La Gran Invocación Desde el punto de Luz en la Mente de Dios, que afluya luz a las mentes de los humanos; que la luz descienda a la Tierra. Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios, que afluya amor a los corazones de los humanos; que Cristo retorne a la Tierra. Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida, que el propósito guíe las pequeñas voluntades de los humanos; el propósito que los Maestros conocen y sirven. Desde el centro que llamamos la raza de los humanos, que se realice el Plan de Amor y Luz y selle la puerta donde se halla el mal. Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra. Esta invocación no es propiedad de ningún individuo ni de ningún grupo en especial. Pertenece a toda la humanidad.
"La belleza y la fuerza de esta invocación reside en su sencillez y en que expresa ciertas verdades esenciales que todos los seres humanos aceptan de forma natural: la verdad de la existencia de una inteligencia básica a la que vagamente damos el nombre de Dios; la verdad de que detrás de las apariencias externas, el amor es el poder motivador del universo; la verdad de que vino a la Tierra una gran individualidad llamada el Cristo por los cristianos que encarnó ese amor para que pudiéramos comprenderlo; la verdad de que el amor y la inteligencia son consecuencia de la voluntad de Dios y, finalmente, de que el Plan divino sólo puede desarrollarse a través de la humanidad misma."
Alice A. Bailey
Citada por Louise Huber en Los signos del Zodíaco, página 324
Para entender bien el funcionamiento del pensamiento
astrológico se debe tener presente que la astrología contempla el universo
desde una perspectiva geocéntrica, es decir, es una visión del cosmos desde el
punto de vista de la Tierra. Por lo tanto, la astrología no se basa en el
modelo copernicano del mundo, modelo que sitúa al Sol en el centro del
universo, sino en el modelo ptolemaico, anterior en el tiempo, según el cual la
Tierra es el centro del universo. Si bien sabemos que en realidad esto no es así,
ésta es la perspectiva que tenemos desde nuestra situación en la Tierra. Si
miramos al cielo de noche, podemos ver como la esfera celeste con todas sus
estrellas gira lentamente a nuestro alrededor en sentido horario. El zodíaco no
se ve pero podemos imaginarlo como una banda circular situada en el cielo,
alrededor de la Tierra, por la que se desplaza el Sol a lo largo del año en su
movimiento aparente por la eclíptica y en la que también se mueven la Luna y
los planetas. Hablamos de movimiento «aparente» porque éstos son los
movimientos que percibimos desde la Tierra. Aunque desde nuestro punto de vista
parezca que el Sol y los planetas giran alrededor de la Tierra, la realidad es
que la Tierra y los planetas giran alrededor del Sol. Desde el punto de vista
astronómico, el Sol es el centro de todo el movimiento pero, desde el punto de
vista astrológico, todo está referido a la Tierra.
Louise Huber
Los Signos del Zodiaco: Reflexiones y Meditaciones, página 11
Al fin y al cabo, la astrología no estudia las estrellas
sino a los seres humanos que viven en la Tierra y su interacción con el cosmos.
Por eso, desde el punto de vista astrológico, el cosmos debe describirse tal
como lo ve el ser humano.
Louise Huber
Los Signos del Zodiaco: Reflexiones y Meditaciones, página 12
El zodíaco: una proyección de sentimientos y pensamientos
humanos Probablemente el descubrimiento del zodíaco se produjo como resultado
del esfuerzo del ser humano por comprender la vida y de comprobar que ésta
depende del Sol. Si bien el zodíaco no se ve en el cielo, los primeros seres
humanos eran capaces de percibirlo mediante una especie de presentimiento o de
clarividencia. Más adelante Ptolomeo lo describió como un «cinturón de ígnea
energía creativa alrededor de la Tierra». Para el ser humano, la vida invisible
es un espíritu y, como desconoce su origen, supone que ha sido creada por un
creador, es decir, por Dios; un Dios al que puede dirigirse en momentos de
necesidad. Así pues, podemos imaginar que, en el transcurso de miles de años,
el ser humano ha enviado sus sentimientos, sus preocupaciones, sus deseos y sus
ideas hacia el cielo en espera de recibir respuesta y ayuda, y que esas
irradiaciones que la humanidad ha proyectado hacia el cosmos El zodíaco y la
humanidad durante tanto tiempo son reflejadas de nuevo hacia la Tierra en forma
de respuestas esperadas, influencias, sucesos, impulsos de desarrollo, ciclos y
épocas. Esta idea se refleja en el dibujo adjunto. Según este concepto, las
ideas, los deseos y las formas mentales del ser humano crean en el entorno
espacial de la Tierra una gran diversidad de imágenes que denominamos zodíaco.
Y, a su vez, las cualidades de los signos del zodíaco y las energías de los
planetas que se encuentran en ellos producen el correspondiente efecto en la
Tierra y en sus seres vivos. Es decir, se trata de un continuo proceso de
emisión y recepción, de ida y vuelta, de invocación y evocación, o de
aspiración que se traduce en respuesta. Por lo tanto, el cinturón zodiacal no
proviene sólo del cielo sino también del mundo creativo del ser humano.
Aceptamos que en cada ser humano se hallan presentes todas las energías del
cosmos (y que, en consecuencia, el ser humano es sólo un reflejo del cosmos).
Por otra parte, el zodíaco está tan lleno de niveles culturales o de capas de
diferentes culturas que es imposible describirlo de forma exhaustiva. Desde el
punto de vista esotérico, el plano astral de nuestro planeta se ha formado a
partir de este continuo proceso de invocación y evocación. No representa ningún
principio cósmico sino que ha sido creado por el ser humano a lo largo de eones
y el efecto de los doce signos del zodíaco es una de sus formas de
manifestación. Por lo tanto, desde el punto de vista espiritual, la astrología
se basa en ilusiones. No sólo porque el zodíaco es el camino imaginario del Sol
a través del espacio sino también porque está creado por el poder de proyección
e imaginación del ser humano. Desde esta perspectiva, el zodíaco es una
proyección de sentimientos y pensamientos humanos y, por lo tanto, produce su
efecto fundamentalmente en estas dos funciones. En cambio, nuestro yo
espiritual permanece intacto y está libre de las influencias astrológicas. Los
signos del zodíaco y los planetas producen efectos reales y demostrables en la
humanidad porque los seres humanos vivimos fundamentalmente en nuestra psique,
es decir, en el pensamiento y el sentimiento.
Louise Huber
Los Signos del Zodiaco: Reflexiones y Meditaciones, página 15
La astrología moderna reconoce que los elementos astrológicos,
sobre todo los signos zodiacales y los planetas, también tienen carácter
arquetípico. Se ha demostrado que personas con el Sol en el mismo signo, es
decir, individuos que han nacido en el mismo mes, reaccionan de forma similar
ante situaciones parecidas. La parte arquetípica del signo correspondiente
muestra unas características similares.
Louise Huber
Los Signos del Zodiaco: Reflexiones y Meditaciones, página 18
En psicología astrológica, al hacer la interpretación de un
horóscopo, el todo o la unidad se considera más que la suma de las partes que
el intelecto analítico tiende a separar. Por eso, el enfoque adecuado para la
correcta comprensión de las relaciones astrológicas y espirituales es el que se
basa en la percepción sensorial y sensitiva, y en la inmersión en la realidad
vital.
Louise Huber
Los Signos del Zodiaco: Reflexiones y Meditaciones, página 19
La astrología surgió de la relación entre el ser humano y la
naturaleza o de la relación entre el hombre y los dioses imaginados; en consecuencia,
el pensamiento astrológico sólo puede entenderse correctamente desde este punto
de vista.
Louise Huber
Los Signos del Zodiaco: Reflexiones y Meditaciones, página 20
El principal método que está a disposición del ser humano
moderno para acercarse a las dimensiones espirituales es la meditación. La
persona espiritualmente orientada intenta expandir su pensamiento y su
percepción para participar en una conciencia cada vez mayor. La mejor forma de
conseguirlo es a través de la meditación que, mediante la inmersión en nuestras
propias profundidades, la contemplación y la fusión con nuestro ser interior,
nos conduce a una experiencia de unidad con el Todo. Cuando alcanzamos un
profundo estado de meditación, los límites se disuelven, nos sumergimos en un
espacio de conciencia superior y sentimos que formamos parte de la grandeza y
la plenitud de una vida que lo todo lo abarca, tanto en nuestro interior como a
nuestro alrededor.
Louise Huber
Los Signos del Zodiaco: Reflexiones y Meditaciones, página 27