Lluvia primaveral

"Una torpe palabra ha derramado sobre nosotros su veneno, 
y no sé cual de los la dijo. 
Estamos sentados en en un banco; 
con una rama escribes sobre la arena. 
Parezco una gitana con los cabellos caídos sobre los ojos. 
Tengo miedo del llanto. 

Miro hacia otro lado. 
Desde donde estamos, hasta el confín del campo, 
los jardines aparecen desiertos, la hierba es nueva, 
nadie en la calle, hace calor... 
Mi traje está arrugado 
y lo compongo con desgano. 

Tomo mi espejo para mirarme; 
Tengo en verdad un aire tan enojado ? 
Qué largo será para nosotros el regreso 
por ese camino tan lleno de polvo y sol... 
Y por qué mi mano no puede llenar 
el vacío enemigo que nos separa 
con un buen gesto simple, conciliador ? 

Por encima del muro 
ha palpitado una mariposa con alas de humo... 
Y tú, dónde estás tú, en que piensas entre tanto ? 
Lanzo hacia tí 
una mirada rápida bajo el ala de tu sombrero. 
Sobre la arena lisa, con tu ramilla verde, 
no cesas de escribir
y me inclino para mirar mejor; 
en el polvo del camino tú escribes siempre un mismo nombre, 
el mío... 

Y yo no sé cuál de los dos fue el primero que acercó su mano, 
pero ambos nos sonreímos al mismo tiempo."

Otilia Cazimir


Naturaleza muerta

"De las ofrendas del Otoño que empieza a madurar 
recogí en un canasto para tí, amado mío, 
un cálido montón de frutos; el verano 
enterró en ellos su mejor aroma. 
Un puñado de ciruelas, de piel florida 
como la bruma violeta que en las tardes 
desciende por viñas y colinas, 
duraznos como el alma bermeja, que absorvieron 
en tu piel afelpada la luz de las mañanas, 
membrillos verdes, de oxidados vellos... 
En los melones, como en un rubio tesoro, 
largos atardeceres de oro se han dormido 
y en las manzanas de cera, las tardes calurosas. 
En las uvas oscuras la fría noche unió 
graves sombras plateadas por la luna. 
En las nueces, el sol del estío, ponzoñoso, 
encerró su perfume amargo y húmedo. 
Las uvas opalinas de unidades suntuosas 
en sus racimos de ámbar, 
condensaron el oro fino de las estrellas. 

Todo esto espera en vano 
que, cruel y hambriento, tú despedaces su carne 
con tus pequeños dientes de carnívoro." 

Otilia Cazimir










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