"Aquellos que mantienen categóricamente en sus discursos que el Destino
es inevitable y le atribuyen la autoría de todos los sucesos, parecen no
reflejarlo en los hechos de sus vidas. Pues imploran a la Fortuna reconociendo
así que tiene un poder independiente del Destino; y aún más, no cesan de rezar
a los dioses, como si éstos pudieran garantizar sus plegarias incluso
contradiciendo al Destino; y no dudan en recurrir a los oráculos como si, al
conocer cualquier suceso del destino por adelantado, pudiesen protegerlos
contra éstos. Las razones que arguyen para conseguir el equilibrio entre sus
teorías y su conducta, no son sino tristes sofismas."
Alejandro
de Afrodisia