Aún sigo pensando en aquel cuervo
"Aún
sigo pensando en aquel cuervo
sobre los valles de Yus...
Con su doble susurro,
su tijera negra
recortó en el nublado cielo de papel
una curva inconstante.
Y al dirigirse a los cercanos montes,
el graznido seco de su garganta dijo
algo que los montes
impacientes
bajo el ardiente sol
no dejaron
de repetir,
rígidos de asombro, con sus cabezas de piedra,
mucho tiempo después.
A veces me pregunto:
¿Qué tiene que decir un cuervo
con su presencia decisiva, tajante,
y su color de luto pertinaz
cuando
a mediodía
extiende las alas sobre el amarillo tostado del trigal
para sobrevolar unos álamos,
con tal aullido y tal furor,
a los viejos montes,
para que estos ermitaños cansados y soñolientos,
en el mediodía veraniego,
se lo repitan unos a otros
todavía mucho tiempo después?"
Ahmad Shamlú
"En mi país, de mayoría musulmana, el Corán se considera un milagro. Es fácil decirlo, pero más allá de lo obvio hay algo asombroso.
"En mi país hay muchas figuras que pertenecen al rango de los hacedores de milagros. Los conocidos en Occidente son el profeta Mani y su milagro, el Libro sagrado de Arjang, así como Rumi, cuya condición de profeta es certificable. Hafez, el poeta del siglo XIV de un diván de ghazals, también es conocido aquí en Occidente. En mi país, se le conoce como "lisan al-ghayb", es decir, el que habla de misterios, lo que en mi opinión significa más que un profeta, es realmente el hablante de un "lenguaje de dios". Así que en mi país, el Corán y el Diván tienen la misma categoría.
"Sé que soy un poeta diciendo esas cosas de los poetas, pero por favor, no hagan caso de eso en favor de la verdad. En mi país, la gente considera a los poetas como profetas a los que conceden un amor envidiable. Si un poeta ha pasado su implacable juicio y ha sido aceptado como poeta, y si el poeta no es seguidor de las tradiciones comunes, entonces ese poeta es elevado a la categoría de mártir. En Irán, mi país, un recital de poesía es nada menos que un EVENTO. Lageneración joven aún recuerda como un recuerdo imborrable el festival de poesía que coorganizaba la revista Khoosheh cuando yo era su redactor jefe. Durante la semana del festival, entre 2.000 y 3.000 jóvenes se reunían en el jardín de los funcionarios desde las 6 de la tarde hasta medianoche para escuchar a docenas de poetas que habían pagado su propio viaje a Teherán desde todos los rincones de Irán. Así que no veo ninguna razón para hacerles perder su precioso tiempo aquí para decirles cómo veo yo la poesía. Desde un punto de vista artesanal, es el arte del lenguaje, o algo así. En cualquier caso, no soy un crítico de poesía. Vivo en un mundo terrible, peor que terrible: miro el mundo con dos ojos abiertos, la rabia y la desolación me comen vivo, y yo, con treinta y dos dientes, mi propio hígado. La gente de mi país espera milagros de sus profetas. Y permítanme decirles con profundo orgullo -pues aunque hablen lenguas diferentes, siguen teniendo el mismo corazón- que sus poetas contemporáneos en Irán han logrado, sin un ápice de orgullo y autopromoción, tales milagros, los productos de su creatividad e innovaciones tales que rivalizan con las proezas lingüísticas de Ferdowsi y Hafez.
"Así que permítanme resumir: La poesía es lo que es. Los poetas contemporáneos de Irán han cumplido la tarea de dar noble testimonio de su tiempo."
Ahmad Shamlú
discurso en el acto conjunto del PEN American Center y la Universidad de Princeton sobre el tema "Literatura contemporánea en Oriente Medio"
"Las montañas
comienzan con las primeras rocas
en la orilla del abismo."
Ahmad Shamlú
Lluvia
"Entonces vi a la altiva dama de mi amor
en el umbral de cada pétalo de lilio
pensando en el cielo lluvioso.
Y entonces vi a la altiva dama de mi amor
en el umbral de cada pétalo de lilio de la lluvia
cuyo vestido era presa del osado viento.
Y entonces la altiva dama de la lluvia
en el umbral de los lilios
regresaba
de un fatigoso viaje por el cielo."
Ahmad Shamlú
Niebla
Preso es de niebla de punta a punta el desierto.
La luz del pueblo está oculta
hay un caliente fluir en la sangre del desierto.
El desierto fatigado
la boca cerrada
la respiración inquieta
despacioso suda por doquier en el
caliente delirio de la niebla.
"Preso es de niebla de punta a punta el desierto" (se dice a sí mismo el caminante)
Los perros del pueblo callan
oculto en el vaho de la niebla llego a casa. Gol lo ignora.
(Me ve de pronto en la puerta. Con lágrimas en
los ojos y una sonrisa en los labios, dirá:
"Preso es de niebla de punta a punta el desierto", pensaba que si durara
la oscuridad hasta la mañana, los osados de este
pueblo irían a ver en secreto a sus amadas.
Preso es de niebla
de punta a punta
el desierto.
La luz del pueblo está oculta, hay un caliente fluir en la sangre del desierto.
El desierto fatigado, la boca cerrada, la respiración inquieta,
despacioso suda por doquier en el caliente delirio de la niebla."
Ahmad Shamlú
Peces
"Pienso que
mi corazón nunca ha sido
así
tan rojo y tan ardiente:
Siento que
en los peores momentos de esta noche de muertes,
miles de manantiales de sol
brotan
de la convicción, en mi corazón.
Siento que
en cada esquina y rincón de este desierto de desesperación
miles de bosques tiernos
surgen
de repente de la tierra.
Oh, tú, convicción perdida, pez huidizo
que en las lagunas del espejo te deslizas de fondo a fondo,
soy un pantano claro, ¡busca, pues, con la magia del amor,
desde las lagunas del espejo, un camino hacia mi!
Pienso que
mis manos
nunca han sido
tan grandes ni gozosas.
Siento que
en mis ojos,
cuando cae una lágrima rojiza,
respira el sol sin ocaso de un himno;
Siento que
en cada vena mía
con cada latido de mi corazón
se oyen ya
las campanas de levantamiento de una caravana.
Se presentó una noche en la puerta desnuda
como el alma del agua.
En su pecho dos peces y en sus manos un espejo.
Su pelo mojado olía a algas, y se entrelazaba como algas.
Yo, desde el portal de la desesperación, grité:
¡oh convicción hallada, no te perderé!"
Ahmad Shamlú
Nací
y renací libre
con tu primera mirada.
Ahmad Shamlú
Soportamos la soledad
y el silencio
y todavía,
enterrados en la profundidad de las cenizas,
seguimos latiendo.
Ahmad Shamlú