Así que podríamos decir que la vida es el lapso que ocurre
entre una primera inspiración y una última espiración, pero la conciencia que
éramos y que toma un cuerpo tridimensional para vivir una experiencia
tridimensional se queda aquí, es prestado, se deja cuando ha concluido el
tiempo de aprendizaje de la experiencia, como dejamos el abrigo cuando nos
vamos de vacaciones al Caribe.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Creo que tenemos una hora de entrada y una hora de salida
decidida previamente por nuestra alma, así como creo que ella decide la manera
de irse, por envejecimiento natural o, si es antes, a través de una enfermedad
o un accidente.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Hay evidencias científicas de que la conciencia continúa
cuando el cerebro, que es el órgano más sensible al déficit de oxígeno, deja de
recibirlo por haberse parado el corazón y cesado la respiración espontánea. Hay
evidencias innegables en varios estudios científicos realizados en diferentes
países de que durante las experiencias cercanas a la muerte (ECM) hay una
conciencia más plena, con la capacidad de ver (incluso ciegos de nacimiento),
de oír, de percibir, de ver a gente desconocida y luego ser capaz de
reconocerla cuando nunca la había visto antes; somos capaces de pensar y de
recordar. Si todo ello es función del cerebro y este está monitorizado y no
registra actividad cerebral, ¿cómo es posible que esto ocurra? No tenemos
explicación científica aún, pero no podemos negar que las ECM ocurren, y cada
vez más, debido a la mejora de aparatos y técnicas de reanimación
cardiopulmonar. Las personas que han tenido una ECM vuelven sabiendo que la
muerte no existe, no porque se lo haya dicho alguien o lo hayan leído, sino
porque lo «saben», lo han experimentado, y, cuando retornan, viven de una
manera diferente, buscan dar sentido a sus vidas, cambian valores, se vuelven
más apegadas a la naturaleza, la cuidan y la preservan, intentan ver y vivir la
«nueva» vida bajo un prisma de mayor espiritualidad, pues añoran esa paz y ese
amor incondicional que sintieron, y muestran un cambio de actitud hacia ellas y
hacia los demás que se vuelve mucho más amorosa.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
La muerte es un tema importantísimo para mí. Siento un
compromiso con la vida para ayudar a cambiar el concepto de muerte, quitar lo
que tiene de tabú y plantear, según los últimos conocimientos, que es un estado
de conciencia continuado. Si cambiamos nuestra visión sobre ella, cambiaremos
nuestra manera de vivir. Ya que la muerte es un estado de conciencia, vivamos
conscientemente.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Las ECM desmontan nuestro conocimiento médico sobre el
cerebro y sobre la muerte.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Pero todas las monedas tienen dos caras y la proximidad de
la muerte también nos hace enfrentarnos a nuestro día a día, dar importancia a
lo que realmente la tiene, cambiar nuestros valores y nuestras creencias. Nos
hace replantearnos la vida, el aquí y ahora, y analizar si de verdad estamos
«viviendo». Si estamos amando y lo expresamos. Si realizamos nuestros sueños.
Si somos auténticos. Se trata de no esperar a llegar al fin de nuestros días para
plantearnos estas preguntas y darnos cuenta entonces con tristeza de que no
hemos hecho lo que realmente queríamos y que ya no hay tiempo, que la vida y
las oportunidades ya han pasado… Estamos a tiempo, busquemos nuestra
realización aquí y ahora.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Según los tibetanos, estamos sostenidos por dos hilos que
nos conectan con nuestro yo superior, o alma: uno es el hilo de conciencia y el
otro el de vida. El de conciencia se ancla en el centro de nuestro cerebro,
cerca de la glándula pineal, y el de vida, en el corazón. Algunos lo llaman el
cordón de plata. Durante el sueño se desconecta el de conciencia y en la
muerte, ambos.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Gracias al avance tecnológico de la medicina, en cuidados
intensivos hoy es posible mantener de forma artificial la actividad cardíaca y
ventilatoria de una persona cuyo corazón ha dejado de latir y no es capaz de
respirar por sí misma, lo cual demuestra que el cese de actividad
cardiorrespiratoria propia no significa estar muerto. El protocolo utilizado
para el diagnóstico de la muerte en este caso es diferente y debe ser aplicado
por especialistas en ciencias neurológicas, y se habla entonces de «muerte
cerebral» o «muerte encefálica». En el pasado, algunos consideraban que el cese
de la actividad eléctrica en la corteza cerebral (lo que implica el fin de la
conciencia) era suficiente para determinar la muerte encefálica; es decir, el
cese definitivo de la conciencia equivaldría a estar muerto. Hoy, en cambio, en
casi todo el mundo se considera difunta a una persona (aunque tenga actividad
cardíaca y ventilatoria gracias al soporte artificial de una unidad de cuidados
intensivos) que presente un cese irreversible de la actividad vital de todo el
cerebro, incluido el tallo cerebral (estructura más baja del encéfalo,
encargada de la gran mayoría de las funciones vitales), comprobado mediante
protocolos clínicos neurológicos bien definidos y soportado por pruebas
especializadas.
En estos casos, la determinación de la muerte puede ser una
tarea dificultosa. Un electroencefalograma, que es la prueba más utilizada para
determinar la actividad eléctrica cerebral, puede no detectar algunas señales
eléctricas cerebrales muy débiles o pueden aparecer en él señales producidas
fuera del cerebro y ser interpretadas erróneamente como cerebrales. Debido a esto,
se han desarrollado otras pruebas más confiables y específicas para evaluar la
vitalidad cerebral, como son la tomografía por emisión de fotón único (SPECT
cerebral), la panangiografía cerebral y el ultrasonido transcraneal.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Una ECM es un estado especial de conciencia que experimentan
algunas personas durante un paro cardiorrespiratorio que puede sobrevenir en
diversas situaciones próximas a la muerte. Las ECM suelen ocurrir en las
muertes clínicas, por enfermedad, suicidio o accidente, con sensaciones no
captadas por los sentidos físicos. Pueden darse a cualquier edad, en cualquier
cultura, religión y sexo, y no muestran diferencias por ello. También pueden
darse experiencias compartidas con individuos muy próximos afectivamente al que
se va o personas que mueren juntas.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Los sucesos que experimentan las personas cuando están
clínicamente muertas o cercanas a la muerte se llaman ECM.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Respecto a las ECM compartidas con el ser querido que se va
sin que la otra persona esté próxima a la muerte, Moody piensa que son una
fuerte evidencia de que la mente existe con independencia del cerebro, porque
las personas que las experimentaban no tenían en absoluto las funciones
cerebrales alteradas en aquel momento: «No hay ningún problema con el flujo de
oxígeno a sus cerebros y, sin embargo, ellos tienen experiencias idénticas a
las que he escuchado de personas que sí que estaban próximas a la muerte». Una
evidencia de ECM compartida que Raymond Moody contó durante una entrevista para
The Epoch Times es el caso de un cura y una monja que sufrieron juntos un
accidente automovilístico en Sudáfrica; ambos tuvieron un paro cardíaco seguido
de una ECM. Después de ser reanimados, los dos contaron que experimentaron
haber salido de sus cuerpos y que, juntos, entraron en una luz; todos los
detalles eran idénticos.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Las ECM son experiencias que ocurren. Cada vez se habla más
abiertamente de ellas y eso permite que afloren más en lugar de que las
personas que las han tenido se las guarden por temor a ser tachadas de locas.
Actualmente hay más medios, tanto materiales como tecnológicos, para
investigarlas, y esto nos abre la posibilidad de saber científicamente que la
vida sigue más allá de la muerte.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
La mayoría de las ECM se acompañan de ciertos elementos
comunes:
Conciencia de estar muerto y percibir el propio cuerpo desde
fuera de él. Percepción del cuerpo completo, sin limitaciones.
El cuerpo se vuelve sutil y puede atravesar paredes y puertas. Ven seres terrenales, pero no pueden comunicarse con ellos.
Los sordos oyen y repiten lo que se ha dicho.
Sensación de paz.
Ausencia de dolor.
Sensación de túnel.
Visión de personas fallecidas, conocidas previamente o no.
Visión de una intensa luz que los envuelve y comunicación telepática con esta.
Sensación de amor y de aceptación incondicional.
Sensación de paz, armonía y luz.
Revisión de la propia vida como actor y como espectador, a veces bajo la tutela de un ser de luz, en la cual se percibe cómo se ha vivido, qué repercusiones ha tenido y cómo lo han vivido los demás. Dura fracciones de segundo, pero da una gran comprensión de la propia vida.
Perciben la no existencia del tiempo ni del espacio.
Se les dice que tienen que volver, a lo que la mayoría se opone.
Muchos vuelven de manera brusca, coincidiendo con las maniobras de reanimación.
Ven sucesos invisibles a los demás que están pasando donde se hallan o a distancia. Oyen y recuerdan conversaciones que se están manteniendo y saben quién dijo qué.
En muchos casos, posteriormente se observa un aumento de las capacidades paranormales.
Todas las experiencias son muy lúcidas y se recuerdan a la perfección y exactamente igual que cuando ocurrieron, aunque hayan pasado años. No como en un sueño, que con el tiempo permanece la idea, pero no la exactitud de los detalles.
Las ECM son tan potentes que dan lugar a cambios de vida, de valores y de actitudes que se mantienen en el tiempo y no son pasajeros. En otro tipo de experiencias similares pero que no se consideran ECM no existen repercusiones
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia, página 32
Las ECM desbordan todo lo que la ciencia ha descubierto
hasta ahora sobre el cerebro y su funcionamiento.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
En medicina nos han enseñado que el cerebro es el órgano más
sensible a la falta de oxígeno. Si la respiración se detiene y no se inicia la
reanimación en menos de diez minutos, el cerebro del paciente muere. En caso de
disminución de oxígeno, como ocurre en un fallo cardíaco o en tensiones
arteriales muy bajas, hay agitación y no esa sensación de paz. En el despertar
de un coma por falta de oxígeno el paciente tiene recuerdos poco claros, está
agitado y padece trastornos de la memoria. Esto no ocurre en las ECM, en las
que la experiencia es muy lúcida y los recuerdos son muy precisos y se
mantienen en el tiempo.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
También hay ECM negativas, que se dan en un porcentaje
bajísimo y que llevan a sentimientos de culpabilidad, porque la mayoría de las
personas que han tenido ECM la explican como una experiencia maravillosa y
ellos no. Sin embargo, al recordarlas se les puede dar la vuelta para que se
transformen en experiencias positivas. Generalmente, estas experiencias
negativas no se explican a los demás por temor a que la gente se ría o a ser
juzgado. Dado que la mayoría son experiencias positivas en las que se habla de
paz, amor incondicional y belleza, se puede pensar que, si se habla de una ECM
negativa, la gente creerá que ellos no merecen el «cielo». Estas experiencias
negativas suelen dejar un miedo a la muerte.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
En el caso de haber pasado por una ECM negativa, sería bueno
escribirla con todo detalle, leerla en voz alta varias veces, quemar lo escrito
y pensar qué cambios se podrían o se deberían hacer. Buscar el «para qué» nos
ha ocurrido, qué aprendizaje hemos sacado, qué no queremos más y qué es lo que
sí que queremos a partir de ese momento.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Sea como sea, todas las ECM se traducen en cambios.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Después de una ECM se valora la vida y las pequeñas cosas,
se vive más el aquí y ahora, no existe el miedo a la muerte, se adquiere una
visión más imparcial de la vida, se aprecia más la naturaleza, se buscan
valores espirituales, independientemente de la religión que se profesara antes,
y se practica más la oración y la meditación para mantener la paz y la
serenidad experimentada en la ECM.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Las ECM han ocurrido en todas las épocas. Las conocían los
egipcios, los indios norteamericanos, los chinos, los filósofos griegos, los
alquimistas medievales, los pueblos oceánicos, los hindúes, los hebreos, los
musulmanes… Existen testimonios de ellas en todos los tiempos.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Se considera (así nos lo han enseñado) que la conciencia es
un subproducto de los procesos neurológicos de nuestro cerebro, pero, si no le
llega ni sangre ni oxígeno, ¿cómo es posible que estas personas puedan tener conciencia
de sí mismas, de su situación, que puedan recordar las conversaciones exactas y
reconocer quién ha dicho qué e incluso que los ciegos de nacimiento puedan ver?
¿Cómo es posible que luego puedan evocar situaciones, personas y hechos si las
estructuras de la memoria del cerebro están sin oxígeno y, por tanto, sin
actividad? Y no solo eso, sino que ¿cómo pueden reconocer después del coma a
personas que no habían visto antes?, ¿cómo pueden recordar exactamente los
hechos, a pesar de que hayan pasado diez años, por ejemplo?
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Hasta el año 2000, la mayoría de los estudios de las ECM
eran retrospectivos, lo que significa que carecían de objetividad científica y,
por tanto, era imposible comprobar los hechos. Solo se basaban en lo que
contaba el protagonista del proceso, algo que no era constatable. Y se trataba
siempre de situaciones o experiencias pasadas. Ahora los estudios son
prospectivos, lo que significa que hay un diagnóstico definido de coma o parada
cardíaca y, una vez que la persona se recupera, se le pregunta si tuvo algún
recuerdo del período de inconsciencia, y los datos se pueden medir, comparar y
verificar a través de las personas que estuvieron allí en ese momento.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Para los científicos verdaderos, la autoridad última es la experiencia,
no la teoría.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Sam Parnia y Peter Fenwick están llevando a cabo, como
decíamos, el proyecto Aware (Awareness during resuscitation, «Conciencia
durante las maniobras de resucitación»), que es el primer estudio científico a
gran escala sobre la conciencia durante el trance de la muerte. Para
desarrollar su labor, los investigadores cuentan con técnicas sofisticadas que
les permiten estudiar en condiciones de laboratorio la relación entre la mente
y el cerebro durante el estado de muerte clínica en pacientes con paro
cardíaco.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
El verdadero científico es el que se da cuenta de unos
hechos e indaga, busca explicaciones, causas, y no se cierra a la evidencia.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
El sistema cartesiano de investigación y el newtoniano, que
nos marca unas leyes inamovibles, fueron muy buenos en su momento, ya que, al
dividir y separar las partes de nuestro cuerpo como las de un reloj, se podían
estudiar creando un método científico de investigación. Esto fue fantástico
para descubrir de qué estábamos hechos, pero somos algo más, y también para
saber que el universo sigue unas leyes aplicables a las partículas, al
macrocosmos, pero que existe el mundo de las subpartículas, que se rige por
otras leyes. Llegará un momento en que se descubrirán unas nuevas leyes más
amplias que incluirán a las newtonianas y a las cuánticas. Siguiendo el método
cartesiano, un corazón, con el sistema circulatorio separado del cuerpo para su
estudio, aunque funcione igual en todos en la teoría, en la práctica lo hará
diferente. Porque, ante la misma situación, dos seres reaccionan, piensan y
sienten de forma distinta, y el sistema circulatorio es sensible a las
catecolaminas circulantes, a las hormonas o a los neurotransmisores que se
producen ante situaciones que uno vive con miedo, por ejemplo. Dos seres
diferentes reaccionan de distinto modo ante una misma situación. Se ha visto
que no solo somos una máquina perfecta, sino que nuestra mente y nuestras
emociones influyen en el comportamiento de nuestros diferentes órganos y sistemas.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
La conciencia, según los científicos, reside en el córtex
cerebral y es el resultado de una simple combinación de compuestos químicos y
células cerebrales. La química, pues, es responsable de las imágenes que se
despliegan en nuestro cerebro y también es responsable del yo que realiza la
observación. Pero la actividad cerebral por sí misma no explica la conciencia.
No hay demostración de que nuestras neuronas fabriquen los pensamientos y los
almacenen, como tampoco las emociones.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Estamos vinculados, involucrados y somos inseparables de
este campo. Einstein lo llamó «el campo como la única realidad». El universo es
una trama de interconexiones. En el mundo subatómico todo es un campo
unificado, una red energética y de interconexión. En nuestro cerebro, la
formación reticular, el córtex cerebral, sobre todo, el frontal, el temporal,
el parietal y las vías de conexión entre el córtex y el tronco cerebral a
través del tálamo y del hipocampo nos permiten experimentar la conciencia. Pero
no son la conciencia.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Para mí, la conciencia es un estado del alma que se
manifiesta en el físico a través de una capacidad de autorreflexión, de darse
cuenta, de discernir, de decidir. No está en el cuerpo físico.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
A mí me parece que la conciencia es un campo
electromagnético que el cerebro descodifica, igual que la televisión, que
descodifica unas ondas electromagnéticas que le llegan y las transforma en luz
y sonido, pero nadie en nuestro medio pensaría que las personas que salen en
imágenes están vivas dentro del televisor. La conciencia es más que nuestro
cerebro, simplemente lo utiliza y, cuando nuestro cerebro no está en
condiciones, nuestra conciencia sigue existiendo: véanse las ECM, las parálisis
cerebrales, el autismo… Lo que falla es la comunicación, no la conciencia.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
La luz tiene una propiedad que es la dualidad. Se puede
comportar como materia (partícula) o como onda (energía electromagnética).
Haciendo un símil, el cerebro sería la partícula, los corpúsculos, la materia;
la mente sería la onda, o energía electromagnética, y la conciencia sería un
campo unificado.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Yo siempre digo que la crisis es lo mejor que puede pasarnos
en la vida, aunque nos parezca un contrasentido.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Cuando todo se nos desmorona es cuando buscamos otras
herramientas, valores y significados. En el caos se halla la fuerza ordenadora
para lo nuevo. Ambas cosas son inseparables. Del sufrimiento muchas veces crece
lo nuevo. La flor de loto, que es uno de los más antiguos y profundos símbolos
del desarrollo espiritual, crece en los lugares pantanosos. Todo esto apunta a
que para hacer la casa nueva a veces es necesario destruir la antigua.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Los primeros veinticinco años de cada siglo son esenciales
para el desarrollo de toda esa centuria que comienza. Realmente debe haber un
cambio, como hemos dicho, en todos los campos, y en este avance debe estar
incorporada otra visión de la muerte. A lo largo de este siglo, yo creo que se
incorporarán nuevos aparatos de medición cerebral, nuevas cámaras de fotos que
permitirán captar esa energía sutil que abandona el cuerpo en el momento de la
muerte y nuevos métodos para determinar la relación mente-cerebro. Se
determinará que no existe la muerte como final absoluto, sino que simplemente
es un cambio de vibración y de dimensión. Todo ello nos ayudará a ver que la
vida es una oportunidad de crecimiento, a saber, que lo que hagamos en esta
vida es lo que nos llevamos y a perder los miedos.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Saber que la muerte no existe como final de nuestro ser nos
ayudará a vivir la vida de otra manera.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Existen muchos miedos a la muerte, pero realmente lo único
que debemos temer es que venga y no hayamos vivido. En función de cómo haya
sido nuestra vida, así será nuestra muerte. ¡La muerte puede ser la experiencia
más maravillosa de nuestra vida! Todo depende de cómo hayamos vivido.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Mi cercanía con la muerte me ha dado una visión más amplia,
y yo diría que más práctica, de la vida. Cuando estás cerca de la muerte,
cuando convives con ella, aprendes a dar importancia a lo que realmente la
tiene, te das cuenta de que lo único que nos queda es el momento presente, y
esto te ayuda a vivirlo con otro sentido. Tener la muerte presente nos permite
enfocar el día a día de otra manera, con otros valores y significados. La vida
amanece cada día como un regalo (recordemos que la palabra «presente» significa
«regalo»), y lo primero que podemos hacer al despertar es agradecer a la vida
otra nueva oportunidad para amar, para hacer las cosas un poco mejor y desde el
corazón, que es lo más presente en nosotros.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Si tú quieres trascender el tiempo y las limitaciones y
adquirir voluntad, pon ritmo en tu vida.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Yo siempre digo que aquí venimos a solucionar las
relaciones, y la primera tendría que ser con uno mismo. No debemos
culpabilizarnos ni criticarnos, sino perdonarnos, querernos. Observemos
nuestros pensamientos hacia nosotros mismos. ¿Qué nos decimos? Nos daremos
cuenta de que con mucha frecuencia son negativos.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Si nosotros estamos bien, armonizamos todo nuestro entorno.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Debemos expresar lo que sentimos en el momento; de esa
manera, al no ir acumulándolo, lo diremos sin agresividad ni enfado y el
resultado será diferente. Muchas veces callamos para que no se arme y
aguantamos y no nos damos cuenta de que lo que soportamos saldrá en el momento
más inoportuno, cuando hayamos acumulado demasiado. Entonces el receptor lo
recibirá mal y contestará agrediendo. Nuestro cerebro recibe antes la agresión
que la captación del contenido de lo que decimos. Cuando creemos que deberíamos
hablar y no lo hacemos, nos estamos agrediendo a nosotros mismos, porque esa
energía que no sale va acumulándose en alguna región de nuestro cuerpo,
especialmente en la tiroides.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Tomar conciencia nos ayuda y modifica cualquier cosa en esta
vida.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Siempre planteo la misma pregunta: ¿quién nos hace más daño:
la persona que hizo ese comentario o nosotros, que estamos día y noche, las
veinticuatro horas, repetitivamente pensando en lo que nos ha dicho y en el
daño que nos causó?
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Nosotros somos nuestros máximos carceleros. Pero no
olvidemos que también somos nuestros máximos libertadores, porque nuestro
cerebro es un amigo obediente que nos da aquello que le pedimos. Si nuestros
pensamientos son de odio, el cerebro pone en marcha todos los neurotransmisores
para que nuestro cuerpo no solo «piense» en odio, sino para que, además,
«sienta» odio y, al sentirlo, se segregan más neurotransmisores que harán que
«pensemos» en más odio. Es un círculo vicioso que solo podemos romper nosotros
mismos al darnos cuenta de ello, a través de nuestra conciencia y nuestra
voluntad.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Somos inmortales. La vida es como el hilo de un collar de
perlas y las distintas encarnaciones son como las perlas, que, a medida que se
van ensartando en el collar, lo enriquecen, le dan más brillo y más valor,
hasta que el collar está completo.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
En la Iglesia católica estaba aceptada la reencarnación
hasta que en el año 325 d. C. el emperador romano Constantino el Grande
convirtió el cristianismo en el culto oficial del Imperio y, junto con Helena,
su madre, eliminó las referencias a la reencarnación contenidas en el Nuevo
Testamento; sin embargo, no fue hasta unos años después, en el 380 d. C., que
el emperador Teodosio proclamó el cristianismo como la religión oficial del
Imperio romano. El Segundo Concilio de Constantinopla, en el año 553 d. C.,
estuvo presidido por el emperador Justiniano, quien declaró herética la idea de
la reencarnación. Proclamó un edicto que consideraba anatema al autor de
cualquier escrito sobre la enseñanza de la preexistencia del alma así como del
retorno a la tierra, es decir, que lo condenaba por hereje a la excomunión. El
papa Virgilio, que no estuvo presente en dicho concilio como cabeza de la
Iglesia, tuvo que retractarse de sus creencias al respecto para no ser
desterrado.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
El tema de los médiums es delicado porque hay que discernir,
como en todo, lo verdadero de lo que no lo es, como sería aprovecharse de la
necesidad, del dolor por la pérdida, de los miedos, de la curiosidad por lo
desconocido… Es importante hacer estudios serios al respecto y desechar lo
falso para que ese campo no caiga en el descrédito. Hace falta un equipo
multidisciplinar formado por científicos serios, psiquiatras que efectúen
diagnósticos y descarten las enfermedades mentales y las falsedades, psicólogos,
especialistas en estadística y médicos. Son vitales para estas evaluaciones y
para las pruebas posteriores.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Podemos vivir con esperanza o decepción, con ilusión o
indiferencia, con toda una gama de actitudes, pero tenemos que saber que no
solo influenciamos con nuestra forma de vivirnos, sino que tarde o temprano
podemos convertirnos en eso. Si vivimos nuestras promesas o nuestros temores,
si lo hacemos despiertos o adormilados, vamos construyendo una constante que
con el tiempo se convierte en la expresión principal de nuestra vida.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Podemos vivir con esperanza o decepción, con ilusión o
indiferencia, con toda una gama de actitudes, pero tenemos que saber que no
solo influenciamos con nuestra forma de vivirnos, sino que tarde o temprano
podemos convertirnos en eso. Si vivimos nuestras promesas o nuestros temores,
si lo hacemos despiertos o adormilados, vamos construyendo una constante que
con el tiempo se convierte en la expresión principal de nuestra vida.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia, página 140
Os invito a grabar esta meditación para poder escucharla y
meditar cuando lo necesitéis. Con esto en mente, utilizo la primera persona.
Cierro los ojos. Soy consciente de mi respiración sosegada. Tranquilamente me
observo. Observo mi respiración. Me permito todo el tiempo necesario para
acceder a la quietud que acompaña mi paz interna. Descubro y acepto mi
expansión, que me eleva hacia dimensiones cada vez menos densas. Observo la
amplitud de mi ser. Me reconozco más allá de mi cuerpo, más allá de mis
emociones, más allá de mis pensamientos. Entro en niveles progresivamente más
sutiles. Permito que la armonía me rodee y me llene. Permito que la quietud me
serene. Soy armonía, soy quietud. Con cada inspiración me envuelvo con más luz.
Veo la muerte como un espacio inmenso de paz y luz. Está a un paso. Soy yo, sin
apegos ni límites terrenales. Soy yo. Me alineo con la ampliación de mi luz, en
mí y en mi entorno. Me acepto como la manifestación de luz que soy. Dejo que
estas sensaciones se asienten. Soy un ser de luz en crecimiento y expansión.
Soy crecimiento. Soy potencial. Me permito serlo. Mantengo una respiración
armoniosa y tranquila y, cuando quiera, serenamente, pongo mi conciencia en el
aquí y ahora. Cuando estoy preparado, abro los ojos. Observo mi entorno…
Observo la armonía que existe entre mi entorno y yo… Doy gracias.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Las meditaciones siempre nos permiten niveles de energía más
sutiles, donde son posibles intuiciones inspiradoras. Muchas veces meditar
puede ser el disparadero hacia nuevas maneras de vivir siendo, el primer paso
que nos proporciona nuevos enfoques. Estos, a su vez, pueden provocar cambios
de actitud que tarde o temprano se convierten en nuevas formas de ir por la
vida.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Cuando meditamos, la fuerza y la serenidad, el amor, la
armonía, la paz y sensaciones de plenitud están con nosotros. Y, aunque haya
pasado tiempo, en cualquier lugar podemos cerrar los ojos, respirar
profundamente y en pocos segundos volver a ese estado que nos sosiega y que al
mismo tiempo nos llena de energía. Esto crea una sensación de seguridad que
potencia nuestra presencia en todo momento y lugar y nos completa. Son
sentimientos altamente integrantes que fortalecen la confianza en nosotros y en
la vida.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Nuestro compromiso está con el crecimiento y no con una lealtad
al pasado o a ideales que pueden empezar a limitarnos.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Cualquier lugar y cualquier tiempo es el ámbito de lo que
muchas religiones llaman alma, cuerpo espiritual (doctora Elisabeth
Kübler-Ross), orden superimplicado (David Bohm), conciencia objetiva (Gurdjieff
), conciencia búdica (teosofía), atman (jainismo y budismo), y podríamos
seguir. Todos se refieren a nuestra trascendencia o esencia creadora, la cual
nos impulsa y nos inspira a una expansión con captaciones y capacidades cada
vez más completas y totales. Gracias a la elevación de nuestra frecuencia
vibratoria accedemos a estos niveles. Normalmente lo hacemos cuando meditamos,
oramos o estamos en lugares que nos proporcionan armonía y expansión, como
puede ser la naturaleza o algún rincón en nuestro hogar lejos de las
ocupaciones cotidianas o las preocupaciones.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Mi experiencia
Minutos antes estaba ahí, en aquel mismo sitio, deambulando
sin un horizonte fijo con la compañía de las hojas que con la brisa bailaban
conmigo. No sé cómo llegué a salir del coche. Seguía oscureciendo. Recuerdo
verme de pie al lado del coche, ver el accidente, gente que se acercaba, gritos
y mis hojas. Yo no sé realmente dónde estaba ubicado, pero no podía ser que la
vista fuera desde mi cuerpo. Me recuerdo verme sin rumbo, verme desde arriba,
entre el humo y los papeles que cabrioleaban atrevidamente a mi alrededor. No
puedo asegurar con exactitud mi ubicación ni el tiempo, pues esta imagen es
difusa; no tengo una imagen con total claridad como otras que aún evoco con
fiabilidad y lealtad. Pero recuerdo una visión de pájaro, desde arriba.
Recuerdo mejor la sirena de la ambulancia, que debía correr mucho por las
revoluciones del motor y los constantes cambios de marcha. En la ambulancia
notaba cierto desespero a mi alrededor. Yo estaba tranquilo, pero me asustaba
más la preocupación de los que estaban conmigo que lo que realmente pudiera
pasarme. Alguien me cogía de la mano. Me dejé llevar, una paz inhumana,
inexorable, que se empezó a apoderar de mí de un modo implacable. Me
diagnosticarían traumatismo craneal, ataque epiléptico, hematoma cerebral,
pérdida de conocimiento y de memoria, pero nunca en toda mi vida volví a
sentirme tan íntegro, tan completo. Podía comprobar la plenitud de mi
existencia, la virtuosidad y el vigor que nos ofrece cada aliento desde lo más
profundo de mi ser. Me sentía en todos los sitios a la vez, podía escuchar las
voces de cuando era niño, pero podía percibir mis sentimientos. Pasado y
presente se fundían, los sentimientos tenían una dinámica diferente,
incomprensible y hermosa. Sí, era increíble, podía emocionarme, alegrarme del
amor que recibía de mis padres, pero también escuchar el agua del río correr
donde nos bañábamos en verano, notar la ternura y las caricias en mi piel,
percibir el frescor del agua, sentir el aire o el sol contentándonos y el
profundo, intenso perfume de las flores. No tenía clara la noción del tiempo.
Dios, ¿quién se quiere ir de ahí? Nadie. Era el cielo en la tierra. ¿Estaba
muerto?, pues realmente tenía la impresión de que estaba más vivo que nunca, de
estar más lúcido que nunca, de conocerme más profundamente que nunca, de
conectar realmente conmigo mismo. En definitiva, en aquel momento era realmente
yo y me sentía más yo, me concebía como parte de un todo. No era necesario
luchar, solo dejarme llevar en armonía. Puedo decir que allí realmente me
reconocí a mí mismo. Era como si mi vida y todo tuviera una razón de ser,
estaba lleno de amor, veía mi vida pasar como una hermosa película donde pude
sentir cada átomo de vida, solo había paz y amor, porque todo era concordia y
estima, yo también era parte de esa paz y de ese amor, no era nada más. Esta
sensación iba acompañada de una lenta y profunda, inexpresable e indescriptible
atracción inhumana hacia una luminosidad blanca creciente que me atraía
inexorablemente por la sensación de paz, una calma celestial. No era un punto
de luz, porque todo era luz que irradiaba amor sagrado o intocable. Me uní
irremediablemente a esa fuerza inimaginable que me atraía más y más, porque era
parte de ella y me sentía en ella. Me adentraba a la luz con una paz que no es
comprensible para la mente humana o que yo no puedo aún explicar. Nada, ningún
sentimiento terrenal que hubiera vivido o que podría vivir, incluso el intenso
y profundo amor que siento por mis hijos hoy, podría impedirme dirigirme a esa
luz, nada había en este mundo ni material ni espiritual. La luz lo era todo.
Pasado, presente y posiblemente futuro. Era como si la luz fuésemos todos y
todos nos necesitáramos para ser. La luz era vida, pero yo era o me sentía
parte de esa luz, no me era ajena, la luz me ofrecía una sensación de infinito
amor, pero repito que yo también lo era. Yo quería permanecer allí, no irme
nunca. Nadie podía ser indiferente a esa sensación. Una atracción realmente
impactante que nunca se olvida, una insondable sensación de paz y amor, a la
vez de tener la seguridad de pertenecer, de formar parte de algo superior.
Cuanto más me acercaba a la luz, más amor, más blanca era y más vida tenía.
Solo quería estar en la luz, no la quería dejar. Quería seguir allí, no sé
realmente qué pasó, solo recuerdo un «ahora no es el momento, vuelve». No
entendí cómo, rodeado de tanto amor, de tanta ternura, todo se rompía de una
manera tan brusca, incluso podría decir ruda o hasta desagradable e inesperada
sin razón alguna. Todo desapareció, me desperté chillando, empecé con un dolor
intenso de cabeza, me incorporé en la cama del hospital, exclamaba
alborotadamente, con todas mis fuerzas, creo que me caían hasta las lágrimas,
vociferaba: «¡Dios existe!», decía que existía de verdad, que yo había estado
con Dios, lo repetía una y otra vez, «Dios existe», y lo decía de verdad, no
estaba loco, lo juraba, yo había estado con él y me había dejado bruscamente.
Observé la cara de mi padre, que estaba muy asustado, la de mi madre,
incrédula, mi novia los acompañaba. Alguien llegó y me pinchó e inmediatamente
me relajé y me dormí. Cuando desperté mi cabeza era como un permanente
terremoto dentro de mí. Llegué a la luz y volví. Estuve en el cielo en la
tierra. En el fondo desperté enfadado, y el arrebato rebelde me costó bastantes
años aceptarlo.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Leí todos los libros posibles que caían en mis manos y
estudié todas las explicaciones científicas y espirituales posibles. Tardé más
en aceptar <Has llegado al límite de recortes para este elemento>
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
La ECM suele ser transformadora y provoca la pérdida del
miedo a la muerte, cambios profundos en la visión de la vida y una sensibilidad
intuitiva aumentada.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
A mi juicio, la ciencia supone hacer preguntas con una
mentalidad abierta. La ciencia debería ser el intento de explicar nuevos
misterios en lugar de aferrarse a los viejos conceptos. Aquel que jamás haya
cambiado de opinión debido a su incapacidad de aceptar nuevos conceptos rara
vez habrá aprendido algo. Necesitamos desesperadamente un nuevo cambio de paradigma
en la ciencia, y espero sinceramente que el físico cuántico Max Planck
estuviera equivocado cuando dijo: «Una nueva verdad científica no triunfa
convenciendo a sus oponentes y haciéndoles ver la luz, sino más bien porque sus
oponentes acaban muriendo y crece una nueva generación que está familiarizada
con ella» (Planck, 1948). En mi opinión, la ciencia actual debe reconsiderar
sus hipótesis relativas a la naturaleza de la realidad perceptible, porque
estas ideas han conducido al descuido o a la negación de áreas significativas
de la conciencia. La ciencia actual suele partir de una realidad basada
exclusivamente en fenómenos físicos y objetivos. Sin embargo, al mismo tiempo
cabe sentir (intuitivamente) que, además de la percepción sensorial objetiva,
también desempeñan su papel los aspectos subjetivos tales como los
sentimientos, la inspiración y la intuición. Un análisis puramente materialista
de un ser vivo no puee revelar el contenido ni la naturaleza de nuestra
conciencia. Por consiguiente, necesitamos una ciencia posmaterialista en la que
se incluyan y se acepten todos los diferentes aspectos de la conciencia no
local, incluida la idea de que la conciencia es fundamental. La ciencia
posmaterialista no rechaza las observaciones empíricas ni el gran valor de los
logros científicos alcanzados hasta la fecha. Aspira a expandir la ciencia con
el fin de comprender mejor las maravillas de la naturaleza y, en el proceso,
redescubrir la importancia de la mente y del espíritu como parte de la
estructura esencial del universo. El posmaterialismo incluye la materia, que se
concibe como un constituyente básico del universo. El paso de la ciencia
materialista a la ciencia posmaterialista puede ser de vital importancia para
la evolución de la civilización humana (Beauregard et al., 2014; Schwartz et
al., 2018).
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
Los estudios científicos sobre la ECM ponen en tela de
juicio nuestras concepciones actuales sobre la conciencia y su relación con el
funcionamiento del cerebro, y esta visión de la conciencia como un fenómeno no
local bien podría inducir un enorme cambio de paradigma en la ciencia
occidental. La concepción de la continuidad de la conciencia, basada en las
investigaciones científicas sobre la ECM, también transforma esencialmente
nuestra opinión sobre la muerte debido a la conclusión casi inevitable de que,
en el momento de la muerte física, la conciencia continuará siendo
experimentada en otra dimensión que englobe todo pasado, presente y futuro.
Como me escribió en cierta ocasión alguien que había tenido una ECM: «La muerte
es solo el final de nuestros aspectos físicos». Pero deberíamos reconocer que
la investigación sobre la ECM no puede proporcionarnos la prueba científica
irrefutable de esta conclusión, porque las personas que tuvieron una ECM no
murieron totalmente, pero estuvieron todas ellas muy cerca de la muerte, y sin
un cerebro en funcionamiento. Pero, como he explicado, se ha demostrado
científicamente que, durante la ECM, la conciencia aumentada se experimentaba
con independencia de cualquier función cerebral. Citando una nota necrológica
reciente: «Todo lo que tienes cae en decadencia, pero aquello que eres continúa
viviendo más allá del tiempo y del espacio». Pues bien, tenemos un cuerpo y
somos conscientes. Sin un cuerpo, podemos seguir teniendo experiencias
conscientes, seguimos siendo seres conscientes. Recientemente, una persona que
había tenido una ECM me escribió: «Puedo vivir sin mi cuerpo, pero,
aparentemente mi cuerpo no puede vivir sin mí». Parece plausible concluir que
siempre ha existido y existirá una conciencia infinita independientemente del
cuerpo. Nuestra conciencia no tiene un principio ni tendrá jamás un final. Por
esta razón, deberíamos considerar seriamente la posibilidad de que la muerte,
al igual que el nacimiento, sea solo una transición hacia otro estado de
conciencia y que, durante la vida, el cuerpo y el cerebro funcionen como una
interfaz o un lugar de resonancia. Si nos basamos en las investigaciones sobre
la ECM, existen buenos motivos para suponer que nuestra conciencia no siempre
coincide con el funcionamiento de nuestro cerebro: la conciencia aumentada o no
local puede experimentarse a veces separadamente del cuerpo. Una ECM supone
tanto una crisis existencial como una intensa lección de vida. Las personas
cambian después de una ECM, pues esta les brinda una experiencia consciente de
una dimensión en la que el tiempo y la distancia no desempeñan ningún papel, en
la que pueden vislumbrarse el pasado y el futuro, en la que se sienten plenas y
sanadas y en la que experimentan un conocimiento ilimitado y un amor
incondicional. Estos cambios vitales dimanan de la percepción de que el amor y
la compasión por uno mismo, por los demás y por la naturaleza son requisitos
esenciales para la vida.
Anji Carmelo y Luján Comas
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia
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El cuerpo se vuelve sutil y puede atravesar paredes y puertas. Ven seres terrenales, pero no pueden comunicarse con ellos.
Los sordos oyen y repiten lo que se ha dicho.
Sensación de paz.
Ausencia de dolor.
Sensación de túnel.
Visión de personas fallecidas, conocidas previamente o no.
Visión de una intensa luz que los envuelve y comunicación telepática con esta.
Sensación de amor y de aceptación incondicional.
Sensación de paz, armonía y luz.
Revisión de la propia vida como actor y como espectador, a veces bajo la tutela de un ser de luz, en la cual se percibe cómo se ha vivido, qué repercusiones ha tenido y cómo lo han vivido los demás. Dura fracciones de segundo, pero da una gran comprensión de la propia vida.
Perciben la no existencia del tiempo ni del espacio.
Se les dice que tienen que volver, a lo que la mayoría se opone.
Muchos vuelven de manera brusca, coincidiendo con las maniobras de reanimación.
Ven sucesos invisibles a los demás que están pasando donde se hallan o a distancia. Oyen y recuerdan conversaciones que se están manteniendo y saben quién dijo qué.
En muchos casos, posteriormente se observa un aumento de las capacidades paranormales.
Todas las experiencias son muy lúcidas y se recuerdan a la perfección y exactamente igual que cuando ocurrieron, aunque hayan pasado años. No como en un sueño, que con el tiempo permanece la idea, pero no la exactitud de los detalles.
Las ECM son tan potentes que dan lugar a cambios de vida, de valores y de actitudes que se mantienen en el tiempo y no son pasajeros. En otro tipo de experiencias similares pero que no se consideran ECM no existen repercusiones
¿Existe la muerte?: Ciencia, vida y trascendencia, página 32
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