YO. Tuviste un accidente mientras navegabas en kayak durante unas vacaciones en Chile, y experimentaste una ECM en la que aseguras que estuviste en un lugar que identificas claramente con el cielo, con Dios y con ángeles. ¿Es el Más Allá un paraíso cristiano?
M. Las ECM ocurren en todas las culturas, en todos los sistemas de creencias, e incluso se dan entre ateos. De hecho, el cincuenta por ciento de los ateos se encuentran con Jesús durante su ECM. La mía fue una experiencia cristiana, pero jamás me atrevería a decir cómo es la experiencia en el umbral de la muerte de otra persona. Lo que sí sé, sin embargo, es que Dios nos ama a todos y cada uno de nosotros de forma intensa y eterna, sin importar quiénes somos y cuáles son las circunstancias de nuestro nacimiento.
YO. Antes de experimentar la ECM, ¿creías que había algo más después de la muerte o eras escéptica cuando escuchabas este tipo de relatos similares al que viviste?
M. Antes de pasar por mi ECM habría dicho que creía en Dios y que tenía la esperanza de que hubiera algo más tras la muerte, pero era definitivamente escéptica en lo que concierne a los relatos de ECM. Siempre he sido una persona realista, y lo cierto es que me mostraba escéptica e incluso sospechaba que esas personas que tanto proclamaban que habían tenido una ECM podían tener intereses ocultos.
YO. ¿Qué se siente al morir?
M. Siempre creí que ahogarse sería una forma terrible de morir, pero para mí fue algo indoloro, sin temor, pacífico. No sentí en ningún momento miedo o ansias de aire. No sentí ningún dolor, a pesar de que mis piernas estaban rotas. Me sentía de maravilla.
YO. ¿Cómo es el cielo que tú conociste? ¿Qué viste allí?
M. No tengo palabras para describir adecuadamente cómo es el cielo. Es como si intentara describir un mundo tridimensional usando un lenguaje bidimensional. Dicho esto, lo que puedo decir es que estaba lleno de belleza, y de unos colores más vivos e intensos de lo que jamás hayamos podido experimentar en la tierra. Podía «ver» todos los colores del arcoíris y más, todo al mismo tiempo. Era como si pudiera ver, sentir, experimentar y entender la esencia de los colores y los aromas. El olor de las flores era igualmente grandioso e intenso, y todo allí parecía eclosionar con un amor de Dios gozoso, completo, penetrante y envolvente. Creo que Dios nos envía a sus más dulces mensajeros a recogernos en el momento de morir y nos habla a cada uno con formas que podamos entender y apreciar. Por ejemplo, todos los que viven una ECM describen grandes bellezas, pero los detalles de esa belleza varían de persona a persona, como sucede en la tierra. Yo soy sensible al color, las flores, los aromas, etcétera, así que esa es la belleza que yo describí en mi ECM. Otra gente es más sensible a la música o los animales, y eso es lo que cuentan que ven. Todos nosotros estamos refiriéndonos, al final, al amor envolvente y palpable de Dios.
YO. He entrevistado a muchas personas que tras una ECM han regresado a la vida con aptitudes psíquicas especiales, e incluso con una visión del futuro, como creo que te pasó a ti también, ¿verdad?
M. Yo volví sabiendo que varias cosas iban a suceder, como la futura muerte de mi hijo mayor, y expectante sobre cómo debería responder a esos sucesos.
YO. ¿Por qué decidiste compartir una historia tan íntima con el gran público?
M. No es algo que hubiera hecho en circunstancias normales, la verdad. Mi marido y yo siempre hemos sido muy recelosos con nuestra privacidad, es cierto que no sé nada de escribir y tampoco me he sentido nunca cómoda hablando en público. Cuando me enviaron de regreso a la tierra, sin embargo, me ordenaron compartir mi experiencia con otras personas, entregarme a los demás de esta manera, ayudando a otros a convertir su esperanza o fe en las promesas de Dios en algo que pudieran creer como la más absoluta verdad. Escribir mi libro fue obedecer a Dios, hacer lo que Él esperaba de mí. Continúa siendo una historia muy personal y en ocasiones es doloroso compartirla, pero también es, al mismo tiempo, un gran privilegio poder ayudar a los demás en esa transformación.
YO. Como médico y cirujana, ¿tienes alguna teoría científica sobre las ECM?
M. Pasé mucho tiempo examinando los detalles de mi accidente; examinando el historial médico; escuchando a aquellos que estuvieron en el lugar del accidente en Chile y a los que estuvieron en la sala de urgencias; investigando sobre el proceso de morir. Consideré atentamente las posibilidades de que mi experiencia pudiera ser fruto de un sueño, una alucinación como resultado de anoxia, o del efecto químico de un cerebro moribundo, con la consecuente liberación masiva de neurotransmisores. Leí mucho también sobre ECM. Y después de analizar todo aquello, llegué a la conclusión de que mi experiencia estaba más allá de los límites de la medicina y la ciencia.
YO. ¿Estás deseando morir?
M. No temo a la muerte y, sí, espero con ansia el día en el que se acabe mi tiempo aquí. Jamás aceleraría mi muerte porque sé que, como todos los que estamos aquí, tengo más trabajo que hacer en la tierra. Sin embargo, uno de los sentimientos más embriagadores que tuve durante el tiempo que estuve en el «cielo» fue el de sentir que estaba «en casa», y definitivamente espero con anhelo el día en el que mi trabajo aquí se termine y pueda regresar a casa de nuevo.
YO. Las ECM son un tema muy controvertido. ¿Crees que llegará el día en el que la ciencia pueda probar la existencia del Más Allá, o que jamás será posible probar hechos espirituales con herramientas materiales?
M. Creo que los temas espirituales están fuera del alcance de la ciencia y la medicina. Pienso que nuestras observaciones en materia de muerte y ECM pueden aportarnos más detalles, pero seguiremos sin contar con una prueba definitiva. Y lo cierto, Mado, es que hay un poder implícito en el hecho de elegir creer en algo sin necesidad de verlo. En cuanto a las evidencias sobre la vida después de la muerte, no obstante, creo que son muchísimas. Los sistemas judiciales determinan la culpabilidad o inocencia de un criminal basándose en el testimonio de uno o dos testigos. Hay cientos de miles de testimonios de ECM. ¿Cuántos más hacen falta para ser suficientes? No creo que los científicos sean personas diferentes a las demás, pero sí que hacen gala a veces de una arrogancia intelectual con relación a que si somos lo suficientemente inteligentes podemos entenderlo (y controlarlo) todo; de cierta pereza (lleva tiempo y esfuerzo recopilar datos) y de miedo (si realmente existe un Dios y hay vida después de la muerte, entonces debemos rendir cuentas de nuestros actos, nuestro comportamiento, cómo tratamos a los demás y cómo gastamos cada momento de nuestras vidas). Los seres humanos tratamos de controlar lo que no entendemos.
YO. ¿Dirías que eres una persona diferente tras aquel episodio en el que cruzaste el umbral de la muerte?
M. Me gusta pensar que era «buena» persona antes de mi ECM, así que espero no haber cambiado de forma profunda, pero ciertamente he experimentado un gran cambio a nivel interno. La realidad de Dios, de la vida después de la muerte, y la confianza en su promesa cambian la forma en la que vivo cada momento. Vivo en un estado constante de gratitud y oración, dando gracias y dejándome guiar por Dios. Intento decir «sí» adonde creo que estoy porque debo estar, en lugar de buscar motivos para decir «no». Acepto que no siempre voy a saber la respuesta a los porqués, confío en los planes de Dios para cada uno de nosotros... Intento ver siempre el reflejo del amor y la belleza de Dios en los demás. Todavía soy una persona muy organizada y planifico a conciencia mi futuro, pero lo hago con flexibilidad, sabiendo que, tal vez, Dios tenga otros planes para mí.
Etrevista con Mary C. Neal: confidencias en la distancia por Mado Martínez
Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 20
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