ALGO DE TAMAÑO NATURAL
Toda la noche viendo cine lento, durmiendo a ratos.
De pronto
mucha luz
y los colores se incorporan al montón de ropa sucia
y los vinilos parecen
nuevos.
Salgo en ayunas para dar de comer a la perra
de mi hermano
y hacerle, durante media hora,
compañía.
Quiero llevarle a mi hermano una bolsa de naranjas
para zumo
y mis novelas de Philip K. Dick.
No es mucho, pero creo que lo tendrán ocupado
cuando vuelva.
De camino, saludo al chico retrasado con la mano
y cruzo el parque
entre edificios
donde las cajeras, a esta hora, fuman y hablan.
Si están solas, saludan con una leve reverencia,
aunque lo normal es que salgan
por parejas
y se fumen dos cigarrillos en diez minutos.
También el chico Down me mira sin verme
realmente
algunas veces,
pero hasta los días en que voy desenfocado
por el sueño
y ella está cegada por el hambre,
la perra de mi hermano me recibe con la efusión
propia de los suyos
y quizá,
a través de la piel, huela la sangre de mi hermano
en la mía
y eso la tranquilice.
Vierto el sucedáneo de carne en la escudilla y bajo
las persianas.
La oscuridad
se estira en las baldosas como un gato.
Creo que nuestra vida va a cambiar.
Andrés Navarro
BIFOCAL
La chica sexi y su perrito barbudo y sus tobillos
de actriz con adicciones
pasan
frente al edificio de correos y al estrecho parterre
en el que nada, ni el mínimo indicio,
descubre la necrópolis de enjoyadas señoras
que la juzgan
con un pálido gesto detectado sólo por el perro
y sometido a cálculo sumario. Tres gotitas
de ámbar, invisibles
entre el pasto pisado, son su humilde elegía.
Andrés Navarro
POÉTICA CON PERRO
Plano, EEUU
El muñón era obra de un auténtico
maestro de la amputación.
No sabes lo que es celebrar Acción de Gracias
en esa piscina a las afueras de Plano
con un perro trípode que avanza
y da vueltas sin resuello, un perro rengo,
o manco, excéntrico fornicador
sólo apreciado por las niñas
de las mansiones cercanas, chucho altivo
que esquiva un parasol o retrocede
y te mira a los ojos queriendo entender algo
en lugar de ocultar algo, las orejas en uve,
el rabo indiferente, tan incapaz de agraviar
lo que no puede ser agraviado por un perro.
Andrés Navarro
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