nuevo, siempre que las cosas restantes sean iguales. A mayor repetición,
mayor profundidad en los surcos del hábito. Cuando los hábitos están
profundamente arraigados, como el comportamiento de los átomos de hidrógeno o
las moléculas de nitrógeno, parecen inmutables, como si estuvieran gobernados
por leyes eternas. Si tenemos en cuenta solo fenómenos establecidos desde hace
mucho tiempo, es imposible decir cuál es la diferencia entre leyes eternas y
hábitos establecidos hace mucho tiempo, porque en ambos casos los mismos
fenómenos ocurren de modo muy parecido una y otra vez.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 137
La resonancia mórfica
¿Por qué está tan extendida la creencia de que la eficacia
de los rituales depende de su similitud con el modo en que se han realizado
antes? La manera de entender los rituales depende de nuestras presuposiciones
acerca de la esencia de la naturaleza. Las actividades rituales están
relacionadas con ideas profundamente arraigadas respecto a cómo las mentes y la
naturaleza funcionan. Tienen mucho más sentido si la naturaleza, las sociedades
y las mentes contienen una especie de memoria, y menos sentido si no lo tienen.
El presupuesto habitual en la ciencia es que los principios básicos ordenadores
de la naturaleza, las llamadas leyes de la naturaleza, son inamovibles. Estaban
ya presentes, totalmente formadas, como un Código napoleónico, en el momento
del Big Bang, cuando nuestro universo vino a la existencia. Las estrellas, los
átomos, las moléculas, los cristales y los organismos vivos se comportan como
lo hacen porque están gobernados por estas leyes eternas, que son las mismas en
todas las épocas y en todos los lugares. Este presupuesto se fundamentó en la
teología de los siglos XVI y XVII, cuando los fundadores de la ciencia moderna
–Copérnico, Kepler, Galileo, Descartes, Boyle, Newton, y otros– supusieron que
la naturaleza estaba gobernada por el logos, la mente eterna de Dios. Las
eternas leyes matemáticas de la naturaleza eran ideas en la mente atemporal de
Dios. Por eso eran invisibles e inmateriales, aunque presentes en todas partes.
Compartían la naturaleza inmutable, omnipresente y omnipotente de Dios. Las
leyes eternas tenían sentido en el contexto de una cosmovisión no evolucionista
y una teología no evolucionista. Pero nuestra cosmología es hoy en día
radicalmente evolucionista, y muchos científicos rechazan la idea de una mente
inmaterial, que todo lo impregna y que sostiene las leyes de la naturaleza. No
obstante, las leyes eternas siguen siendo el presupuesto científico por
defecto, porque la mayoría de los científicos cree que no hay alternativa. Pero
desde comienzos del siglo XX, algunos filósofos y científicos han sugerido que
las leyes de la naturaleza podrían evolucionar, del mismo modo que evolucionan
las leyes humanas. Ahora bien, utilizando una metáfora menos antropomórfica,
las llamadas leyes de la naturaleza podrían ser más bien como hábitos. Puede
que la memoria sea inherente a la naturaleza. Las estrellas, los átomos, las
moléculas, los cristales y los organismos vivos puede que se comporten como lo hacen
porque sus predecesores se comportaron de ese modo antes. Es posible que cada
especie biológica tenga una memoria colectiva de la que cada individuo extrae
contenidos y a la que contribuye. Los instintos podrían ser como hábitos de las
especies. Una joven araña puede que sepa tejer su telaraña de orbe sin que se
le enseñe porque ha heredado la memoria de cómo construir telarañas de las
innumerables arañas anteriores. Mi propia hipótesis es que la memoria-hábito de
la naturaleza funciona mediante un proceso que llamo resonancia mórfica, que
implica la influencia de lo semejante sobre lo semejante a través del espacio y
el tiempo. Patrones de actividad o de vibración similares captan lo ocurrido en
patrones similares anteriores. Cuanto más a menudo haya ocurrido un patrón de
actividad, más probable es que ocurra de nuevo, siempre que las cosas restantes
sean iguales. A mayor repetición, mayor profundidad en los surcos del hábito.
Cuando los hábitos están profundamente arraigados, como el comportamiento de
los átomos de hidrógeno o las moléculas de nitrógeno, parecen inmutables, como
si estuvieran gobernados por leyes eternas. Si tenemos en cuenta solo fenómenos
establecidos desde hace mucho tiempo, es imposible decir cuál es la diferencia
entre leyes eternas y hábitos establecidos hace mucho tiempo, porque en ambos
casos los mismos fenómenos ocurren de modo muy parecido una y otra vez. La
diferencia entre estas dos interpretaciones se vuelve experimentalmente
observable cuando observamos fenómenos nuevos que nunca antes han ocurrido. Por
ejemplo, cuando los químicos hacen un nuevo compuesto químico y lo cristalizan,
según la teoría de la ley eterna, debería cristalizar del mismo modo la primera
vez tanto como cuando haga mil veces, o mil millones, porque las leyes
relevantes de la teoría cuántica, el electromagnetismo, la termodinámica,
etcétera, son siempre y en todas partes las mismas. Por el contrario, si los
hábitos se construyen en la naturaleza, la sustancia puede que cristalice muy
difícilmente la primera vez, porque todavía no hay un hábito de formación de
ese tipo de cristal. Pero cuanto más a menudo se hagan esos cristales, más
fácil será que se formen en todo el mundo, a medida que se construye un nuevo
hábito. A través de la resonancia mórfica, la segunda vez que los cristales se
hacen deberían formarse más rápidamente, debido a la influencia de los primeros
cristales, siempre que los demás factores que intervienen sean iguales; la
tercera vez, todavía más rápidamente, a causa de la influencia de los primeros
y los segundos cristales; la cuarta vez, todavía más, por la resonancia mórfica
de los primeros, segundos y terceros cristales, y así sucesivamente. Al final,
esta memoria acumulativa conduciría a su cristalización siguiendo un hábito con
un surco profundo, y la frecuencia de cristalización alcanzaría un límite
superior. ¿Qué ocurre realmente? Es bien sabido que cuanto más a menudo se
hacen los cristales, más rápidamente tienden a formarse en cualquier parte. La
turanosa, un tipo de azúcar, se consideraba un líquido durante décadas antes de
que cristalizase por primera vez en los años 1920. A partir de ahí se formaron
cristales en todo el mundo. Revisando casos como este, el químico americano
C.P. Saylor comentaba que era 'como si las semillas de la cristalización, como
polvo, hubieran sido transportadas por los vientos de extremo a extremo de la
tierra'. No cabe duda de que pequeños fragmentos de cristales anteriores pueden
actuar como 'semillas' o 'núcleos' que facilitan el proceso de cristalización a
partir de una solución supersaturada. Por eso el químico supone que la
propagación de los nuevos procesos de cristalización depende de la
transferencia de semillas de laboratorio en laboratorio, como una especie de
infección. Así, la formación de nuevos tipos de cristales proporciona un modo
de comprobar la hipótesis de la resonancia mórfica. El aumento de la frecuencia
de cristalización debería ser observable, aunque a los químicos que visitan los
laboratorios se les impidiera la entrada y se filtraran las partículas de
polvo. La hipótesis se aplica también al comportamiento. Si las ratas en
Londres aprenden un nuevo truco, las ratas de todo el mundo tendrían que poder
aprenderlo con mayor rapidez, simplemente porque allí las ratas lo han
aprendido. Cuanto más lo aprendan, más fácil debería ser su aprendizaje en
cualquier parte. Hay ya evidencia, por experimentos con ratas de laboratorio,
de que este notable efecto ocurre. Del mismo modo, debería ser más fácil para
las personas aprender lo que otras personas han aprendido ya, y hay evidencia
científica de que es así. La clave de la resonancia mórfica es la similitud. Su
efecto usual es reforzar las similitudes, que conducen a la elaboración de
hábitos. Por el contrario, los rituales implican lo inverso de este proceso. En
los rituales, los patrones de actividad se representan de manera consciente y
deliberada, del mismo modo que se realizaban antes. En los hábitos, la
presencia del pasado es inconsciente; en los rituales, es consciente. A través
de la resonancia mórfica, los rituales traen el pasado al presente. Cuanto
mayor sea la similitud ente el ritual presente y el pasado, más fuerte será la
conexión resonante. De este modo, la resonancia mórfica proporciona una
explicación natural de la cualidad repetitiva de los rituales hallados en las
tradiciones de todo el mundo, e ilumina el modo en que los rituales conectan a
los participantes actuales con todos aquellos que han realizado el ritual
anteriormente, remontándose hasta la primera vez que se llevó a cabo. Ahora
bien, los rituales no solo tienen que ver con conectar a través del tiempo;
tienen que ver también con la apertura al ámbito espiritual en el presente, del
mismo modo que la gente se abría a este ámbito en el pasado. Repetir las mismas
acciones ayudará a producir el mismo tipo de conexión espiritual.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 136
Las pruebas fósiles sugieren que la capacidad de producir
sonidos protomusicales podría haber evolucionado desde hace 1.800.000 años, en
el Homo ergaster y el Homo erectus, quienes andaban erguidos y tenían un
cerebro de unos 1.000 centímetros cúbicos (cc), no muy inferior a la media
moderna de 1.400 cc. Su tórax con forma de barril y sus capacidades vocales
realzadas, junto a sus conductos auditivos similares a los de los humanos
modernos, sugieren que los sonidos de sus voces eran ya de gran importancia
para su vida social. Hace unos 700.000 años, con el surgimiento del Homo
heidelbergensis, apareció un tracto vocal totalmente moderno, junto con oídos
que eran sensibles al máximo a los sonidos en la gama de la palabra y el canto.
Nadie sabe cuándo las sociedades humanas descubrieron por primera vez el poder
del movimiento sincronizado y de la realización de sonidos. Los primates no
humanos no tienen la capacidad de cantar juntos con un ritmo constante, aunque
los chimpancés y los bonobos a veces hacen breves arranques de llamadas
sincronizadas. En cuanto los protohumanos desarrollaron esta capacidad, cantar
y danzar probablemente surgieron juntos. Coordinando sus sonidos y sus
movimientos, descubrieron un poder por el que el todo era más que la suma de
las partes. Esta actividad sincronizada habría tenido enormes efectos sobre los
miembros del propio grupo, y también sobre otras especies. Los depredadores
habrían quedado impresionados por la exhibición del poder del grupo unido.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 148
En el fondo de todas estas teorías musicales del cosmos se
hallaban las enseñanzas seminales de la escuela de Pitágoras en la Grecia
antigua. Los pitagóricos creían que hay números, ratios y proporciones que
subyacen a todo el cosmos. Mostraron también que la música proporcionaba un
puente entre la cantidad y la calidad, entre las matemáticas –los aspectos
medibles de la música– y la experiencia subjetiva. Los intervalos musicales
podrían ser tanto escuchados conscientemente como expresados matemáticamente.
Por ejemplo, si una flauta es el doble de larga que otra, la nota que emite es
una octava inferior. Si es la mitad de larga, la nota es una octava superior.
Lo mismo es válido para la longitud de las cuerdas en un instrumento de cuerda
(si el grosor y la tensión son constantes). Estos principios se aplican también
a nuestras cuerdas vocales, que tienen la forma de cuerdas. 253 La ciencia
contemporánea sigue los mismos principios, pero nos proporciona más detalles
sobre la relación entre la cantidad y la cualidad. Si marcamos el ritmo una vez
por segundo, oímos una serie de golpes que podemos contar. Pero a medida que
los golpes se vuelven cada vez más rápidos, alrededor de 20 golpes por segundo
(20 hercios o Hz para abreviar), ya no podemos contarlos, sino que en su lugar
oímos notas bajas, cualidades más que cantidades. Al aumentar la frecuencia,
las notas son cada vez más altas. En un espectro entre 20 y 20.000 Hz, oímos
las vibraciones como tonos, como cualidades. Sin embargo, también son medibles
cuantitativamente, como frecuencias. En el sistema convencional de afinación,
la nota la sobre el do medio se define con una frecuencia de 440 Hz. La nota
la, una octava por debajo, tiene una frecuencia de 220 Hz; la, una octava
superior, 880 Hz. La mecánica cuántica ha ampliado estos principios pitagóricos
hasta las partículas elementales de la materia, que no son algo sólido, sino
más bien patrones de vibración, como lo es la luz. Los átomos, las moléculas y
los cristales son todos ellos estructuras vibratorias. Ciertamente, todo en la
naturaleza es rítmico o vibratorio, incluyendo nuestra propia fisiología, con
nuestras ondas cerebrales, los latidos del corazón, los patrones respiratorios,
los ciclos diarios de vigilia y sueño, los ciclos mensuales en las mujeres, y
los ciclos anuales para todos nosotros. Para los panpsiquistas, pueden existir
muchas formas de mente o de consciencia en la naturaleza, experimentando cada
una de ellas cualidades y sensaciones a su propio nivel. ¿Qué ocurre si los
patrones ondulatorios en muchos niveles diferentes se volvieran conscientes,
desde los más pequeños, en las partículas subatómicas, hasta los más grandes,
en los cúmulos galácticos y en todo el cosmos? ¿Qué pasa si la cualidad, es
decir, los sonidos, y la cantidad, digamos las frecuencias y las amplitudes,
van unidas en todos los niveles de complejidad, no solo en las mentes animales?
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 166
La música cósmica está mucho más allá de nuestro espectro
normal de experiencia, pero los mitos de la creación y los narradores nos
ayudan a percibir algo de un mundo consciente mucho más allá de nuestras
limitadas mentes, pero con el que nos relacionamos a través de la experiencia
compartida de la música. Para las personas que creen que la consciencia existe
solo dentro de los cerebros, apreciar la música tiene que ser algo limitado por
el cerebro; todo lo demás es inconsciente; la gran mayoría del mundo no humano
es sordo a nuestros cantos y nuestra música. Por otra parte, si todo el
universo es consciente, y si contiene muchos niveles de consciencia en su
interior, entonces la música puede unirnos a mentes musicales mucho más grandes
que la nuestra, y en última instancia a la fuente misma de la vida.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 169
En 1538, bajo el rey Enrique VIII, fueron suprimidas todas
las peregrinaciones inglesas por su secuaz Thomas Cromwell. La orden contra las
peregrinaciones expresaba un austero espíritu protestante: La gente no debería
depositar su confianza en ninguna otra obra concebida por la fantasía de los
hombres aparte de la Escritura; como en las peregrinaciones, el ofrecimiento de
dinero, velas o cirios a las imágenes o las reliquias, ni besar esas mismas
cosas, recitando el rosario, de manera que ni se entiende lo que se dice ni se
piensa en ello.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 179
De acuerdo con mi propia experiencia, los creyentes en el
cientificismo son mucho más dogmáticos que la mayoría de los cristianos que he
conocido.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 211
La mayoría de los creyentes en el cientificismo no son
científicos; son más devotos que investigadores. La mayoría no realiza
observaciones empíricas ni descubrimientos científicos ellos mismos. No han
trabajado en el Gran Colisionador de Hadrones estudiando partículas
subatómicas, ni han secuenciado genomas, ni examinado la ultraestructura de las
células nerviosas, ni llevado a cabo investigaciones en radioastronomía, ni
profundizado en las matemáticas de la teoría de supercuerdas. Confían en lo que
les han dicho, aceptando la ortodoxia dominante de la ciencia institucional,
tal como la transmiten los libros de texto y los divulgadores que la
popularizan. Son incapaces de cuestionar la autoridad del sacerdocio
científico, porque carecen de la educación necesaria y el conocimiento técnico
para hacerlo. Y si formulan preguntas incómodas, es probable que sean ignorados
o desestimados por ignorantes, confusos o estúpidos.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 211
Los efectos del modo de vida religioso y del modo de vida no
religioso La investigación científica experimental sobre las prácticas
religiosas se produce en un contexto secular. Los investigadores generalmente
presuponen que los participantes no son religiosos y que no realizan prácticas
espirituales. Después, investigan los efectos que produce añadir una
determinada práctica y estudian sus resultados, comparando con un grupo control
que no participa en esa práctica. Por ejemplo, la investigación sobre la
gratitud compara el efecto que tiene expresar gratitud con el no hacerlo. La
investigación sobre la meditación compara el efecto de meditar con el no
hacerlo. La investigación acerca de pasar un tiempo al aire libre compara el
estar al aire libre con el estar en un espacio interior, la situación por
defecto. La investigación sobre los efectos de cantar compara el cantar con el
no cantar. La mayoría de estos estudios muestra que las prácticas espirituales
tienen efectos beneficiosos comparándolas con no practicarlas. Otro modo de
investigar los efectos de las prácticas espirituales es tener en cuenta los
efectos a largo plazo de la participación religiosa, a diferencia de la no
participación. Quienes van regularmente a la iglesia, la sinagoga u otros
lugares religiosos de reunión, se comparan con quienes no lo hacen,
clasificados en franjas de edad, situación económica y estatus social. En los
Estados Unidos y en otras partes, se han llevado a cabo miles de tales
estudios. Los hallazgos son claros. Las personas que iban regularmente a la
iglesia tendían a tener menos trastornos mentales, a sufrir menos depresión, a
mostrar menos ansiedad, y a vivir más que aquellas que tenían poca participación
religiosa, o ninguna. Este efecto no se limitaba al cristianismo. Había un
efecto similar en Taiwan, en un contexto predominantemente budista. Hay
excepciones. En el caso de una minoría de personas, especialmente las que están
llenas de culpa, miedo, o quienes han experimentado conflictos religiosos
graves, las creencias religiosas pueden tener efectos negativos sobre la salud
y el bienestar. Pero la mayoría de las personas que han abandonado su fe
ancestral no lo han hecho para huir de una culpa o un conflicto extremo. Muchos
se convierten a un estilo de vida no religioso no por razones negativas, sino
por razones positivas, como hemos analizado anteriormente; quieren alinearse
con el progreso, la razón y la ciencia. Cuando la gente abandona su religión
ancestral, generalmente deja de participar en toda una serie de prácticas que
sus antepasados daban por supuestas, entre las que se cuentan: Dar gracias como
comunidad y como familia Ser parte de una comunidad que canta unida Rezar
Aceptar la muerte como una transición y no como un final. Participar en ritos
de paso como el bautismo, la confirmación y el matrimonio Tener funerales religiosos
tradicionales Reconocer a los antepasados Celebrar festivales que proporcionan
estructura al paso del tiempo durante el año Conectar con lugares sagrados
Participar en rituales que dan un sentido de identidad y continuidad colectiva
Verse estimulados a ayudar a otras personas Formar parte de una historia más
amplia que ayuda a dar sentido a las vidas individuales Sentir una conexión con
una realidad espiritual que trasciende el espacio y el tiempo Al abandonar la
religión y las prácticas que la acompañan, las vidas de la gente ciertamente se
liberan de restricciones. Para los excristianos, el domingo no hace falta que
sea ya un día especial de acción de gracias, descanso y recreo; puede ser
simplemente otro día para trabajar o para comprar. No hay barreras religiosas
para un estilo de vida de 24 horas durante 7 días. En este proceso cambian
muchas cosas, no solo para la primera generación de personas no religiosas,
sino también para sus hijos. A diferencia de los niños de familias religiosas,
los hijos de familias no religiosas no cantan con la comunidad de su familia y
dan gracias juntos, ni participan en rituales y festivales.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 212
En general, las prácticas religiosas y espirituales hacen a
la gente más feliz, más sana y menos deprimida. A la inversa, no tener tales
prácticas hace a la gente más infeliz, menos sana y más deprimida. El ateísmo
militante debería presentarse con una advertencia sanitaria.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 216
La ventaja de la mayoría de las prácticas espirituales es
justamente que tienen más que ver con la práctica que con la creencia. Por
tanto, están abiertas tanto a las personas religiosas como a las no religiosas.
Son incluyentes. Las prácticas espirituales nos llevan más allá de nuestras
preocupaciones inmediatas.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 216
¿Cuál es el
denominador común?
La conexión es el tema que las unifica a todas ellas. Nos
llevan más allá de lo mundano a modos más profundos de conexión:
1. La gratitud
tiene que ver con el flujo del dar y recibir. Ser parte de un flujo nos
conecta. Podemos decidir lo lejos que vamos en el reconocimiento y la gratitud.
En el ámbito humano podemos sentirnos agradecidos a todos los que nos han
ayudado y apoyado, incluyendo a nuestros padres, que nos dieron la vida. En el
mundo más-que-humano podemos dar gracias por los otros organismos vivos que nos
rodean y de los que dependemos para nuestra supervivencia, y por la vida de la
tierra. Podemos ir más lejos y dar gracias por el sol, la galaxia y el cosmos
entero. Podemos ir todavía más allá, y sentirnos agradecidos por la fuente de
toda la naturaleza y todas las mentes, lo llamemos Dios o no. Somos libres de
ser tan agradecidos o tan ingratos como queramos. Cuanto más desagradecidos
somos, mayor es nuestra desconexión, nuestro descontento y nuestro aislamiento.
Cuanto más agradecidos somos, más profunda es nuestra conexión con una vida más
grande que la nuestra, y más fuerte nuestra experiencia del fluir. Esta
consciencia del fluir nos ayuda a ser más solidarios y más generosos.
2. La meditación
nos hace conscientes de las actividades de nuestras mentes, a medida que las
vemos implicándonos en un proceso temporal, conectando nuestro pasado a nuestro
futuro mediante túneles personales. A través de la meditación podemos
remontarnos a una consciencia más inclusiva. Y a veces nos hallamos en una
presencia consciente mucho mayor, una mente que va más allá de la nuestra.
Estamos conectados a través de una presencia consciente.
3. Conectar con el
mundo más-que-humano. Podemos ir tan lejos como decidamos con nuestras
mentes y nuestros sentidos. Podemos prestar atención al mundo de los animales,
las plantas, los hongos, los microbios, los bosques, los océanos, el tiempo
atmosférico, Gaia, el Sol, el sistema solar, la Vía Láctea, y las innumerables
galaxias que hay más allá de la nuestra. Podemos llegar hasta la fuente de la
que toda la naturaleza procede.
4. Las plantas
nos ofrecen conexiones con formas de vida totalmente diferentes de la nuestra.
Como nosotros, las plantas crecen y cambian. Pero, a diferencia de las plantas,
nosotros dejamos de crecer y comenzamos a actuar, como hacen otros animales.
Las plantas son la fuente de cualidades que nosotros y otros animales
experimentamos: formas, olores, sabores, texturas y colores. Ellas nos
alimentan, directa o indirectamente; nos sanan como hierbas, o nos envenenan.
Algunas plantas medicinales o alucinógenas pueden modificar nuestras mentes. Y
son mucho más antiguas que nosotros. Las principales familias de plantas de
flores han estado ahí desde hace decenas de millones de años, las coníferas
desde hace 300 millones de años, los helechos, los musgos, y otras algas
incluso desde hace más. Nuestra especie tiene solo alrededor de 0,1 millones de
años de antigüedad, y la civilización solo 0,005 millones de años.
5. Los rituales
nos conectan con quienes han realizado tales rituales anteriormente. Mantienen
las tradiciones y la continuidad de nuestro grupo, y también abren un canal a
la consciencia más-que-humana. Los rituales nos conectan también con nuestros
descendientes y con todos los que los realizarán una vez más. A través de los
rituales nos conectamos con el pasado y el futuro de nuestro grupo, y con el
ámbito espiritual con el que nuestro grupo se halla vinculado, así como con una
meta trascendente de la humanidad.
6. El canto, la
salmodia y la música en general unen a los miembros del grupo en sincronía
y resonancia. Los mantras, los cánticos, las canciones y las danzas nos
conectan al mundo más-que-humano y a las mentes más-que-humanas. La música nos
vincula al fluir de la vida.
7. El peregrinaje
nos conecta con los lugares sagrados y los lugares en los que el cielo y la
tierra se unen. En muchos lugares sagrados, esto es literalmente cierto. Sus
estructuras se elevan hacia el cielo como los monolitos, los obeliscos, las
torres, los capiteles y los minaretes. La peregrinación tiene la gran ventaja
de ser tanto una práctica como una metáfora. Al emprender una peregrinación,
experimentamos el proceso de dirigirnos hacia una meta y llegar a ella, estando
en ella. Luego, volvemos a casa cambiados. Conectamos nuestras vidas cotidianas
ordinarias con lugares que nos unen a un mundo trascendente. Podemos ver toda
nuestra vida como un peregrinaje. Dependiendo de nuestras creencias, esto puede
ser un viaje cuyo destino es nuestra muerte inevitable, o un viaje hacia una
conexión espiritual a la hora de nuestra muerte, como en una experiencia
cercana a la muerte, y un viaje que continúa más allá de nuestra muerte.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 218
Todos estamos viajando. Las prácticas espirituales pueden
enriquecer nuestras vidas y darnos un sentido más fuerte de conexión entre
nosotros, así como con la vida y la consciencia que se encuentra más allá del
nivel humano. Estas prácticas pueden ayudarnos a aceptar algunos de los muchos
regalos que se nos ofrecen, y a dar gracias por ellos. Cuanto más apreciamos lo
que se nos ha dado, mayor es nuestra motivación para dar.
Rupert Sheldrake
La ciencia y las prácticas espirituales, página 218
La ciencia y las prácticas espirituales, página 12
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La ciencia y las prácticas espirituales, página 13
La ciencia y las prácticas espirituales, página 17
La ciencia y las prácticas espirituales, página 11
La ciencia y las prácticas espirituales, página 23
La ciencia y las prácticas espirituales, página 24
La ciencia y las prácticas espirituales, página 25
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La ciencia y las prácticas espirituales, página 26
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La ciencia y las prácticas espirituales, página 45
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La ciencia y las prácticas espirituales, página 49
La ciencia y las prácticas espirituales, página 51
La ciencia y las prácticas espirituales, página 53
La ciencia y las prácticas espirituales, página 59
La ciencia y las prácticas espirituales, página 65
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La ciencia y las prácticas espirituales, página 78
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La ciencia y las prácticas espirituales, página 179
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