Con los años y muchos viajes he aprendido a no juzgar… y,
sobre todo, a dudar. Porque la historia no es una ciencia exacta y está abierta
a descubrimientos que podrían modificarla. No es la primera vez que ocurre.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 23
Los años de trabajo a pie de terreno han llevado al polémico
Osmanagić a perfilar un mapa de la zona con al menos cinco pirámides más,
construcciones que han sido bautizadas como pirámide del Sol —cuyas dimensiones
superarían a la mexicana de Teotihuacán—, la de la Luna, la del Dragón, la del
Amor y la de la Tierra. Así pues, si el doctor Osmanagić es un estafador, un
iluminado o se trata del último gran descubridor de nuestro tiempo, será
precisamente el tiempo el que lo acabe confirmando.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 24
La presencia de los vampiros despierta el terror y la
admiración a partes iguales; son ejemplo de erotismo y elegancia, iconos de una
contradicción: la sangre como elemento que les da «vida» y la muerte de
aquellos a quienes se la extraen. Pero esto es lo que dice el mito. Ahora bien,
¿y si el vampirismo fuese una realidad que tiene cura? Ya lo hemos visto en
otras ocasiones. Es habitual que cada cierto tiempo, durante la construcción de
alguna autopista o la cimentación de un edificio, se encuentre un cementerio en
el que los cadáveres allí enterrados muestran síntomas de haber sido tratados
como si fuesen vampiros. Las piernas han sido partidas, los miembros permanecen
anclados al suelo y, generalmente, han sido sepultados boca abajo, con la
cabeza separada del cuerpo. Hasta ahora se pensaba que el vampirismo era una
especie de maldición, o más bien era la responsable de terribles hambrunas y de
no menos aterradoras epidemias. Por eso siempre se buscaba al diferente; a la
persona que mostraba alguna deficiencia psíquica o física para culparle de los
males que aquejaban a la comunidad. Lo que ocurría después lo podemos imaginar.
Pero hay casos en los que la persona acusada mostraba una agresividad extrema;
sus ojos parecían salir de las órbitas, expulsaba espuma por la boca y atacaba
a todo aquel o aquella que pasase por delante. En estos casos, y especialmente
en los países del este de Europa en los siglos XVI, XVII y XVIII, no había duda
de que se trataba de vampiros, los hijos del demonio. Pues ahora un reciente
estudio ha determinado que, como es razonable suponer, realmente se trataba de
enfermos de protoporfiria eritropoyética, una dolencia que se caracteriza por
una fotosensibilidad extrema, a tal punto de que los enfermos pueden
desarrollar ampollas y graves quemaduras si la exposición a la luz es muy
prolongada. No en vano la forma de detectarla, independientemente de lo
evidente, es mediante análisis de sangre. En estos aparece un aumento
considerable de protoporfirina en el plasma y en los glóbulos rojos. ¿Qué
significa esto? Pues que la sangre precisa de transfusiones para bajar dichos
niveles ya que uno de los primeros síntomas de esta saturación es la anemia. De
ahí que los enfermos en otro tiempo mostrasen debilidad, tez pálida y, llegado
el caso, una especial necesidad por consumir el líquido sanguíneo.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 28
¿Alguna vez has sentido que al estar junto a una persona de
repente estás muy cansado? ¿Que tu estado de ánimo ha cambiado en segundos sin
que puedas explicar por qué? ¿Que el buen ambiente de un lugar de pronto se
vuelve gris como si una nube se hubiese posado sobre el mismo? Si es así, es
posible que a tu lado haya un vampiro psíquico…
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 40
Así las cosas, ¿poseía el hombre del pasado un nivel
evolutivo lo suficientemente avanzado como para levantar estas ciudades que
desaparecieron bajo las aguas, con todo lo que de ello se deriva, ya que, entre
otras cosas, nos obligaría a remontarnos a un tiempo pretérito, posiblemente
más allá de los ocho o diez mil años? De ser así, contravendría la
historiografía oficial, que no admite la existencia de núcleos urbanos
socialmente estructurados más allá del 6000 a.C. Sobre estas y otras
cuestiones, en abril de 2007, publicaba un interesante artículo la web
lagranepoca.com. Decía así: La hipótesis antropológica moderna —alternativa a
la célebre teoría neoevolutiva de las especies—, que admite la posibilidad de
la existencia de una humanidad prehistórica, con un grado de desarrollo
tecnológico similar o superior al actualmente alcanzado por el hombre, puede
encontrar uno o varios puntos de apoyo en el descubrimiento de docenas de
antiguas ciudades sumergidas en los océanos de todo el planeta, halladas a lo
largo del siglo pasado y en los primeros años del actual. Casos sorprendentes
como el de las estructuras de Yonaguni, en Japón, o la sumergida ciudadela
Mega, encontrada accidentalmente al noroeste cubano, continúan excitando a los
buscadores de geografías mitológicas, tales como la Atlántida, Mu o la tierra
de Thule, llegándose a proclamar cada pocos años el hallazgo definitivo de
alguno de estos hipotéticos imperios. Un ejemplo típico de ruinas arqueológicas
fue hallado en el golfo de Cambay, ubicado en la costa occidental de la India.
Se estima que la vasta ciudad, descubierta por casualidad cuando hacían una
investigación sobre el efecto de la contaminación, podría datar de unos 9.000
años atrás. Haciendo uso de un rastreador tipo sonar —el cual emite un rayo de
ondas sonoras sobre el fondo del océano—, lograron identificar estructuras
geométricas definidas, a una profundidad de treinta y seis metros. Del sitio se
recuperó material de construcción, alfarería, secciones de paredes, cuentas,
esculturas, huesos y dientes humanos. Las pruebas de carbono indicaron que
estas piezas tenían 9.500 años de antigüedad. Sin embargo, se conoce que en el
territorio no había civilización antes del 2500 a.C. La ciudad resultó ser
incluso más antigua que la civilización Harappa, la más vieja del
subcontinente, poseyendo una historia de 4.000 años de antigüedad.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 46
Las fronteras del Mictlán: así era el camino de la muerte
Estas son las regiones en las que se dividía el inframundo
azteca, seguramente heredadas de la época teotihuacana y cuyos elementos se han
encontrado bajo tierra, a expensas de que las cámaras bajo la pirámide de
Quetzalcóatl sean abiertas. Son los pasos que tenían que dar los difuntos antes
de llegar al paraíso. Y, la verdad, dicho sea de paso, es que no lo tenían nada
fácil…
1. Itzcuintlán. Era el primero de los estadios y estaba
representado por un gran río que el difunto había de cruzar. La cuestión es que
debía hacerlo con la ayuda de un espíritu perruno llamado Xólotl, que era capaz
de leer si el difunto había maltratado a algún can durante su vida, de tal
forma que, si había sido así, no le prestaba auxilio y el alma del difunto no
cruzaba y se perdía para siempre.
2. Tepectli Monamictlán. Pasado el primer trago, el alma se
encontraba con un territorio en el que dos grandes rocas chocaban entre sí. El
objetivo era cruzar cuando ambas estuviesen abiertas, porque de lo contrario el
espíritu no podría acceder al siguiente lugar.
3. Iztépetl. Continuaba, en este caso, la ascensión. Y
debían emprenderla atravesando un manto de puntiagudas obsidianas que
desgarraban la carne maltrecha del cadáver. Pero era necesario subirlo para
continuar el periplo por el inframundo.
4. Izteecayán. El valle de las ocho colinas se abría ante
los ojos descarnados del difunto. Y debía de atravesarlo, consciente de que en
este lugar el clima era extraordinariamente frío, hasta el punto de que siempre
se encontraba nevado.
5. Paniecatacoyán. Una vez atravesada la última de las
colinas del Izteecayan, el viento frío de los ocho páramos rasgaba el rostro
del difunto, y en ocasiones lo cortaba con una fina lluvia de puntas de
obsidiana.
6. Timiminaloayan. Llegaba el momento de comprobar la
agilidad del difunto, porque en este punto las flechas perdidas de millones de
batallas intentaban destrozar el cuerpo del viajero a lo largo de un sendero a
cuyos lados unas manos invisibles lo atacaban.
7. Teocoyocualloa. Siguiendo este terrible periplo, el
difunto debía de evitar la mirada de las bestias salvajes que allí habitaban, y
cuya única intención era comer su corazón, para que de esta forma la víctima
cayese en el Apanuiayo, un río de aguas negras en el que habitaba una serpiente
—hay quien defiende que se trataba de un cocodrilo— que frenaría su camino
hacia el Mictlán.
8. Izmictlán Apochcaloca. Salpicado por el curso profundo de
nueve ríos, el gran peligro de este estadio radicaba en la niebla perpetua que
dejaba ciegos a los cadáveres, condenándolos a vagar por estos páramos durante
toda la eternidad.
9. Mictlán. En las profundidades del inframundo se
encontraba este lugar al que todos querían llegar, ya que una vez allí el alma
se liberaba y lograba el descanso eterno. Era el sitio en el que habitaban los
señores de la muerte Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl. El largo y penoso camino
había llegado a su fin.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 59
En el año 2013, noticiacristiana.com proporcionaba la
siguiente noticia:
En un extenso informe elaborado por el diario británico The
Telegraph, el rabino Chaim Richman —uno de los más influyentes en la actualidad
debido a su proyecto de reconstrucción del Tercer Templo— reveló algunos de sus
secretos. En una de las salas donde se almacenan las partes principales del
nuevo templo, descansa el arca del pacto o arca de la alianza. «¿Esta no es la
verdadera arca perdida?», dice el periodista. «Ella está oculta a un kilómetro
de aquí, en cámaras subterráneas, cavadas en los días de Salomón». Según
Richman: «Es cierto. Los judíos tienen una cadena ininterrumpida de información
grabada y transmitida de generación en generación, lo que indica su posición
exacta. Hay una gran fascinación por el descubrimiento del arca perdida, mas
ninguno pregunta a los judíos. Sabemos dónde ha estado durante miles de años
atrás. Podríamos cavar en la cima del monte del Templo —Moriah—, pero esta zona
está siendo controlada por los musulmanes».
Richman, de 54 años de edad, es responsable del Instituto
del Templo, una organización que ha hecho todos los preparativos para la
reconstrucción del Tercer Templo, incluyendo las partes que siguen las pautas
de la Biblia y la formación de los sacerdotes que servirán allí día y noche.
Para muchos, Richman sería hoy el candidato más fuerte, el sumo sacerdote que
retomará la tradición que comenzó con Aarón, hermano de Moisés. (…) Otro motivo
de orgullo para el Instituto del Templo es que todos los utensilios sagrados ya
están listos. Al igual que las vestiduras del sumo sacerdote, de acuerdo con la
tradición de los levitas están preparadas e incluyen piezas de oro y pectoral
con 12 piedras preciosas. También hay trompetas y arpas de plata, bandejas de
madera para recoger la sangre de los sacrificios, un incensario y una mesa para
el pan ritual. Fuera se encuentra un candelabro cuidadosamente esculpido con 90
kilos de oro con un peso de 1,5 toneladas. Su costo fue de aproximadamente
1.893.785 dólares. Richman dice que han gastado más de 30 millones de dólares
hasta la fecha. (…) Por la ubicación del arca del pacto o arca de la alianza,
Shimon Gibson, arqueólogo renombrado del Instituto Albright en Israel, sostiene
que el arca fue destruida en el año 587 a.C., cuando los babilonios saquearon
Jerusalén y tomaron todo el oro que había en el templo, fundiendo todos los
utensilios.
Otros estudiosos creen que fue llevada a África. Una vieja
reivindicación de los cristianos ortodoxos de Etiopía afirma que han sido los
guardianes del arca durante siglos. Hasta hoy se encuentra en la ciudad de
Aksum conocida como la «Capilla de las Tablas de la Ley».
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 77
En el año 2013, noticiacristiana.com proporcionaba la
siguiente noticia: En un extenso informe elaborado por el diario británico The
Telegraph, el rabino Chaim Richman —uno de los más influyentes en la actualidad
debido a su proyecto de reconstrucción del Tercer Templo— reveló algunos de sus
secretos. En una de las salas donde se almacenan las partes principales del
nuevo templo, descansa el arca del pacto o arca de la alianza. «¿Esta no es la
verdadera arca perdida?», dice el periodista. «Ella está oculta a un kilómetro
de aquí, en cámaras subterráneas, cavadas en los días de Salomón». Según
Richman: «Es cierto. Los judíos tienen una cadena ininterrumpida de información
grabada y transmitida de generación en generación, lo que indica su posición
exacta. Hay una gran fascinación por el descubrimiento del arca perdida, más
ninguno pregunta a los judíos. Sabemos dónde ha estado durante miles de años
atrás. Podríamos cavar en la cima del monte del Templo —Moriah—, pero esta zona
está siendo controlada por los musulmanes». Richman, de 54 años de edad, es
responsable del Instituto del Templo, una organización que ha hecho todos los
preparativos para la reconstrucción del Tercer Templo, incluyendo las partes
que siguen las pautas de la Biblia y la formación de los sacerdotes que
servirán allí día y noche. Para muchos, Richman sería hoy el candidato más
fuerte, el sumo sacerdote que retomará la tradición que comenzó con Aarón,
hermano de Moisés. (…) Otro motivo de orgullo para el Instituto del Templo es
que todos los utensilios sagrados ya están listos. Al igual que las vestiduras
del sumo sacerdote, de acuerdo con la tradición de los levitas están preparadas
e incluyen piezas de oro y pectoral con 12 piedras preciosas. También hay
trompetas y arpas de plata, bandejas de madera para recoger la sangre de los
sacrificios, un incensario y una mesa para el pan ritual. Fuera se encuentra un
candelabro cuidadosamente esculpido con 90 kilos de oro con un peso de 1,5
toneladas. Su costo fue de aproximadamente 1.893.785 dólares. Richman dice que
han gastado más de 30 millones de dólares hasta la fecha. (…) Por la ubicación
del arca del pacto o arca de la alianza, Shimon Gibson, arqueólogo renombrado
del Instituto Albright en Israel, sostiene que el arca fue destruida en el año
587 a.C., cuando los babilonios saquearon Jerusalén y tomaron todo el oro que
había en el templo, fundiendo todos los utensilios. Otros estudiosos creen que
fue llevada a África. Una vieja reivindicación de los cristianos ortodoxos de
Etiopía afirma que han sido los guardianes del arca durante siglos. Hasta hoy
se encuentra en la ciudad de Aksum conocida como la «Capilla de las Tablas de
la Ley».
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 77
Las crónicas aseguran que Göbekli Tepe fue levantado hace
trece mil quinientos años para, entre otras cosas, protegerse de unas criaturas
poco amables que se escondían en la oscuridad de la noche y que cuando se
manifestaban, lo hacían envueltos por el polvo y la arena que arrastra el
viento de madrugada. Esa era la manera de hacerse invisibles a ojos humanos. Y
Göbekli pudo haber sido creado para controlar la fuerza del mal. En cualquier
caso, lo que es indiscutible es que se trata del templo más antiguo que se ha
hallado jamás. Los arqueólogos suponen que fue edificado en el 11500 a.C., y
que inexplicablemente fue enterrado, a conciencia, alrededor del 8000 a.C. Por
tanto, sería más de seis milenios y medio más viejo que Stonehenge, y fue
erigido siete mil años antes de que en Egipto se empezasen a construir
pirámides.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 94
Cerro Sechín, el templo de los descuartizados
Si hay un nombre ligado a la arqueología sudamericana, y muy
especial al de la peruana, ese es el de Julio C. Tello. A él —y a Toribio Mejía
Xespe— se deben gran parte de los descubrimientos con los que hoy día nos
quedamos admirados. El templo al que nos dirigimos fue uno de sus hallazgos más
tardíos, pero qué duda cabe que más sorprendentes. Se empezó a desenterrar en
el año 1937, mientras en otros puntos de la geografía peruana Paul Kosok
sobrevolaba estupefacto las líneas de Nazca por vez primera, dándolas a conocer
al mundo. Pero a ese rincón casi inaccesible de la sierra de Huaraz nadie
venía. Las carreteras eran caminos de montaña, y las curvas se veían
atiborradas de cruces de madera; las de aquellos que terminaron con sus huesos
despeñados varios cientos de metros más abajo. Aquí, en el departamento de
Ancash, en la provincia de Casma, se produjo el sorprendente hallazgo.
Sorprendente, porque Cerro Sechín —que debe su nombre al río cercano— no se
parece a nada de lo que podamos encontrar en otras regiones del país. Las siete
estructuras de barro y piedra que lo conforman ocupan una superficie de cinco
hectáreas, tan llenas de misterios, que las respuestas, pese a lo que se ha
excavado a lo largo de las décadas, no llegan. Únicamente sabemos, como aseguró
el propio Tello, que la cultura que levantó estas piedras podría constituir «la
matriz de la civilización andina», ya que nos obliga a remontarnos en el
tiempo, ni más ni menos que tres mil seiscientos años atrás. Pues bien,
volviendo a ese año de 1937, y concretamente al mes de junio, Julio C. Tello
decidió excavar, dentro del recinto, en un pequeño promontorio en el que
algunos lugareños aseguraban haber observado extrañas figuras humanas grabadas
en las piedras. No mucho después lograron desenterrar un edificio de planta
cuadrangular, construido con grandes monolitos en los que aparecían grabados
una serie de glifos que nada tenían que ver con otros yacimientos anteriores o
posteriores. Porque lo que encontraron en el ya bautizado como templo Cerro Sechín
superaba la peor de las pesadillas. En los monolitos más grandes surgían
sacerdotes, guerreros, o quién sabe si ambas cosas al mismo tiempo. Y bajo
estos, un catálogo de vísceras que encoge el corazón. El arqueólogo Lizardo
Tavera reflejaba en un interesante trabajo sobre este lugar, que los grabados
«representan despojos humanos, brazos, piernas, cabezas, cuerpos seccionados,
vértebras y vísceras, como si estuvieran regados por el suelo, recreando un
cuadro de hondo dramatismo y horror. En esta procesión no hay figuras de
dioses, semidioses o animales místicos, solo hombres». ¿Qué representan? Sin
duda una carnicería que parece estar dirigida por esos personajes que aparecen
de perfil, cuya uña pulgar, dicho sea de paso, aparece curiosamente crecida y
afilada. ¿Pero por qué tal cantidad de detalles macabros? Explicaciones, a
falta de pruebas que las puedan validar, las hay para todos los gustos.
Evidentemente, se tiende a pensar que los sacerdotes en realidad son chamanes
que se disponían a realizar sacrificios a los dioses en este recinto sagrado.
Y, al parecer, como ya hemos visto en otros lugares, esos dioses se volvían
locos por la sangre humana. Tiene lógica. También se ha planteado que se
representaba el estado en el que quedaba el enemigo después de la batalla, para
insuflar ánimos a las tropas, y para que, si llegado el caso llegaba hasta las
puertas de Sechín, tuviese una idea aproximada de lo que le esperaba. Incluso
se ha barajado la posibilidad de que este lugar fuese una especie de escuela de
medicina del mundo antiguo, donde, entre otras cosas, se estudiaba anatomía,
pero no parece muy probable. Sea como fuere, lo explícito de lo que se nos
muestra deja mal sabor de boca, como una crónica en piedra de lo que aquí
sucedió miles de años atrás. Y si los cronistas fueron fieles a lo que vieron,
hubo de ser terrible.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 103
El templo de las tormentas
En alguna ocasión hemos realizado expediciones en selva
precisamente buscando la ciudad perdida del Paititi, que supuestamente sería el
último refugio que utilizaron los incas una vez llegaron los conquistadores a
Cuzco y huyeron de la capital siguiendo el casi secreto camino inca. Y cuentan
las crónicas que se llevaron un fabuloso tesoro con ellos. De ahí que el mito
de Paititi acabara siendo transformado en El Dorado. Lo que sí es real es que
el lugar más sagrado y de donde sacaron más oro era el Qoricancha, el templo
del Sol de la antigua capital inca. Este se encontraba debajo del actual
convento de Santo Domingo, porque fue levantado, como suele ocurrir en estos
casos, sobre un desmantelado Qoricancha, cuyas sólidas piedras sirvieron de
cimientos para el edificio que ahora vemos, parte del cual todavía es visible
en una mezcla arquitectónica tan extraña como bella. Hace años, a la vera de la
catedral cuzqueña, un buen amigo, el explorador Juanjo Revenga, me contaba que
«Francisco Pizarro ordenó a Pedro de Moguer, Martín Bueno y un tal Zárate que
desmantelaran el templo. Y fíjate cómo sería que aseguran las crónicas que
salieron setecientas planchas de oro de dos centímetros de espesor». Y, aun
así, los incas lograron poner a salvo parte de ese tesoro, que para ellos solo
tenía un significado sagrado. Al contrario de lo que ocurría con los españoles,
cuya ansia de oro era tal que lo mordían, lo que llevó a pensar a los incas que
se lo comían. Sea como fuere, lo cierto es que lograron poner a salvo gran parte
del mismo, y cinco siglos después esa parte del tesoro continúa siendo buscada.
Especialmente cuando quienes lo hacen están convencidos de que en el marco de
la leyenda hay elementos que son reales y que sirven para demostrar que la
búsqueda tiene sentido. Y es precisamente por este motivo por el que acudimos a
la fortaleza de Sacsayhuamán, la casa del dios de las tormentas situada a más
de tres mil cuatrocientos metros sobre el nivel del mar. Hoy día vemos apenas
un diez por ciento de lo que fue, y, pese a ello, es fácil hacerse a la idea de
la monumentalidad del sitio que estamos visitando. Cuenta el mito que en este
lugar hay una piedra que tapa la entrada a un túnel que llega hasta el subsuelo
del Qoricancha, a varios kilómetros de distancia; es la entrada del Chinkana
Grande —«laberinto grande»—. Pero ese túnel existe, y en 1624, tres hombres,
Francisco Rueda, Juan Hinojosa y Antonio Orúe, decidieron entrar en esta
laberíntica red de galerías, convencidos de que el tesoro del inca se
encontraba dentro. Dicen que la codicia puede más que el miedo, porque fueron
advertidos de que no lo hicieran; otros antes que ellos ya lo intentaron y
desaparecieron o murieron en el intento. Asegura Revenga que «al cabo de diez
días sin que hubiera noticias de ellos, cuando ya se les daba por muertos, el
que respondía al nombre de Juan apareció, de repente, detrás del altar mayor de
la iglesia de Santo Domingo. Pero aquel hombre estaba medio loco, había perdido
la cordura. Además, mostraba un aspecto muy desaliñado: la ropa estaba
destrozada y su barba había crecido muchísimo. Pero es que sus ojos estaban
perdidos, con la mirada puesta en un punto indeterminado en el que clavaba su
miedo. Pero lo que más sorprendió a los testigos fue el hecho de que en su
mano, agarrada con fuerza, llevaba una mazorca de oro puro. Sin poder explicar
lo que había ocurrido, al poco tiempo murió». Historias como esta han llevado a
buscadores de todas las épocas a recorrer los citados túneles, sin que se haya
logrado dar con el objetivo. Desde hace años, por ejemplo, un equipo de
científicos ha retomado las investigaciones y sus resultados demuestran que,
una vez más, la leyenda no es más que una excusa para ocultar un gran secreto…
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 109
Cuentan que Kings Park está embrujado y habitado por los
fantasmas de los que vivieron y murieron allí. Pacientes que en muchos casos
fueron torturados hasta la muerte. De hecho, bajo el hospital se han encontrado
diversos túneles donde se torturaba y experimentaba con pacientes. Es en ese
lugar del edificio donde los fenómenos son más relevantes. Se escuchan voces y
gritos que asustan a quien se adentra en ellos. Algunos fantasmas de los que se
tiene constancia son una cuidadora y algún doctor que parecen permanecer ahí.
Es habitual la sensación de sentirse observado en su interior, al igual que ver
caras que se asoman desde sus ventanas o siluetas que las cruzan desde el
exterior.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 131
HOSPITALES Y SANATORIOS ENCANTADOS
Kings Park Lunatic Asylum
El Sanatorium Waverly Hills
Sanatorio de la Atalaya de Ciudad Real
El Trans-Allegheny Lunatic Asylum
El hospital de la isla neoyorquina de North Brother
Hospital Virgen de los Reyes de Sevilla
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 130
LUGARES QUE MATAN
Cà Dario, un palacio veneciano maldito
La Casa do Demo, Ponteceso (A Coruña)
El alma de Tacande (La Palma)
La «casa maldita» de Madrid… hermosa planta baja del número 3 de la céntrica calle madrileña Antonio Grilo, un edificio antiguo, señorial. Todo apuntaba que podía ser una gran casa para vivir, de no ser porque la finca es conocida como la «casa maldita» de Madrid por su largo historial de sucesos truculentos
La Whaley House
El «edificio maldito» de Valencia… El número 1 de la calle Tres Forques desde hace décadas parece albergar la muerte en su interior.
La villa de Brinscall en Chorley, Lancashire (Inglaterra)
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 151
OBJETOS MALDITOS
El vestido de novia de Anne Baker
El diamante azul (Hope)
El jarrón Bassano
El ópalo maldito de la familia real española
La mujer de Lemb (Chipre)
El anillo de los actores nibelungos… Poco se sabe del origen de esta tradición más allá del nombre de tan inquietante pieza: anillo de Iffland.
La maldición de Ötzi, el hombre de las nieves
El espejo de la plantación de Myrtle
Myrtles Plantation es conocida por ser una de las casas más embrujadas de Estados Unidos y del mundo.
La caja Dybbuk… Esta caja, cuya historia y maldición son de las más llamativas, es en realidad un viejo recipiente para guardar botellas de vino.
El diamante Koh-i-Noor o montaña de luz
El muñeco Robert… Robert Eugene Otto vivía en Key West cuando en 1896 recibió de una criada un regalo: un muñeco vestido de marinero, relleno de paja y cosido con alambre, en cuyos brazos tenía un león de peluche. Gene bautizó al muñeco con su propio nombre: Robert. Pero el muñeco no era tan inocente como parecía, estaba maldito, y es que los criados, que eran de las Bahamas, practicaban vudú y magia negra.
La muñeca Annabelle
El anillo del destino… Este anillo fue propiedad del reconocido actor y galán de Hollywood Rodolfo Valentino, quien murió con solo treinta y un años. Lo compró en 1920 en una joyería de San Francisco. Se trataba de un anillo de plata con una gema ojo de tigre.
Las trompetas malditas del rey Tut
Los cuadros de «los niños llorones» … Bruno Amadio, pintor veneciano de no demasiado renombre en vida, ha pasado a la historia por la leyenda negra que acompaña una serie de cuadros suyos: los niños llorones. Algunos afirman que sus cuadros son una puerta al infierno.
The hands resist him… Esta pintura de aspecto algo inquietante, pintada en 1972 por el norteamericano Bill Stoneham, es el retrato de un niño junto a una muñeca.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 23
Con la llegada de Adolf Hitler al poder, el uso de
astrólogos como Karl Ernst Krafft, videntes como Louis Christian Hausser y
magos como Erik Hanussen alcanzó un momento único en la historia. No es un
secreto la fascinación que personajes como Aleister Crowley, el gran mago
negro, despertaban en las filas alemanas. Se decía que las prácticas de
rituales de magia negra en el castillo de Wewelsburg eran muy frecuentes. Desde
la búsqueda en las estrellas o en la Atlántida del origen de la raza aria,
hasta la persecución por medio mundo de todo tipo de reliquias y objetos de
poder, el Tercer Reich se convirtió en un gran defensor de lo oculto. Bajo ese
mismo prisma se creó la Ahnenerbe, una organización inspirada en la Sociedad
Thule que, aunque oficialmente fue creada para dar valor a las tradiciones
alemanas, acabó convirtiéndose en un grupo dedicado al estudio de las ciencias
ocultas con una finalidad clara: destruir el cristianismo e instaurar una nueva
religión nazi en Alemania.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 168
Pero los británicos tampoco se quedaron atrás en esta
sorprendente carrera. Posiblemente como reacción frente a la importancia que
estos temas parecían tener en el enemigo, Winston Churchill decidió crear el
Black Team, una unidad dedicada a combatir a los nazis con sus mismas armas: el
ocultismo y la magia. El MI5 (el servicio secreto británico) incorporó en sus
filas a un astrólogo, Louis de Wohl, para predecir los movimientos del Führer
utilizando las estrellas. Sabiendo que Adolf Hitler tomaba sus decisiones
siguiendo las cartas astrales, parecía razonable tratar de adelantarse a sus
movimientos siguiendo el mismo método. Incluso contaron con la ayuda de «la
gran bestia», el mago que los nazis adoraban: Aleister Crowley, o de
ilusionistas como Jasper Maskelyne. Este ilusionista cuenta en su autobiografía
que fue enviado a Egipto donde colaboró con el servicio de camuflaje.
Posteriormente se incorporó a la A Force, dedicada al contraespionaje. En ella
se le atribuye haber protegido el puerto de Alejandría de los bombardeos aéreos
construyendo el 22 de junio de 1941 una ciudad falsa en la bahía Maryut para
engañar a los pilotos alemanes. También fue el encargado de proteger el canal
de Suez usando las luces reflectoras del propio canal con espejos estroboscópicos
giratorios, con el fin de confundir a los pilotos alemanes. Su mayor éxito tuvo
lugar al engañar a los alemanes antes de la batalla de El Alamein, creando la
ilusión de un ejército falso en el sur cuando iban realmente a atacar desde el
norte. Más adelante fue nombrado coronel del Servicio Experimental de Camuflaje
y se convirtió en el responsable de diseñar los equipos de espionaje para la
OSS y de escape para los pilotos cautivos.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 169
PARQUES DE ATRACCIONES MALDITOS
Parque de Hobara
Hobara, Japón,
Shawnee Lake, Virginia (Estados Unidos)
Alton Towers (Reino Unido)
Disneyland, California (Estados Unidos)
Parque Diversiones de San José de Costa Rica
La maldición del Italpark en Buenos Aires (Argentina)
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 186
Los dogū no son imágenes prehistóricas de astronautas, sino
objetos rituales que representan diosas de la fertilidad, y los arqueólogos los
siguen encontrando.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 211
Es a finales del siglo XIX cuando nace la ouija que
conocemos. En el año 1886, Associated Press informa sobre un nuevo fenómeno
espiritista que empieza a ganar fuerza en Ohio: el tablero que habla. Se
trataba de una tabla con letras y números y un instrumento que actuaba como
planchette para señalar las letras. De todos modos, la ouija como tal nace de
la mano de un grupo de empresarios que supieron aprovechar un nicho comercial.
El público reclamaba velocidad en el contacto con el más allá y es lo que le dieron.
En 1890, Charles Kennard, de Baltimore, Maryland, reunió a cuatro inversores
—curiosamente, ninguno de ellos espiritista— y fundaron la Kennard Novelty
Company, una compañía dedicada en exclusiva a producir y distribuir tablas
parlantes. Ahora, había que ponerle nombre. La creencia más extendida nos dice
que la palabra ouija se compone de la palabra francesa oui —sí en francés— y ja
—sí en alemán—. Sin embargo, intentado rodear el objeto de un aura mística y
milenaria, también se dijo en su día que la palabra ouija quería decir «buena
suerte» en egipcio, algo que es falso y que, además, contrasta bastante con la
connotación moderna que se tiene de este objeto. Una de las hipótesis más
curiosas nos dice que, para ponerle nombre, se consultó a la propia tabla. En
la sesión participó la hermana de Elijah Bond, uno de los miembros de la
empresa, Helen Peters, que según su hermano era médium. Parece ser que Peters
llevaba un medallón con la fotografía de una famosa novelista: Marie Louise
Ramé, conocida también como Ouida. Así, es posible que el nombre de este temido
objeto haga referencia a esta autora a la que Peters admiraba. No quedaba ahí
el protagonismo de Peters, ya que a la hora de solicitar la patente de la ouija
el encargado de la oficina pidió una muestra de que funcionaba, solicitando al
tablero que revelase su nombre, en teoría desconocido para Bond y su hermana… y
lo hicieron, aunque no conviene descartar que Bond, como buen abogado de
patentes, hubiera preparado antes el terreno y conociera previamente el nombre
del registrador. El 1 de febrero de 1891 aparecía en el The Pittsburg Dispatch
uno de los primeros anuncios de la ouija. «La maravillosa tabla que habla»,
rezaba el titular del anuncio que, por 1,49 dólares, ofrecía «entretenimiento»
para todas las edades. Incluso los científicos podían aprovecharse de esta
tabla cuyos «misteriosos movimientos invitan a la investigación más cuidadosa y
a descubrir que podría estar formando el enlace que une lo conocido con lo
desconocido, lo material con lo inmaterial». La Kennard Novelty Company se
convirtió en una máquina de hacer dinero. Antes de 1892, la compañía pasó de
una fábrica en Baltimore a dos, dos en Nueva York, dos en Chicago y otra en
Londres. Desde luego, «su» invento funcionó. William Fuld acabaría haciéndose
con todas las acciones de la empresa encargada de producir y distribuir la
tabla. Decisión acertada, ya que el invento no dejaba de generar dinero,
incluso durante los años de la Gran Depresión americana abrió nuevas fábricas
debido a la demanda constante de tableros. Los más supersticiosos no consideran
tan acertada la compra de Fuld, ya que quieren ver tras su accidental muerte la
oscura y alargada sombra del objeto maldito, el cual sirvió de decoración a su
lápida. Como señalamos, los beneficios no dejaban de llegar. Una sola tienda
llegó a vender cincuenta mil ouijas en solo cinco meses en 1944. Pero, sin
duda, uno de los datos más curiosos tiene lugar en 1967, un año después de que
Parker Brothers se hiciera con los derechos del tablero. La cifra de ouijas
vendidas ascendió a dos millones, superando incluso al Monopoly. Así pues, si
analizamos las primeras décadas de existencia de la ouija, nos damos cuenta de
que se trataba más de un excitante e inquietante entretenimiento que de un
objeto maldito.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 227
Pero, ¿por qué la ouija tiene tan mala fama? En gran parte,
la culpa de todo la tiene El exorcista. En sus inicios, el uso de este tablero
no tenía la connotación amenazante de hoy en día. Salvo una serie de sucesos
aislados en los que, al parecer, la ouija había incitado al asesinato u otros
incidentes, digamos, macabros, como el caso aparecido en The New York Times en
el que una mujer afirmaba que la ouija le había pedido mantener el cadáver de
su madre quince días en el salón antes de enterrarla en el patio trasero, el
hoy día «tablero maldito» no era sino un método más de entretenimiento muy
popular a finales del XIX y, sobre todo, a comienzos del siglo XX. Misterioso,
inquietante para algunos, pero no demoníaco. Todo eso cambia en el año 1973 con
el estreno de la citada película El exorcista, dirigida por William Friedkin y
basada en la novela homónima escrita años antes por William Peter Blatty. Sin
duda, al poner la ouija como detonante de una de las historias más terroríficas
vista en pantalla «cambió realmente el tejido de la cultura pop», explica a
Smithsonian.com Richard Murch, estudioso de la historia de la tabla. Antes de
aquello, la ouija era un objeto divertido con el que pasar buenos ratos e,
incluso, hacer bromas. La película caló de tal modo que la Iglesia católica,
que hasta cierto punto se había mostrado permisiva con el asunto, cambia de
postura condenando el tablero, fomentando así la sensación de que ese trozo de
madera con letras y números en su superficie es la herramienta favorita de Satanás
para acceder a nuestro plano de existencia. Pero la película de Friedkin solo
fue el inicio. A partir de ahí, la ouija se convertirá en un elemento
recurrente del celuloide, fuente inagotable de leyendas urbanas y estará detrás
de supuestos casos de posesión y otros fenómenos extraños, pasando así de ser
un elemento espiritual en sus inicios a convertirse en un elemento demoníaco de
nuestro tiempo. Precisamente, esta transformación cultural tiene parte de culpa
en el peligro que hoy día supone jugar a la ouija. El doctor Freddy Vásquez en
la nota del Ministerio de Salud de Perú citada anteriormente hacía hincapié en
ello al señalar que este «juego» tiene una serie de elementos que tienen que
ver con la imaginación y hasta con las supersticiones y las películas de
terror. Es más, los psiquiatras y expertos señalan que el peligro no está en
jugar, sino en creerse a la ouija. ¿Por qué? ¿Es una puerta al más allá? ¿Al
infierno? ¿A nuestro inconsciente? Esto es lo que la ciencia ha revelado sobre
sus mecanismos… y sobre los nuestros.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 230
La primera psicofonía como tal fue obtenida en el
laboratorio de física de la Universidad del Sagrado Corazón de Milán. Fue en el
año 1952, concretamente el 17 de septiembre. Los responsables fueron los
sacerdotes Agostino Gemelli y Marcello Pellegrino Ernetti, que estaban grabando
cantos gregorianos. El alambre de aquellas primeras grabadoras
electromagnéticas se rompía una y otra vez, y Gemelli exclamó en voz alta: «Oh,
padre, ayúdame», invocando a su progenitor fallecido. Cuando encendieron otra
vez la máquina, ambos sacerdotes no oyeron el canto gregoriano que esperaban
oír, sino la voz del padre de Gemelli que decía: «¡Pero por supuesto te
ayudaré! Estoy siempre contigo». Pocos años después, en 1959, Friedrich
Jürgenson se sorprendería al encontrarse la supuesta voz de su madre ya
fallecida llamándole desde la cinta de la grabadora que había utilizado para
registrar el canto de los pájaros para un documental. Fue a partir de ese
momento, considerado el punto inicial de la investigación psicofónica, cuando
miles de personas se sintieron atraídas por tan sugerente fenómeno y las
psicofonías se colaron en el imaginario popular como una forma de contactar con
los muertos. Aunque esta sea solo una posibilidad sin confirmar a día de hoy.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 235
La parálisis del sueño aislada «constituye un laboratorio
natural único para el estudio de las experiencias alucinoides».
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 244
El fruto prohibido La historia es un terreno fértil para la
proliferación de leyendas urbanas y lo es desde el origen de la humanidad… al
menos, según la Biblia. El libro del Génesis nos cuenta la historia de Adán y
Eva, los primeros seres humanos creados a imagen y semejanza de Dios. La feliz
pareja habitó el paraíso hasta que rompieron el único mandato impuesto por
Dios: «De todos los árboles podemos comer, pero del que está en medio del
jardín nos ha dicho Dios que no comamos, bajo pena de muerte» (Génesis 3, 2-3),
explica Eva a la tentadora y diabólica serpiente. ¿Cuál es el famoso fruto
prohibido que condenó a la humanidad? Seguro que muchos lo tenéis claro: la
manzana. Sin embargo, no es del todo cierto. Al revisar la Biblia original,
escrita en hebreo, en ningún momento aparece citada la manzana. La confusión se
debe a un error de traducción, cuando en el año 382, Jerónimo de Estridón —o
San Jerónimo— recibió el encargo de traducir al latín la Biblia del hebreo y el
griego con el objetivo de que su mensaje fuera accesible también al pueblo
llano o al vulgo —de ahí el nombre por el que es denominada esta versión:
Vulgata. Jerónimo no dominaba el hebreo a la perfección y eso tuvo como
consecuencia algunos errores. Recordemos lo que Dios ordenó al hombre: «Puedes
comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol de la ciencia del bien y
del mal no comerás…» (Génesis 2, 26). Pues bien, ese «mal» se tradujo al latín
como «malum», que servía para referirse a algo maligno… o a una manzana. Así,
el pueblo comenzó a interpretar que el fruto prohibido del Jardín del Edén era
una manzana. Esto, sumado a lo icónico del elemento representado con
posterioridad en diferentes obras de arte, hizo el resto.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 246
Slenderman es el ejemplo perfecto de cómo un personaje
creado en los mentideros de internet trascendió a la realidad de una forma
terriblemente cruel a través de las mentes de unas niñas.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 257
El factor azar
Evidentemente, para los escépticos las coincidencias son
fruto del azar. Según sus cálculos tenemos una posibilidad entre cien mil de
acertar el Gordo de Navidad y una entre un millón de perecer en un accidente
aéreo. Otro ejemplo matemático: Diaconis y Mosteller calcularon que la
probabilidad de hallar en una fiesta a una persona que celebre su cumpleaños el
mismo día que nosotros es del 50 por ciento si hay en ella veintitrés personas.
La ciencia no escapa al fenómeno sincronicidad. De hecho, a
las coincidencias científicas se las conoce con un término específico:
serendipia.
Esta palabra fue acuñada por el noble inglés Hugh Valpole en
1764 a partir del cuento Los tres príncipes de Serendip, un reino exótico
situado en Sri Lanka que contaba con tres príncipes que realizaban
continuamente descubrimientos sin buscarlos gracias a su perspicacia. Así, un
hallazgo serendípico puede acontecer simultáneamente a muchas personas, pero,
como preconizaba Pasteur, solo las mentes preparadas sabrán sacarle partido.
La experimentación clínica de Claude Bernard o el
descubrimiento de la insulina por Banting y de la penicilina por Fleming son
ejemplos notables y muy conocidos de serendipia científica. Como también lo son
la gravedad de Newton al ver caer la manzana sobre su cabeza, o Röntgen, que
descubrió los rayos X mientras investigaba con tubos de rayos catódicos. John
Watts, solo por poner otro ejemplo, patentó la máquina de vapor en 1769 al
contemplar cómo saltaba la tapa de una tetera por el vapor de agua.
Lo cierto es que grandes intuiciones científicas y
descubrimientos han sido recibidos en el curso de un sueño o disfrazadas de
formas arquetípicas sugiriendo, una vez más, que algo o alguien mueve los hilos
del destino tanto individual como colectivo.
Las coincidencias, las sincronicidades y las serendipias nos
obligan a cambiar la percepción del universo de las leyes inmutables que hasta
ahora creíamos que lo regían. La barrera de la causalidad lineal, del tiempo
lineal, desaparece y exige un nuevo paradigma en el que la interacción entre el
cómo, cuándo, qué y por qué deje de ser cartesiana para convertirse en
cuántica, es decir, la física de las probabilidades en la que el azar no tiene
cabida. Así, una pregunta tan frecuente en ciencia como es «¿Por qué sucedió?»
debería ser sustituida por «¿Para qué sucedió?».
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 291
Para plantear la existencia o no de la reencarnación,
viajamos a Egipto. En concreto, empezamos nuestra aventura desde el inquietante
templo de Abydos, que se erige a una hora de Luxor. Es un lugar poco visitado
por los turistas porque se halla en una de las zonas rojas del país. La región
de Sohag, con ciudades tan importantes como Qena, constituye aún hoy uno de los
nidos del integrismo islámico. Por esa razón, vamos escoltados por militares y
cada cincuenta kilómetros pasamos un control. Sobrecoge, la verdad. Pero merece
la pena correr el riesgo, porque Abydos es la cuna de los misterios egipcios:
fue un antiguo lugar de peregrinaje, ya que, según la tradición, ahí fue
escondida la cabeza del dios Osiris, allí se encuentra el listado real y las
alusiones a los famosos Shemsu Hor, conocidos también como compañeros de Horus,
que gobernaron Egipto miles de años antes del primer faraón; también
encontramos la misteriosa flor de la vida, y una experiencia sorprendente de
reencarnación. Sí, sí, como lo lees. Su protagonista fue una respetada
egiptóloga británica que, desde niña, creía ser la encarnación de una concubina
del faraón Seti I. No obstante, la protagonista de nuestra historia no pudo
comprobar sus ensoñaciones hasta mucho más tarde, ya que no viajaría a Abydos
hasta cumplidos los cuarenta y ocho años de edad. Y es que Dorothy Louis Eady
afirmó que en una vida pasada fue una sacerdotisa egipcia llamada Bentreshyt y
amante del faraón Seti I. Cuando por fin llegó al templo de Seti I, en 1952, la
luna llena brillaba en el firmamento, y dicen que cuando por fin pudo entrar en
su interior, quemó incienso y pasó la noche rindiendo culto a los antiguos
dioses para canalizar —a través de la escritura automática— información de su
pasado en Egipto.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 327
Los especialistas en dactiloscopia saben que no hay dos
seres humanos con las mismas impresiones digitales. El patrón de las huellas no
cambia nunca. Aumenta de tamaño a medida que crecemos, pero sigue siendo el
mismo. Tampoco pueden destruirse, a menos que se produzca un daño grave en las
capas más profundas de la epidermis. Por este motivo, a finales del siglo XIX,
empezaron a ser empleadas en la investigación policial, ya que permiten la
identificación individual. En Estados Unidos existe un servicio de identificación
de personas con cincuenta millones de individuos registrados con sus
respectivas huellas dactilares. Pues bien, siempre que se da una repetición de
impresiones digitales, una de las personas envueltas en el episodio está
muerta. Nunca se repite una huella en personas vivas. Curioso, ¿verdad?
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 333
¿Es posible que nuestra información genética viaje de cuerpo
en cuerpo, de existencia en existencia, sin la necesidad de un soporte celular?
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 334
La idea de relacionar la genética y la reencarnación no es
nueva. En algunas tradiciones, cuando un niño muere, los padres amputan alguno
de sus miembros o le ocasionan una herida suficientemente profunda y visible
para reconocerlo cuando vuelva a nacer. Los hindúes, por ejemplo, consideran
que la muerte prematura de un niño interrumpe su misión en la Tierra y, por
consiguiente, reencarnarán dentro de la misma familia. Por eso, los padres
amputan algún dedo o generan alguna herida. Es el caso de Ulewkele, un niño que
nació con el dedo meñique amputado, dos años después de que la familia
enterrara a otro pequeño ¡al que le habían amputado el mismo dedo!
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 334
João Alberto Fiorini ha ampliado su campo de estudio a la
morfología del rostro o fisonomía y, también, a la comparación de ADN (Ácido
Desoxirribonucleico). La idea de comprobar la reencarnación mediante el empleo
de las modernas técnicas de ADN está siendo buscada por científicos
espiritistas desde hace algún tiempo. El cuerpo humano está formado por más de
setenta millones de células. Dentro del núcleo de cada una de ellas están los
cuarenta y seis cromosomas (veintitrés del padre y veintitrés de la madre) con
la información genética del individuo, su ADN. Si la teoría de las huellas
dactilares de João Alberto Fiorini de Oliveira es cierta, el ADN no solo
conserva información codificada de nuestro ser biológico, sino también de
nuestro espíritu.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 339
El médium espiritista André Luiz, autor de Evolución en dos
mundos (FEB, 2019), asegura que en el interior de la célula hay una especie de
punto de encuentro entre la materia y el espíritu. Así, el citoplasma es la
frontera del ser espiritual y el núcleo, el de la materia. De esta forma,
cuando un espíritu se materializa mediante ectoplasma, la información genética
de esa sustancia debe ser la misma de la del individuo que encarnó en vida. Es
una posible explicación.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 340
El último caso sucedido en la India Ramnaresh Shankhwar,
conocido entre sus amigos como Chotu, tiene ocho años y reside en Nagla Saheli,
una localidad situada a trece kilómetros de Mainpuri, en la India. El pasado 19
de agosto de 2021, acompañado de sus padres, llamó a la puerta de una casa de
Nagla Amar Singh, una aldea cercana y, cuando el morador abrió la puerta, le
soltó que él era su padre. Y entonces… Al otro lado del umbral estaba
desconcertado Pramod Kumar, pero no echó a aquellos desconocidos. Resultaba que
hacía ocho años había perdido a su hijo Rohit, de tan solo trece años y, dado
que tanto él como su esposa, Usha Devi, creen en la reencarnación, decidieron
escuchar su relato entre lágrimas. El desconocido —Chotu— les explicó que el 4
de mayo de 2013 se ahogó en un canal cerca de Kanpur mientras se bañaba. No lo
podía creer. El dato era exacto. Pero lo que conmocionó aún más a la familia
fue que el joven Chotu pudo identificar sin ningún problema a la madre y la
hermana del niño fallecido y proporcionó detalles exactos de su vida anterior.
Rápidamente corrió la voz, y los aldeanos rodearon al niño a la salida de la
casa. Entre ellos, la exmaestra del adolescente fallecido, a quien Chotu
reconoció de inmediato. Le llevaron a la escuela y allí dijo que se acordaba de
otros profesores y del director, Subhash Chandra Yadav, quien lo acribilló a
preguntas. Chotu respondió a todas con soltura, sin equivocarse. Sus padres
biológicos aseguran que desde que tiene conciencia su hijo habla de la
reencarnación. Chotu les pedía que lo llevaran a Nagla Salehi, pero ante el
temor a perder a su hijo, es decir, a que los dejara para unirse a su familia
«anterior», se negaron. Conmovidos por la desesperación, finalmente accedieron.
Llamativo es también el caso de Semih Tutusmus, un niño que recordó a su esposa
y a su asesino de su vida anterior y los encontró de nuevo. Tutusmus nació en
la aldea de Sarkonak, en Turquía, y tan pronto como comenzó a hablar aseguró
que su nombre era Selim Fesli. Se da la circunstancia de que, mientras estaba
embarazada, la madre de Semih tuvo un sueño en el que un hombre se identificaba
con ese nombre: Selim Fesli. En el sueño le veía con el rostro ensangrentado.
No era por casualidad. En 1958, un hombre que respondía a ese nombre había muerto
en un campo del pueblo vecino. Le habían disparado en la cara y en el oído
derecho. Lo más llamativo es que Semih nació con la oreja derecha deformada.
Cuando tenía cuatro años de edad, Semih se dirigió a casa del fallecido y
reconoció a Katibe, que vivía allí, como su esposa. Hay más. Recordó detalles
íntimos de su vida cuando estuvieron juntos y los nombres de sus hijos, y
también identificó al hombre que le disparó. Quiero terminar haciendo
referencia a Erika Ruehlman, de Cincinnati, Ohio. Esta mujer está convencida de
que su hijo Luke fue una mujer en una existencia anterior. Luke Ruehlman tuvo
muy claro a los cinco años que no era la primera vez que vivía en este mundo.
El pequeño decía haber sido, en una vida anterior, una afroamericana llamada Pam
Robinson que habría muerto en un incendio en el Hotel Paxton de Chicago, en
1993. Es más, el niño decía haberse reencarnado y recordar perfectamente cuándo
sus padres le pusieron de nombre Luke. Erika asegura que el pequeño con apenas
dos años le dijo: «Solía ser Pam, pero fallecí. Subí al cielo y vi a Dios. Él
me regresó y desperté. Era un bebé y tú me llamaste Luke». La seguridad con la
que el pequeño mantenía sus recuerdos de vidas pasadas obligó a la madre a
investigar sobre la supuesta Pam Robinson. Para su sorpresa encontró una vieja
noticia que la mencionaba. Había muerto en el incendio del hotel Paxton, en
1993, al saltar desde una ventana del edificio. ¿Casualidad? Erika explicó a
The Huffington Post que es imposible que el niño conociese la historia de Pam
por sí solo y que le costó un par de días procesar todo. Le era imposible
dormir, ya que constantemente pensaba en eso. Tan obsesionada estaba que
investigó a fondo y consiguió contactar con los familiares de Pam, quienes
proporcionaron un dato llamativo: dijeron que la fallecida era muy fanática de
Stevie Wonder, música que —¿casualmente? — le encantaba a Luke. Pero de pronto
los recuerdos se detuvieron, como si el niño la dejara salir, y no ha vuelto a
decir nada de ella. Erika y Luke aparecieron en un documental titulado Ghost
Inside My Child (Fantasmas dentro de mi hijo), transmitido por Lifetime Movie
Network, lo que permitió poner a prueba los recuerdos del niño. En el
documental colocaron una foto de Pam en un pedazo de papel junto con otras
fotos de afroamericanas y, de un modo sorprendente, escogió la imagen correcta.
Para millones de personas, la reencarnación es más que una creencia. Viene a
ser una concepción que se presta a hechos objetivos y concretos. Y no son pocos
los psicólogos y terapeutas que utilizan la regresión como medio para acceder a
una fuente de información que revela cada vez más sorpresas. Para los
espiritistas, es una ley universal, mediante la cual los espíritus tienden a la
perfección. Esto sucede a través de las pruebas en la vida corporal. Por esa
razón reencarnamos, para perfeccionar aquellas cosas que quedaron pendientes y
adquirir experiencia. Muchas otras culturas la aceptan sin reparos, aunque
tiene matices distintos a la planteada por el codificador del espiritismo,
Allan Kardec. No se trata, pues, de una invención.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 342
Uno de los fenómenos parapsicológicos menos comunes dentro
de la percepción extrasensorial es la llamada retrocognición, palabra acuñada
por Frederic W. H. Myers para describir la adquisición de conocimientos de
eventos pasados que no se han aprendido por medios convencionales.
Generalmente, se manifiesta en forma de visiones, sonidos o sensaciones que se
producen al tocar un objeto o estando en presencia de vestigios psíquicos.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 347
Si usted viaja a los jardines del palacio de Ansbach, en
Baviera (Alemania), podrá encontrar un pilar octogonal de tres metros de altura
en el que reza la siguiente inscripción: «Hic occultus occulto occisus est», o
lo que es lo mismo en la lengua de Cervantes: «Aquí fue asesinado un
desconocido de forma desconocida».
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 353
(Pelegrino Ernetti) se hizo famoso en 1972 cuando declaró al
periódico italiano La Domenica del Corriere que él y su equipo de físicos
habían logrado crear una máquina capaz de fotografiar el pasado: el Cronovisor.
Mediante este artilugio, el padre Ernetti habría obtenido imágenes de la vida
de Jesús, de la destrucción de Sodoma y Gomorra, personajes históricos como
Napoleón o el filósofo romano Cicerón. La máquina fue desmontada y dividida en
trozos por orden del Vaticano y los planos del Cronovisor depositados en una
notaría de Suiza y una caja fuerte en Japón, según le confesó el padre François
Brune al escritor Javier Sierra hace ya algunos años. La pista de la máquina se
desvanece a partir de ese momento y lo único que podemos juzgar son algunas
imágenes de muy mala calidad que han ido circulando por ahí y que,
supuestamente, fueron obtenidas con el misterioso ingenio. En una se puede ver
a Jesucristo en el momento de la crucifixión y en otra vemos al Maestro
caminando con algunos de sus discípulos. ¿Son auténticas o se trata de un
engaño? Resulta que la primera de las fotografías —que, por cierto, ilustró la
noticia del periódico italiano— pertenece, en realidad, al rostro del crucifijo
del santuario del Amor Misericordioso, en Collevalenza, Perugia, Italia. Se ha
sabido que allí residía una monja amiga de Ernetti, una mística y estigmatizada
llamada Esperanza que —según su testimonio— hizo tallar el crucifijo acorde a
las visiones y a una imagen del Cronovisor. Algo que no es posible, porque la
talla es anterior a 1953, fecha en la que, supuestamente, se obtuvieron las
imágenes. Tampoco se sostiene la imagen del Maestro caminando con sus
discípulos, porque, tal como averiguó el investigador mexicano Edgar Gómez, se
trata de un subencuadre de un lienzo pintado por el alemán Johannes Raphael
Wehle (1848-1936). No sabemos si el polémico Cronovisor fue o no un fraude,
pero de lo que no hay duda es del origen de las imágenes que circulan por
internet como prueba de su existencia y, por consiguiente, elevan la historia
de la máquina para ver el pasado a la categoría de simple mito.
Lorenzo Fernández
Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó
El colegio invisible, página 356
El colegio invisible, página 23
El colegio invisible, página 24
El colegio invisible, página 28
El colegio invisible, página 40
El colegio invisible, página 46
El colegio invisible, página 59
El colegio invisible, página 77
El colegio invisible, página 77
El colegio invisible, página 94
El colegio invisible, página 103
El colegio invisible, página 109
El colegio invisible, página 131
El Sanatorium Waverly Hills
Sanatorio de la Atalaya de Ciudad Real
El Trans-Allegheny Lunatic Asylum
El hospital de la isla neoyorquina de North Brother
Hospital Virgen de los Reyes de Sevilla
El colegio invisible, página 130
La Casa do Demo, Ponteceso (A Coruña)
El alma de Tacande (La Palma)
La «casa maldita» de Madrid… hermosa planta baja del número 3 de la céntrica calle madrileña Antonio Grilo, un edificio antiguo, señorial. Todo apuntaba que podía ser una gran casa para vivir, de no ser porque la finca es conocida como la «casa maldita» de Madrid por su largo historial de sucesos truculentos
La Whaley House
El «edificio maldito» de Valencia… El número 1 de la calle Tres Forques desde hace décadas parece albergar la muerte en su interior.
La villa de Brinscall en Chorley, Lancashire (Inglaterra)
El colegio invisible, página 151
El diamante azul (Hope)
El jarrón Bassano
El ópalo maldito de la familia real española
La mujer de Lemb (Chipre)
El anillo de los actores nibelungos… Poco se sabe del origen de esta tradición más allá del nombre de tan inquietante pieza: anillo de Iffland.
La maldición de Ötzi, el hombre de las nieves
El espejo de la plantación de Myrtle
Myrtles Plantation es conocida por ser una de las casas más embrujadas de Estados Unidos y del mundo.
La caja Dybbuk… Esta caja, cuya historia y maldición son de las más llamativas, es en realidad un viejo recipiente para guardar botellas de vino.
El diamante Koh-i-Noor o montaña de luz
El muñeco Robert… Robert Eugene Otto vivía en Key West cuando en 1896 recibió de una criada un regalo: un muñeco vestido de marinero, relleno de paja y cosido con alambre, en cuyos brazos tenía un león de peluche. Gene bautizó al muñeco con su propio nombre: Robert. Pero el muñeco no era tan inocente como parecía, estaba maldito, y es que los criados, que eran de las Bahamas, practicaban vudú y magia negra.
La muñeca Annabelle
El anillo del destino… Este anillo fue propiedad del reconocido actor y galán de Hollywood Rodolfo Valentino, quien murió con solo treinta y un años. Lo compró en 1920 en una joyería de San Francisco. Se trataba de un anillo de plata con una gema ojo de tigre.
Las trompetas malditas del rey Tut
Los cuadros de «los niños llorones» … Bruno Amadio, pintor veneciano de no demasiado renombre en vida, ha pasado a la historia por la leyenda negra que acompaña una serie de cuadros suyos: los niños llorones. Algunos afirman que sus cuadros son una puerta al infierno.
The hands resist him… Esta pintura de aspecto algo inquietante, pintada en 1972 por el norteamericano Bill Stoneham, es el retrato de un niño junto a una muñeca.
El colegio invisible, página 23
El colegio invisible, página 168
El colegio invisible, página 169
Hobara, Japón,
Shawnee Lake, Virginia (Estados Unidos)
Alton Towers (Reino Unido)
Disneyland, California (Estados Unidos)
Parque Diversiones de San José de Costa Rica
La maldición del Italpark en Buenos Aires (Argentina)
El colegio invisible, página 186
El colegio invisible, página 211
El colegio invisible, página 227
El colegio invisible, página 230
El colegio invisible, página 235
El colegio invisible, página 244
El colegio invisible, página 246
El colegio invisible, página 257
El colegio invisible, página 291
El colegio invisible, página 327
El colegio invisible, página 333
El colegio invisible, página 334
El colegio invisible, página 334
El colegio invisible, página 339
El colegio invisible, página 340
El colegio invisible, página 342
El colegio invisible, página 347
El colegio invisible, página 353
El colegio invisible, página 356
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