"Ah, Dios mío, Dios mío, ¿Qué han visto un instante esos ojos que se quedaron abiertos?"


Dámaso Alonso y Fernández



"Ay, tú, Señor, le diste esa ladera que en un álabe dulce se derrama, miel secreta en el humo entredorado. ¿A qué tu poderosa mano espera? Mortal belleza eternidad reclama. ¡Dale la eternidad que le has negado!"

Dámaso Alonso y Fernández


"chopo desnudo y fino:

 entre la niebla,
 hilas ropas de boda
 para la Primavera."

Fragmento de Chopo de invierno

Dámaso Alonso y Fernández


¿Cómo era?


"La puerta, franca.
Vino queda y suave.
Ni materia ni espíritu. Traía
una ligera inclinación de nave
y una luz matinal de claro día.

No era de ritmo, no era de armonía
ni de color. El corazón la sabe,
pero decir cómo era no podría
porque no es forma, ni en la forma cabe.

Lengua, barro mortal, cincel inepto,
deja la flor intacta del concepto
en esta clara noche de mi boda,

y canta mansamente, humildemente,
la sensación, la sombra, el accidente,
mientras ella me llena el alma toda."

Dámaso Alonso y Fernández



"Cuando la mano intenta poseerte, siente la piel tus límites: la muralla, la cava de tu enemiga fe, siempre en alerta."


Dámaso Alonso y Fernández





"Dulce, dulce amor mío incógnito, 45 años hace ya que te amo."

Dámaso Alonso y Fernández



"…Dulces espectros, nubes, flores vanas…
¡Oh tiernas sombras, vagamente humanas,

tristes mujeres, de aire o de gemido!"



Dámaso Alonso y Fernández



"El alma era lo mismo que una ranita verde, largas horas sentada sobre el borde de un rumoroso Misisipí. Desea el agua, y duda. La desea porque es el elemento para que fue criada, pero teme el bramador empuje del caudal, y, allá en lo oscuro, aún ignorar querría aquel inmenso hervor que la puede apartar (ya sin retorno, hacia el azar sin nombre) de la ribera dulce, de su costumbre antigua. Y duda y duda y duda la pobre rana verde."


Dámaso Alonso y Fernández


"El estudio de la poesía -es decir, del arte verdadero- tiene que empezar por una intuición y terminar con una intuición."


Dámaso Alonso y Fernández




"Estabas en mi casa, mirabas mi jardín, eras muy bello. Yo te maté. ¡Oh si pudiera ahora darte otra vez la vida, yo que te di la muerte!"


Dámaso Alonso y Fernández





"Gota pequeña, mi dolor. La tiré al mar. Al hondo mar. Luego me dije: "A tu sabor, ¡Ya puedes navegar! " Más me perdió la poca fe...La poca fe de mi cantar. Entre onda y cielo naufragué. Y era un dolor inmenso el mar."


Dámaso Alonso y Fernández

Poemas puros



"He dicho varias veces que Hijos de la ira es un libro de protesta escrito cuando en España nadie protestaba. Protesta, ¿Contra qué? Contra todo. Es inútil quererlo considerar como una protesta especial contra determinados hechos contemporáneos. Es mucho más amplia: es una protesta universal, cósmica, que incluye, claro está, todas esas iras parciales. Pero toda la ira del poeta se sume de vez en cuando en un remanso de ternura."


Dámaso Alonso y Fernández



"Hiere, hiere, sembradora del odio: no ha de saltar el odio, como llama de azufre, de mi herida. Heme aquí: soy hombre, como un dios, soy hombre, dulce niebla, centro cálido, pasajero bullir de un metal misterioso que irradia la ternura. Podrás herir la carne y aun retorcer el alma como un lienzo: no apagarás la brasa del gran amor que fulge dentro del corazón, bestia maldita. Podrás herir la carne. No morderás mi corazón, madre del odio. Nunca en mi corazón, reina del mundo." 

Dámaso Alonso y Fernández

Hijos de la ira



Insomnio


"Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo

en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,

y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,

o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán,
ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad
de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?"


Dámaso Alonso y Fernández



"La poca fe de mi cantar. Entre onda y cielo naufragué. Y era un dolor inmenso el mar."

Dámaso Alonso y Fernández



"Lengua, barro mortal, cincel inepto, deja la flor intacta del concepto en esta clara noche de mi boda, y canta mansamente, humildemente, la sensación, la sombra, el accidente, mientras ¡Ella me llena el alma toda!"


Dámaso Alonso y Fernández






"Lo que hay en el mundo todavía, y por mucho tiempo, es surrealismo. El surrealismo, (...) es una especie de erosión del concepto."

Dámaso Alonso y Fernández






"Luz y sombra, dos ciervas velocísimas, huyen hacia la fuente de aguas frescas, centro de todo. ¿Vivir no es más que el roce de su viento? Fuga del viento, angustia, luz y sombra: forma de todo."

Dámaso Alonso y Fernández



"Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente al luz de la luna."

Dámaso Alonso y Fernández


Monstruos


"Todos los días rezo esta oración
al levantarme:

Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual, que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas que me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!

No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma,
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.

No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esa alimaña que brama hacia ti,
como esa desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice:
«Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.» "

Dámaso Alonso y Fernández


"Mortal belleza eternidad reclama. ¡Dale la eternidad que le has negado!"


Dámaso Alonso y Fernández



"No era de ritmo, no era de armonía ni de color. El corazón la sabe, pero decir cómo era no podría porque no es forma, ni en la forma cabe."


Dámaso Alonso y Fernández



"No me digas que estás llena de arrugas, que estás llena de sueño, que se te han caído los dientes, que ya no puedes con tus pobres remos hinchados, deformados por el veneno del reuma. No importa, madre, no importa. Tú eres siempre joven, eres una niña, tienes once años. Oh, sí, tú eres para mí eso: una candorosa niña."


Dámaso Alonso y Fernández




"Noche sumida en noche:
Obstinación de masas – roces, choques, espantos -.
Es la torpe materia, la auténtica, en su luto,
tal como fue millones de siglos, cuando el ojo
animal aún no estaba inventado. ¿El Universo ardía?
Era la luz, la luz recién creada."

Dámaso Alonso



"Nosotros somos un turbión de arena, nosotros somos médanos en la playa, que hacen rodar los vientos y las olas, nosotros, sí, los que estamos cansados, nosotros, sí, los que tenemos sueño."


Dámaso Alonso y Fernández


"¡Qué horrible viaje, qué pesadilla sin retorno! A cada instante mi vida cruza un río, un nuevo, inmenso río que se vierte en la desnuda eternidad. Yo mismo de mí mismo soy barquero, y a cada instante mi barquero es otro."


Dámaso Alonso y Fernández


"¿Qué piedras, qué murallas quieres batir en mí, oh torpe catapulta?" 


Dámaso Alonso y Fernández




"Sí: me buscas. Torpemente, furiosamente lleno de amor que buscas. No me digas que no. No, no me digas que soy náufrago solo como esos que de súbito han visto las tinieblas rasgadas por la brasa de luz de un gran navío, y el corazón les puja de gozo y de esperanza. Pero el resuello enorme pasó, rozó lentísimo, y se alejó en la noche, indiferente y sordo. Dime, di que me buscas. Tengo miedo de ser náufrago solitario, miedo de que me ignores como al náufrago ignoran los vientos que le baten, las nebulosas últimas, que, sin ver, le contemplan."

Dámaso Alonso y Fernández
Hijos de la ira


"Sí, son fantasmas. Fantasmas: polvo y aire."

Dámaso Alonso y Fernández
Hijos de la ira




"¡Son monstruos, estoy cercado de monstruos!

No me devoran. devoran mi reposo anhelado, me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma, me hacen hombre, monstruo entre monstruos."

Dámaso Alonso y Fernández



"Tal vez sea verdad: que un corazón es lo que mueve el mundo."


Dámaso Alonso y Fernández






"Tan grandes son tus ojos, que tu alma era quizá como un enorme incendio, cual una lumbrarada de colores, como un fanal de faro."

Dámaso Alonso y Fernández




"Tú le diste esa ardiente simetría de los labios, con brasa de tu hondura, y en dos enormes cauces de negrura, simas de infinitud, luz de tu día; esos bultos de nieve, que bullía al soliviar del lino la tersura, y, prodigios de exacta arquitectura, dos columnas que cantan tu armonía."


Dámaso Alonso y Fernández


"(...) Y ha seguido días y días, loca, frenética, en el enorme tren vacío, donde no va nadie, que no conduce nadie."


Dámaso Alonso y Fernández

Hijos de la ira




"Y hay algunos, felices, que pasan de un sueño rosado, de un sueño dulce, tibio y dulce, al sueño largo y frío."

Dámaso Alonso y Fernández


"Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿Qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?"

Dámaso Alonso y Fernández




"Y tú, mañana, que me llevas. Carreta demasiado lenta, carreta demasiado llena de mi hierba nueva, temblorosa y fresca, que ha de llegar -sin darme cuenta- seca."

Dámaso Alonso y Fernández



"Yo estoy cansado. Miro esta ciudad -una ciudad cualquiera donde ha veinte años vivo. Todo está igual. Un niño inútilmente cuenta las estrellas en el balcón vecino. Yo me pongo también... Pero él va más deprisa: no consigo alcanzarle: una, dos, tres, cuatro, cinco... "


Dámaso Alonso y Fernández
Poemas puros