A la misteriosa

Tanto he soñado contigo que pierdes tu realidad.
¿Habrá tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo
y besar sobre esa boca
el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto he soñado contigo,
que mis brazos habituados a cruzarse
sobre mi pecho, abrazan tu sombra,
y tal vez ya no sepan adaptarse
al contorno de tu cuerpo.
Tanto he soñado contigo,
que seguramente ya no podré despertar.
Duermo de pie,
con mi pobre cuerpo ofrecido
a todas las apariencias
de la vida y del amor, y tú, eres la única
que cuenta ahora para mí.
Más difícil me resultará tocar tu frente
y tus labios, que los primeros labios
y la primera frente que encuentre.
Y frente a la existencia real
de aquello que me obsesiona
desde hace días y años
seguramente me transformaré en sombra.
Tanto he soñado contigo,
tanto he hablado y caminado, que me tendí al lado
de tu sombra y de tu fantasma,
y por lo tanto,
ya no me queda sino ser fantasma
entre los fantasmas y cien veces más sombra
que la sombra que siempre pasea alegremente
por el cuadrante solar de tu vida.

Robert Desnos


Destino arbitrario

Ahora llega el tiempo de las cruzadas.
Por las ventanas cerradas los pájaros se obstinan en hablar
como peces de acuario.
Junto al escaparate de una tienda
una bonita mujer sonríe.
Felicidad no eres sino lacre
y yo paso como un fuego fatuo.
Una multitud de guardianes persigue
a una mariposa inofensiva fugada del asilo.
Se torna en mis manos calzón de encaje
y tu carne se torna de águila¡oh sueño mío cuando te acaricio!
Mañana habrá entierros gratuitos
ya no se resfriarán
hablarán el lenguaje de las flores
se iluminarán con luces hasta ahora desconocidas.
Pero hoy es hoy.Siento que mi comienzo está próximo
semejante al trigo de junio.
Gendarmes ponedme las esposas.
Las estatuas vuelven la espalda sin obedecer.
En su zócalo inscribiría injurias y el nombre de mi
peor enemigo.
Allá lejos en el océano entre dos aguas
un bello cuerpo de mujer hace retroceder a los tiburones.
Suben a la superficie para contemplarse en el aire
y no se atreven a morder esos senos
esos senos deliciosos.

Robert Desnos



“…Felicidad no eres sino lacre
y yo paso como un fuego fatuo.
Una multitud de guardianes persigue
a una mariposa inofensiva fugada del asilo…”

Robert Desnos



Jamás otra que tú


"Jamás otra que tú a pesar de las estrellas y de las soledades

A pesar de las mutilaciones del árbol a la caída de la noche
Jamás otra que tú proseguirá su camino que es el mío
Más te alejas y más tu sombra crece
Jamás otra que tú saludará al mar al alba cuando cansado de
errar yo salido de los bosques tenebrosos y de los matorrales
de ortigas camine hacia la espuma
Jamás otra que tú posará su mano sobre mi frente y mis ojos
Jamás otra que tú y niego la mentira y la infidelidad
De este navío anclado tú puedes cortar la cuerda
Jamás otra que tú
El águila prisionera en una jaula roe lentamente los barrotes de
cobre enmohecido
¡Qué evasión!
Es el domingo marcado por el canto de los ruiseñores
en los bosques de un verde tierno el aburrimiento de las
niñas frente a una jaula donde se agita un canario
mientras en la calle solitaria el sol lentamente
desplaza su línea delgada sobre la acera caliente
Nosotros cruzaremos otras líneas
Jamás jamás otra que tú
Y yo solo solo solo como la hiedra marchita de los jardines
del arrabal solo como el vaso."

Robert Desnos





"La flora de la noche expande sus pétalos y crece llenando los espacios del cielo."

Robert Desnos




"En la noche están naturalmente las siete maravillas del mundo y la grandeza
y lo trágico y el encanto.
Los bosques se tropiezan confusamente con las criaturas legendarias
escondidas en los matorrales.
Estás tú.
En la noche están los pasos del paseante y los del asesino y los del guardia urbano
y la luz del farol y la linterna del trapero.
Estás tú.
En la noche pasan los trenes y los barcos y el espejismo de los países donde es de día.
Los últimos alientos del crepúsculo y los primeros estremecimientos del alba.
Estás tú.
Un aire de piano, el estallido de una voz.
Un portazo. Un reloj.
Y no solamente los seres y las cosas y los ruidos materiales.
Sino también yo que me persigo o sin cesar me adelanto.
Estás tú la inmolada, tú la que espero.
A veces extrañas figuras nacen el momento del sueño y desaparecen.
Cuando cierro los ojos, las floraciones fosforescentes aparecen y se marchitan
y renacen como fuego de artificios carnosos.
Países desconocidos que recorro en compañía de criaturas.
Estás tú sin duda, oh bella y discreta espía.
Y el alma palpable de la extensión.
Y los perfumes del cielo y de las estrellas y el canto del gallo de hace 2000 años
y el grito del pavo real en los parques en llamas y besos.
Manos que se aprietan siniestramente en una luz descolorida y ejes que chirrían
sobre los caminos de espanto.
Estás tú sin duda a quien no conozco, a quien conozco al contrario.
Pero que, presente en mis sueños, te obstinas en dejarte adivinar en ellos sin aparecer.
Tú que permaneces inasible en la realidad y en el sueño.
Tú que me perteneces por mi voluntad de poseerte en ilusión pero que no acercas tu rostro sino cuando mis ojos se cierran tanto al sueño como a la realidad.
Tú que en despecho de una retórica fácil donde la ola muere en la playa, donde la corneja vuela entre las fábricas en ruinas, donde la madera se pudre crujiendo bajo un sol de plomo.
Tú que estás en la base de mis sueños y que sacudes mi alma llena de metamorfosis
y que me dejas tu guante cuando beso tu mano.
En la noche están las estrellas y el movimiento tenebroso del mar, de los ríos, de los bosques, de las ciudades, de las hierbas, de los pulmones de millones y millones de seres.
En la noche están las maravillas del mundo.
En la noche no están los ángeles guardianes, pero está el sueño.
En la noche estás tú.
En el día también."

Robert Desnos
Los espacios del sueño


Morir ahí

Morir ahí hermosa pavesa, morir ahí,
ver las nubes fundirse como la nieve y el eco,
orígenes del sol y del blanco pobres como Job,
no morir aún y ver durar la sombra,
nacer con el fuego y no morir,
abrazar y besar, amor fugaz, el cielo sin brillo,
ganar las alturas, abandonar la orilla
y quién sabe descubrir lo que amo
omitir transmitir mi nombre a los años,
reír en las horas tormentosas, dormir al pie de un pino
gracias a las estrellas semejantes a un número
y morir lo que amo a orillas de las llamas.

Robert Desnos




No, el amor no ha muerto

 No, el amor no ha muerto en este corazón estos ojos y esta
boca que proclamaba sus funerales empezados.
Escuchad, estoy harto de lo pintoresco y de los colores y del encanto.
Amo el amor, su ternura y su crueldad.
Mi amor no tiene más que un solo nombre, una sola forma.
Todo pasa. Bocas se pegan a esta boca.
Mi amor no tiene más que un nombre, una forma.
Y si algún día te acuerdas de él
Oh tú, forma y nombre de mi amor,
Un día en el mar entre América y Europa,
A la hora donde el rayo final de sol reverbera sobre la ondulada
superficie de las olas, o bien una noche de tormenta bajo un árbol
en el campo, o en un coche veloz,
Una mañana de primavera en el bulevar Malesherbes,
Un día de lluvia,
Al amanecer antes de acostarte,
Dime, lo ordeno a tu fantasma familiar, que fui el único que
te amo más y que es una pena que no lo hayas conocido.
Dime que no hay que extrañar las cosas: Ronsard antes que
yo y Baudelaire han cantado el lamento de viejas y muertas
que despreciaron el amor más puro.
Tú, cuando estés muerta,
Serás hermosa y todavía deseable.
Yo ya estaré muerto, enteramente encerrado en tu cuerpo
inmortal, en tu asombrosa imagen presente para siempre
entre las perpetuas maravillas de la vida y de la eternidad,
pero si vivo
Tu voz y su acento, tu mirada y sus rayos
El olor a ti y el de tus cabellos y muchas otras cosas vivirán aún en mí,
En mí que no soy Ronsard ni Baudelaire,
En mí que soy Robert Desnos y que, por haberte conocido y amado,
Valgo tanto como ellos.
Yo que soy Robert Desnos, para amarte
Y que no quiero ligar otra fama a mi memoria sobre la tierra despreciable.

Robert Desnos




“… Recojo los envases de la noche y los ordeno sobre el estante
El ramaje del pájaro de madera se confunde con la irrupción de los tapones en forma de mirada…”

Robert Desnos




The night of loveless nights

Noche glacial y pútrida, noche espantable, noche
De fantasmas inválidos y de plantas podridas,
Incandescente noche, llama y fuego en los pozos,
Tinieblas sin relámpagos, astucias y mentiras.

En el fragor del río, ¿quién me mira? ¿Marinos,
Pescadores, ahogados? ¡Reventad los tumores
Malignos en la piel de las sombras fugaces,
Ya me han visto esos ojos, clamores: resonad!

Hasta los edificios alargaba ese día
El sol, en la ciudad, la sombra de los árboles.
Restallaban banderas en lo alto de las torres,
Daba a los sacrificios sus frutos el verano.

Vienes de lejos, sí, vomitando culebras,
Triste asesino, héroe, por cierto, sin dolor
El amante se esfuma, y a ti, hijo suicida
De tus obras, ¿ansiar la dicha te avergüenza?

En mi hielo, oh espectro, la noche se prolonga
Entre féretros fríos y pechos goteantes,
Quema y arde el amor como una falsa oronja
Y en las manos inválidas la sombra de una amante.

Sin embargo no eres de aquellos que desdeño.
Estréchame la mano, ¡oh mi hermano!, besémonos
Entre cartas de amor, entre cintas y peines,
La plegaria jamás ensució tus rodillas.

Buscabas en la playa al pie de los peñascos
La cala donde encallan las estrellas marinas:
Por el gélido cielo los fuegos del ocaso
Navegaban, y tú, soñando entre salinas,

Veías circular barcos desconocidos
En el agua agitada por saltos imposibles.
¿Dónde están esas tardes? Apuntad los cañones,
olas, hacia los blancos del cielo rumoroso.

Qué destino te hizo siervo de las severas,
Las de largos cabellos que hechizan colibríes,
Las que en el duro seno dan un fatal asilo,
Las que llevan un nido de misterio en la nuca,

Las que hallaste desnudas en noches de naufragio,
Las que incendios y páramos pueblan, las que mienten
Sin por eso perder la mirada sincera,
Las que agostó el fatal amor antes de tiempo,

Las de hondo corazón, las de piernas hermosas,
Las de sutil sonrisa, malvada y delicada,
Las de ternura ardiente como un diamante en llamas,
Las que en la marcha van meneando las caderas.

Las de bragas estrechas que estrangulan los muslos,
Las que bajo la falda llevan un pantalón
Blanco que, artificioso, les desnuda la piel
Entre la jarretera y el vuelo de volados,

Las que ansioso seguiste con esperanza o dudas
No se volvieron nunca, nunca para mirarte,
Y las flores marchitas que al andar arrojaban
Te arrastraron tras ellas, al azar de sus pasos.

Hasta la muerte, empero, las seguirás, sin pausa,
Con los ojos cansados de indagar las tinieblas,
De ver un nuevo día nacer sobre sus lechos
Y de albergar su sombra en tus ojos cerrados.

Con su mirada dulce y una rosa en la boca,
Torturarán tu pecho, derramarán tu sangre
Encarnizadamente, con sus manos crueles,
Como por castigar el amor que les dieron.

Qué dicha si bastara, para lograr su amor,
Hacer frente sin miedo a increíbles peligros,
Conservar siempre fieles el corazón y el alma
Para ver la ternura en sus ojos brillantes,

Pero los más audaces, si no los más sinceros,
Roban, a boca llena, a sus bocas un sí,
Y ante nosotros, como en un mascarón de proa,
Esplende su sonrisa y flotan sus cabellos.

Pues lo único rige el amor y sus penas,
Sólo él poseyó las almas fervorosas
Algunos, sometidos por desgracia a su ley
Víctimas de un verdugo fueron durante años.

En sus metamorfosis otros lo persiguieron:
Tras ojos muy azules, he aquí los muy negros
Brillando en una cara donde muere la rosa,
Más profundos que el cielo y la desesperanza.

Amo de sus insomnios y también de su sueño
En masa los arrastra, por diversos países,
En pos de epifanías y mares desventrados…
Será la pleamar y faltará la estrella.

Alguien me dijo que, extraviado entre hielos,
En un caos de montes y lejos de los mares,
Vio pasar sin violencia y sin humo la masa
Empenachada, inmensa, de un barco gigantesco.

Marinos silenciosos asían los cordajes
Y pájaros chillones rozaban los obenques,
Contra los parapetos soñaban bailarinas
Enfundadas en telas suntuosas y turbantes.

En sus cuellos y brazos enhebraban las joyas
Mil destellos glaciales, y grandes abanicos
De plumas, en sus manos, crepitaban, tendidos
Hacia escalas con torres rojas de fiesta y bailes.

Bailarines absortos en su melancolía,
En sueños comparaban sus ansias al acero.
Entre los montes era, en noche de locura,
Grandes nubes rozaban el flanco de los témpanos.

Hubo otro, también, que en medio de un calvero
Un rosal descubrió entre enhiestos abetos.
¿Cuántas rosas de sangre alcanzó a recoger
Antes de adormecerse, al alba, bajo el musgo?

Sus ojos preservaron, sin embargo, el extraño
Paisaje en la pupila, y su titubeante
Corazón eligió, para dejar la lucha,
El lugar que embalsaman la rosa y el tomillo.

En la época aquella en que con voz vibrante
Cantábamos, cruzamos singulares países
En que a nuestras amadas, con palabras de claro
Sentido familiar, el eco respondía.

Pero hoy, desde que la noche nos aplasta,
En nuestro pecho tienen acentos misteriosos
Esas voces, y cuando nos las trae el recuerdo
Su orden imperiosa nosotros no acatamos.

¿Escucháis esas voces cantando en la montaña,
Escucháis la trompetas romanas y los cuernos?
¿Por qué sólo cantamos estribillos de reos
Al compás de una eterna y lúgubre campana?

¿Será acaso Don Juan quien va por la alameda
En que la sombra se une a espectros del amor?
¿Ha marcado los pechos con su talón pesado
El paso que resuena en las noches desiertas?

No es por cierto el Don Juan que desciende impasible
La escalera bañada de luces infernales,
Ni aquel que profanó, escupiendo, la Biblia
Y bebía, burlón, con el Comendador.

Incomprendidos, nunca conmovieron sus ojos,
Ni conoció su boca sino el beso del sueño,
Y es el Don Juan que sueña, en sombríos ardores,
Con la que lo desprecia y lo ignora y sin tregua

Clava su boca muda, sus labios sepulcrales,
Sus helados diamantes en sus ojos y boca,
Crueles ojos de esfinge y manos animales
En sus ojos y manos, y en su estrella y su cielo.

Mas él, herido el pecho por difuntas quimeras,
Que hunden aún el pico pútrido en sus amores,
Con un beso viril, oh bellezas efímeras,
Os salvará quizás antes que llegue el fin.

En su boca la risa fresas aplastará,
Un destino más puro le marcará los ojos.
Es Baco que renace de brasas y ceniza,
En los dientes ceniza y brasas en las manos.

Mas por uno que vuelve, cuántos que sin morir
En los pies y en el alma llevan duras cadenas.
Los ríos correrán, se pudrirán los muertos…
Cada año las hayas se cubrirán de hojas.

Robert Desnos