Y a veces, cuando me sumerjo
en la más absoluta tristeza
y el llanto se hace imparable un día entero,
pienso en ti e intento traerte más cerca de mi alma.
Esta melancolía de la que desconozco
hasta el origen y el idioma de mis lágrimas.
Es este verso cruel que me provoca,
me nubla y me azota.
Soy esclava entre la piel y el alma.
La puta inteligente de la sangre.
Soy la sal en la yaga que yo misma abrí con versos.
Soy eco de tus pupilas dilatadas.
La sed de palabras escogidas...
Y aún así, lloro sin razón que de fe
a mi condena de agujeros negros,
de días como estos, tan insulsos,
tan llenos de nada como los sueños míos.
Mar Sánchez Encinar
No hay comentarios:
Publicar un comentario