Ballena de sal

"Una ballena de sal 
apareció muerta 
en la Plaza Central de Tegucigalpa. 
Nadie sabe nada, 
la expectativa a puerta cerrada 
y el miedo, como una piedra torcida en la mano, 
se abalanza sobre el crepitar de los pasos.

Rifles despuntando esperanzas, 
palabras cuánticas midiendo injusticias. 
Se ha levantado un triángulo de humo 
sobre la plaza 
y perfora a cuadros 
el grito glacial de la multitud. 
Una sustancia violenta ronda las esquinas, 
hombres verduscos con bombas tragapalabras 
llenan alforjas de desesperación, 
cuento común para empezar el día.

Sólo seis heridos pronosticó el diario.

Nadie vio nada, nadie sabe nada, 
y la ballena de sal 
vuelta piedra, 
por la impotencia de rostros 
que siempre serán ajenos."

Mayra Oyuela


"Estoy clara, amor,
ni vos, ni yo, moriremos si me dejas."

Mayra Oyuela



Trágame Luna

"O aterriza en este océano que soy.
Mirá que tengo la piel fosilizada de lenguas
y un abanico azul que golpea
desde mis trompas de falopio.

He acampado en la sangre del abismo,
he provocado la suntuosa apatía por los ocasos.
Mirá que busco los ojos del sur
y llevo en las manos
el paracaídas de la locura.
Escúchame luna,
la serpiente de la soledad
moldeó mi estatura rompiendo mis olas,
inyectando la dosis precisa de la seducción.
Mirá que me ha mordido desde adentro,
profundo,
vaciando los restos de la nostalgia,
esa que se reproduce
en el inventario de las sorpresas,
me ha dejado intacta la incertidumbre
y esta reseña de manipular los géneros
a mi conveniencia.

He volado profundo tus cielos, luna,
mientras un hombre
ha deletreado mi arena más húmeda.
He comido de la catarsis de la investidura.
Trágame luna
o volvete caracol, velero, arrecife,
lo que querrás
pero volvé, acampá,
quédate."

Mayra Oyuela


Sal

"La sal fue la bebida de tu infierno,
indefensas a la hora del bullicio
tus mejillas no eran rosas por el rubor,
ni por la bofetada que palpó levemente tu ironía.
Vos Desnuda al crepúsculo
ahogada en la sed del reptil que llevas atado a tu pie.
Haciendo de tripas sangre, 
de vísceras olfato,
de carne olvido.
Nadie encontrará tus pasos bajo la argamasa.
Soltá el arma, encendé la vela,
la cuidad es una bestia que tirita de frío en tu ombligo.
Ya no hay más que esperar
no hay llantos de niños que se raspan las rodillas,
esos niños saltaron la orilla de tu cama y ahora son hombres.
Que los recuerdos no retocen como perros afeitados
lamiendo la piel que se mezcla con el polvo
de una habitación ajena
con hedor a cerveza,
a caricia que sabe a jabón de hotel,
a manos que atraviesan pubis
de esa otra, que despertó al lado de su abismo
socavando en su cuerpo la sabia mordaz de otra fosa.
Lejana es la piel de ese hombre
con el que despierta en silencio y muerta de cansancio.
Que sean otras las que cobardemente acepten el reclamo
de un -hasta que la muerte los separe-
no tengas miedo
que hasta la más bella guarda en su memoria
una mañana insegura en los brazos del hombre equivocado."

Mayra Oyuela